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Lo que se puede esperar del Informe de la Comverdad

Carolina Verduzco Ríos * | Proceso

Cada vez habremos de conocer más pruebas, más testigos y más testimonios sobre la verdad que ya se conoce, los nombres de más víctimas y de más victimarios mexicanos, más vuelos de la muerte, más torturados.

¿En qué se parecen las “comisiones de la verdad” a los fiscales y juzgadores estadunidenses del caso García Luna?

– En qué sólo toman en cuenta a los responsables de México y no a sus jefes norteamericanos.

En un caso sólo vimos más testigos contra García Luna, en el otro sólo hemos visto más testimonios sobre las atrocidades represivas. Las preguntas de las que tendrían que partir las investigaciones si se quisiera ir a la raíz de los agravios parecen estar prohibidas, y son las siguientes:

1.- ¿Las víctimas de la guerra contra las drogas tienen algo qué ver con el gobierno de EU, que dispuso y dirigió tal guerra a través de la Iniciativa Mérida? No, según los fiscales y jueces de García Luna.

2.- ¿Tiene qué ver EU con los agravios represivos de los gobernantes, el Ejército y la Policía mexicanos, en especial durante los años 60 y de la guerra sucia? No, parecen decir los expertos de las comisiones de la verdad.

Por ahora dejo lo de los procesos político-judiciales en el país del norte, para centrarme en la segunda pregunta:

El contexto de los temas a investigar no es un simple telón de fondo que se pueda obviar. Durante los años 60 y de la guerra sucia, en la trama de la guerra fría, el gobierno mexicano seguía los lineamientos de EU en las tareas de contrainsurgencia.

Todos los militantes de la izquierda de entonces eran antiimperialistas (a diferencia de los expertos investigadores que dicen buscar la verdad y la justicia para las víctimas), y estaban asediados por el Plan Cóndor, que fue la coordinación que ideó y dirigió el gobierno de EU y que se instrumentó con la colaboración de los gobiernos latinoamericanos cómplices, empezando por el mexicano, como está documentado en los Archivos del Terror que encontró el paraguayo Martín Almada en 1992, los cuales se encuentran bajo la custodia de la Corte Suprema de Justicia de Paraguay.

No es casual que los procedimientos persecutorios y represivos hayan sido los mismos en los distintos países de América Latina: los vuelos de la muerte y todas las técnicas de tortura que se infringieron estuvieron inspiradas por los altos mandos estadounidenses y fueron gringos los que adiestraron a los represores latinoamericanos. La información sobre quiénes son los policías y militares mexicanos adoctrinados y entrenados en EU se desconoce casi totalmente al igual 2 que se ignora quiénes fueron sus adiestradores, pero ese es el tema que las comisiones de la verdad no investigan, a pesar de que es pública la existencia de la Escuela de las Américas, hoy renombrada como Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad.

Cada vez habremos de conocer más pruebas, más testigos y más testimonios sobre la verdad que ya se conoce, los nombres de más víctimas y de más victimarios mexicanos, más vuelos de la muerte, más torturados. Esto es importante, pero las nuevas verdades sólo serán a medias, si se deja de lado la investigación de los responsables originarios, si no se indaga y ni siquiera se plantean preguntas como– valga la reiteración– ¿quiénes fueron en concreto los entrenadores del país del norte? ¿quiénes fueron en concreto los entrenados por ellos? y ¿dónde están actualmente unos y otros?

Por mi parte me pregunto y les pregunto a mis compañeros: ¿Es adecuado o erróneo caracterizar como simulación y encubrimiento la tarea de investigar la verdad y reducirla a encontrar más de lo mismo, a sólo documentar más de lo que ya se conoce?, ¿Quienes así actúan lo hacen deliberadamente y conscientes de lo que implican sus omisiones? Puede ser que algunos no lo sepan o no lo quieran saber.

En el momento actual es anticlimático denunciar, alertar o advertir que las comisiones de la verdad se desentienden del origen de la verdad; que sus investigaciones apuntan a las ramas y no a la raíz. En esta situación nadie está obligado a hacer señalamientos a sabiendas de que caerán en el vacío, que serán como gritos en el desierto, pero nunca ha sido, no es ni será válido convalidar la simulación.

*  Integrante del Comité 68 Pro Libertades Democráticas; profesora de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional; directora general del semanario Corre la Voz.

