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SÍ POR MÉXICO

Rijosidad y rispidez

Pablo Gómez

Proceso

Tenemos un escenario político de rijosidad y rispidez, es decir, los actores principales están dispuestos a pelear y lo hacen con vehemencia y escasa amabilidad.

Muchas personas en las oposiciones y en grandes medios consideran que el ambiente político de rijosidad y rispidez se debe a las frecuentes réplicas, ataques y explicaciones que hace el presidente de la República. Se toman en cuenta mucho menos las arremetidas cotidianas de los críticos y adversarios del gobierno que se difunden ampliamente en la prensa y las redes sociales.

En México se pensaba hasta hace poco que los jefes del poder político no debían enfrentarse directamente a sus opositores, sino de manera subrepticia o indirecta, para lograr protección personal sin dejar de hacer lo deseado. Eso ya no funciona.

Tenemos un escenario político de rijosidad y rispidez, es decir, los actores principales están dispuestos a pelear y lo hacen con vehemencia y escasa amabilidad. En lugar de estar buscando al culpable de este fenómeno, lo que debe hacerse es admitir la realidad política, ya que, a fin de cuentas, todo eso forma parte de la emersión de una nueva fuerza gobernante que no puede dejar de lado el instrumento que la llevó al poder: la crítica, incluyendo, naturalmente, la modalidad de la denuncia pública.

La rispidez y la mala educación se manifiestan a la menor provocación porque el poder está en juego cada día. Así se ha tejido la lucha política desde la instalación de una nueva mayoría legislativa y la llegada de un nuevo Poder Ejecutivo, es decir, desde el 1 de septiembre y el 1 de diciembre de 2018: nadie en las oposiciones se propuso entonces alguna forma de colaboración condicionada o acotada con los recién llegados al poder, como suele ocurrir en las “democracias occidentales”, sino que se adoptó como objetivo la confrontación hasta llegar al momento de la derrota de la 4T, programada para junio de 2021 como primera fase.

Las oposiciones son muy fuertes, cuentan con apoyo electoral, dinero, algunos gobiernos locales, medios de comunicación, organizaciones sociales, gran parte del clero católico, organismos autónomos del Estado, empresas, organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, no han podido derrotar a la 4T sino que han acumulado nuevos fracasos electorales en varios estados. Sin motivo lógico, en ese campo nadie en la coalición opositora intentó un análisis sereno de los resultados. Todo siguió casi igual.

Hay un grupo, cuyo nombre es “Sí por México”, que ha lanzado una nueva versión de su iniciativa unitaria de las oposiciones, la cual se va a denominar “Ciudadanos al Rescate Nacional”, lo que expresa mejor el propósito de volver a adquirir lo que antes se tuvo, el poder. Sus objetivos, según han dicho los dos principales líderes,

Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, ambos empresarios, son defender “la libertad, la democracia, la competitividad y la propiedad privada”.

El “rescate” es el contenido básico del discurso político porque corresponde a la realidad. Las oposiciones no pueden unirse orgánicamente sin tratar de reinstalar el Prian como mecanismo de administración de la mayor parte del espectro político mexicano y forma concreta de compartir el ejercicio del poder. Se ofrece, así, un regreso a algo conocido y, al mismo tiempo, se cree que eso habrá de tener la mayor fuerza de convencimiento popular. Nada fácil.

“Sí por México” es un grupo sin fuerza social, pero ha logrado un éxito inusitado en sus interlocuciones con los dos mayores partidos opositores, PAN y PRI, sin tener que ocultar su carácter ideológico de extrema derecha. Su tarea política consiste en aproximar a esos dos partidos y a otros para forjar una alternancia, pero cuando se anuncia la intensión de ir a una consulta sobre el mandato del presidente de la República, se desinfla todo y se renuncia al voto popular como instrumento de cambio. Ahora, “Sí por México” insiste en que toda la oposición debe ir en unidad, pero en el año de 2024 para llevar a un nuevo presidente contrario a la 4T.

El PAN no tiene problema alguno en su unidad con el PRI. Eso es lo más lógico porque el tricolor no ha elaborado un programa electoral de carácter social y debido a que el blanquiazul tiene mayor fuerza electoral, por lo cual le debería corresponder nombrar al candidato presidencial. El problema verdadero lo tiene el PRI porque cuenta con una masa electoral que no es de derecha en su mayoría y mucho menos de ultra derecha como “Sí por México” y segmentos relevantes de Acción Nacional que simpatizan con el partido fascista de España.

Es así como la rijosidad y la rispidez en las relaciones políticas se utilizan para confrontar más y más culpando al adversario. En realidad, la disposición a la pelea y la vehemencia son formas que expresan contenidos programáticos, pero principalmente en materia de política económica y social. Un Prian relanzado pero ahora con unidad orgánica no tendría más consecuencia que representar a los empresarios de extrema derecha, tal como lo hace “Sí por México”. El propósito no podría ser el restablecimiento de las libertades porque éstas existen hoy mucho más que antes, ni de la democracia que se sigue abriendo camino en el país, sino sólo la contención de la política social y la recuperación de viejos privilegios de unos pocos muy ricos.

