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El Ejército no tiene compromiso con la verdad

Ricardo Raphael

Proceso

Es una constante grave la falta de compromiso con la verdad de las Fuerzas Armadas. No sólo se trata de unas cuantas manzanas podridas que, entre sus filas, se han dejado corromper, o bien, que han incurrido en violaciones abominables de derechos humanos.

El problema más serio es la mecánica de encubrimiento que se ordena, cada vez, desde la más alta investidura. ¿En qué se parecen los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa? En que ambos repiten un esfuerzo político descomunal para ocultar las desapariciones y la masacre.

Algo similar ocurrió esta semana con el asesinato de cinco jóvenes en la colonia Cavazos Lerma de Nuevo Laredo, Tamaulipas. El patrón de desapego militar hacia la verdad regresó a escena.

Existen dos versiones sobre los hechos. Ambas coinciden solamente en la hora, el lugar y el número de las víctimas. En todo lo demás difieren. La tragedia habría sucedido a las 04:50 am del domingo 26 de agosto en la esquina que forman las calles Huasteca y Méndez del municipio de Nuevo Laredo.

De acuerdo con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) los homicidios ocurrieron de la siguiente manera: elementos del Ejército que patrullaban las calles aledañas se vieron alertados por disparos de arma de fuego que condujeron a identificar a una camioneta blanca tipo “pick up” como causa del problema.

Afirma la Sedena que, en vez de detenerse, ese vehículo tripulado por siete individuos intentó darse a la fuga, pero terminó estrellándose. Ese choque habría provocado, dice la misma autoridad, que los elementos militares arrojaran una inexplicable ráfaga de tiros contra dicha camioneta.

Como consecuencia del operativo habrían fallecido cinco personas, una más fue a dar al hospital y el séptimo tripulante logró salir ileso.

Esa persona que salvó la vida, un joven de 21 años que lleva por nombre Alejandro Pérez, es la principal fuente de la otra versión. En entrevista con Pablo Ferri del diario El País (01.02.23) el sobreviviente narró que, junto con otros seis amigos, hizo la fiesta en un antro de Nuevo Laredo durante la noche del sábado y las primeras horas del domingo.

Cuenta también que, al dirigirse hacia casa de alguno de sus compañeros, ubicada en la colonia Cavazos Lerma, un convoy militar comenzó a perseguirles hasta que uno de sus carros chocó la parte trasera de la camioneta donde viajaba.

Asegura Alejandro que no llevaban armas y que por tanto es falso que hubieran provocado esa acción militar. Sin embargo, de la nada, recibieron una ráfaga de tiros que arrebató la vida a tres de sus compañeros. Todavía atrapados por la sorpresa, el resto de la tripulación, incluido Alejandro, logró bajar del vehículo. “Cuando salí de la camioneta escuché que los militares decían ‘¡mátenlo, mátenlo!”.

Confirmarían esta versión varios vecinos de la colonia Cavazos quienes aseguran que los militares habrían ultimado a dos jóvenes más cuando ya se encontraban fuera del transporte. Dichos testimonios fueron publicitados por Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo.

Horas más tarde, los charcos de sangre dejados por esos cuerpos darían constancia del sitio donde los compañeros de Alejandro perdieron la vida. Un sobreviviente más de nombre Luis fue trasladado al hospital. Ahí se encuentra, desde el domingo pasado, en situación grave de salud.

Durante las siguientes horas creció el convoy militar y se congregó a una veintena de sujetos uniformados que impidieron el acceso a la camioneta baleada. Familiares de las víctimas y vecinos hicieron guardia alrededor del vehículo de los jóvenes en espera de que los peritos arribaran para colectar evidencia relacionada con la masacre.

Sin embargo, hacia las dos de la tarde, los militares habrían recibido la orden de remover el vehículo, lo cual despertó la ira de la población civil que no estuvo dispuesta a que la evidencia partiera sin ser analizada.