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Juegos de poder

Más señales alarmantes de López Obrador

Leo Zuckermann | Excelsior

En este espacio he reiterado mi preocupación de que López Obrador desconozca un posible triunfo opositor en las elecciones de 2024 y se niegue a entregar la Presidencia al legítimo ganador en las urnas. Para López Obrador es inconcebible que Morena pueda perder el año que entra. Nunca en su historia ha aceptado una derrota y no va a comenzar a hacerlo en 2024. Fiel a su estilo, argumentará que los resultados adversos fueron producto de un fraude promovido y avalado por las autoridades electorales. Tal y como Trump en Estados Unidos y Bolsonaro en Brasil, hará hasta lo indecible con tal de no entregar el poder a la oposición.

El Presidente ya ha mandado muchas señales en este sentido. Hoy agrego una más.

López Obrador debió trasmitirle a Perú la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico (una iniciativa de integración comercial conformada por Chile, Colombia, México y Perú) en diciembre pasado. El nuevo titular sería Pedro Castillo, todavía presidente peruano. Sin embargo, Castillo dio un autogolpe de Estado que resultó fallido y el Congreso lo depuso y arrestó.

La presidencia peruana la tomó la vicepresidenta Dina Boluarte. Desde el día uno de los acontecimientos, López Obrador criticó la separación del poder de Castillo y desconoció la legitimidad de Boluarte. Contrario al discurso de no involucrarse en asuntos de política interna de otros países, que utiliza cuando le conviene, el mandatario mexicano se metió hasta la cocina en los temas domésticos de Perú.

Obviamente, la postura de López Obrador produjo una reacción negativa en Lima. La relación bilateral se ha ido deteriorando al punto que la presidenta Boluarte declaró como persona non grata al embajador de México en Perú y ordenó el retiro de su propio embajador en nuestro país.

En esta coyuntura, el jefe del Ejecutivo mexicano decidió no entregarle la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico a Perú por considerar “espurio” al gobierno de Boluarte. Ése fue el adjetivo preciso que utilizó López Obrador.

Lo de la Alianza del Pacífico es una nimiedad en las relaciones multilaterales de México con otras naciones latinoamericanas. Aquí lo importante es que este asunto se cruzó en la disputa entre López Obrador y Boluarte. Eso en el ámbito internacional.

Pero el tema, me parece, también tiene una lectura política nacional.

El Presidente de México se está arrogando el derecho de decidir quién es un gobernante legítimo y quién uno espurio. No importa lo que digan la Constitución y las instituciones encargadas de designar oficialmente a un mandatario. Bueno, pues lo que está haciendo López Obrador hoy al considerar fraudulenta a Boluarte y, por tal motivo, no entregarle la presidencia de una organización multilateral, podría hacerlo en 2024 si la oposición gana las elecciones presidenciales.

Diría, como ha dicho de la presidenta peruana, que el ganador es un títere, un pelele, de la oligarquía local, que lo único que quiere es saquear los bienes del país y, por tanto, no puede entregarle la Presidencia de México.

La pregunta es qué consecuencia tendría esto para la política nacional.

Formalmente, al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le corresponde emitir la constancia de “presidente electo” al ganador de los comicios. El día de la toma de posesión, el presidente debe presentarse al Congreso a rendir la protesta contenida en el Artículo 87 de la Constitución. De hecho, de acuerdo a expertos constitucionales, después de 2006, cuando López Obrador quiso impedir la toma de protesta de Calderón en el Congreso, el presidente entra automáticamente en funciones el primer minuto del día que toma posesión, aunque no haya protestado frente al Congreso.

Así que, por más que López Obrador no quiera entregar la Presidencia en 2024, basta que el TEPJF emita la constancia de ganador de las elecciones y el día de la toma de posesión el Presidente comience a gobernar, a pesar que el mandatario pasado lo desconozca.

Sin embargo, imaginemos el escenario de un presidente en funciones argumentando que su sucesor es un espurio y que, por tanto, no entregará la institución presidencial. Serían meses de gran conflicto e incertidumbre política. Algo así como el 2006, pero en esteroides, porque sería el mismísimo Presidente de México, con todo el poder que tiene, el que se arrogaría el derecho de declarar espurio a su sucesor y amagando con no cederle el poder.

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México SA

García Luna: falta un capítulo // ¿Y Eduardo Medina Mora? // ¿Calderón a la mañanera?

