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La piratería de libros frente a todos nosotros

Manuel López Michelone

Proceso

Hoy en día, con Internet casi ubicuo, tenemos que prácticamente cualquier contenido que pueda pasarse a ceros y unos, digital pues, puede aparecer de forma ilegal en la red de redes.

Es claro que desde la existencia del mundo, los seres humanos han buscado hacerse de bienes creados por otros, muchas veces sin pagar lo correspondiente al poseedor original de dichos bienes. Hoy en día, con Internet casi ubicuo, tenemos que prácticamente cualquier contenido que pueda pasarse a ceros y unos, digital pues, puede aparecer de forma ilegal en la red de redes. La música, por ejemplo, fue el primer objetivo de los piratas y de las personas que querían compartir la música que adquirían. Así habríamos visto personas copiando discos compactos a casetes de audio para sus amigos. Sin embargo, con la llegada de formatos comprimidos para transmitir contenidos musicales, se logró que la música pirateada no tuviese control. Y de hecho no la tiene. Las compañías en la industria disquera han entendido que no hay mucho que hacer más que bajar los precios y cobrar por canción en lugar de vender CDs con 1 o 2 canciones que se promueven y otras 8 o 10 canciones que todos ignoran. El mundo cambió y la industria disquera -si no ha cambiado aún- tendrá que hacerlo. Este proceso no tiene marcha atrás.

Otros contenidos digitales han padecido la misma suerte que la música. Las películas en DVD ya están prácticamente en muchos sitios de Internet que no son famosos por ser legales. Al contrario, ya se exhiben casi abiertamente a todo el público que quiera acceder a estos portales porque las demandas a los que descargan estos contenidos son poco probable que ocurran. Quizás las empresas afectadas decidan demandar a a algún usuario para que exista un precedente pero en realidad, esto tiene poco efecto en la piratería en general.

Hoy hay sitios que son increíbles por tener millones de volúmenes y además que estos, sean obras con derechos de autor que se pueden descargar sin ningún problema. Nos referimos a b-ok.lat, un sitio que contiene unos 8 millones 739 mil 45 libros y 84 millones 837 mil 646 artículos de revistas en su mayoría académicas. Uno no tiene siquiera que darse de alta en el sitio y se pueden descargar 5 libros por día. Sin embargo, si se registra, puede descargar más libros por día. Así como b-ok.lat, se encuentra otro portal: www.pdfdrive.com, otro increíble sitio con un número enorme de libros en todos los temas posibles pero la mayoría, supuestamente protegido por los derechos de autor.

Mucha gente se pregunta si es ilegal descargar archivos de libros del mencionado sitio. La respuesta es sí, es ilegal aunque no es un acto criminal. Es decir, lo más probable es que si le demandan por descargar libros con derechos de autor, el infractor tenga que pagar dinero por el daño económico causado a las editoriales ofendidas.

Lo curioso de todo esto es finalmente la percepción de los que entran a Internet a buscar libros y encuentran estos sitios. Si las editoriales no protegen sus contenidos, nadie lo hará. Sin embargo, el reclamarles a estos portales para que quite libros con derechos de autor logra casi siempre que se abran otros sitios donde aparezcan precisamente estos libros para poderse descargar. Es decir, reclamarle a los portales ilegales tiene como efecto que se multipliquen los sitios en donde aparecerán estos libros pirateados y el reclamo no sólo no servirá, sino que promoverá aún más a estos libros que se quieren proteger.

Lo que sí es claro es que descargar libros digitales de estos sitios es ilegal. Piense que por cada libro que se descarga, un autor deja de recibir sus regalías y la editorial deja de

vender un libro. Si consideramos que las editoriales invierten miles de pesos para poner los libros en librerías física, al existir estos de forma digital y de manera ilegal, están golpeando directamente a la economía de las editoriales y de los autores. El efecto es simple: si esta tendencia sigue, las editoriales no podrán mantenerse mucho tiempo y no habrá autores que puedan vivir de los libros que producen.

Yo entiendo que los libros se han encarecido. Aquí la única solución para sobrevivir -me parece- será bajar significativamente las ganancias de las editoriales bajando el precio de los libros y entonces quizás todas las editoriales puedan sobrevivir. Esta es tal vez la única manera de mantenerse en el negocio.

