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Mensaje de Paz

Erick Reyes León

Acabamos de celebrar Nochebuena y Navidad, fechas significativas a nivel global, ya que —independientemente de los credos y fes religiosas— nel mensaje de Jesús es de paz, de esperanza, de armonía, de concordia y amor en el más extenso sentido de esta palabra.

Vayamos por partes. En principio, este siglo debió haber sido aquel en el que fueran superadas por fin las ambiciones y limitaciones que nos han caracterizado como especie y que, han derivado en ese perene lastre: la guerra.

Lamentablemente, esto no ha sido así; por el contrario, la guerra ha sido el pan nuestro de cada día, a ello habrá que sumarle otros flagelos en perjuicio de la humanidad (donde los que siempre, más padecen, son los más desposeídos). Hambre, pobreza, enfermedades y muerte se ciernen como una realidad cotidiana para miles de millones de personas diariamente; la falta de oportunidad y desesperanza se han convertido en una realidad ordinaria para las grandes mayorías. Sin embargo, no debemos acostumbrarnos ni aceptarlo como un destino inexorable; por el contrario, debe ser el motor que nos impulse a cambios drásticos.

En esta época en la que se entrecruzan un avance científico que supera los límites de la imaginación y un deterioro ambiental tan grave que pone en riesgo las condiciones de vida global, constatamos que las contradicciones son una constante: al lado de la opulencia nos encontramos la pobreza extrema; una ciencia médica que permite sortear enfermedades hasta hace poco mortales con fallecimientos por la falta de medicinas o personal médico… Estos ejemplos podrían extenderse ad infinitum, pero el punto es que mientras unos pocos (muy pocos) lo tienen y lo pueden todo, otros muchos (todos los demás) deben contentarse con ver desde lejos el festín y sortear las adversidades que son gestadas en este mundo cargado de inequidades.

En fin, hablar de todo lo malo que nos aqueja, sería inabarcable para un breve artículo, pensemos mejor en el otro lado de la moneda, hoy estamos aquí, tenemos una oportunidad: el estar vivos, hagamos que esta oportunidad sea de verdad, aprovechemos nuestro tiempo y nuestro espacio, que nuestro paso por este planeta, por esta vida, no sea en vano, muy por el contrario, que sea para bien.

Empecemos en lo más cercano, es tiempo de construir armonía, tenemos los elementos para hacerlo: inteligencia y lenguaje. Nada nos impide entendernos, salvo que se imponga la vanidad, la soberbia, la cerrazón. Nadie es dueño de la verdad, de lo correcto, de lo bueno; la realidad siempre está sujeta a interpretación, es tiempo de aprender a respetar posiciones contrarias, aunque no las compartamos. Es tiempo, así lo veo, de que el respeto al derecho ajeno se imponga como regla de conducta general, nada justifica la descalificación de un mensaje diverso al nuestro, menos cuando alude a la persona, construyamos armonía, el dialogo y el respeto son la base para lograrlo.

Paz, se dice que es lo contrario a la guerra, y es cierto, pero es oportuno pensar en alcanzar este ideal, cuando la evidencia nos muestra que la guerra ha sido una constante en la historia de nuestra especie. Eso es cierto. Como también es cierto que la paz, también ha sido compañera constante en el devenir humano, la paz ha sido necesaria para construir, especialmente para mantener lo logrado. Paz y guerra, guerra y paz, una dicotomía, siempre presente. Es cierto que la guerra viene acompañada de muerte, de dolor, de frustración, y que hoy, cuando la ciencia, la filosofía, las reglas sociales se encuentran tan avanzadas, y que ya ahora, nada justifica que persista, ya sea en guerras convencionales o en situaciones análogas (como es el caso mexicano), aunque en otros momentos haya sido la esencia para superarnos y avanzar. El tema en esencia es que, aceptar y entender que, los avances ya no deben estar motivados por la guerra, que hoy a nuestro afán guerrero le podemos dar otro cauce, recién terminó el Campeonato Mundial de Futbol, muestra palpable de que las contiendas entre naciones se pueden dar, sin que haya muertos, ni pérdidas irreparables para las naciones. La paz debe ser el camino, la ruta y especialmente, el destino.

Amor, más allá de las concepciones personales que se puedan tener y que, lamentablemente se vinculan o se relacionan siempre respecto a nuestro entorno más cercano (pareja, hijos, padres, hermanos, por lo regular en ese orden de prioridad o importancia), pero el amor es más que eso, mucho más, debemos recordar que, independientemente de creencias religiosas, es una verdad científica que todos los humanos provenimos de un mismo origen, de una primera ascendiente humana (la llamada Eva mitocondrial), bajo esa tesitura en realidad y en esencia, todos los humanos somos hermanos, y lo que es más contundente es que, cualquier diferencia exterior es notablemente secundaria, ya que compartimos el mismo componente genético en un 99. 9999 por ciento, lo que nos diferencia es menor al 0.0001 por ciento, una nimiedad. Somos prácticamente idénticos. Somos hermanos, Y si, actuamos como tales, como Caín y Abel, o como Rómulo y Remo, pero también los hermanos son cómplices, son solidarios, empáticos, protectores, etcétera. La pregunta es qué camino hay que seguir, el del odio, la envidia y el asesinato o la del amor.

Concluyo este artículo recordando que hay que iniciar con nosotros mismos, con nuestra gente más cercana, dialoguemos en lugar de incordiar, escuchemos en lugar de gritar, respetemos en lugar de ofender, extendamos una mano sincera de paz, y que esta conducta irradie en nuestra comunidad, hagamos de Campeche, de México, del Mundo, un mejor lugar para vivir.

¡Feliz nochebuena y feliz año 2023!

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