Carlos Fernández-Vega | La Jornada

Concluyó el primer capítulo (juicio y declaratoria de culpabilidad de Genaro García Luna en Nueva York) y todos esperan el estreno del segundo (próximo 27 de junio), cuando el juez de la causa, Brian Cogan, dicte sentencia (mínimo 20 años, máximo cadena perpetua) en contra del ex director foxista de la Agencia Federal de Investigaciones y ex secretario calderonista de Seguridad Pública. Y con ello se cerraría el ciclo.

Hasta ahí llegó la serie, decreta el aparato estadunidense de justicia, puesto que no está dispuesto a divulgar un tercer episodio, decisivo en esta trama, y relativo, precisamente, a qué tanto estuvieron involucradas las de por sí abusivas agencia gringas de espionaje, contra las drogas, de control de armas de fuego y tantas otras, amén de que el Departamento de Estado tendría que explicar sus enjuagues con el gobierno mexicano, así como las estrechas relaciones que todas ellas mantuvieron con el ahora convicto desde sus inicios en el extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), y las razones por las cuales guardaron bajo cien candados las pruebas que tenían sobre la participación de García Luna y otros funcionarios mexicanos en el tráfico de drogas.

Tras el juicio y la sentencia en contra de García Luna, la parte estadunidense apuesta al olvido, al colorín colorado este cuento se ha acabado, porque resulta obvio que ni lejanamente quiere ocupar el papel protagónico en esta tenebrosa historia. Sin embargo, en aras de la justicia y la transparencia que tanto cacarea, el gobierno del vecino del norte está obligado a develar su participación y la de sus agencias sobre el encubrimiento que otorgaron a García Luna. Ahí está el caso del operativo Rápido y furioso, con un alto costo en vidas mexicanas, que metieron al congelador. Nadie sabe, nadie supo.

Lo dijo bien el presidente López Obrador: “¿cómo es eso de que aquí se hacen todos estos acuerdos mafiosos, se alimentan, se nutren mutuamente autoridades con delincuentes y pasa la droga a Estados Unidos y allá no hay bandas? Pero, también, sus agencias no ven nada, no actúan. Nada más nos enteramos hace un mes que el que estaba encargado de la DEA un tiempo en México sólo lo destituyeron porque le encontraron vínculos con jefes de la delincuencia en México, hace un mes, y ya no hay información, ahí sí no hay un comunicado del Departamento de Estado… y sabían los del gobierno estadunidense. Es muy raro también que las agencias del gobierno de Estados Unidos no hayan actuado o se hayan tardado en actuar”.

El mandatario reiteró que Genaro García Luna declare en calidad de testigo colaborador para que aporte información. Sería un buen servicio al país el que él, independientemente de la reducción de los años que va a estar en la cárcel, ayudara explicando cuál fue su situación en el gobierno de Fox y en el gobierno de Calderón. Él tendrá que decidir. Para el gobierno y la justicia estadunidenses, y para el gobierno de México, pero sobre todo en bien de nuestros pueblos, sí valdría la pena que hablara, porque entonces sí se conoce todo desde su participación en el Cisen.

En esta trama delincuencial poco se menciona a otro de los ángeles de la guarda de García Luna, porque en buena medida su carrera ascendente estuvo ligada a ese oscuro personaje: Eduardo Medina Mora, director del Cisen en tiempos de Fox, con quien cerró sexenio como secretario de Seguridad Pública, cargo que, ya con Felipe Calderón, ocupó el hoy preso en Nueva York. Por esos días (2006-2009) Medina Mora fue titular de la PGR y de ahí brincó a la embajada mexicana en Londres, más adelante (con Peña Nieto) a la de Washington y terminó (nominado por EPN) como ministro de la SCJN (en donde defendió a los delincuentes de cuello blanco).

Por cierto, el presidente López Obrador invitó a Felipe Calderón a que asista a la mañanera y ahí explique su relación con García Luna. “Si viniera aquí nos comprometemos a que no haya preguntas, nada más que dé su testimonio. ¿Y por qué decimos que aquí? Bueno, porque fue presidente ‘haiga sido como haiga sido’”, amén de que Borolas se comprometió a dar una declaración pública sobre el tema si resultara culpable García Luna, pero, dijo el mandatario, estamos esperando la aclaración. Es más, aquí está la tribuna.

Las rebanadas del pastel

De pilón, López Obrador envió mensaje al metiche Antony Blinken, titular del Departamento de Estado: ahora hay más democracia en México que en Estados Unidos. ¿Por qué? Porque aquí gobierna el pueblo, allá la oligarquía.

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