Juegos de poder

La mismísima imagen de la impunidad

Leo Zuckermann

Excelsior

Hay fotos que ofenden. Por ejemplo, la de un criminal cenando en uno de los restaurantes más lujosos de la Ciudad de México. Ahí está, tranquilo, disfrutando de la deliciosa comida china. Y sí, claro que es un delincuente confeso. De acuerdo con su declaración frente a la Fiscalía General de la República (FGR), Emilio Lozoya recibió sobornos por cien millones de pesos de la constructora brasileña Odebrecht. Él se habría quedado con un millón y medio de dólares del primer pago que cogió durante la campaña presidencial de Peña.

Lozoya, ícono de la corrupción del sexenio pasado, libre gracias al acuerdo al que llegó con la FGR. Se acogió al llamado “criterio de oportunidad”. A cambio de presentar pruebas de más involucrados en los sobornos de Odebrecht, el exdirector general de Pemex nunca ha pisado la cárcel. En lugar de recibir el rancho del Reclusorio Norte, saborea los platillos del chef James Huang.

A una sociedad le conviene la delación premiada. Perdonar a ciertos criminales a cambio de que testifiquen en contra de delincuentes más importantes. Es uno de los preceptos fundamentales de la justicia anglosajona. Indultar a los peces chicos con el fin de pescar a más grandes.

Muchas veces, sin embargo, los chicos no son tan pequeños. Pueden ser individuos abominables.

Sammy El Toro Gravano era un miembro activo de la mafia neoyorquina. Cometió un sinnúmero de delitos mayores. Confesó su involucramiento en 19 homicidios. Sin embargo, como testificó y presentó pruebas en contra del jefe de la familia Gambino, John Gotti, el fiscal federal no lo persiguió judicialmente y lo integró al programa de testigos protegidos. Gracias a su testimonio, las autoridades estadunidenses lograron encarcelar a Gotti, el más importante mafioso de todos. Ni modo. La sociedad tiene que tragarse a un Gravano para castigar a un Gotti.

En este sentido, la FGR estaría haciendo bien en negociar con Lozoya. La pregunta es a cambio de quién. Siguiendo la lógica de los peces chicos y grandes, en el caso de Lozoya sólo habría dos mayores: el exsecretario de Hacienda, Luis Videgaray, y el expresidente Peña. Todos los demás mencionados por Lozoya son charales comparados con esos dos tiburones ballena.

Sin embargo, es clarísimo que al presidente López Obrador lo que le interesa son los legisladores panistas que presuntamente habrían recibido sobornos de Lozoya, del dinero que recibió de Odebrecht, para aprobar las reformas estructurales del sexenio pasado. Entre ellos Jorge Luis Lavalle (ya encarcelado), el gobernador de Tamaulipas, Francisco

García Cabeza de Vaca, y el excandidato presidencial Ricardo Anaya (actualmente en el exilio). Se entiende, desde un punto de vista político. AMLO sabe que el adversario natural de su proyecto es el PAN y, por eso, quiere embarrar todo lo posible a este partido. A los priistas, en cambio, no los toca, porque los necesita para aprobar sus reformas constitucionales.

Pero ese es el Presidente. Otra cosa debía ser con el fiscal Gertz Manero, que supuestamente es autónomo. Él está para procurar justicia. Tiene todo el sentido del mundo hacer un trato con Lozoya para lograr ese momento que sería fundacional para la justicia mexicana: el procesamiento y la eventual condena de un expresidente por actos de corrupción. Imagínese lo que sería eso.

No obstante, Peña Nieto está muy tranquilo. Al principio de este sexenio lo vimos celebrando en la fiesta matrimonial de su abogado, Juan Collado. Ahí estaban Carlos Romero Deschamps, Raúl Salinas de Gortari, Rosario Robles, Luis Miranda y Arturo Elías Beltrán. Una boda más de “ricos y famosos”, ahora en la Cuarta Transformación. Se publicaron las fotografías. Imágenes de la impunidad.

Bueno, pues la de Lozoya de este fin de semana es otra de estas imágenes. Aquí no pasa nada. Impera la impunidad. Un criminal confeso comiendo opíparamente con distinguidos acompañantes. Mientras tanto, Videgaray está dando clases en una prestigiosa universidad estadunidense. Y Peña jugando golf en Madrid, cenando en Nueva York, con una peluca para que no lo reconozcan, y besuqueando a su nueva novia.

¡Ah, la impunidad mexicana!

Al mismo tiempo, 31 científicos, ridículamente acusados de delincuencia organizada, acuden al juzgado a declarar con el miedo de que los puedan encarcelar. ¡Qué maravilla!

Y el Presidente se regodea con que este país ya cambió. Pues lo único que han cambiado son los manteles del Hunan para servirle comida a un corrupto confeso que hoy, junto con sus exjefes, goza de una grosera impunidad.

