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El papa Francisco en Canadá: pedir perdón es insuficiente

Bernardo Barranco V.

Proceso

Como signo de reconciliación, el Papa se disculpa ante las comunidades autóctonas de aquel país por el “genocidio cultural” que ejercieron instituciones católicas contra cientos de miles de niños indígenas.

En silla de ruedas el papa Francisco realiza a Canadá una visita histórica. Como signo de reconciliación, el Papa se disculpa ante las comunidades autóctonas de aquel país por el “genocidio cultural” que ejercieron instituciones católicas contra cientos de miles de niños indígenas.

Horror y conmoción causó el hallazgo de miles de tumbas de menores de edad indígenas en residencias e internados religiosos en Canadá. Un modelo de imposición cultural aplicado a niños indígenas con violencia y crueldad. Era el prototipo de integración forzada. Fue el paradigma aplicado por los gobiernos canadienses desde finales del siglo XIX hasta los noventa del siglo pasado. Escuelas de horror para colonizar a los infantes “salvajes” originarios.

El Papa se reunió con sobrevivientes de las escuelas residenciales en el oeste del Canadá. En una antigua escuela residencial, un virtual campo de torturas, en Maskwacis, al sur de Edmonton. Francisco, convertido en un anciano patriarca, vestido de blanco, lo recorrió en silla de ruedas y en silencio, rodeado de otros que llevaban tocados de plumas y trajes tradicionales.

El Papa, visiblemente disminuido, expresó su dolor y vergüenza por tanto daño que cristianos cometieron contra los pueblos autóctonos. Ante representantes originarios desde un antiguo centro escolar en la provincia de Alberta, Francisco pidió perdón por la “mentalidad colonialista” de muchos cristianos y ha reclamado una investigación de los internados, además de  solicitar más apoyo para los afectados y sus familiares. Sin embargo, la Iglesia católica canadiense sólo ha otorgado 2 millones de dólares frente a los 25 millones de dólares canadienses que prometió.

La religión católica en Canadá está en un declive acelerado. Los escándalos internacionales de abusos sexuales y el hallazgo de miles de tumbas de niños han precipitado rechazo e indiferencia. La tenaz presencia de Francisco, pese a sus limitaciones físicas, busca revertir esa tendencia.

Hace un mes todos temían que la gira papal se cancelaría por cuestiones de salud del octogenario pontífice. Sin embargo, a pesar de su estado, el Papa cumplió. Contrariamente a su condición vulnerable, sus palabras adquieren mayor fuerza. Su estado otorga mayor sinceridad a su planteamiento. Los líderes autóctonos exaltaron cómo Francisco oró con fervor en el cementerio del pueblo frente a indígenas, quienes los acogieron con entusiasmo. Llevaban lustros esperando este momento. Muchos líderes han expresado que ver al Papa, escucharlo disculparse por los abusos en escuelas residenciales, es importante para los sobrevivientes y para las heridas intergeneracionales. Es un gran gesto simbólico y un gran paso para la reconciliación.

Este episodio canadiense nos lleva a repensar nuestras realidades latinoamericanas. Cuestionarnos el trato discriminatorio a nuestros pueblos indígenas. Surgen muchas preguntas sobre el trato que damos a los pueblos originarios. Canadá es un horrible espejo que nos llena también de vergüenza. El racismo subyacente en nuestra cultura cotidiana. La poca sensibilidad hacia los problemas de nuestros indígenas: maltrato, marginación, explotación, acoso a sus recursos, migración, exclusión e indiferencia que guardamos.

Otro tema a reflexionar es el abuso del perdón. Ante el reiterado uso de la constricción, las disculpas de pecados clericales cometidos y demanda de perdones, uno se pregunta sobre su efectividad simbólica. Dicho de otra manera, el perdón es un recurso gastado por parte de la Iglesia. De memoria hagamos un breve recuento. En el Jubileo 2000, el 12 de marzo el papa Juan Pablo II, en la Basílica de San Pedro, reconoció los pecados históricos cometidos por la catolicidad. Ahí pidió perdón a los judíos, herejes, mujeres, gitanos y distintas culturas originarias en el mundo por las persecuciones; a los cristianos separados por las actitudes de desconfianza y hostilidad hacia los seguidores de otras religiones.

Recordemos también las innumerables demandas de perdón de los tres últimos pontífices ante los incalculables casos de pederastia clerical perpetrados en casi todos los países del universo católico. La demanda de perdón ha perdido novedad. Ante los pueblos originarios de América, además del jubileo 2000, el papa Juan Pablo II en Santo Domingo externó su pesar por los excesos en la primera evangelización. Esto fue en el marco de IV Conferencia General de la CELAM celebrada en 1992.

