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Periodismo: ¿para qué?

Ernesto Villanueva

Proceso

El periodismo juega un papel significativo en la medida en que, con el ejercicio profesional de las libertades de expresión e información, debe satisfacer un bien superior, el derecho a la información de la sociedad.

En días pasados el presidente Andrés Manuel López Obrador ha intensificado sus críticas a Proceso en virtud de dos piezas que difundió en sus páginas. Ya lo había hecho antes por semejantes razones. Las afirmaciones del presidente paradójicamente honran a este semanario y le brindan una suerte de certificado de garantía: con sus proclamas, el presidente da público testimonio de que desde Proceso se hace periodismo al amparo de la Constitución y las leyes y que se observan los principales estándares democráticos internacionales. Y no es para menos. Un medio de comunicación, por el contrario, que fuere objeto de palabras presidenciales de encomio haría al menos dudar de sus contenidos.

Lo que afirma AMLO sobre Proceso y otros medios es desafortunado, pero, por lo menos hasta ahora, no es constitutivo de delito o de ilícito alguno. Siempre, pero ahora en un clima de crispación todavía más, el periodismo juega un papel significativo en la medida en que, con el ejercicio profesional de las libertades de expresión e información, debe satisfacer un bien superior, el derecho a la información de la sociedad. Que no exista una ley (y qué bueno que no la haya, dicho sea de paso) para los medios escritos y digitales, no significa que no deban observarse procesos estandarizados de cómo se fabrican las noticias y de qué manera se jerarquizan. Y esas reglas aplican también para las secciones de análisis en las que, si bien es verdad hay mayores márgenes de libertad, también lo es que no existe ni aquí ni en ningún lugar del mundo una libertad absoluta. No hay que ir muy lejos para saber dónde se encuentran a detalle esas reglas del periodismo que deben ser atendibles. Baste con leer, a vía de ejemplo, el Código Europeo de Deontología del Periodismo (https://acortar.link/NDpEwv) y una lectura más a fondo se puede encontrar en mi obra Deontología informativa: códigos deontológicos de la prensa en el mundo (México, Miguel Ángel Porrúa, 2002).

Desde el siglo XIX y con mayor acento ahora en el siglo XXI, las reglas éticas son herramientas que guían el buen quehacer periodístico por cuanto hace al cómo se debe presentar la noticia y la opinión. Deja fuera como regla sobre qué se debe escribir; esta es una atribución estrictamente editorial que debe tomarse casuísticamente. La ética busca un propósito compatible con un Estado democrático de derecho: generar información veraz y opiniones honestas para que la opinión pública norme su propio criterio al cotejar todas las aproximaciones que sobre un tema puede informarse.

Ciertamente se ha registrado en algunos casos en el pasado, especialmente en los siglos XVIII y XIX, lo que se denominó “periodismo militante”, que no hacía distinción entre informaciones y juicios de valor y su razón de ser era posicionar un mensaje político anteponiendo la información de interés público pura y dura. Hoy quedan algunos vestigios de esa forma de hacer periodismo.

En Cuba, por ejemplo, el código de ética del periodista dispone en su artículo 2º que el periodista: “Debe mantener una conducta laboral, social y moral consecuente con los principios y normas de nuestra sociedad socialista” ( https://acortar.link/lG9seP).

El código de ética periodística de Corea del Norte establece cuatro disposiciones que debe observar sobre el gobierno: a)”Los periódicos deben publicar artículos en los que se tenga indefectiblemente en alta estima al presidente, se le adore y se le alabe como el gran líder revolucionario”; b) “Los medios de comunicación deben defender sistemáticamente el culto a la personalidad de la familia Kim”; c) “Los medios deben referirse a Kim Jong-Un como el ‘Querido Líder’”, y d) “Los medios deben promover las agendas nacionales e internacionales del Partido del Trabajo” (https://acortar.link/rxsGCy).

Y en Vietnam el código de ética de los periodistas establece en su artículo 2º sus obligaciones, entre las cuales se encuentran: “(a) Informar con veracidad de la actualidad nacional y mundial de acuerdo con los intereses del país y de sus ciudadanos; informar de las opiniones y las aspiraciones legítimas de los ciudadanos; contribuir al ejercicio de la libertad de los medios de comunicación y del derecho a la libertad de expresión de los ciudadanos a través de los medios; (b) Proteger las directrices y políticas del Partido y las leyes del Estado; buscar y proteger las iniciativas positivas; luchar contra la ideología errónea y la conducta incorrecta” (https://acortar.link/zNbAPM).

¿Se imagina en México un código de ética periodística con esos contenidos? ¿No sería el acta de defunción de lo que en la democracia se entiende por periodismo? Precisamente porque esas prácticas se han superado, en la inmensa mayoría de los países los códigos de ética periodísticos buscan mejorar las técnicas del quehacer informativo, resolver las dudas más comunes al elaborar un reportaje o una nota informativa, así como los criterios que establecen los límites de los análisis u opiniones vertidas en los medios y algunos incluyen ya guías sobre nuevas tecnologías y su tratamiento editorial. Nada se dice por fortuna sobre qué publicar y en qué términos debe referirse a los gobernantes. Faltaba más.

