Romina Valladares Ceja
DE POLÍTICA Y MEDIOS
Si bien es cierto qué hay varios temas de la agenda política del Estado, que requieren atención urgente, ya sea para corregir, aclarar o informar y que por supuesto, la ciudadanía tiene el total y absoluto derecho de expresar su inconformidad y denunciar, la estrategia mediática hacia el actual gobierno que encabeza Layda Sansores no está siendo bien recibida por muchos campechanos, pues cuestionan el origen, los motivos y a quienes involucra.
Todos los medios de comunicación en el mundo tienen una línea editorial y defienden intereses, propios, particular o que pueden ser transformados a causa común, pero quien niegue que los tenga, miente.
Los medios de comunicación, son poder. Hace muchos años sugerí a un actual político en retiro que desistiera de la venta de un medio de comunicación con quien se le relacionaba. Hizo caso omiso y toda su vida se arrepintió. Se hizo de otras dos opciones mediáticas más, pero no cuajaron como hubiese deseado. El tema es que el poder, siempre busca el control de los medios. No es una práctica nueva no exclusiva al estado de Campeche. Más común en Latinoamérica que en naciones de primer mundo, lamentablemente, pero existe y no es reciente.
El poder, ya sea económico o político, ambos de la mano siempre e íntimamente relacionados, busca innegablemente el control mediático, ya sea por adquisición o mediante la relación institucionalizada vía convenios de publicidad, los que mucho sirven para mantener las aguas calmas y la marcha adecuada de los intereses en turno de ambas partes. Poder y medios antiquísima relación que trasciende al siglo. Insisto, existe y explica mucho.
En columnas anteriores es señalado lo lamentable del cierre que se ha dado en medios de comunicación en Campeche. Periódicos de trascendencia, valía en sus contenidos y con valiosos profesionales, pero sobre todo, origen del sustento de muchas familias que, de la noche a la mañana se quedaron sin sustento, en el fuego cruzado de estos intereses y de la lucha por el poder, entre los que si tienen garantizado por generaciones el pan que llevan a su mesa, la educación es de sus hijos en las mejores escuelas y la accesibilidad a los servicios de salud de primera calidad.
Y es precisamente esa gran diferencia social e injusta, a la vista de todos, esos contrastes tan marcados lo que ha generado la falta de credibilidad, el escepticismo, el hartazgo entre la población y que en parcialidades y con estilos distintos, con balanzas inclinadas, se dan a conocer.
La libre expresión es un derecho constitucional y eso es incuestionable. No hay, ni debe dar marcha atrás. Pero si es fundamental reconocer su valía como un instrumento de expresión social, de información responsable, real e indispensable en un estado democrático.
Hay estrategias que no dan el resultado esperado. Todo lo contrario.
Hace algunos años, recuerdo el golpeteo incesante, diario, marcado a una figura política de Carmen. Inclusive, fui testigo de la inconformidad de su director general por esa práctica local, la que por cierto, dio el efecto que él señaló a diferencia del objetivo que perseguía: victimizaron al individuo y engrandecieron su presencia, logrando el respaldo de la ciudadanía, a quien dicho sea de paso, eligió por segunda ocasión como alcalde: Pablo Gutiérrez Lazarus. Una prueba de que la perseverancia mediática ya no es como hace algunas décadas y en su afán de mantenerse en ese estilo y práctica, obtiene el
Efecto contrario.
El gobierno de Layda Sansores al frente de Campeche, lo sabe y es conocedora del respaldo popular que la llevó a ocupar el cargo que hoy ostenta. Ella sabe qué hay cosas que debían cambiar y otras más, inclusive en el actuar de su administración, que requieren modificarse, pero también conoce los intereses de quienes demandan, sus orígenes, sus trasfondos y no será inerte a las acciones que deberán darse.