Columnas Escritas
LO QUE DICEN LOS COLUMNISTAS
Número cero
La batalla contra el aborto
José Buendía Hegewisch
Excelsior
Las reacciones a la despenalización del aborto serán un buen test de los signos vitales de los grupos más conservadores, en un momento en que los fantasmas de los radicalismos agitan la política. La batalla dejará ver la fuerza para obstruir un tema que ha sido la bandera de la resistencia y moneda de cambio en los congresos estatales. Pero también será un espejo de los cambios en la percepción de la sociedad mexicana sobre derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, así como del avance de la diversidad sexual.
Porque el fallo histórico de la Corte sobre la inconstitucionalidad de criminalizar a las mujeres por abortar, sobre todo, cambia los términos del litigio judicial y legislativo que han marcado los avances, frenos y retrocesos de este derecho en los últimos 20 años. En casi todos los estados sigue siendo ilegal, aunque el fallo deja poco margen a la estrategia de obstrucción en los congresos locales. Éstos han sido el teatro de operaciones de los grupos provida desde la despenalización en la CDMX en 2007, pero ante el inesperado revés salen a buscar al clero católico para una defensa que hoy se ve muy cuesta arriba contra esta reivindicación histórica de las mujeres.
La Iglesia católica entra a medir fuerzas en un tema en que la opinión no es absoluta, pero en el que la gran mayoría de la sociedad apoya el derecho a decidir de las mujeres y menos de 10% lo reprueba, y en la que también avanzan libertades estigmatizadas como matrimonio igualitario. En esos terrenos de mayor tolerancia y protagonismo político de las mujeres, la Conferencia del Episcopado convoca el próximo 3 de octubre una marcha multitudinaria “por la mujer y por la vida” para protestar contra la Corte y, en particular, visibilizar los costos para los políticos de seguir a los jueces.
El primer objetivo de la movilización es acercar el fuego de la protesta a Palacio Nacional para comprometer a López Obrador en una polémica de la que huye para evitar el “desgaste” a su popularidad. El fallo implica reformas a los códigos penales estatales, donde se podrá medir el peso del statu quo para no caer en vacíos legales o en una ilusión jurídica. Por eso el horizonte de la despenalización en todo el país aún es lejano, aunque ahora Morena controla más de la mitad de congresos locales y ya no tiene la presión de los más radicales de su coalición con la desaparición del PES como partido político.
Hay dos aspectos en que sus detractores tienen puesta la mirada. Si bien el fallo implica que los jueces no podrán penalizar a una mujer que aborte, las constituciones estatales dicen que fiscales y policías pueden remitirla formalmente al Ministerio Público. Hasta ahora sólo en cuatro entidades está despenalizado el aborto (Ciudad de México, Oaxaca, Veracruz e Hidalgo) y en los 28 restantes sólo se permite en algunas causales como violación o viabilidad del feto. Y en segundo lugar, el fallo reclama la implementación de siete políticas públicas sin las cuales se afectará significativamente los derechos sexuales y reproductivos a las mujeres, que ya han sido duramente golpeadas por la austeridad republicana del gobierno.
La despenalización seguirá siendo tema de litigio estado por estado. Aunque esta vez el fallo de la Corte cierra el espacio a la libertad de configuración legislativa a la que recurrieron los grupos provida en los estados para atajar su marcha con la prohibición en las constituciones locales. A falta de un código penal nacional, ese criterio también
permitió que se sostuviera la Ley Robles en 2002 y en 2007 en la capital del país dejara de considerarlo delito. Un arma de doble filo, pero que hoy ya no corta.
El fondo del debate por eliminar la prohibición absoluta del aborto ha sido la pista en que corrió el activismo de las mujeres las últimas dos décadas hasta conseguir que la Corte lo reconociera. En ese camino creció su protagonismo político y el peso de su perspectiva en la sociedad. En el litigio han cambio el equilibrio de fuerzas en los congresos y sumado voces contra el freno de sus derechos. Ante ese tamaño de desafio se enfrenta ahora la reacción de los grupos más conservadores cada día menos visibles aunque agiten el temor de su radicalización.
De naturales política
Inhiben “excesos” a la Celac…
Enrique Aranda
Excelsior
¡Obligarles a estudiar historia!: clamor…
No debió ir muy lejos Andrés Manuel López Obrador ni (sentarse a) esperar demasiado para, a decir de quienes se mueven en su entorno cercano, recibir debida respuesta del gobierno de Joe Biden y aliados a su inocultable pretensión de asumir —“vía la defensa de lo indefendible”, diría alguno— una suerte de “liderazgo emergente” en la cada vez más emproblemada y confrontada región latinoamericana.
El innegable fracaso de la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) luego de que, de manera por demás inexplicable y escasas horas antes de su inauguración en Palacio Nacional, sus promotores decidieran retirar de la agenda la propuesta de dejar la Organización de Estados Americanos (OEA) de(l odiado) Luis Almagro, para impulsar la creación de un organismo regional alterno —sin participación de Estados Unidos y Canadá, se entiende—, evidenció la operación de quienes desde un primer momento vieron con preocupación y molestia la polémica iniciativa mexicano-argentina.
