Conoce más de nosotros

Columnas Escritas

Lo que dicen los columnistas

Published

on

Twitter
Visit Us
Follow Me
You Tube
Instagram

Número cero

Último clavo al ataúd del “neoliberalismo”

José Buendía Hegewisch

Excelsior

La reforma eléctrica de López Obrador pone el último clavo al ataúd del modelo energético de los gobiernos anteriores. La iniciativa es su última ofensiva para retomar el control estatal del mercado eléctrico con una parcial renacionalización que entierre el periodo “neoliberal”. Al Presidente le hace falta un acto definitivo que imponga su emblema del discurso reivindicatorio de grandes gestas de la soberanía nacional y sirva de mensaje de que ni los tribunales ni las urnas detendrán su aspiración de entrar al cuadro de la historia.

Por eso la propuesta de reforma constitucional tiene un alto contenido político y simbólico para su proyecto, más que preocupación por la eficiencia económica, el impacto medio ambiental o el reclamo de los empresarios de una expropiación de facto.

Como dijo estos días al enviarla al Congreso, lo que más le preocupa es su dimensión histórica y para hacerla medible requiere poner debajo de la tierra “la pesadilla” neoliberal con fecha de defunción y no sólo declaración de saliva que lo da por concluido. La resistencia de empresas privadas, que hasta ahora logran frenarla en los tribunales, ven aires de venganza, pero eso dice poco a la mayoría que cree en la promesa de que el costo de la electricidad bajará si se pone orden al mercado abierto y límite al abuso de la competencia.

En las exequias del “neoliberalismo”, sin embargo, aún hay obstáculos en el Congreso y en el T-MEC por la cancelación de permisos y contratos de compraventa de electricidad, así como la inquietud ya expresada del gobierno de Biden por la política energética de su socio comercial.

El “rescate” de la industria eléctrica es columna vertebral del proyecto político de López Obrador, ahora por encima del petróleo, que ha venido tejiendo con gestos menores hasta una narración de gran escala. No se ha cansado de repetir que el país era visto como tierra de conquista y expolio para explicar el precio de la luz, al mismo tiempo que las empresas recibían subsidios. Los particulares no han podido desmarcarse de la defensa de privilegios con cientos de amparos con que detuvieron en Tribunales la Ley de la industria eléctrica aprobada en el Senado en marzo, mientras él dice que el “neoliberalismo” fue el responsable de empobrecer al pueblo.

El Presidente va por el último golpe. Frente a la resistencia, sube el listón a una reforma que la haga definitiva. La condición sine qua non para saltar el reto en el Congreso es sumar al PRI para alcanzar una mayoría absoluta que le negaron las urnas el 6 de junio y demostraron que su popularidad es insuficiente para blindar el proyecto. Las banderas del nacionalismo histórico acercan a los priistas a una reforma que será definitiva para su futuro como partido. Por un lado, los empuja a romper con la tecnocracia que los dominó tres décadas y, de otro, a romper la alianza opositora con el PAN y el PRD. Como partido vertical y disciplinado con el poder presidencial, el PRI puede darle los votos que perdió en las urnas, aunque provoque una hemorragia que termine no sólo con el “neoliberalismo” en su interior, sino también como oposición.

Ante este escenario, las empresas y adversarios a la iniciativa vuelven la mirada a EU con la esperanza de que ponga un hasta aquí a las políticas nacionalistas. Muchos han querido ver en las quejas de cámaras de comercio estadunidenses o en la apuesta de Biden por las energías limpias las señales de alarma para que intervenga. El lobo no ha

aparecido hasta ahora, aunque es previsible que proteja a sus empresas que resulten afectadas por la reforma, pero sin poner en riesgo la relación con el país más “cercano”, como reconoció Biden en un video por los 200 años de la Independencia. Y es que éste es el punto: para el gobierno de la 4T la reforma es la reafirmación de la Independencia, aunque ello suponga dejar varadas las inversiones en el sector el resto del sexenio por cambiar las reglas del juego o tener que volver a la carga más tarde, cuando las empresas suban precios para absorber el aumento de la luz. Pero, ¿qué es la eficacia económica frente a una gesta histórica que cada día será más difícil de amarrar en el viaje hacia el ocaso del sexenio?