Ante el pedido de perdón al Papa por parte del presidente de México, López Obrador, por la violencia y excesos en la evangelización a los pueblos originarios, en marzo de 2019, el director interino de la Oficina de Prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti, respondió que “por el momento” el Vaticano no tiene un pronunciamiento adicional, pero “como es sabido, el Santo Padre ya se ha expresado con claridad sobre esta cuestión”. En efecto, durante su viaje a Bolivia en 2015 el Papa pidió perdón a los pueblos aymaras y quechuas, por los “muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América”. Ante la insistencia de AMLO, el papa Francisco envío, en septiembre de 2021, una breve carta en la que ofrece disculpas al pueblo mexicano. Así lo dijo el pontífice argentino:

En diversas ocasiones, tanto mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización”.

La tragedia canadiense tiene muchas aristas de interpelación. Cuesta entender cómo católicos del siglo XIX y del XX se prestaron al exterminio de niños indígenas en nombre de Dios. En la actualidad vivimos una sociedad de libertades y de derechos humanos, sociedades plurales y diversas. Pero hay sectores religiosos conservadores que persisten en imponer un ideal civilizatorio. Quieren obligar en el nombre de Dios a llevar un modelo de familia, de sexualidad, de valores rancios, y rechazan los avances que las mujeres han conquistado. Como deploró el papa Francisco, lamentablemente en el nombre de Dios prevalecen intolerancias y la arrogancia que imperó en el genocidio de los niños indígenas en Canadá.

Retrovisor

AMLO y Biden: experimentados políticos

Ivonne Melgar

Excelsior

El presidente López Obrador y la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, nunca estuvieron solos en el desayuno con el que se inauguró el programa de la visita oficial del mexicano a Washington el 12 y 13 de julio.

Desayunaron con ellos una decena de representantes de ambos gobiernos. Y ninguno de los comensales podría confirmar la versión de que la estadunidense pidió ahí al visitante que Rafael Caro Quintero fuera detenido.

De manera que la supuesta presión de Kamala al mandatario para que se encarcelara al capo habría sido una noticia falsa, una volada, como le llamamos los reporteros a los inventos publicados.

Y así lo aseguran fuentes de la embajada de México en Washington al considerar que ficciones como esa distorsionaron la valoración justa y adecuada de lo que significó el segundo encuentro entre los presidentes López Obrador y Joe Biden: Una reunión en la que le dieron vuelta a la página de las desavenencias que rodearon la Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, a la que el mexicano no acudió en junio, en desacuerdo por lo que él considera la exclusión de naciones hermanas, Nicaragua, Venezuela y Cuba.

Estados Unidos nunca cedió a la idea de convocar a los gobiernos que califica de autoritarios. Pero haber agendado este encuentro bilateral, cinco semanas después del evento continental, fue una forma de manifestar el respeto que el mandatario demócrata le tiene a su homólogo mexicano y a sus definiciones.

Al menos ése es el balance de las fuentes diplomáticas que descartan que la detención de Caro Quintero, el 15 de julio, se haya diseñado en 72 horas.

Rechazan, igualmente, la idea de que en la visita se le hayan hecho advertencias a México respecto a cláusulas incumplidas en el T-MEC. Si bien el gobierno estaba avisado de que se preparaba una controversia por posibles violaciones al T-MEC en el rubro de energía, diferendo que este mes comenzará a revisarse entre la secretaria de Economía, Tatiana Cloutier, y sus pares de EU y Canadá.

De no resolverse en esta instancia, las fricciones comerciales escalarán a un arbitraje externo que se prolongaría al menos un año. La moneda está en el aire. Y así es siempre. Los canadienses les ganaron a los estadunidenses en el caso de los paneles solares; y fue al revés en el tema de lácteos. México podría meter gol en cuanto a los subsidios de los carros eléctricos frente a las ventajas que tienen los fabricados en EU. Lo mismo sucede con los compromisos laborales. Ya van tres demandas por falta de autonomía y libertad sindical en empresas mexicanas. Son las reglas del T-MEC: inconformarse y revisar.

Y, si bien las relaciones de México con Washington se tejen sobre el reconocimiento de lo sensible que es el presidente López Obrador con el asunto energético, nuestras fuentes diplomáticas no dudan del avance obtenido en la visita y de los gestos de buena voluntad que ofreció el anfitrión para concretarla, aun cuando tenía viajes internacionales antes y después de la recepción.