La tensión entre los pobladores y aquellos militares escaló y un par de soldados recibieron una aparatosa golpiza. Esto después de que el personal de la Sedena intentará apropiarse de un celular con el que se grabó el vehículo de los jóvenes. Al final, para contener la ira desatada, personal de la Sedena disparó al aire y presuntamente también contra el piso.

Son muchas las preguntas que hacen erupción a propósito de este trágico episodio. ¿Realmente el convoy militar escuchó balazos en la colonia Cavazos la madrugada del domingo? ¿Confundieron los agresores la camioneta tripulada por los jóvenes con algún otro vehículo? ¿Por qué dispararon contra aquellas personas desarmadas? ¿Quién y por qué habría dado la orden de ultimar a los sobrevivientes? ¿Por qué querían los militares remolcar el vehículo baleado sin que antes se hubiese celebrado la recuperación de evidencia forense? ¿Por qué intentó el personal de la Sedena destruir las imágenes recolectadas en los celulares de los vecinos?

Y más importante que todo: ¿por qué, después de transcurridas 48 horas, la Sedena publicó un comunicado tan incoherente como plagado de mentiras?

Ya se dijo antes: este episodio de Nuevo Laredo recuerda a los casos de Tlatlaya y Ayotzinapa. También a la desaparición de cuarenta y tantos jóvenes, a manos de personal de la Marina, ocurrida en este en el municipio en 2018.

En todos los casos hubo crímenes abominables encubiertos por el alto mando militar y una serie de mentiras toleradas por el gobierno de la República.

El presidente Andrés Manuel López Obrador creó expectativa cuando prometió que durante su gestión las cosas iban a ser distintas. Y, sin embargo, su gobierno también se ha dedicado a encubrir crímenes militares del pasado y ahora del presente. La operación para descarrillar la investigación del caso Ayotzinapa tiene motivaciones similares a las de su antecesor, Enrique Peña Nieto. Continúa siendo más importante mantener la impunidad para el personal de la Sedena que dar con la verdad.

El modus operandi en este caso de Nuevo Laredo vuelve sobre la misma mecánica de simulación. Se acribilla a gente inocente, se le remata y luego se inventa una narrativa falsa, revictimizante y blindada por el poder.

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Juegos de poder

¡El dólar a 27 pesos!

Leo Zuckermann

Excelsior

Si algo le gusta hacer a este gobierno es propaganda. Son pupilos de Wilhelm Münzenberg que, como cuenta Arthur Koestler, era el Goebbels del comunismo alemán en el periodo entre guerras.

Pretenden desacreditar a sus críticos repitiendo mentiras hasta el cansancio.

Cada vez que se fortalece el peso mexicano aparece un video en las redes sociales que contiene mi imagen y anuncia con grandes letras: “‘Expertos’ predecían el dólar a 27 pesos. ¡AMLO lo tiene en 18! Por eso el pueblo los desprecia”. Si el receptor del mensaje no ve el video adjunto, se queda con la impresión que yo soy el “experto” que pronostiqué ese tipo de cambio.

En estos días, la maquinaria propagandística de AMLO ha distribuido el mensaje y que concita todo tipo de acusaciones en mi contra.

Invito a ver y escuchar el video en cuestión que, por cierto, ya utilizó el Presidente en unas de sus mañaneras para atacarme.

Se trata de una entrevista que le realice al director de El Economista, Luis Miguel González, en Es la hora de opinar antes de la elección de 2018.

Aquí lo importante es recordar los dos principales eventos que en ese momento estaban presionando el tipo de cambio. Uno era la posible victoria contundente de AMLO y la posibilidad de revertir las reformas económicas orientadas hacia el mercado de las últimas décadas. Sin embargo, el otro acontecimiento era aún más importante: la amenaza del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de acabar con el Tratado de Libre Comercio con México. Eso, no el triunfo de AMLO, es lo que tenía más nerviosos a los mercados.