La forma actual de discutir el tema político, es decir, rijosidad y feas maneras, practicada en no pocos países, en México ha venido a dar cobertura a la mentira como sistema instrumental. Nunca un gobierno ha sido tan difamado, pero ahora al menos no se han abierto procesos por daño moral contra ningún difamador. Aunque la decisión de no recurrir a tribunales en materia civil es políticamente adecuada, por desventura el país se acostumbra a la mendacidad en el debate público. La fabricación de falsedades ampliamente difundidas ya no es rispidez sino algo añadido que hace de la lucha política un ejercicio tan sucio como el practicado por Felipe Calderón cuando fue candidato a presidente (2006) y usó el dinero de la extrema derecha empresarial para difamar en radio y televisión a su contrincante, justamente Andrés Manuel López Obrador. Aquel grupo de capitalistas patrocinadores y aquel partido fueron exactamente “Sí por México” y el PAN.

¿Qué tienen que hacer los otros invitados a “abrazarse” en el pacto “Ciudadanos al Rescate Nacional”? Sería bueno escuchar respuestas inconcusas, pero al mismo tiempo sustentadas.

Política con ortografía difícil

José Elías Romero Apis

Excelsior

Debemos ser muy cautos cuando una política pública requiere de muchas explicaciones, de muchas aclaraciones o de muchas justificaciones. Cuando sus páginas están plenas de corchetes, de asteriscos, de cursivas, de comillas, de paréntesis, de admiraciones y de interrogaciones.

Esto bien lo sabemos los mexicanos, porque ya llevamos ocho sexenios en los que la corrupción ha sido el discurso, el programa y la promesa. Desde la campaña de 1975 se dijo que sería combatida. Se encarceló a dos o tres funcionarios de cada régimen anterior, pero nunca del sexenio propio; se inventaron lemas, se colocaron contralores, se reformaron leyes, se endurecieron castigos, se especializaron fiscalías y hasta se instalaron controles de confianza, detectores de mentiras y triples declaraciones que vaya usted a saber para lo que hayan servido.

El extenso discurso comenzó hace casi 50 años y aún no se adivina si terminará. Se repite sin pausa y sin cambio. El orador en turno siempre lo cree nuevo, novedoso e innovador. Se ufana de único, de exclusivo y de original. Nunca advierte que es un simple remedo clonado.

En este medio siglo han sido miles los candidatos y los gobernantes que lo han manoseado. Lo mismo los que ganaron que los que perdieron. Presidentes, diputados, senadores, gobernadores, alcaldes y concejales. Casi todos han jurado que serán honestos y que ya no habrá ladrones oficiales.

Además, otros dos temas compiten con la corrupción en cuanto a discursos, escritos y tiempos invertidos. Ellos son las batallas contra la pobreza y las guerras contra la delincuencia.

Los tres han tenido la misma profusión y los mismos resultados. Cada sexenio hemos sumado más corruptos, más pobres y más muertos, según nos lo dicen los gobiernos, las agencias internacionales y los observadores privados. En la política, lo mejor y lo peor no es cómo estamos, sino cómo vamos.

Por si fuera poco, además del discurso, hemos sido muy prolíficos en cuanto a organigramas. En México existe un ministerio para atender a los pobres. Otro ministerio para combatir a los corruptos. Y cuatro ministerios para vencer a los criminales. Pocos países necesitan tantos y a muchos les daría vergüenza tenerlos.

Si el ranking mundial fuera por la cantidad, podríamos ser el mejor país en la lucha contra la ladronería pública, contra la pobreza estructural y contra la criminalidad descontrolada. Y es entonces, ante una retórica tan adiposa y un resultado tan magro, que nos vemos obligados a revisar nuestro espejo y a repensar nuestro camino.

¿Qué es lo que ha estado mal? ¿El discurso o la acción? ¿En dónde hemos fallado y qué es lo que debemos corregir dado que el discurso parece bueno, pero el resultado es tan malo?

Si han querido resolverlo y no han podido, se trata de un grave fracaso. O han sido impotentes o han sido incompetentes. No hay tercera opción. Pero si realmente no han querido resolverlo y tan sólo lo han prometido, entonces se trata de un vil fraude. Aquí ni siquiera hay una segunda opción.

Es muy peligroso un inteligente que se comporta como tonto y es muy peligroso un tonto que se comporta como inteligente. Tan sólo podemos confiar en la brillantez de los geniales o en la estupidez de los imbéciles. El genio fidedigno y el estúpido genuino son muy predecibles, y son muy cumplidores.

