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Ambrosio Gutiérrez Pérez

Castigo a la corrupción

Para nadie es un secreto que el combate a la corrupción ha sido la principal promesa de los gobiernos de la 4T, la bandera con la que López Obrador llegó a la Presidencia de la República de manera arrolladora igual que su sucesora Claudia Sheinbaum.
Incluso, desde el gobierno de López Obrador se creó el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, que subrayó desde el nombre el reclamo de quienes llegaron al gobierno después de décadas de ver sufrir a la gran mayoría de los mexicanos sumidos en la pobreza y miseria frente a cúpulas prianistas que se robaban impunemente el dinero y hasta las libertades ciudadanas.
Pero López Obrador, una vez en el gobierno, se dio cuenta que fue más fácil prometerlo en campaña que enfrentarlo y acabarlo como Presidente Constitucional. La corrupción –lo dijo siempre él– es el peor mal que aqueja a nuestra nación.

Sin duda que los prianistas aprendieron a robar, peor aún, a ocultar lo robado. Hay casos emblemáticos como el de Alito Moreno cuya corrupción está acompañada por el más grande descaro y cinismo. A eso, por cierto, en la época priista le llamaban ser político profesional y era digno de alabanzas.

El difícil camino

Confiado en su gran liderazgo, López Obrador quizás llegó a pensar que mostrando su mayor fortaleza, su honestidad personal, sería suficiente inicio para que en su gobierno la corrupción desapareciera o, al menos, se atenuara hasta desaparecer poco a poco de la esfera gubernamental. No ocurrió así.
Casos como el de Segalmex, donde empleados gubernamentales bajo el mando de un antiguo jefe de AMLO desviaron miles de millones de pesos, entre otros, sirvieron para montar una campaña contra la 4T, acusando a sus gobiernos de ser iguales a los prianistas.

Por otro lado, la impunidad de corruptos priistas como Alito Moreno, evidentemente aliados con figuras del morenismo (Adán Augusto López), así como la aceptación de figuras polémicas por su corrupción (Yunes), también han abonado a que la principal bandera del combate a la corrupción se diluya entre ataques opositores.
Ha sido un camino difícil, sin duda, al que han abonado gobernadores cuyas decisiones han estado en el ojo público por polémicas y, al menos, fuera del sentido común que debiera tenerse para gobernar.

Claudia, puntual

Claudia Sheinbaum ha sido puntual en continuar el legado de López Obrador. Químicamente pura de izquierda, probada y reconfirmada su honestidad, inteligencia y prudencia ante la adversidad, acaso sea el tema de la corrupción a fondo la parte que le falta para cerrar el círculo virtuoso.
No podrá decirse, sin embargo, que no ha hecho o abonado a la principal bandera del morenismo. La develada corrupción en el Infonavit, donde funcionarios (Abelardo Carrillo, y otros) se coludieron con particulares para hacer negocios a costillas del erario y en perjuicio a los trabajadores.
Es decir, en medio año al frente del gobierno de la República, Claudia ha demostrado que gobierna con valores y principios… no robar, no mentir y no traicionar al pueblo. Quedan, sin embargo, renglones torcidos.

Layda, promesa que se cumple

La gobernadora Sansores, como candidata, también se acogió a la lucha emblemática de morena contra la corrupción. En campaña, el pastelote era Alito, el priista corrupto por antonomasia; los gobiernos priístas que dejaron una estela de corrupción increíble, el hartazgo del pueblo y enfrente la esperanza de gobiernos honestos, apegados a un humanismo cuyo fundamento es primero los pobres.
En esa lucha se inscriben las denuncias de corruptelas descubiertas a Alito, también los interpuestas contra varios de sus colaboradores que hoy están sujetos a procesos que llevan en libertad o en prisión preventiva, como es el caso de Walther N, en su momento vocero del propio Alito, o Antonio N, ex director administrativo de la Capae.

El apunte

Para confirmar su dicho, el entonces segundo hombre del gobierno de Alito habló a su colaborador, Walther también, que atento escuchó: verdad que yo no tengo ninguna relación personal con el vocero? Verdad, asintió.

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