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Infectado por Vox, el PAN, en terapia intensiva

Bernardo Barranco V.

Proceso

Los panistas no debieron suscribir la Carta de Madrid. Frena y El Yunque debieron firmarla porque comparten las mismas obsesiones de confuso anticomunismo. Los panistas debieron abstenerse de salir en la foto; correspondía a Gilberto Lozano, tan patético y estridente como Santiago Abascal.

La epidemia de la ultraderecha amenaza no sólo al PAN sino amaga con contaminar la cultura política de México.

Hay dos fuentes de contagio. El foco externo es Vox y el interno El Yunque. Simultáneamente actúan para inocular al PAN hacia el fundamentalismo político y religioso. La visita de Santiago Abascal, dirigente del neofranquista Vox, puso de manifiesto la crisis de identidad que padece Acción Nacional y del momento delicado en que se encuentra.

El PAN no debió recibir a Vox. Correspondía a Frena ser su anfitrión en México; son primos hermanos. Los panistas no debieron suscribir la Carta de Madrid. Frena y El Yunque debieron firmarla porque comparten las mismas obsesiones de confuso anticomunismo. Los panistas debieron abstenerse de salir en la foto; correspondía a Gilberto Lozano, tan patético y estridente como el español Santiago Abascal. Sin duda el episodio en la sala de senadores es uno de los mayores errores políticos de Acción Nacional en los últimos lustros.

La ultraderecha se planetariza. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la crisis económica de 2008 dispararon los radicalismos conservadores. No existe una sola ultraderecha. Es un fenómeno heterogéneo cuyo crecimiento ha sido vertiginoso en la última década. El diálogo entre las culturas se ha convertido en el choque de civilizaciones, pronosticado por Samuel Huntington. Las ultraderechas se destacan por un discurso de odio; es decir, la construcción de una narrativa discriminatoria y de menosprecio a lo diferente por razones de raza, sexo, color, ascendencia, origen nacional, edad, discapacidad, lengua, creencias, identidad de género, orientación sexual y condición económica.

El ascenso de la ultraderecha es consecuencia de un claro desencanto con la clase política tradicional y su influencia es notoriamente ascendente en el ámbito electoral. En España Vox es tercera fuerza electoral a tan sólo ocho años de haberse conformado. La ultraderechista Marine Le Pen, que con su Agrupación Nacional obtuvo 21% de los votos presidenciales, es considerada una de las mujeres más poderosas en Francia. En Italia es notable el avance vertiginoso de Matteo Salvini, líder de La Liga Norte, organización que cuenta ahora con más de 30% de la intención del voto. En Alemania, el neonazi Alternativa para Alemania, pese a tabús históricos, es un partido que cuenta con 15% en la intención de voto. Pocos países europeos escapan de esta tendencia. A la que se suma el supremacismo blanco norteamericano presente en el Partido Republicano que ha fortalecido el posicionamiento de Donald Trump.

Otras características de las ultraderechas es la referencia bíblica o sustento religioso. En América Latina los movimientos político-religiosos de carácter pentecostal han incidido en las agendas políticas en países como Brasil, Colombia, Perú y en la mayor parte del área centroamericana. Algunos politólogos le llaman teoconservadurismos.

El español Juan José Tamayo, doctor en teología, puntualiza que el reverdecimiento conservador es un “cristofascismo” que manipula lo religioso para fundamentar sus proyectos de poder. Empuña la fe para desplegar sus discursos de odio y exclusión. Es el

asalto a una interpretación torcida de la Biblia como falso sustento de plataformas para la obtención del poder. En su libro La Internacional del odio, Tamayo describe las características del fundamentalismo político religioso de las ultraderechas: 1.- Ausencia de hermenéutica y lectura literal de los textos sagrados. 2.- Visión patriarcal de Dios, masculinidad sagrada y justificación de la inhibición del rol de las mujeres. 3.- Absolutización de la tradición como norma de vida. 4.- Violencia contra las personas no creyentes, de otras religiones y aquellos que no piensen como ellos. 5.- Violencia en el nombre de Dios. Fundamentalismo patriarcal que busca someter a las mujeres, homosexuales y matrimonios igualitarios. 6.- Visión antropocéntrica que exalta la supremacía racial y que inhibe el pleno reconocimiento de los derechos y dignidad del conjunto de la humanidad.

Vox, HasteOir y El Yunque son lo peor de las derechas radicales y fundamentalistas en Europa. Con hipocresía manipulan la fe y lo religioso para alcanzar objetivos mundanos: dinero y poder. Han construido una red internacional en más de 50 países. Son una oferta populista como la que tanto critican los panistas a la 4T. Las circunstancias de la visita de Santiago Abascal se presentan en el peor momento. WikiLeaks desnudó con 40 mil registros los vínculos del Yunque, YoInfluyo, Vox, HasteOir y CitizenGo, como organizaciones de extrema derecha, aliadas y conspiradoras.