Reconozco que no es fácil combatir al mismo tiempo la corrupción, la delincuencia y la pobreza. Conozco a muchos gobiernos que han dicho que lo han hecho. Pero no es cierto ni les debemos creer. En el mundo libre sólo conozco el caso de Franklin Roosevelt, quien combatió a los tres y tuvo éxito. Por si fuera poco, de paso, también venció a Hitler, a Mussolini, a Japón y hasta a sus propios aliados. Este político invicto venció a todos juntos.

Como en una obra literaria, toda obra de gobierno empieza con una inicial mayúscula y termina con un punto final. Algunos libros de gobierno se convierten en obra clásica, mientras que otros apenas sirven como papel de baño.

Astillero

AMLO y la nueva realidad // Telmex, Slim, Salinas // De la mano del embajador // Ken Salazar, vigilante ejecutivo

Julio Hernández López

La Jornada

En su matutina conferencia de prensa de ayer, el presidente de México adelantó que su pensamiento es favorable a renovar la concesión de Teléfonos de México, Telmex, al multimillonario Carlos Slim Helú.

La postura presidencial es interesante e ilustrativa, a pesar de que el Instituto Federal de Telecomunicaciones precisó posteriormente que lo expresado por el C. Presidente no corresponde a los hechos ni al marco legal aplicable, toda vez que la solicitud de prórroga ya fue resuelta y no hay posibilidad de negarla, por lo que lo único que está pendiente es la entrega del título de concesión, previo establecimiento de condiciones por el IFT.

De entrada, Andrés Manuel López Obrador aseguró que sigue pensando lo mismo de siempre y que es congruente, aunque en este caso vamos a actuar de manera consecuente, pero tenemos que entender que existe una nueva realidad.

Lo que pensaba, o al menos lo que decía AMLO antes de llegar a la nueva realidad, era que en el remate de la riqueza nacional que había hecho Carlos Salinas de Gortari como gran privatizador se inscribía la entrega de Teléfonos de México a Slim Helú, caracterizado como uno de los principales integrantes de lo

que el tabasqueño llama o llamaba la mafia del poder (https://bit.ly/3AYlfYA ). Así lo planteó ayer: Se trata de una empresa que entregó Salinas de Gortari. Claro que yo estuve en desacuerdo, ¿por qué?, porque yo no estoy a favor de la política privatizadora.

Y, en un gesto que recuerda el ¿Qué hubieran hecho ustedes? lanzado por Enrique Peña Nieto a los ciudadanos en momentos de irritación social por alzas a las gasolinas, López Obrador preguntó: “a ver, ya está, ¿qué hacemos?, ¿revocamos la concesión –a ver, se lo dejamos de tarea a la gente– revocamos la concesión y el Estado se hace cargo o, que eso es lo que yo pienso, se mantiene la concesión buscando que haya compromisos en beneficio de la población, ya sea en tarifas o ya sea que se amplíe la red para que tengamos Internet todos y llegar a un acuerdo?” (https://bit.ly/3C6d3qA ).

La amable (para Slim) recomposición de postura, quedó sintetizada en esta frase andresina: De una vez les digo: Vamos a hacer lo que más le convenga a la nación, no vamos a caer en extremismos. Sí, hubo mafia del poder, y Salinas entregó Telmex a Slim, y eso era en el neoliberalismo, pero en la llamada Cuarta Transformación, cuando las cosas ya no son como antes, todo se encamina a renovar la concesión (por lo demás, ¡ya autorizada!) o entregar el título correspondiente al mismo ¿ex? integrante de la ¿ex? mafia del poder.

En anterior entrega se mencionó de pasada el singular activismo político y no tan diplomático del embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, quien ocupó lugar central (el mandatario interino de Tabasco y anfitrión, Carlos Merino, tuvo a un lado a Marcelo Ebrard y al otro a Salazar) en la reunión de siete gobernadores del sureste con secretarios de Estado y el representante del vecino país norteño.

La secretaria federal de economía, Tatiana Clouthier, tuiteó: “Trabajamos x fortalecer la región sureste de la mano de la @USAmbMex, @SRE_mx y gobiernos estatales”. ¿De la mano de la embajada gringa? Pues eso dice la integrante del gabinete obradorista.

Salazar, además, visitó puntos del Istmo de Tehuantepec correspondientes a lo que será el Corredor Transoceánico, proyecto siempre peligroso para lo que quede de soberanía nacional, con Estados Unidos dispuesto a invertir y así controlar zonas estratégicas susceptibles de reclamos trasnacionales e incluso invasiones como Panamá puede dar cuenta con su famoso canal.

Embajadores estadunidenses de años recientes se dedicaron a la degustación folclórica de México, sin mayor protagonismo en actos públicos relevantes y mucho menos en sesiones para analizar temas económicos y políticos del país, pero Ken Salazar, acompañado en viajes por representantes de poderosas firmas empresariales trasnacionales, parece dispuesto a ejercer el papel explícito de supervisor, de vigilante ejecutivo

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