En este balance también se incluye lo sucedido el 13 de julio con los CEO de las empresas clave en el intercambio comercial, quienes sostuvieron un desayuno privado de tres horas en el Instituto Cultural México con el presidente López Obrador, cuyo mensaje los entusiasmó por estar centrado en la apuesta de crear, les dijo, una Norteamérica fuerte, con valores comunes en lo económico y en estrategias humanistas, respetando, eso sí, y fue enfático, las soberanías.

Son los trazos de una conversación que los dos mandatarios habrán de retomar con Justin Trudeau a finales del año, en la siguiente Cumbre de Líderes de América del Norte, con sede en México. Será el tercer encuentro de López Obrador con Biden. El primero fue en noviembre de 2021, en Washington.

Y aunque la segunda reunión –la del 12 de julio en la Casa Blanca– está marcada por el capítulo de Caro Quintero y las controversias comerciales en puerta, la evaluación diplomática subraya el significado de la fotografía de los jefes de Estado en el Salón Oval, un registro del diálogo entre dos líderes de naciones vecinas y socias que divergen, pero se saben interlocutores.

A la sesión de los retratos se sumaron las esposas, Jill Biden y Beatriz Gutiérrez Müller, que, juntas, hicieron un recorrido a la Biblioteca del Congreso, una agenda paralela que la Casa Blanca propició, al igual que la asistencia de la mexicana este año a la conmemoración del 5 de mayo, a invitación del presidente de EU.

Son hechos que los códigos diplomáticos consideran relevantes para ese trato entre iguales que tanto preocupa –acaso la palabra correcta es obsesiona– al presidente de México frente al vecino.

Éste es el telón de fondo con el que tendremos que evaluar en septiembre los mensajes antimperialistas que ya se anuncian. Porque a juzgar por las evaluaciones oficiales del reciente encuentro, Biden y López Obrador se tratan como lo que son: dos experimentados políticos que no comen lumbre.

Zurda

Lo que no es Morena

Ruth Zavaleta Salgado

Excelsior

A pesar de que cuenta con un registro y ha ganado 22 gubernaturas en su corta vida, Morena todavía no es un partido político. Es un movimiento que gira en torno a su líder, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, pero se encuentra en etapa de transición para convertirse en una organización.

En ese contexto, el pasado fin de semana, Morena realizó la elección de 3,200 congresistas mediante la instalación de 553 centros de votación en los 300 distritos electorales de la República. A decir de los organizadores, se presentaron a votar más de 2.5 millones de personas que no necesitaban estar registrados en un padrón de militantes. Para lograr la hazaña de tan amplia participación, se valió hacer uso del clientelismo (hasta con sofisticados mecanismos como el del QR), el corporativismo, la exclusión, la coerción y hasta la violencia. Así lo denunciaron algunos distinguidos morenistas como el senador Ricardo Monreal y el académico John Ackerman.

No es la primera vez que Morena resalta por sus prácticas antidemocráticas, en octubre de 2019, el Tribunal Electoral declaró nulas sus elecciones internas por falta de un padrón confiable. Pero esta vez fue diferente, hubo mayor confrontación y, aun cuando el presidente del partido, Mario Delgado, y la secretaria general, Citlalli Hernández y, hasta el propio titular del Poder Ejecutivo federal, minimizaron los hechos, la violencia y confrontación derivó en la cancelación de centros de votación y en la anulación de representaciones distritales.

Pero la mayor anarquía que se impuso en la elección de los congresistas no es fortuita, se deriva de la lucha anticipada de las corcholatas que ya fueron destapadas y las que, aun sin ser distinguidas con tan despectivo término, se encuentran suspirando en lo oscurito de algún estado de la República o de alguna institución del gobierno federal. No quedó claro si fue Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o Adán Augusto quien logró tener un mayor número de congresistas, pero sí fue evidente la advertencia de lo que va a venir en la elección de 2024, y, antes, en 2023, en las del Estado de México y Coahuila: así operan los morenistas cuando de ganar el poder político se trata.

También quedó claro que, en la disputa por el poder político, la ética y las ideas no importan tanto como la “lealtad” a quien, al final, mediante el poder metaconstitucional (como en el viejo modelo presidencialista), será el que decida todas las candidaturas mediante encuestas amañadas. Por lo menos así han denunciado algunos precandidatos inconformes en las pasadas elecciones de gobernadores. De esa forma, Morena no ha sido, ni será, un partido democrático.

