Columnas Escritas
Lo que dicen los columnistas

Militarismo: la desmemoria del origen de la violencia
Ricardo Raphael
Proceso
Solamente 8% de la población tiene confianza en las policías estatales y 6% en los cuerpos de seguridad municipales. En contraste, la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional gozan de mucha credibilidad (encuesta a domicilio De las Heras, septiembre 2022).
¿Dónde comenzó la aceptación? ¿O sería más pertinente nombrarla resignación? ¿Cuándo sucedió que prefirieron al soldado armado pisando las calles? ¿Cuándo terminó por parecer normal que los militares fueran el último recurso para conseguir la paz entre las personas que habitamos este país? ¿De qué manera ocurrió que decidimos abrazar la cultura autoritaria que coloca al gobierno militar sobre los asuntos civiles?
Es incontrovertible: nuestra alma se militarizó y la inmensa mayoría quiere a las Fuerzas Armadas a cargo. Si nos asaltan en el transporte público, si el narcomenudista visita la escuela de las hijas, si la empresa criminal extorsiona nuestro negocio, si nos roban en la casa, si sufrimos un secuestro, si sucede la tragedia de un homicidio, queremos –de manera abrumadora– que sean los soldados quienes nos defiendan en primera instancia.
Solamente 8% de la población tiene confianza en las policías estatales y 6% en los cuerpos de seguridad municipales. En contraste, la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional gozan de mucha credibilidad (encuesta a domicilio De las Heras, septiembre 2022).
Estos números los conoce bien el presidente Andrés Manuel López Obrador y por ello propuso un “ejercicio de participación”, a través de un sondeo por internet, para el próximo domingo 22 de enero, en el que va a preguntarse lo que ya se sabe que la gente va a responder.
¿Cuándo comenzaron las personas a creer lo que ahora dicen con tanta contundencia? No pudo ser cuando estalló la crisis de violencia, porque si se buscara con sinceridad el comienzo de la tragedia, sería indefendible lo que ahora se defiende.
En efecto, sólo la desmemoria de hoy podría llevar a proponer como solución aquello que fue el principal detonador de la violencia.
El origen del mal que nos consume puede y debe fecharse. Es falsa la hipótesis que quiere presentar a México como un país desde siempre violento. Prueba de ello fue que el cierre del siglo XX coincidió con una dramática disminución en la tasa de homicidio.
¿Qué ocurrió de entonces para acá?
La crisis que hoy nos consume comenzó a gestarse cuando un grupo reducido de militares mexicanos –formados en Estados Unidos– cruzó la línea de la legalidad para enlistarse en las filas del crimen organizado.
Esa veintena de sujetos, que luego se autonombraron “Los Zetas”, se convirtieron –sin renunciar a sus grados ni a la nómina– en brazo armado del Cártel del Golfo, comandado por un encumbrado empresario criminal llamado Osiel Cárdenas.
El término “zeta” delata el origen militar de ese brazo armado, ya que fue tomado de la nomenclatura utilizada en los noventa para designar el color “azul zeta” de los uniformes.
Entre los veinte primeros integrantes de ese grupo estuvieron Arturo Guzmán Decena, Heriberto Lazcano Lazcano, Jaime González Durán o Galdino Mellado Cruz. La mayoría habían sido formados, a costa del erario, como agentes del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) y también habían sido entrenados en tácticas de inteligencia militar en un par de centros de cuarteles de Estados Unidos.
La crisis de violencia que hoy vivimos continuó cuando Osiel Cárdenas encomendó a estos militares –capacitados como auténticas máquinas de matar– que integraran un grupo paramilitar de alrededor de 500 personas cuya tarea sería proteger los intereses criminales de una empresa que nació en Tamaulipas y muy pronto se extendió a otras regiones del país, al tiempo que se diversificaba el negocio del trasiego de drogas con otras actividades, como el tráfico de migrantes, la trata de personas, la extorsión o el control de minas, agua, la producción agrícola o los aserraderos.
La crisis empeoró cuando este modelo de negocio, protegido por militares y exmilitares, hizo metástasis en entidades como Michoacán, Veracruz, Tabasco o Nuevo León. En el siguiente capítulo de la escalada de violencia, las empresas competidoras necesitaron crear cuerpos paramilitares similares a Los Zetas. La aparición de grupos, como Los Pelones, que se convirtieron en el brazo armado del cártel de los hermanos Beltrán Leyva, fue la consecuencia lógica de una guerra que dejó de ser por el comercio de estupefacientes para concentrarse en el control, literalmente militar, del territorio.
