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Juegos de poder

Divisiones

Leo Zuckermann

Excelsior

El poder es un bien muy escaso. Sólo una persona puede llegar a gobernar un país, estado o municipio. La oferta es muy limitada y, por lo general, del otro lado existe una amplísima demanda. Muchos se pelean por conseguir el puesto anhelado.

En una democracia, los votos ciudadanos son los que determinan quién se queda con el cargo público tan escaso. Sin embargo, el voto suele estar mediado por los partidos. Antes de ser presidente, gobernador o alcalde, hay que conseguir la candidatura de un partido para competir por esos puestos.

En algunos países, se organizan elecciones primarias donde militantes de cada partido votan a su candidato. Este tipo de ejercicio conlleva algunos problemas. Por ejemplo, los militantes suelen elegir a candidatos que les gustan más a ellos que al electorado en general. Además, las primarias suelen dejar al partido dividido.

El PRI llevó a cabo una elección primaria para decidir a su candidato presidencial para el 2000. Los aspirantes fueron Francisco Labastida, Roberto Madrazo, Manuel Bartlett y Humberto Roque. El primero era el favorito del establishment priista. El segundo salió muy duro a atacarlo con el famoso eslogan de “dale un Madrazo al dedazo”. Al final, ganó Labastida. El presidente Zedillo tuvo que intervenir para que Madrazo aceptara los resultados. El partido llegó dividido a los comicios de ese año y ya sabemos qué pasó: ganó Vicente Fox.

En México hay una natural aversión de los partidos a llevar a cabo elecciones primarias. Las pocas que se han realizado han terminado en divisiones. Frente a esa realidad, prefieren otros métodos para designar a sus candidatos.

Desde el sexenio de Salinas, se comenzaron a utilizar encuestas para medir la popularidad de los aspirantes y tomar decisiones de a quién lanzar.

En 2012, el PRD eligió a su candidato presidencial a partir de encuestas entre Ebrard y López Obrador. Al parecer, en algunas respuestas las ganó el primero, en otras, el segundo. AMLO, sin embargo, fue el candidato porque no iba a aceptar que Ebrard se quedara con la candidatura; Marcelo apechugó.

En 2018, la candidatura para jefe de Gobierno de la Ciudad de México por Morena también se definió por encuesta. Participaron Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal y Martí Batres. El partido anunció que había ganado la primera. El segundo se inconformó y, durante semanas, jugó con la idea de romper con el partido. No lo hizo y acabó como líder de Morena en el Senado.

Morena, a lo largo de este sexenio, ha utilizado este sistema de dizque encuestas para designar a sus candidatos. No han sido muy transparentes que digamos al publicar los resultados. Sólo anuncian que ganó Fulanito y que, por tanto, perdieron los demás. Esto ha generado mucho enojo de los perdedores. El que ha pagado por los platos rotos ha sido el dirigente nacional, Mario Delgado. El sábado, por ejemplo, cuando le entregó la constancia a Marina Vitela como candidata a gobernadora de Durango, simpatizantes de uno de los perdedores, José Ramón Enríquez, lo abuchearon, le gritaron “corrupto” y “traidor” y le aventaron huevos a su camioneta.

Siendo Morena el partido que está en camino de convertirse en hegemónico, sus candidaturas son las más valiosas. En algunas entidades, es más importante conseguir el apoyo de este partido que la gubernatura misma porque se da por descontado que Morena ganará los comicios.

En cuanto a la elección presidencial, si hoy fueran los comicios, Morena ganaría, según las encuestas. Después de los comicios intermedios del año pasado, AMLO dio el banderazo para que los aspirantes arrancaran la carrera por conseguir la candidatura presidencial de Morena.

Es claro que la favorita del Presidente es Claudia Sheinbaum. Algunos piensan que el “Plan B”, en caso que no funcione la jefa de Gobierno, sería Marcelo Ebrard. Sin embargo, comienza a correr la voz que la alternativa sería el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien goza de toda la confianza de AMLO, se apellida López, es también tabasqueño, habla igualito que el Presidente y hasta se parece físicamente a él.

El otro que ha levantado la mano ha sido Ricardo Monreal, quien no cuenta con la simpatía presidencial. Sin embargo, el zacatecano es un político sazonado que seguramente será un dolor de cabeza para la dirigencia de Morena en el proceso de definir la candidatura.