La inmaculada percepción

Gobernadores malos y peores

Vianey Esquinca

Excelsior

Los candidatos a gobernador que ganaron las pasadas elecciones de junio —la mayoría morenista— han comenzado a tomar protesta. El primer paso ya lo dieron, llegar al poder; ahora viene lo más importante, mantenerse y, no sólo eso, evitar echarle a perder el escenario al Presidente para las elecciones de 2024.

Los comicios presidenciales los agarrarán a mitad de camino, suficiente tiempo para demostrar de qué están hechos, para mantener su popularidad o decepcionar lo suficiente a sus gobernantes como para que decidan resarcir su voto dándoselo a la oposición.

Hay varios estados que recién estrenan gobernador, pero que la cosa no pinta muy bien. Ricardo El Pollo Gallardo se convirtió en gobernador de San Luis Potosí a pesar de las acusaciones que pesan en su contra por lavado de dinero y uso de recursos de procedencia ilícita y de que la Unidad de Inteligencia Financiera le estuviera pisando los talones. El Presidente no quiso perseguirlo y lo dejó llegar por algún extraño cálculo político.

Hoy tomará protesta Samuel García como gobernador de Nuevo León. Parece que a los neoloneses ya les gustó eso de la experimentación y si no les fue suficiente con El Bronco, ahora prueban con García, que también ha sido investigado desde 2019 por presuntas operaciones con recursos de procedencia ilícita y delitos fiscales.

Hay otros casos, como el de Layda Sansores, que se convirtió en gobernadora de Campeche; ahora serán los campechanos quienes tengan que vivir con sus extravagantes y estrafalarias formas de conducirse, pero si sólo fuera eso no pasaría nada, pues el mal gusto no es delito aún. Sin embargo, lo que sí demostró en la alcaldía Álvaro Obregón es que viste mejor que como gobierna. Su gestión fue tan mediocre y mala que su partido perdió las elecciones frente a la oposición.

Así como hay un Buró de Crédito que mantiene el historial de las personas, que registra cuando alguien debe o ha dejado de pagar, debería haber uno de gobernantes en los que se calificara su desempeño en cargos anteriores y los escándalos en los que estuvieron involucrados, y que no se les permitiera competir hasta que no liquidaran sus deudas históricas.

Pero si en San Luis Potosí, Nuevo León o Campeche hay dudas sobre los nuevos gobernantes, en entidades como Morelos o Veracruz hay certezas de que los votantes se equivocaron.

Cuauhtémoc Blanco, gobernador de Morelos, demostró qué es lo que pasa cuando se elige a un futbolista sin experiencia, primero como alcalde y luego como gobernador: le

mete una goleada a la entidad. Seguramente puede decir su nombre de corridito, pero su administración es igual a la forma en que lee, pésima. El 30 de octubre, por ejemplo, durante el aniversario del natalicio de José María Morelos y Pavón dijo: “Él sabía que el avance se obtiene a través del rezago y la marginación de la población en una ilusión”. Ése fue tan sólo uno más de sus múltiples dislates. El punto es que Morelos va de mal en peor y él ni siquiera se la pasa en la entidad.

Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz, tiene la costumbre de culpar de todo lo malo que le pasa a conservadores y pregoneros del viejo sistema (¿dónde habremos oído eso?). Las inundaciones de agosto en la entidad demostraron que su gobierno está rebasado y es cliente frecuente de las redes sociales por sus torpezas. La inseguridad está a tope y él se regodea en su ignorancia.

Se podrían incluir varios nombres a esta lista, pero por falta de espacio sólo se puede decir que el país va a entrar en un periodo sombrío, donde funcionarios ominosos que hoy gobiernan convivirán con los que están llegando.

Los demonios de la gobernanza

Rolando Cordera Campos

La Jornada

Nada hay definitivo. Aferrarse a algunos signos puede nublar la mirada y el entendimiento. Y no hay que olvidar que de confusiones está híperpoblado nuestro particular camino del infierno.