Para este momento de la historia –mediados de la primera década de este siglo– se observó una ola imparable de deserciones dentro de las filas del Ejército mexicano, porque los antiguos soldados encontraban una mejor paga y un mejor futuro si seguían los pasos de los primeros zetas.
La crisis de violencia que hoy nos ocupa se aceleró cuando los altos mandos militares no fueron capaces de frenar este fenómeno, como tampoco pudieron parar la movilización armada y financiada a partir de recursos humanos que originalmente habían trabajado para el Estado mexicano. Aquella década concluyó, según fuentes de la propia secretaría de la Defensa Nacional, con un cálculo aproximado de medio millón de personas involucradas en la conflagración entre esas empresas criminales.
Después vino la desmemoria cómplice y con ella la resignación de unos y la ingenuidad de muchos otros. Sólo el borramiento del pasado puede explicar cómo fue que la mayoría de la gente prefiere hoy someterse a la agenda de la cúpula militar a la vez que desestima a las autoridades civiles.
No deja de ser admirable el éxito que ha tenido el militarismo para desplazar a la política, los jueces, la representación democrática, los cuerpos técnicos de la burocracia, la investigación policial y hasta la repartición de vacunas.
Tanto o más inquietante es que, a pesar de todo, las Fuerzas Armadas hayan logrado concentrar en su férreo puño todas las tareas de inteligencia del Estado mexicano, labores que le han servido para espiar y amedrentar a defensores de derechos humanos, periodistas, funcionarios y políticos.
El pasado martes 13 de septiembre el general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, alertó contra quienes –según su sesgada subjetividad– habían echado a andar “una campaña de desprestigio… (basada en) comentarios tendenciosos” para alejar a las Fuerzas Armadas de la ciudadanía.
Se equivoca de principio a fin el secretario: quien comenzó esta campaña hace ya más de 20 años fue la cúpula militar que hoy se presenta, paradójicamente, como única solución para hacer que el país funcione.
Capital político
La salud presidencial y el 2024
Adrián Rueda
Excelsior
El tema en México sigue siendo, sin duda, el hackeo a los servidores de la Secretaría de la Defensa Nacional que, entre otras cosas, dejó en entredicho la salud del Presidente, quien se vio obligado a aceptar que tiene varios padecimientos crónicos.
La confesión preocupó a todos, porque, independientemente de filias y fobias, se trata del hombre que dirige los destinos del país, y si llegara a quedar imposibilitado para seguir en el cargo, México entraría en una crisis institucional que le causaría mucho daño.
Esto ha generado varios supuestos, pues el sistema político mexicano no prevé una figura como la de vicepresidente, por ejemplo, que tome las riendas en caso de que el titular del Ejecutivo no pueda continuar.
Por causa de fuerza mayor, quien pudiera sustituir al Presidente sería el secretario de Gobernación, en este caso Adán Augusto López Hernández, pero sólo temporalmente.
Si la ausencia fuera definitiva, el Congreso tendría que nombrar un presidente sustituto para concluir el mandato. La razón para sustituir al Presidente no tiene que ser necesariamente por fallecimiento del titular, sino por la imposibilidades de continuar en el cargo.
Y aquí es donde algunos dicen que puede estar la jugada para 2024, y que si el Presidente ve el asunto muy complicado, podría optar por la renuncia por cuestiones de salud, y ni la oposición se opondría a ratificar a Adán Augusto como sustituto.
El nuevo titular del Ejecutivo prepararía el relevo de 2024, y todo mundo coincide en que operaría en favor de Claudia Sheinbaum, que es la única que continuaría al pie de la letra el proyecto de su jefe.
De esta forma el secretario de Gobernación sería Presidente, aunque fuera sustituto, y López Obrador podría construir dos narrativas fundamentales, que le podrían acarrear votos a su corcholata.
Diría que, a pesar de sus padecimientos, todos los días iniciaba su jornada laboral desde las 5:00 horas, en favor de los más pobres.
También diría que su transformación iba bien, que estaba por dar resultados, pero su salud le impedía continuar, por lo que sería necesario que alguien afín al proyecto —de nuevo aparece Claudia— le dé continuidad para concretarlo.