Todo indica que Morena también utilizará el método de encuestas para definir a su abanderado presidencial de 2024. Aquí no habrá consulta popular ni elección primaria. La pregunta es si los perdedores aceptarán el resultado y qué tan dividido quedará el partido después de anunciar al ganador(a).

Nadando entre tiburones

¿Quién aprovechará el declive del Presidente?

Víctor Beltri

Excelsior

A dos años de haber ganado la elección, en 2014, el sexenio del presidente Peña Nieto marchaba todavía sobre ruedas. Hoy la memoria es muy distinta, pero en aquellos tiempos el gobierno parecía tenerlo todo bajo control: el PRI había regresado al poder, el Pacto por México había unido a la oposición en una causa común con el mandatario, las reformas estructurales colocaban al gobierno —como en los años 70— en posición de administrar la abundancia.

Todo cambió en cuestión de meses. Saving Mexico, afirmaban las portadas internacionales, hasta que la realidad terminó por alcanzarnos. Unos meses más tarde, el precio del petróleo se desplomaría, cuando era nuestra gran esperanza. Las tragedias de Tlatlaya, y de Ayotzinapa poco tiempo después, nos regresarían a una realidad que nunca terminó; el escándalo de la Casa Blanca nos abrió los ojos sobre lo que, en verdad, estábamos viviendo. El gobierno en funciones era todopoderoso, hasta que la realidad lo puso a prueba: en aquel momento, y frente al pasmo gubernamental, el principal —y único— político antisistema supo aprovechar la situación en su propio beneficio.

¿Para qué una reforma energética —cuestionaba el candidato— cuando explotar nuestros yacimientos petrolíferos es algo tan sencillo como hacer un simple pozo de agua? ¿Por qué combatir al crimen organizado, cuando la inseguridad es una cuestión que se puede resolver con la mera voluntad de repartir abrazos, en vez de balazos? ¿Para qué las propiedades, para qué los grandes lujos? Para qué la ostentación, para qué los excesos de quien podría tener dos pares de zapatos, cuando ya se cuenta con uno?

¿Para qué tantas palabras, cuando no se vive de acuerdo con lo que se predica? El discurso presidencial sobre la Austeridad Republicana es poderoso, pero no tanto —por lo visto— como para convencer ni siquiera a su propia familia, la misma que ahora está disfrutando de los privilegios y beneficios sobre los que su padre despotrica cada mañana. Los vínculos de la familia presidencial —y el aprovechamiento que hacen de sus propias posiciones— están más que demostrados, en esquemas de corrupción que —con mucho— rebasan a los de sus predecesores.

Peña Nieto pudo haber sido corrupto, como el que más; Calderón, sin duda, pudo haber tomado decisiones equivocadas: las acciones del López en turno los superan a ambos, e incluso a las de sus predecesores que comparten su apellido. Los errores son rampantes; las acciones de gobierno, equivocadas. Quienes le rodean son una partida de ineptos, pero leales; quienes tratan de quedar bien con el mandatario, han preferido la tibieza a la lealtad con su patria. Quienes deberían estar criticando, le tienen miedo; quienes podrían construir una oposición verdadera, están recibiendo cargos diplomáticos en el exterior. Quienes tienen una visión más amplia, son aplastados por el régimen; quienes tendríamos que estarnos uniendo, hemos dedicado más tiempo a discutir nuestras diferencias que a explorar lo que podría unirnos.

El tiempo es perfecto, sin embargo, y es el momento perfecto para unirnos. El Mesías Tropical se sabe poseedor de la tribuna, y hoy mismo comenzará con el intento de distraernos sobre los temas relativos a su familia, con un escándalo que sea capaz de opacar el baile de su hijo frente a la piscina de las sospechas. La narrativa del mandatario tendrá que cambiar por completo, y será muy complicado que se repita la diatriba presidencial, en contra de la corrupción y los juniors del sistema anterior, sin que salgan a colación los excesos que ya conocemos de su familia más cercana, más los que estén por llegar en cualquier instante. Hasta el momento, por lo pronto, sabemos lo suficiente.