Porque la estructura que nació el pasado fin de semana para transformar el movimiento en una organización partidaria no tuvo su base en un proceso interno democrático (con un padrón interno y reglas claras), y mucho menos del debate de ideas o el abanderamiento de causas para mejorar la vida de los ciudadanos. Con base en testimonios de algunos participantes, detrás de la mayoría de quienes ganaron la representación como congresistas, está la mano de quienes tuvieron los suficientes recursos económicos para manipular la voluntad política de los votantes.

Tienen razón los que dicen que las elecciones internas de Morena se parecen mucho a las que se realizaban en el PRD, pero no se olvide que la forma clientelar y corporativa inició y tuvo su mejor momento cuando fue presidente de ese partido el hoy Presidente de la República.

No obstante las semejanzas por algunas malas prácticas, Morena no es ni el PRD ni el PRI. El partido de izquierda surgió de un movimiento político en 1988, que tuvo como objetivo la democratización del país, y el segundo, nació en 1929 como Partido Nacional Revolucionario (PNR), su finalidad fue lograr la unidad de la clase política y acabar con las confrontaciones fratricidas que continuaron aun después de finalizada la Revolución mexicana.

La 4T y el acceso a la educación superior

Hugo Aboites*

La Jornada

Casi para terminar la gestión de la maestra Delfina Gómez (SEP) y apenas un año después de aprobada la Ley General de Educación Superior (LGES), ya aparecen iniciativas de autoridades institucionales que buscan restringir el acceso a la educación superior. No pocos grupos estudiantiles y académicos en su momento nos opusimos a la aprobación de esa ley, precisamente porque (artículo 4) dejaba enteramente en manos de las autoridades institucionales (rectores y consejos universitarios) la determinación de los requisitos de acceso a la educación superior y preveíamos que sin un marco de equidad y respeto a los derechos se favorecería la tendencia a establecer mayores restricciones al acceso de jóvenes a las instituciones de educación superior. Veamos lo que ocurre:

Un caso es el de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), donde se está proponiendo una modificación normativa (https://www.uam.mx/colegioacademico/cres/documento.html) que vendría a eliminar un dispositivo que cumple ya 14 años y que ha hecho posible que, a diferencia de lo que sucede en la UNAM e IPN, las mujeres ingresen a la UAM en una proporción casi igual a la de los hombres. Esto se logra gracias a que desde 2008 un rector estableció que el resultado del examen estandarizado de opción múltiple debía promediarse con la calificación global que había obtenido cada aspirante en el bachillerato.

Con esto se respondía –sin pretenderlo– al hecho de que las mujeres en conjunto –y no sólo algunos casos– son consideradas por la ONU y el Conapred de México como especialmente vulnerables: “las mujeres –dice la ONU hablando en general– corren un mayor riesgo de sufrir dificultades económicas, exclusión y violencia, y sufren mayor discriminación” (https://n9.cl/ghz86). Y agrega el Conapred, también en términos amplios, que las mujeres son el grupo más discriminado en términos de la estructura social y que la discriminación de género produce brechas importantes especialmente en los ámbitos educativo y laboral (citado en El Economista, 18/11/19. La propuesta, sin embargo, eliminaría un dispositivo que beneficia a la mayoría de las mujeres y lo sustituiría por acciones orientados a casos específicos de capacidad diferente.

La propuesta tampoco incluye un aumento en la matrícula de la UAM, que en 1990 era de 41 mil 300 (licenciatura) y en 2020 es de 46 mil 800 (licenciatura) (Anuario serie histórica). No se aumentarían los lugares disponibles, se despojaría a las jóvenes de un dispositivo que las favorecía y se establecería como reglamentario un examen estandarizado de opción múltiple, cuya agresiva naturaleza contra mujeres y jóvenes de clases populares tiene hoy una demanda pendiente ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que ya fue objeto de una larga huelga en la UNAM y de un movimiento de rechazo de estudiantes de la UAM en 1998.

Un segundo caso es el de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Durante muchos años esta ilustre institución ha admitido a cerca de 550 estudiantes, que es el número de lugares disponibles. Este año, sin embargo, ha surgido la iniciativa de que en diversas carreras se establezcan mayores limitaciones para el ingreso de estudiantes, lo que haría que a partir de ahora el número de admitidos se redujera prácticamente a la mitad y quedarían sólo 214 lugares disponibles y que ahora nadie podrá ocupar. Frente a las centenas de miles que buscan ingresar a la educación superior el número es ciertamente muy pequeño, pero lo que preocupa más es que con esto se consolida la tendencia a limitar cada vez más los espacios en las instituciones reconocidas.