Quise presentarle al auditorio los dos escenarios opuestos. Uno: pierde López Obrador la elección y sí hay tratado con Estados Unidos. Dos: gana AMLO de manera contundente, tiene mayoría en las cámaras, echa para atrás reformas estructurales y no hay tratado con el vecino del norte. En el primer escenario, Luis Miguel calculó una revaluación que llevaría el dólar a entre 17.5 y 18 pesos. En el segundo se iría a entre 25 y 27 pesos.

No se cumplió este segundo augurio porque no ocurrió lo más importante del escenario, es decir, el fin del tratado comercial con EU.

A González y a mí lo que más nos preocupaba era el amago de Trump de salirse del TLCAN. Hoy sabemos que la amenaza era real. El peso se depreciaba cuando los mercados pensaban que ocurriría. Recordemos que el día que el magnate ganó la Presidencia estadunidense, el peso se debilitó alcanzando hasta 22 pesos por dólar.

Nosotros no dijimos que habría una devaluación abrupta porque llegaría AMLO a la Presidencia como pretenden manipular. Se trata de una acusación falsa.

Para los propagandistas del gobierno, el tipo de cambio es una variable muy importante que les gusta presumir. Se entiende. Son muy escasos los indicadores económicos que han tenido un buen desempeño en este sexenio. Por eso, también es importante descalificar a los que hemos sido críticos del fracaso económico de AMLO. Y utilizan cualquier artimaña, como la distribución de un video que de ninguna forma dice lo que supuestamente presenta.

Qué flojera tener que salir a aclarar esto cada vez que se fortalece el peso. Pero no queda de otra porque, el que calla, otorga.

En cualquier caso, el tipo de cambio no está en 27, sino que ha caído por debajo de 18. ¿Hay que celebrarlo?

Sí y no.

Sí porque hay confianza en la moneda nacional. Sin duda, ayuda que el gobierno se ha comportado razonablemente responsable con las finanzas públicas. Pero el principal motor del fortalecimiento del peso tiene que ver con la gran oferta de dólares que está entrando al país producto, uno, de las exportaciones (porque Trump no se salió del Tratado de Libre Comercio); dos, de la gran cantidad de remesas que están mandando los mexicanos a su país; tres, de un incremento en la Inversión Extranjera Directa a consecuencia del nearshoring y del enfrentamiento entre Estados Unidos y China, y cuatro, del aumento de turistas internacionales.

Conclusión: agradezcamos que el “cochino” neoliberalismo abrió la economía mexicana que antes se encontraba cerrada al mundo.

Pero, ojo, cuidado con un mayor fortalecimiento del peso. Todas las condiciones positivas antes mencionadas sufrirán en la medida en que nuestra divisa siga ganando terreno frente al dólar. Nos haremos más caros, lo cual afectará las exportaciones, la inversión extranjera y el turismo. Los que reciben las remesas obtendrán menos pesos por sus dólares y podrán comprar menos bienes y servicios.

El peso está en un régimen de libre flotación también gracias a los “cochinos” neoliberales. Afortunadamente, el actual gobierno no ha echado para atrás esta política económica. Que siga fluctuando de acuerdo a las circunstancias del momento. Es lo mejor. Y, neta, ya chole con su videíto del 2018. Qué flojera andar aclarando sus necedades propagandísticas.

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Nadando entre tiburones

Podemos ganarle al viejito, si sabemos para qué…

Víctor Beltri

Excelsior

La contienda por el Estado de México es crucial, y debe ser entendida no sólo como una parte esencial de la lucha por el 2024 sino como de la que se gesta —en estos mismos momentos— por el futuro de la nación entera. La elección de junio es el primer paso de muchos que habrán de sucederle: la primera pieza de dominó que caerá en lo que terminará siendo la construcción del país del mañana.