A pesar de que la dirigencia del PAN ha pretendido deslindarse de los actos con Vox, el daño está hecho. Un error histórico sin precedente. Sectores enquistados en el PAN –infiltrados desde hace décadas por El Yunque– coquetean con transformar al partido azul en una sucursal de la derecha radical española. El PAN pone de manifiesto que atraviesa por una crisis de identidad al no saber emplazar su rol como oposición. Una crisis de rumbo que evoca otros momentos de cruciales definiciones programáticas. La disputa por ser un partido democratacristiano en tiempos de Manuel Gómez Morín; la crisis del neopanismo o la llamada empresarialización del PAN en los años noventa y ahora, las tentaciones del fundamentalismo político.

Recordemos que en su historia política el blanquiazul ha sido una oposición sobria, leal y consistente al sistema político dominado por el PRI en 70 años. Ser oposición, entiendo, es primordial en los sistemas democráticos. Es un contrapeso que limita, exige y presiona a los gobiernos en turno a ser mejores y cumplir sus promesas de campaña. Ser oposición configura transformaciones y alternativas en la formación de nuevos gobiernos. El rol de la oposición permite la emergencia y renovación de nuevos liderazgos.

Sin embargo, la tentación de muchos militantes panistas por acercarse a Vox pone de manifiesto la crisis ideológica del partido. Se juega el albur de identificarse con las reprochables derechas radicales de Europa. La pandemia del fundamentalismo político religioso está asechado al Partido Acción Nacional ¿El PAN debe ser intubado y necesita de un respirador en terapia intensiva?

Juegos de poder

Las cuatro pistas políticas de López Obrador

Leo Zuckermann

Excelsior

En los circos de varias pistas hay diversos espacios donde se presentan distintos espectáculos para el público al mismo tiempo. Los que se aburren con los leones pueden mejor concentrarse con los equilibristas. El anfitrión va de pista en pista presentando al público cada uno de los actos. Voy a utilizar esta metáfora para hablar de la operación política del Presidente durante la segunda parte de su sexenio.

Cual si fuera el dueño de los Hermanos Atayde, López Obrador tendrá por lo menos cuatro pistas políticas que administrar, todas ellas relacionadas.

Primera pista, la más importante para todo Presidente en el poder, dejar a su candidato preferido en la silla presidencial. La última vez que un mandatario logró esto fue con De la Madrid y Salinas de Gortari, en el lejano 1988, y vaya que se les complicó. Desde entonces, ya sea porque la oposición ganó la elección o porque su preferido no quedó como candidato, los presidentes no han podido administrar bien esta pista.

AMLO quiere dejar en Palacio Nacional a Claudia Sheinbaum, hoy jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Eso nadie lo duda. Entonces, su primera pista política es proteger a la jefa de gobierno de la capital y, utilizando su fuerza y popularidad, dejarla, primero, como candidata de Morena y luego como la que pueda ganar la elección presidencial. No está fácil, pero, hoy, el Presidente parece contar con el capital político suficiente para lograr este objetivo.

La segunda pista es apaciguar a todos aquellos candidatos de Morena que también quieren participar en la contienda presidencial. Hay dos apuntados: Monreal y Ebrard. Ambos han enviado mensajes de que buscarán aparecer en la boleta presidencial bajo el emblema de Morena y, si no se puede, por otro partido.

Pero, ¿cuántos puntos podrían sacar estos candidatos si abandonan Morena? ¿Los suficientes como para poner en peligro la victoria de Sheinbaum? Hoy no parece ser el caso con los números que demuestran las encuestas. En todo caso, AMLO tiene el poder para hacer pomada a cualquier político de su coalición que pueda ganarle a Claudia. Y siempre queda la posibilidad de que los deje lanzarse por un partido que no ponga en peligro su proyecto. Porque una cosa queda clara, después de ser fieles escuderos de AMLO, no pueden hacer una maroma mortal como para romper tajantemente con la 4T. Así que, en esta segunda pista, el Presidente tendrá que domar a los leones que quieran morder a su cachorra o dejarlos jugar como posibles planes B y C en la sucesión presidencial.

Tercera pista: liquidar lo antes posibles a candidatos de oposición. El Presidente, con el buen ojo político que tiene, sabe que el adversario a vencer es el PAN. Es el único partido con la capacidad de dar una pelea real en 2024. Y aunque los panistas están debilitados y divididos, cualquier aspirante que levante la cabeza y anuncie su intención de estar en la carrera presidencial recibirá un escopetazo desde Palacio Nacional.

Ya lo hizo AMLO con Francisco García Cabeza de Vaca y Ricardo Anaya. Utilizó la vieja práctica de perseguirlos judicialmente para detenerlos en seco. Y así seguirá. Torpedeando todo lo posible a los panistas quienes, por cierto, luego parecen payasos que le hacen el juego a AMLO con errores como el de firmar una alianza con Vox para evitar la llegada del comunismo a México. Esta pista, por cierto, es una que disfruta mucho AMLO, quien seguirá atizando el fuego a los panistas todos los días desde el púlpito presidencial.

