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Alito-Aysa: de La Unidad a Los Cacicazgos
La discusión sobre las recientes designaciones en el Servicio Exterior Mexicano

Arturo Rodríguez García
El Heraldo de México

La discusión sobre las recientes designaciones en el Servicio Exterior Mexicano, derivó en recordatorio de los pendientes que la mitad de los nominados acumulan en sus respectivas historias.

Notorio el escándalo desde hace tiempo, las denuncias de acoso a mujeres resugieron en la designación del historiador Pedro Salmerón, que devino incomodidad diplomática por la anticipación y frialidad que, aun cuidando las formas, patentó la canciller panameña, Érika Mouynes, en un episodio que en acierto periodístico adelantó el periodista Alfredo González, en su columna “A fuego lento” del pasado 21 de enero en El Heraldo de México.

Ciertamente, la posición panameña se desconoce porque el carácter de las comunicaciones diplomáticas gozan de secrecía, empero el sólo hecho de confirmar una “posición” sin que al historiador lo haya ratificado el Senado y, por ende, sin que existiera notificación formal al país centroamericano, desvela la gravedad en la recepción de la noticia para el gobierno de Laurentino Cortizo.

Tampoco pasa desapercibido que el gobernador sonorense, Alfonso Durazo, haya reiterado que sobre la gestión de su predecesora, Claudia Pavlovich, hay 159 auditorías abiertas y que estas fuesen informadas en el contexto de su nombramiento como cónsul en Barcelona. Aunque el gobernador dijo, en lo jurídico, respetar la presunción de inocencia, y en lo político, tratar de evitar el enfrentamiento, resonó como advertencia: “a estas alturas de mi vida, no estoy para proteger nadie”.

El caso Pavlovich y su conflictividad fue anunciado en esta columna el primer día del año porque en el PRI, partido del que aun es militante, se veía entonces con desazón la inminente designación de la exgobernadora que, sin embargo, no causó tanto malestar como la de Carlos Miguel Aysa para embajador a República Dominicana. El motivo es obviedad: haber sido incondicional, mano derecha, hombre de confianza para el dirigente nacional tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas.

Rota la relación al haber aceptado la embajada, hay un puente, entre Moreno y Aysa que es metafórico: el Puente de la Unidad, megaproyecto iniciado hace años, concluido la última semana en que Moreno estuvo en funciones como gobernador, justo cuando iniciaron las maniobras que se extendieron al gobierno de Aysa, e implican un proceso judicial sobre el destino de 109 millones de pesos. Eso los une.

La historia de mi autoría, publicada en el semanario Proceso (Edición 2358), trata sobre lo ocurrido en la conclusión del segundo puente más grande de México, quinto más grande de América Latina y que, en síntesis, es la siguiente:

El 14 de abril de 2019, siendo gobernador de Campeche, Alejandro Moreno pidió al presidente López Obrador, durante un evento oficial, el apoyo de 250 millones de pesos para terminar la megaobra porque el presupuesto no le alcanzaba. El presidente aceptó y días después, el 2 de mayo del mismo año, se publicó el decreto de subsidio al gobierno del estado con el objetivo único de que terminara el puente.

Fue entonces que el gobierno de Moreno Cárdenas inició una serie de maniobras para reducir sin justificación suficiente los montos contratados a las empresas asociadas ICA-Calzada Construcciones-Construcciones y Dragados del Sureste. Al “recalcular” disminuyeron los mencionados 109 millones de pesos, que por si fuera poco, se les notificó mayoritariamente una vez terminada, entregada e inaugurada La Unidad, es decir, durante el gobierno de Carlos Aysa.

El asunto se judicializó; el destino de los 109 millones es una incógnita. Hasta ahora, las condiciones del litigio que se sigue ante el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, ha dejado mal a los exgobernadores campechanos.
No hay pacto de impunidad, se dice; no hay monedas de cambio… pero

en el caso del Puente de La Unidad, Carlos Aysa tendrá el privilegio de responder como asimilado a la 4T, mientras recibe la caricia de la brisa del Caribe, disfrutando del merengue en largos paseos por el malecón George Washington y de los opulentos cocteles de Los Cacicazgos, por supuesto, a cargo del erario. Y Moreno, tan campante.

Por: Arturo Rodríguez García
COLABORADOR HERALDO RADIO
@ARTURO_RDGZ

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