Un código de ética como los existentes en Cuba, Vietnam o Corea del Norte representan la antítesis de la libertad de expresión y del derecho a saber. El periodismo por definición debe ser ajeno al apellido “militante”, porque este vocablo coarta la diversidad de ideas, acota la pluralidad de temas que deben ser tratados y jerarquiza reportajes por razones de ventaja de una causa política, no a la luz de criterios editoriales. En esta ruta de defensa de la libertad se inscribe el periodismo que ha hecho Proceso a lo largo de su historia (y lo sigue haciendo exactamente igual; quienes cambian son los candidatos cuando se convierten en gobernantes, no Proceso) para generar contrapesos informativos, poner al descubierto temas de interés público y cubrir aquellos asuntos noticiables, sean o no del agrado del gobierno en turno.

En todo momento el periodismo anclado en la veracidad y en las mejores prácticas internacionales es una necesidad informativa para formar ciudadanía y contagiar prácticas democráticas y, por ello mismo, hay que preservar estas instituciones para bien de la comunidad toda.

Juegos de poder

Personajes de 2021

Leo Zuckermann

Excelsior

En 2020, las personas físicas o morales que destacaron, para bien o para mal, fueron el movimiento feminista mexicano, Hugo López-Gatell, las Fuerzas Armadas, Salvador Cienfuegos, Emilio Lozoya, Pío López Obrador, la Suprema Corte, el avión presidencial, Morena, Banco de México, los fideicomisos, Omar García Harfuch, Nexos, el SARS-CoV-2, Ugur Sahin, Özlem Türeci, Joe Biden y Juan Carlos de Borbón. Presento, ahora, la lista de los personajes que destacaron en este 2021 que está terminando:

Variantes Delta y Omicron del SARS-CoV-2. La pandemia del coronavirus dominó, de nuevo, las noticias. El virus mutó y, en 2021, sobresalieron estas dos variantes de las cuales se contagiaron millones de seres humanos.

La comunidad científica internacional. Su trabajo ha sido fundamental para detener el avance y la mortandad de la pandemia.

Las vacunas. Millones se han salvado de la pandemia gracias a ellas. Se aplicaron ocho mil 700 millones de dosis en este año. El 57% de la población mundial ha recibido por lo menos una.

Instituto Nacional Electoral (INE). Organizó unas elecciones ejemplares y una consulta popular. Es una de las instituciones más aprobadas por la opinión pública y pilar de la democracia. Termina el año bajo el asedio del gobierno federal y su partido político.

Reforma constitucional eléctrica. La pieza legislativa más importante que ha mandado el Presidente al Congreso en este sexenio. Pretende un regreso al modelo de monopolios públicos en el sector energético. No se aprobó porque el gobierno no consiguió los votos para lograr una mayoría calificada. Volverá a discutirse el año que viene.

Félix Salgado Macedonio. Ante su inminente candidatura como gobernador de Guerrero, varias mujeres lo acusaron de abuso sexual y violación. No obstante, Morena y AMLO lo apoyaron. El INE le retiró la candidatura por no presentar un reporte de las finanzas de su precampaña. Morena lanzó, entonces, a su hija como candidata y ganó la gubernatura. Hoy, este presunto violador es el que realmente gobierna el estado.

El Metro de la Ciudad de México. Viejo, desgastado y mal construido en algunas líneas. La 12 colapsó dejando 26 muertos y decenas de heridos. Cierra el año sin que la justicia haya procesado a los responsables.

Crimen organizado. Documentada está su participación activa en las elecciones de junio. Como nunca, intervinieron para que ganaran sus candidatos.

Morena. Gran ganador de las elecciones de gobernador este año. De 15, ganaron 12 para consolidarse como partido hegemónico.

Va por México. La alianza PRI, PAN y PRD sirvió para quitarle a la coalición gobernante la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y nueve de las 16 alcaldías de la Ciudad de México. De no haber existido, Morena habría arrasado en todas las elecciones de junio.

Arturo Herrera. Hizo una labor buena como secretario de Hacienda. Lo premiaron para ir como gobernador del Banco de México. Sin explicación alguna, AMLO retiró su candidatura en el último momento.

Arturo Zaldívar. El ministro presidente de la Suprema Corte no sólo sacó adelante dos temas fundamentales de derechos (la despenalización de la mariguana y de la interrupción voluntaria del embarazo), sino que renunció al “regalo” envenenado de AMLO para quedarse dos años más en la presidencia de la Corte.

Migrantes. Gente que huye de sus países por la inseguridad o falta de oportunidades económicas. Protagonizaron varias noticias malas, incluyendo el volcamiento de un tráiler donde viajaban hacinados decenas de ellos, muriendo 56.