La cuarta pista es romper la alianza del PRI con el PAN con el fin de establecer el PRIMOR. El Presidente requiere los votos de los priistas en el Congreso para aprobar sus reformas constitucionales y afianzar su proyecto político. En esta pista veremos la administración de muchas zanahorias y garrotes para ganarse la voluntad de los priistas. A algunos les darán puestos en el Ejecutivo, incluyendo embajadas, a otros les sacarán sus expedientes, amenazándolos de perseguirlos judicialmente. Así es la política.

¿Se dejarán los priistas? Creo que sí. Son políticos profesionales sin muchos escrúpulos que lo único que les importa es el poder. Y hoy ese poder lo tiene un señor que se llama Andrés Manuel. Fieles a su estilo, los priistas bailarán la canción que les toque el Presidente a cambio de una sabrosa zanahoria o evitar un golpazo. Así ha sido su historia.

Visto hoy, no parece haber mayores complicaciones para AMLO en estas cuatro pistas. Pero la política es fascinante porque las cosas cambian de un día para otro dependiendo

de muchos factores. Por tanto, de aquí en adelante, habrá que seguirle la pista a cada una de las cuatro pistas de López Obrador.

Astillero

Cuba y Díaz-Canel: histeria anticomunista // Distraer de Abascal-Vox-PAN // Celac, defensa ante OEA // PRI: Alito amaga a Quirino

Julio Hernández López

La Jornada

Aún sin recomponer figura tras el desbarajuste que les ­provocó la visita de Santiago Abascal, jefe de la ultraderecha española, segmentos conservadores (no sólo del Partido Acción Nacional) han creído encontrar una vía de desfogue, un distractor urgente, en el tema de la invitación del gobierno del presidente López Obrador para que venga a México Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República de Cuba y primer secretario del Partido Comunista de esa nación, quien relevó en octubre de 2019 a Raúl Castro, sucesor, a su vez, de su hermano Fidel.

En continuidad de la histeria anticomunista que fue acelerada con el descompuesto episodio Abascal-Carta de Madrid-Vox-PAN, se pretende forzar la realidad política y geopolítica para darle visos malignos a un encuentro entre los presidentes de México y Cuba, como los que presidentes de otros partidos, el Revolucionario Institucional y Acción Nacional, sostuvieron en otros años y en las circunstancias que en su momento se definieron.

En México no se vive un proceso revolucionario ni de implantación de tesis y acciones socialistas, ni es de temerse que la visita del presidente cubano pueda transformar en comunismo, casi de manera mágica, la fatigosa marcha del actual gobierno obradorista hacia mejoras populares dentro de los cauces institucionales (maltratados de palabra mañanera pero respetados en la cruda realidad práctica).

Cuba ha sido, en su etapa revolucionaria y en la institucionalización de ese movimiento, un factor importante y valioso para México en su intrincada relación con Estados Unidos. Rudamente condicionado por la vecindad física, la geopolítica para nosotros aherrojante, México bate alas de libertad, que con frecuencia queda en lo retórico, viendo hacia Latinoamérica y el sueño bolivariano y hacia Cuba y la rebeldía contra el gigante continental.

Ahora bien, la eventual transición que podría acelerarse ante los malestares físicos de Raúl Castro, ya retirado del mando formal pero aún con importantes hilos de poder en la mano, es materia de análisis y planeación por parte de la administración Biden, y México bien puede servir (como sirvió en otros años) de puente discreto de comunicación informal que sirva a los propósitos de las dos partes centrales, pero que también cuide el interés nacional mexicano, que debe estar preparado ante momentos críticos en la isla que pudieran aumentar presiones migratorias y envalentonar más a halcones estadunidenses.

Por otra parte, México está impulsando la mínima organización de autodefensa que deben otorgarse los países latinoamericanos, sobre todo los gobernados por corrientes progresistas, ante la Organización de Estados Americanos, mero instrumento de intervenciones estadunidenses y de justificación incluso de golpes, como el dado en Bolivia.

En ese contexto es explicable la reunión en México de presidentes, vicepresidentes, primeros ministros y representantes de países integrantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Este organismo fue creado en Playa del Carmen, Quintana Roo, en 2010, con el entonces panista Felipe Calderón Hinojosa como ocupante del poder presidencial. Actualmente, el gobierno mexicano ejerce la presidencia pro tempore de la Celac (por un tiempo, temporal; en este caso hasta enero de 2022), así que es natural y explicable que vengan a México presidentes, como el de Cuba, al que además se ha invitado a presenciar alguno o algunos de los actos conmemorativos del Grito de Independencia.

Y, mientras Alejandro Moreno, autodenominado Alito, hace malabares tuiteros para aparentar que controla el empequeñecido Partido Revolucionario Institucional, advirtiendo que ningún priísta debe aceptar cargos en gobiernos de otro partido, bajo pena de ser expulsado si tal maniobra no es aprobada por un consejo nacional (mensaje al gobernador sinaloense Quirino Ordaz).

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