Más que empedrado de buenas intenciones, el sendero adoptado por los dirigentes del partido y del Estado, lamentablemente coreado y seguido por su oposición de manera bizarra, pero no por ello menos servil, se ha implantado como una interminable serie de paradojas y dilemas sin solución aparente.

Ni fácil ni cierta la encrucijada nuestra de cada día. Dilemas encriptados que hacen cada vez más difícil e incierta la salida, entre otras razones, porque con el vaciamiento de la política democrática, celebrado como festival pagano al corto plazo, toda convocatoria a pensar complejamente la coyuntura no se admite, se rechaza airadamente y sumariamente se descalifica en el altar de los medios, los órganos colegiados o los corredores del poder.

¡Fuera datos y diagnósticos! dicen los publicanos apoderados del templo de la representación; vengan ya, sin dudarlo, las soluciones que la ocurrencia auspicia y la pasividad imperante consagra. Todo estriba en no saltar por la borda de la nave del presente continuo que, ese sí, como lo enseñó Norbert Lechner, es la esencia del neoliberalismo. Poco margen para la política y el programa cuando no se asume la complejidad de la realidad y se le quiere tratar con simplismos y ocurrencias.

De aquí la desazón, el desaliento y el coraje que producen acciones inopinadas como la emprendida recientemente por el Presidente y su fiscal en contra de un grupo de científicos, investidos de conspiradores y criminales por sus perseguidores oficiales. No, no es cierto que quienes protestamos por este acoso queramos trato especial para los imputados. Nadie ha proferido descalificación alguna contra el debido proceso, al contrario: lo que se denuncia ante la opinión pública es su negación jurisdiccional y, de inmediato, el acompañamiento estruendoso del Presidente desde su púlpito sin la menor consideración de lo grave del acontecimiento, no sólo por lo atrabiliario de la conducta de los fiscales, sino por sus graves implicaciones sobre el mundo de la ciencia y la investigación que, pese a todos los pesares, se ha podido construir en México. Con el concurso comprometido de muchos de los 31 señalados, o como deba decirse.

No hay gobernanza para los temas y problemas cotidianos que llegan al Estado y a quienes lo acompañan desde el coro del poder. Lo grave y alarmante es que nada parece conmoverlos, llevarlos a hacer un alto y meditar los pasos dados, recapitular y enmendar. Acto genuino y desprendido del poder mismo que parece serle hoy ajeno.

Tal vez fue inventada la escaramuza, lanzada como un juego un tanto siniestro desde el Estado para fines de ejemplaridad urbana, en este caso usando a un grupo destacado de científicos. Pero hasta hoy tiene pocos visos de enmienda, por lo que es posible esperar (y temer) que de ópera bufa el país pase a otro drama, uno donde se despliegue una gobernanza anclada en la soberbia y la vanidad de los ganadores.

Con todo, no resulta fácil imaginar un descalabro republicano de la magnitud del profetizado por muchos en el sentido de una regresión autoritaria en todo el sentido de la palabra. Uno también puede seguir apostando por la pluralidad de fondo y forma de nuestra sociedad, la que, a pesar de sus despropósitos, está presente y viva en el seno mismo del partido gobernante al que, por cierto, todavía le falta un trecho para demostrar que gobierna y que tiene con qué enfrentar el desafío de la sucesión presidencial.

Por lo pronto, si de gobernanza hay que hablar, asumamos la necesidad de interiorizarla en nuestro discurrir histórico con fines de ilustración, impensable sin un pensamiento histórico maduro que asimila las enseñanzas para evitar seguir tropezando con la misma piedra. Ejercicio primario de una política ilustrada que no tiene nada que ver con los pastiches con los que se nos invita a pensar (nos) como producto histórico y artífices de quién sabe cuántas transformaciones.

Twitter
Visit Us
Follow Me
You Tube
Instagram
Continue Reading
Publicidad
Presiona para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicidad

Lo más Visto

Copyright © 2021 Cauce Campeche. Diseñado por Sin Contexto.