El Presidente ha hecho de la propaganda un sistema de gobierno y, como en todo régimen autoritario, ha realizado un esfuerzo extraordinario —sin escatimar en recursos— para mostrar una fortaleza mayor a la que realmente tiene, al tiempo que denuesta y minimiza a quienes exhiben sus errores. El mandatario conoce sus propias debilidades, y sabe —sobre todo tras las recientes movilizaciones de repudio en su contra— que una gran alianza entre la sociedad civil, y los partidos políticos, podría depositar a su proyecto en el basurero de la historia.

La pesadilla puede terminar, y ya tenemos sobre la mesa los elementos suficientes para conseguirlo: tan sólo se trata de entender cómo funcionan entre sí para poder acomodarlos de la manera correcta. Por un lado, una ciudadanía que despierta y sale a las calles por convicción propia; por el otro, los beneficiarios de apoyos sociales que no quieren perderlos. Por un lado, una joven madre de familia capaz de sumar el apoyo de otras fuerzas políticas en su propia comunidad; por el otro, una doñita corrupta que esquilmó a sus seguidores y sonríe ante el botín que tiene en puerta. Por un lado, la esperanza en un país distinto: por el otro, más de una cuarta transformación que —ahora lo sabemos— era lo mismo, pero mucho peor. En la estulticia…

El mandatario ha perdido a la clase media —la misma que le apoyó rabiosamente en el pasado— y sólo recibe la aprobación, entre la clase alta, de aquellos a quienes ha beneficiado con sus decisiones. Los más necesitados lo siguen apoyando —sin embargo— a pesar de que sus políticas sociales los han condenado a una miseria voluntaria: la batalla —en realidad— es por el voto de los pobres. La lucha es por los menos favorecidos, y justo es ahí donde deberían enfocarse los esfuerzos de la oposición, antes que limitarse a triunfar en redes sociales: si los sectores más necesitados de la población continúan siendo utilizados como una mercancía política, cuyo voto puede ser comprado por un puñado de pesos, hada habrá cambiado.

La política debería aterrizar en los más pobres, brindando una causa asequible: lo que la oposición necesita, en este momento, es un liderazgo capaz de definir una causa común —capaz de despertar esperanza— antes que uno basado en la destrucción y el odio. Lo que el país necesita es un liderazgo capaz de organizarnos en una causa concreta y virtuosa, que no para encabezar una inexistente y negativa: lo que necesitamos, en este momento, es un qué, antes que un cómo.

Hoy, mucha gente levanta la mano expresando su voluntad por aspirar a la Presidencia, aduciendo —cada cual— sus propios motivos: desde quien busca la titularidad del Ejecutivo para meter a la cárcel a su pretenso antecesor, hasta quien quiere lograrlo para rectificar un camino que —supuestamente— alguna vez fue el correcto. La pregunta, en realidad, no consiste en cómo obtener el poder, sino en para qué conseguirlo: el reto no radica en la obtención de un puesto público —aunque fuera el más importante— sino en los resultados que podría arrojar una gestión exitosa.

Derrotar al régimen no es una causa por sí misma: respaldar una convicción —y sumar apoyos a una esperanza compartida— sí lo es, en cambio. La candidata tiene el poder —y la oportunidad— no sólo de ganar la gubernatura, sino de cambiar a su partido: la elección del Estado de México es un laboratorio para la presidencial, y así seguirá siéndolo al menos durante el año en curso. Respaldar al instituto, y sacudirse la imagen de su propio dirigente; rescatar lo mejor de la alianza opositora, sin fallarle a una ciudadanía que sabemos decepcionada. Podemos ganarle al viejito, si sabemos para qué…

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México SA

Derecha y Poder Judicial // Del brazo y por la calle // FGR: a ver si es cierto

Carlos Fernández-Vega

La Jornada

Como el caminito lo tiene muy bien aceitado, al igual que a los magistrados que dan entrada a sus peticiones, tras la publicación del llamado plan B en el Diario Oficial de la Federación y su entrada en vigor (a partir del 3 de marzo de 2023), en cuestión de horas la derecha promovió 52 juicios, y contando, contra las nuevas disposiciones en materia electoral, aprobadas, dicho sea de paso, por el Congreso.