Pensar, entonces, que el retiro de ésta de la agenda y la ausencia de un buen número de mandatarios que habían confirmado su asistencia, más la polémica que a su interior protagonizaron el uruguayo Luis Lacalle Pou y su homólogo y vecino paraguayo, Mario Abdo Benítez, con sus contrapartes en Cuba y Venezuela, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, acusándolos de violar los derechos esenciales y reprimir a sus pueblos, demuestran que el cónclave elegido por el gobierno de la 4T para la promoción y “lanzamiento” a nivel regional del tabasqueño estaba destinado a fracasar aún antes de comenzar… ¡y que sus organizadores lo sabían!, es apenas acertado.
Esto último, incluso, fue lo que muy probablemente había motivado a Ya Sabemos Quién a endurecer su mensaje previo al arranque de la tradicional parada militar conmemorativa del aniversario de la gesta de la lucha independentista, el jueves, y enderezarlo en contra del gobierno del principal socio comercial del país —¡en defensa del gobierno dictatorial y opresor del sucesor de los asesinos hermanos Fidel y Raúl Castro!, su principal invitado— o, destacaría alguno, a ubicar al recién llegado nuevo embajador de la Casa Blanca en el país, Ken Salazar, en el último nivel de la bancada preparada para el cuerpo diplomático e invitados especiales.
Innecesaria provocación y confrontación ésta entonces ante la que, huelga insistir, el gobierno norteamericano no dejará pasar mucho tiempo antes de hacer sentir por vías
que ellos conocen —mayor presión ante la desbordada migración, seguridad, economía, inversión y más— su discrepancia con los excesos del discurso que nos ocupa y que, de alguna manera, tuvieron ya una primera respuesta.
Al tiempo…
ASTERISCOS
* Al margen de las consecuencias que de ella pudieran derivarse, dada la reciente legalización de la práctica criminal del aborto por parte de la otrora respetable Corte, lo cierto es que a muchos llama la atención el énfasis con que el episcopado católico, que preside Francisco Robles Ortega, está convocando a la marcha a Favor de la Mujer y la Vida del próximo 3 de octubre. Bien…
Más allá de la magia: compromiso democrático
Rolando Cordera Campos
La Jornada
La idea de que a través de los mercados globales autorregulados el mundo superaría sus muchos desarreglos y dislocaciones, por lo pronto está en pausa. No tanto por la fortaleza del discurso de sus postulantes, defendido todavía por muchos en algunas ciudadelas, sino porque los apoderados y epígonos de tal brujería se ubican en prevalentes condiciones de poder, con presencia en nichos tecnológicos y en mercados mundiales.
La empresa que ayer se plantearon pensadores como Hayek y Mises, sumos sacerdotes del neoliberalismo originario, fue de apropiación y transformación de un mundo que parecía encarar sus límites históricos. Nuestro reto ahora es reformar el mundo que nos dejó ese proyecto sin alterar catastróficamente las relaciones comerciales, productivas y financieras tejidas en los últimos cuatro decenios en torno al mito de la supremacía del mercado, y evitar caer en una alternativa como aquella de la planeación integral y vertical soviética que sucedería y superaría al mercado.
¿A partir de qué plataformas ideológicas y políticas es posible imaginar un cambio con equidad y estabilidad? ¿Con qué instrumental y mediante qué acuerdos puede la sociedad globalizada y pos pandémica abordar los enormes retos y reparar las estructuras e instituciones necesarias, no sólo para rescatar lo dañado, sino para una reconstrucción transformativa?
Desde el susto de 2008 y su Gran Recesión, variados grupos y centros de pensamiento se han dedicado a trazar rutas de navegación, diseñar y afinar los instrumentos adecuados, hacer política de la buena, democrática y comprometida con el desarrollo, la justicia y la igualdad como valor maestro, según reza el llamado de la Cepal y la ONU. Pero, por lo visto en estos años de pandemias y respuestas titubeantes, mucho nos falta por recorrer, sufrir y enmendar sobre la marcha. Y sí, improvisar y estar listos para fallar y fallar de nuevo, pero cada vez mejor, según la conseja de Samuel Beckett.
De este panorama puede emerger racionalmente la conveniencia y necesidad de contar con democracias que funcionen no sólo como gobiernos eficientes, también como vías adecuadas para el intercambio plural de diseños e itinerarios, donde al calor del debate se forjen los líderes, como lo quería Weber, y se llegue a consensos y acuerdos políticos que, por sus frutos, redunden en el fortalecimiento del Estado siempre adjetivado como democrático.
En estas ocupaciones deberíamos estar enfocados y para ello los nuevos legisladores deberían prepararse y buscar contagiar a los orondos habitantes del Senado. De
intercambios democráticos plurales, amplios, respetuosos, tendrían que estar hablando la Cuarta Transformación y sus dirigentes, tejer los acuerdos indispensables para zarpar, rumbo a un mar proceloso y desconocido. Desde luego un mar cruel, como suele serlo cada vez que lo visita el huracán o lo conmueven las corrientes de fondo. Hasta ahora no ha sido así y lo único que parece ocurrírseles es recitar el mantra de la diferencia y de la lealtad a toda prueba.
Quizá nos toque navegar sin un nuevo compás por un buen tiempo. Habrá que habilitar a los siempre listos marineros y contramaestres para arriesgar nuevos rumbos, dejar atrás este presente continuo y pasmoso y este futuro sin rumbo; este maelstrom heredado de las aventuras liberistas y que ha hecho eclosión con la pandemia.
Nos queda la política, recurso nada menor. Aunque hayamos abusado de ella y de su memoria. Llegó la hora de recuperarla.