Con esto salvaría también el juicio de la historia, pues el país seguiría dividido entre los que creen que su gobierno llevó al precipicio a México, y los que dirían que le faltó tiempo para lograr la nación justa que siempre soñó.
Y otra cosa, ya sin ser presidente, nada le impediría hacer campaña informal por su corcholata en todo el país, a fin de pasarle el apoyo de sus simpatizantes. Y de paso seguiría siendo el gran líder moral del país, y en una de esas de Latinoamérica.
Parece ficción… pero es posible.
CENTAVITOS
Los panistas ya trabajan en la postulación de quien pondrán en la mesa de negociación presidencial con la alianza opositora, y en una primera pasarela en la CDMX desfilaron sus gobernadores Mauricio Vila, de Yucatán; Maru Campos, de Chihuahua, además del exgobernador de Guanajuato, Juan Carlos Romero Hicks, y el presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel. En esta primera pasarela, destacó lo dicho por Creel acerca de que la capital del país debe ser el centro de la estrategia albiazul, pues aquí es donde se le dio el golpe más fuerte a Morena el año pasado, y esto se debe replicar a nivel nacional. Algo sabe de la ciudad el diputado, pues en 2000 fue candidato del PAN a la Jefatura de Gobierno, y perdió por una nariz ante el PRD.
De naturaleza política
Grave error “ignorar” el hackeo…
Enrique Aranda
Excelsior
Cubre Tamaulipas la “sombra” de los Carmona. Ufff…
De no ser tan grave, el hackeo de cuentas y las predecibles consecuencias para la preservación del reconocimiento social y respeto al Ejército debe ser considerado como “un mal sueño”, el peor que pudo imaginar cualquiera que forme parte de las Fuerzas Armadas o quien, cual es el caso del fallido gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los suyos, haya decidido entregarse plenamente a él…
Pretender minimizar la seriedad de lo ocurrido o tratar de imponer una narrativa distinta a nivel popular es, por decir lo menos, una muestra de irresponsabilidad y falta de seriedad en el manejo de un asunto que más tarde que temprano, si se quiere, acabará cobrando un alto costo al país y sus ciudadanos en razón de que, cuando referimos a la violación de la “intimidad cibernética” de la milicia hablamos, sí, de la vida interna del instituto y sus altos mandos, su comandante supremo incluido y, más importante aún, hablamos igualmente de la seguridad nacional… una materia, perdón, de la que poco o nada parece entenderse ni ciertamente interesar en Palacio.
La clara advertencia del tabasqueño ayer de que México, su gobierno, ni investigará ni buscará imponer sanción alguna por el referido ilícito al grupo Guacamaya, que se atribuyó el hackeo de las cuentas de la Defensa Nacional (Sedena), encabezada por el cuestionado Luis Cresencio Sandoval, evidencia la escasa importancia que se está dando a un asunto que, si bien hasta ahora sólo conocemos parte de la información ilegalmente obtenida en el marco del mismo, podemos augurar que la gravedad de los temas implicados crecerá al paso de los días, de las horas.
Capacidad de fuego y calidad de armamento, de desplazamiento de tropas en condiciones de emergencia, de “escucha” y seguimiento del crimen organizado, de especialización y uso de tecnología por parte de sus elementos y más, mucho más, es lo que estará en los medios y en otros centros de poder real en los próximos días y ello, al margen de consideraciones de otra índole, no conviene a nadie: ni al gobierno federal y sus pares en los estados, ni al Ejército y la Marina-Armada o a la Fuerza Aérea ni, menos, a México y su población.
Esto no es un juego; es, diría algún especialista consultado sobre el particular en las últimas horas, un asunto de atención urgente. Son palabras mayores pues…
Asteriscos
* Categórico llamado a revertir los “retrocesos reales” de la actual administración en salud, educación y seguridad, el que durante la primera edición del foro Para un México Mejor, organizado por Acción Nacional y en el que también participaron Mauricio Vila, Juan Carlos Romero Hicks y otros, el que realizó Santiago Creel, titular de la Cámara de Diputados. Bien…
* Será hoy, por cierto, y no el miércoles que se previó inicialmente, cuando el pleno del Senado vote el último intento del reactivado Primor de Alejandro A(m)lito Moreno y su clon Mario Delgado, impresentables ambos, por mantener al Ejército en las calles, realizando tareas de seguridad reservadas a civiles hasta (al menos) 2029. Las apuestas están divididas…
México SA
México, sin soberanía alimentaria // Neoliberales masacraron al campo // Estómago nacional depende de fuera
Carlos Fernández-Vega
La Jornada
La noticia fácilmente puede fecharse cualquier día del periodo que abarca entre el 1º de enero de 1994 y el 3 de octubre de 2022, pues en materia de importación de granos básicos ha sucedido lo mismo, de forma permanente y desde que México ingreso al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, hoy T-MEC). Desde entonces, el estómago de los mexicanos pasó de depender del campo nacional al de los mercados foráneos de alimentos, fundamentalmente el estadunidense.