El Presidente estaba débil, hasta hace una semana. Hoy, quizás, lo está más: la evidencia sobre su familia es devastadora y, sin duda, los testimonios públicos nos demuestran que su declive físico y emocional está aumentando. Ojalá lo entienda la oposición: es el momento de aprovecharlo.

Astillero

Posponen salida de Ricardo Monreal // Adán: estocada a plazos // ¿Regalo a opositores? // Mario Delgado, mal en Durango

Julio Hernández López

La Jornada

Adán Augusto López Hernández sacó a medias el capote torero pero en lo esencial dejó ver una espada posdatada, frente a un anfitrión zacatecano que se removió cuanto pudo para tratar de eludir la estocada en abonos, con media plaza senatorial morena ya escindida del mando de Ricardo Monreal, derrotado este por los aires veracruzanos potenciados por Palacio Nacional, pero aún necesario para lograr mayorías calificadas en cuanto a reformas estratégicas marca 4T.

El secretario de Gobernación dando línea y decretando tregua. La consigna, mantener la unidad de los senadores morenistas. Es decir, no perder el tiempo en estériles batallas internas. Tres razones esgrimió: las reformas eléctrica, electoral y guardianacionalista. Ah, sin olvidar que la batalla no será fácil ni este ni el próximo año, y mucho menos 2024.

Ese exhorto Augusto a la unidad pareció en principio un espaldarazo al todavía coordinador de los senadores morenistas que ha estado bajo fuego nada amigo a raíz de su osadía de confrontar al andresino Cuitláhuac García, endosado este ya a la cuenta de Claudia, convertida en sugestiva anfitriona de gobernadores y jefes políticos cual si ya fuera la candidata al 2024. Palmadita a Monreal y luego el descontón que le trastornó facialmente. La comisión especial para indagar arbitrariedades en Veracruz, sepultada la víspera por el propio Monreal para tratar de salvar el cargo coordinante aunque fuera por el tiempo suficiente para afianzar su candidatura presidencial ajena a Morena, fue retomada analítica y políticamente por el suavecito Adán.

El mensajero de lo augusto clavó la sentencia para que más adelante se cumplan los términos: esa comisión, aseguró AA, beneficiaba más a los intereses de la oposición (…) Imagínense, y se los digo con todo respeto, nosotros mismos estamos abriendo el debate de si convenía o no desaparecer los poderes en un estado que gobierna alguien emanado de este movimiento. Tan cantada y persistente está la división en la bancada senatorial morenista que el propio Monreal y José Antonio Álvarez Lima (ex gobernador de Tlaxcala y, ya en la 4T, senador y ex director de Canal Once) tuvieron disputa verbal sobre lealtades y ambiciones.

No deja de ser irónico que Monreal, quien ha cumplido con Palacio Nacional al sacar adelante las reformas deseadas, pueda tener ahora parte de su futuro político pendiendo de que no salgan las tres en puerta. Si no logra llevarlas a buen puerto, esta porción morenista que ya lo repele le habrá de culpar clamorosamente pero, al mismo tiempo, esa eventual derrota legislativa de Morena y sus aliados podría acelerar las condiciones para la salida del zacatecano de su incómodo escenario actual (en el que no se le considera precandidato presidencial, conforme a la lista de Palacio).

Carente de cuadros, la oposición al obradorismo podría contar con una carta para la sucesión de 2024 que el propio morenismo le habría suministrado. A reserva, claro, del eventual caso de que Marcelo Ebrard tampoco fuera favorecido por las encuestas y optara por aprovechar por fuera de Morena la que tal vez sería su última oportunidad viable de hacerse de la banda presidencial.

Mal le fue a Mario Delgado en Durango, donde maniobró para imponer en diciembre pasado como candidata a gobernadora a Marina Vitela (del equipo del ex gobernador priísta Jorge Herrera Caldera, constantemente acusado de corrupción durante su mandato). Grupos que apoyan al principal precandidato no escogido, el senador (todavía) morenista José Ramón Enríquez Herrera, abuchearon a Delgado y tiraron piedras y huevos a sus vehículos.

Y, mientras el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, dijo que dará por cancelada la instalación de mesas de diálogo con el gobierno federal si el secretario AA vuelve a posponer ese comienzo, que no será este lunes como estaba acordado (postura cancelatoria que ha de caer de perlas en Gobernación).

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