Como no pudo frenarlo en el Poder Legisla-tivo, la derecha recurre al Poder Judicial (esta vez en específico al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación –TEPJF–, creado en el sexenio zedillista), como lo ha venido haciendo desde el inicio de la presente administración para frenar el avance de las acciones de gobierno, en su intento, hasta ahora fallido, por evitar lo que el Poder Ejecutivo y el Congreso decidan.

No es novedad, pues por ese mismo sendero ha caminado la derecha, en las diferentes modalidades que permite la ley, para, entre tantos otros esfuerzos –hasta ahora fallidos–, echar atrás la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), e impedir la construcción de obras de infraestructura como el Tren Maya, la Refinería Olmeca y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, sin olvidar las acciones de inconstitucionalidad, las controversias constitucionales, la catarata de amparos concedidos a un nutrido grupo de empresas privadas (con muy pocos dueños), especialmente trasnacionales, y mucho más.

La Jornada (Fabiola Martínez) informó que el viernes pasado, primer día de vigencia de la reforma, empezó a crecer el número de juicios que deberá resolver el TEPJF y hasta la noche del sábado se contaban medio centenar de juicios, aunque la información disponible no ofrece detalles sobre el carácter de los demandantes, quienes interpusieron el trámite desde distintas entidades federativas.

El punto es que la derecha se niega a que le modifiquen un milímetro el jugoso negocio por ella armado durante el régimen neoliberal. Ahora, con el nuevo gobierno, de la nada han surgido asociaciones, grupos y ciudadanos libres inconformes con las modificaciones legales en materia de energía, la cancelación del NAIM, Dos Bocas, Tren Maya, compra de medicamentos en el exterior, revocación de mandato, la consulta popular y muchísimos casos más, casi todos ligados al sucio circuito político-económico-judicial-mediático que pretende constituirse en el verdadero poder en el país y desechar el emanado del voto popular.

Toca el turno a las modificaciones contenidas en el plan B, y como en esta materia no hay amparos entonces la derecha recurre al juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano (este es el término legal) y lo que se le ofrezca. Eso sí, exige rapidez o lentitud, según sea el caso.

Por ejemplo, en la fraudulenta elección presidencial de 2006, permanentemente se denunció la propaganda ilícita de la cúpula empresarial a favor de Borolas. (Es necesario mantener las políticas que se han ejercido en los últimos 10 años; apostarle a algo distinto implicaría retroceso). Fue algo escandaloso, pero el del TEPJF (entonces presidido por Leonel Castillo González, a quien sucedió Flavio Galván Rivera) no llevaba prisa y metió el freno: tardó más de dos años en calificar de ilegal la participación de dicha cúpula en clara violación de la ley electoral, pero se pronunció cuando ya nada había qué hacer, pues el daño llevaba dos años en Los Pinos. Aun así, la multa no fue para el sector privado, menos para Borolas, sino a los partidos políticos que se beneficiaron con tales acciones (PAN, PRI y PVEM).

Ahora, las quejas de la derecha son re-sueltas en cuestión de minutos, pues la circunstancia así lo exige. Cómo olvidar, por ejemplo, los amparos que, a destajo, concedieron los jue-ces Gómez Fierro y De la Peza a las empresas privadas del sector eléctrico, con Iberdrola a la cabeza (362 en apenas dos meses, número que aumentó según corría el calendario), sólo para que el segundo tribunal colegiado anulara esas cortesías.

Entonces, no es sólo lo electoral.

Las rebanadas del pastel

A ver si es cierto: la Fiscalía General de la República procederá en contra de cuatro jueces federales que generosamente se pronunciaron a favor de Rosario Robles, Ramón Sosamontes, Francisco Javier García Cabeza de Vaca y cuatro abogados en colaboración con Julio Scherer Ibarra. Bien, ¿y los de Cárdenas Palomino, la esposa de García Luna y…?

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