Así lo publicó ayer La Jornada: el valor de las adquisiciones de granos y oleaginosas de México en el extranjero sigue batiendo marcas históricas por los elevados precios internacionales, al registrar de enero a agosto de 2022 un total de 11 mil 798 millones de dólares, el ma-yor monto para un mismo periodo, revelan da-tos oficiales. De acuerdo con el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), con base en registros del Servicio de Administración Tributaria (SAT), el gasto del país en productos básicos como maíz, frijol, trigo, soya, arroz y aceites, entre otros, registran un incremento anual de 16 por ciento. No obstante, entre enero y agosto de 2020, año en el que comenzó la pandemia de covid-19, México importó granos y oleaginosas por 6 mil 155 millones de pesos, lo que significa que el gasto se ha disparado 91 por ciento.
El año pasado, detalla La Jornada, el valor de las importaciones fue de 15 mil millones de dólares, monto que según estimaciones del Grupo Consultor de Mercados será superado al cierre de 2022. Pronósticos del grupo privado señalan que en los primeros ocho meses de este año el volumen de las compras de maíz fue de 11.4 millones de toneladas, lo que implicó una disminución anual de 4.2 por ciento. No obstante, en lo que se refiere a valor, se registró un incremento anual de 7.9 por ciento. El maíz es el principal producto agroalimentario que importa México, sobre todo amarillo, que es el utilizado como alimento de animales. El valor de las adquisiciones de granos y oleaginosas de México en el extranjero continúa batiendo marcas históricas por los elevados precios internacionales al registrar entre enero y agosto de 2022 un total de 11 mil 798 millones de dólares, el mayor monto para un mismo periodo, revelan datos oficiales.
Pues bien, año tras año, desde la entrada en vigor del TLCAN, México ha incrementado el gasto en importación de alimentos básicos, de tal suerte que no extraña que la FAO lo catalogue entre las naciones importadoras netas, por mucho que en algunos sectores se presuma, vanamente, que sucede lo contrario, pues nuestro país es un gran exportador de alimentos. El problema es que atribuyen tal condición a las ventas foráneas de cerveza, tequila, aguacate y jitomate, principalmente.
Todo comenzó, por tratar de ubicarlo en el tiempo, con la apertura total en 1994 y el reforzamiento de esa tendencia a partir de 2008, cuando entró en vigor el capítulo agropecuario del propio TLCAN. Como se ha comentado en este espacio, a partir del 1º de enero del primer año citado la dependencia alimentaria del país tiene una sostenida y peligrosa alza que lo ha llevado a multiplicar por 15 el gasto en importación de esos básicos, de tal suerte que a estas alturas, al menos 50 por ciento de los pocos o muchos alimentos que los mexicanos consumen proviene de terceros países, sobre todo de Estados Unidos. Y si las cosas siguen así, en unos cuantos años esa proporción podría crecer a 80 por ciento, según las estimaciones de la FAO.
En 1994, primer año del TLCAN, México importó alimentos por alrededor de mil 800 millones de dólares (la estadística es del Inegi), cuando hasta 1993 fue autosuficiente en este renglón. En los primeros ocho meses de 2022 el monto se aproximó a 12 mil millones, con ganas de superar 15 mil al cierre del año. Son cantidades espeluznantes, pero hay que recordar que en el último año de Felipe Calderón, México importó alimentos por más de 27 mil millones, 15 veces más que en el primer año del tratado.
El régimen neoliberal masacró al campo mexicano, porque, decía, para qué producir adentro si todo se puede importar. La miseria de los campesinos se profundizó a grado sumo (los apoyos oficiales se concentraron en las empresas agroindustriales, propiedad de los amigos del gobierno) y la soberanía alimentaria del país se fue al caño, y recuperar la autosuficiencia costará algún tiempo.