México SA

Lozoya y Gertz tienen que irse // Uno a la cárcel, otro a su casa // Más de un año sin resultados

Carlos Fernández-Vega

La Jornada

Las fotografías en las que se ve al ex director peñanietista de Petróleos Mexicanos plácidamente degustando platillos de la cocina china dejan algo muy claro: los dos (Emilio Lozoya y Alejandro Gertz) se tienen que ir; el primero a la cárcel y el segundo a su casa, porque ha sido un largo año de tomarle el pelo a los mexicanos, pues uno hace como que denuncia y el otro como que investiga, con resultados más que paupérrimos.

Tras la publicación de esas gráficas, a la Fiscalía General de la República (FGR) le tomó más de 48 horas pronunciarse sobre este caso, sólo para afirmar que Lozoya no ha infringido las medidas cautelares impuestas por un juez de control del Reclusorio Norte. El ex funcionario solicitó el criterio de oportunidad (para convertirse en testigo colaborador), ofreciendo denunciar a sus cómplices y encubridores, a cambio de obtener beneficios que le permitieran eventualmente obtener una menor sentencia. Las pruebas (por él) aportadas han permitido judicializar a un primer grupo de legisladores que recibieron sobornos millonarios para votar en favor de las pretensiones de Odebrecht.

Pues bien, lo primero que la FGR debe aclarar es en qué consisten esas medidas cautelares, porque es por todos conocido que el 30 de julio de 2020 agentes ministeriales colocaron la tobillera electrónica a Emilio Lozoya, al tiempo que se le retiró su pasaporte,

estará bajo estricta vigilancia y está obligado a firmar cada 15 días en el juzgado que lleva su proceso, cuya audiencia se ha pospuesto en tres ocasiones, a contentillo del imputado.

Por el lado de la judicialización de un primer grupo de legisladores que recibieron sobornos millonarios para votar en favor de las pretensiones de Odebrecht, hasta ahora sólo uno, el panista Jorge Luis Lavalle Maury, está encarcelado. Por su parte, el mafioso Alonso Ancira estuvo preso un par de meses en México solo para llegar a un acuerdo (que ha incumplido) de reparación de daño por Agronitrogenados, y lo liberaron. Ahora se encuentra en Estados Unidos muy quitado de la pena.

Ayer, el presidente López Obrador se refirió a este asunto con menú chino: creo que es legal, pero es inmoral el que se den estas cosas; es una imprudencia, un acto de provocación, porque este señor está como testigo colaborador, recibe trato especial porque decidió dar a conocer toda la corrupción que se produjo en el sexenio anterior, incluso desde Calderón, todos estos negocios con empresas extranjeras, lo de Odebrecht. Él reveló cómo, a cambio de contratos, Odebrecht entregó dinero para campañas políticas; y también cómo la reforma energética la aprobaron los legisladores porque recibieron sobornos. ¿Qué legisladores?, pues los del bloque conservador.

Eso dijo, pero exigir ética al ex director de Pemex es como pedirla a la caterva de bandidos que se adueñaron de México durante casi 40 años. Es inmoral, dice Andrés Manuel, pero Lozoya y, todo indica, Gertz son fieles seguidores del Alazán Tostado –Gonzalo N. Santos, el cacique potosino–, en aquello de que la moral es un árbol que da moras, o sirve para una chingada.

Hasta ahora, la única cárcel que Lozoya ha pisado es la española, y sólo por unos cuantos meses. Llegó a México y fue a parar directo al hospital, del que plácidamente se fue a su casa, no obstante estar acusado, cuando menos, de asociación delictuosa, cohecho y operaciones con recursos de procedencia ilícita, lo que sin alegato alguno amerita prisión inmediata. Pero no, con la ficha de testigo colaborador, el ex funcionario goza de libertad, con todo y tobillera electrónica, y una que otra vianda del Hunan.

Tras la publicación de las citadas fotografías, parece que a la Fiscalía General de la República le dio por contar chistes, como el de ayer, en formato de comunicado oficial: los procesos en contra del acusado (Emilio Lozoya) y de quienes recibieron sobornos continuarán con la transparencia que se ha llevado en este caso y que fue dada a conocer públicamente a todos los medios el 6 de enero de 2021, es decir, tras el reclamó público del presidente López Obrador por el tortuguismo de la FGR (se está llevando mucho tiempo en las averiguaciones), a lo que Gertz reviró: “la semana próxima se judicializarán expedientes vinculados al caso Lozoya.

Las rebanadas del pastel

Pues bien, llegamos a octubre y nada, salvo que el imputado está muerto de la risa.

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