Estudiantes del CIDE. Ante la imposición del director de este centro y la renuencia de la directora del Conacyt a dialogar con ellos, mantienen tomadas las instalaciones de Santa Fe y Aguascalientes. Han realizado varias marchas. Ejemplo de una lucha por causas buenas y justas.

Alejandro Gertz Manero. Fiscal de escasos resultados, pero abundantes cuestionamientos.

Santiago Nieto. Ejemplo de que el poder es pasajero. Su boda en Guatemala le costó su puesto.

Angela Merkel. Después de 16 años al frente del gobierno alemán se retiró la canciller, quien fue la gran ancla de los regímenes democrático liberales de occidente.

Los radicales que tomaron por la fuerza el Capitolio el 6 de enero. Azuzados por el entonces presidente Trump, tuvieron la osadía de violentar la sede del Congreso de Estados Unidos, donde se estaba votando la legalidad de la elección presidencial. El asalto fue la imagen perfecta del final de un presidente que mermó a una de las democracias liberales más añejas del mundo.

Astillero

INE: no (sólo) es cuestión de dinero // Cambiar modelo salinista-peñista // Córdova y consejeros del pasado // Indicativa, votación cerrada

Julio Hernández López

La Jornada

No se busca dilucidar si el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha de seguir en el cargo, pues eso se da por descontado (los opositores han arriado banderas y las encuestas de opinión mantienen al tabasqueño en lo alto) ni se trata del cumplimiento forzoso de un derecho (el ejercicio de revocación de mandato), pues éste es optativo, no de ejecución obligatoria y, en congruencia jurídica, debe activarse en su momento por los promotores de la revocación, no por los defensores de la ratificación.

Tampoco es un derecho que, por la omisión de su cumplimiento en 2022, pueda caducar o extinguirse: ahí estará disponible en la Constitución para cuando los interesados en revocar un mandato lo planteen y consigan los requisitos de cada caso (de presidente de la República o de gobernadores).

La batalla de hoy es por el mantenimiento o la sustitución del modelo de organización electoral que el salinismo aprobó en 1989 (con los votos del prianismo ya en pleno maridaje explícito) e instauró en 1990. El ya muy desmejorado IFE se convirtió en INE en 2014, luego de la llegada al poder del peñismo priísta. En el fondo, el esquema IFE-INE sigue privilegiando el reparto de consejerías entre los partidos y la toma de decisiones conforme a los intereses de las cúpulas.

Ese modelo nacido en el salinismo y maquillado en fechas posteriores no obedece al mandato popular depositado en las urnas en 2018 ni a la esperanza de cambio que, según las recientes encuestas de opinión, le dan a López Obrador un amplio respaldo. Lorenzo Córdova Vianello, el consejero presidente del INE, su facción de consejeros afines y los mandos del aparato administrativo del instituto fueron colocados en el cargo por intereses y circunstancias del pasado que se repudia y obedecen a una realidad que ya no existe.

La falta de recursos económicos o la satisfacción de éstos, los ahorros o el despilfarro del INE, la recolección suficiente y válida de firmas o la carencia de éstas, y el aplazamiento o conservación de fechas procesales en enero próximo son tarjetas postales de la gran batalla, que tiene como objetivo retirar a Córdova de la presidencia del consejo general del INE y dar paso a una nueva forma de ejercer el poder electoral.

No es una cosa menor que la votación, clave, a favor de la pausa procesal del revocatorio haya sido de seis votos contra cinco. Entre éstos, los cuatro consejeros llegados al cargo ya en el periodo obradorista (Martín Faz, Uuc-Kib Espadas, Norma Irene de la Cruz y Carlota Humphrey, vista ésta con desconfianza en ciertas franjas del propio obradorismo), más Adriana Favela Herrera, cuya carrera judicial y su llegada al INE tienen como contexto al poder priísta mexiquense, que en 2014 la hizo consejera.

Si José Roberto Ruiz Saldaña hubiera mantenido la disidencia de otros momentos frente a Córdova y su grupo, habría dado el triunfo a los opositores a la pausa del revocatorio, pero en esta ocasión (¿molestia por no haber sido considerado para la rectoría de la Universidad Veracruzana?) votó en el mismo sentido que Córdova, Murayama, Rivera, Ravel y Zavala.

La acometida del morenismo contra Córdova y la cúpula dirigente del INE avanza en los planos discursivo, mediático, político y social. La mayoría en las cámaras federales legislativas y en los gobiernos estatales, además de la campaña abierta del partido guinda, serán de gran presión contra el cordovismo.

No se lesionará la democracia (que, en realidad, sigue siendo una aspiración: en 2018 se aceptó la irreversible tendencia a favor de AMLO, pero los procesos electorales siguen siendo turbios) ni vendrá el cataclismo cívico si se remueve a los consejeros del pasado, aunque la eventual prueba de la calidad en el cambio provendrá de la postulación de más consejeros no facciosos y de una presidencia del INE enteramente confiable y dispuesta a corregir y mejorar lo necesario. No es un asunto de dinero para el revocatorio, sino político, en el mejor sentido de la palabra.

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