Las rebanadas del pastel
Todo apunta a que en Brasil habrá segunda vuelta, pero Jair Bolsonaro foi para o merda.
Astillero
Guacamayas indeterminadas // ¿Quién y para qué? // Sedena y líderes sociales // Marcaje militar al zapatismo
Julio Hernández López
La Jornada
En el último tercio de la gestión andresina, con una oposición partidista que no sólo no levanta vuelo, sino que está dividida, y en el contexto de presiones crecientes de los poderes de Estados Unidos y desesperación de algunas cúpulas empresariales, mediáticas y políticas porque Morena (es decir, López Obrador) acumula cada vez más fuerza institucional y parecería difícil vencerlo en 2024, ha entrado a escena un grupo internacional especializado en intrusión en sistemas informáticos (hackeo) que se hizo de una descomunal cantidad de material interno de la Secretaría de la Defensa Nacional.
La primera escaramuza ha resultado relativamente incruenta: lo más relevante fue que se revelaron detalles médicos de la vulnerabilidad del presidente López Obrador, quien en otras ocasiones ha hecho referencia a algunos de sus males de salud, pero no de todos ni en la dimensión grave que muestra un episodio de enero en Chiapas.
Pero la difusión de temas polémicos no quedará en la salud presidencial, la diferencia de un muerto en la contabilidad del Culiacanazo o las diferencias de criterios en ciertos temas entre las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional. Es tal el volumen de material capturado, que su revisión y presentación periodísticas impactarán durante meses.
Una contingencia de tal magnitud y riesgo para el aparato que actualmente gobierna a México no tiene una cara identificable ni una postura política suficientemente precisa. Se utiliza la denominación Guacamaya para una supuesta red de colaboración entre hacktivistas (neologismo que funde hacker y activismo), cuyo propósito explícito es defender a los pueblos originarios del continente que debería llamarse Abya Yala y no América.
Como objetivo, Guacamaya señala la batalla contra empresas que dañan el medio ambiente y, en particular, contra los ejércitos militares y las fuerzas policiales de los estados de Abya Yala, pues éstos son la garantía de la dominación del imperialismo norteamericano, son la garantía de la presencia extractivista del norte global (https://bit.ly/3ybDVp3).
Guacamaya se estrenó en marzo de este año con la revelación de datos de las compañías Guatemalteca de Níquel (CGN) y Procesadora de Níquel de Izabal (Pronico), de la multinacional ruso-suiza Solway; siguió con otras empresas sudamericanas, filtró datos de la fiscalía colombiana de justicia y el 19 de septiembre inició la difusión de material interno de fuerzas policiacas y militares de Chile, Colombia, Perú, El Salvador y México.
No debe menospreciarse la carga explosiva que puede haber en esos archivos. Por ejemplo, ayer fueron difundidos algunos desde la página oficial, www.enlacehacktivista.org, referidos al seguimiento y espionaje de líderes sociales, en particular lo relacionado con el movimiento zapatista. Son 26 reportes de asambleas, reuniones y toma de acuerdos, seguimientos personales, fotografías y valoraciones políticas de los informantes. Algunos títulos son: Resumen de novedades, EZLN, Dr. Lumbreras EZLN, Eventos sociales, Líderes sociales y Sedena-Tren Maya.
Los reportes de Sedena terminan sus fichas sobre líderes sociales con la puntualización de que hasta el momento no se tiene conocimiento que mantenga vínculos con integrantes de organizaciones delictivas. Los hackers comentan: “Sedena no puede decir lo mismo sobre sí misma. No hemos tenido tiempo de investigar mucho, pero acá hemos subido algunos documentos que pueden ser de interés público, donde se ve qué clase de actividades la Sedena está investigando como ‘amenazas a la seguridad nacional’, en vez de investigar al crimen organizado y otras amenazas reales”.
En Enlace Hacktivista se explica que desde julio pasado empezó el hackeo y que todas las demás filtraciones fueron descargadas con Proxyshell, como se ve en el video, pero Sedena fue con una vulnerabilidad antigua de Zimbra. Fue simplemente usar esto para explotar la vulnerabilidad y subir una webshell, y luego usar la webshell para descargar todos los correos de /opt/zimbra/store.