Tanto en el caso de la UAM como en el de la ENAH existe una ventaja importante: ya desde hace años se ha consolidado la práctica de que instituciones como la UNAM, IPN, UAM, UPN, UAEM, UACM, Instituto Rosario Castellanos y otras se reúnan con la SEP y el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior (MAES) para discutir alternativas para las y los jóvenes que quedaron fuera de los procesos institucionales de admisión. En 16 años cientos de mujeres y hombres jóvenes han podido reconstruir su futuro. Pero no sólo, el que importantes instituciones de la Ciudad de México estén considerando medidas restrictivas es ahora un tema ineludible de esta mesa, afecta a todos.

Lo que significa que a partir del lunes de la próxima semana se abre el debate vivo sobre el acceso a la educación superior, la LGES y las propuestas mencionadas. Las experiencias de estas últimas dos décadas muestran que el tema del acceso a la educación superior es cada vez más un tema de la ciudad y multiinstitucional. Y ahora más, pues tiene que ver con la interpretación de la LGES de la 4T. ¿Se trata efectivamente de una ley para restringir? ¿Pueden efectivamente las instituciones –ahora parte coordinada por la estructura SEP gracias al artículo 52 de la LGE que la UAM y otras aceptaron sin queja– actuar sin referentes de equidad y respeto a los derechos? ¿A quién toca establecerlos?

* UAM-X.

Predominancia

Gustavo Gordillo

La Jornada

Decir que estamos presenciando en tiempo real el despliegue de un nuevo sistema de partido hegemónico, suena, por el momento, a exageración. Pero sí está cuajando un sistema de partido predominante.

Esto quiere decir predominancia. Sigo los datos presentados por mi colega Jorge Zepeda Patterson ( Milenio, 2/8/22), entre sábado y domingo pasados, se instalaron 553 centros de votación o asambleas distritales para elegir a los 3 mil congresistas nacionales de Morena. Esto es, 10 por distrito electoral. Son muchos, pero no se pueden comparar con las elecciones organizadas por el INE. Los comicios oficiales involucran a miles de funcionarios y representantes de todos los partidos, presupuestos en otra escala y atribuciones para movilizar a cientos de miles de ciudadanos. Con recursos infinitamente más escasos, Morena se las arregló para que 2.5 millones de personas pudieran sufragar.

Los incentivos. Como señala Zepeda Patterson a diferencia de una votación normal, en este caso no se necesitaba ganar más votos que el resto de los postulantes, sino simplemente quedar entre los 10 primeros. Una segunda diferencia es que no se votó sobre boletas que incluyen ya el nombre del candidato y en las que basta con cruzarlo; acá exigían al votante recordar el nombre completo y escribirlo correctamente. Esto llevó a que prácticamente todos los candidatos imprimieran etiquetas con su nombre para repartirlo entre potenciales votantes. Otra diferencia crucial es que no se operó con un padrón electoral.

Las lecciones. Primero, Morena –y para efectos prácticos, todos los demás llamados partidos–, tienen una sola alternativa para escoger a sus candidatos a puestos de elección popular: o hace sorteos o tómbolas –como ya lo hizo antes Morena–, o se realizan encuestas. Sin un padrón confiable de miembros de un partido, cualquier intento por realizar elecciones internas desemboca en un desastre como ya ocurrió en PRD, PRI y hasta en el PAN.

Segundo, el sistema de partidos que constituyó el engranaje principal del régimen de las alternancias desde 1997, colapsó en 2018. Lo que se vislumbra es un régimen con un partido predominante. Tercero, Morena sin ser partido tradicional o movimento social, es, una coalición electoral exitosa. Tal y como se perfilan las elecciones presidenciales de 2024, Morena emergerá como partido predominante en términos del conjunto de representaciones populares que alcanzará en los ámbitos nacionales, estatales y municipales.

La nueva institucionalidad. Las tres instituciones heredadas del régimen priísta: el madruguete, el ninguneo y el dedazo, estuvieron presentes en los acontecimientos recientes, incluyendo el nombramiento de la candidata al gobierno del estado de México. Gracias al reconocido filólogo de fama mundial, Mario Delgado, entendemos que acarreo existe sólo cuando se moviliza a gente a favor de un candidato. Pero en las elecciones recientes no había un candidato, sino listas. De suerte que no califica exactamente como acarreo. Se trata de una innovación creativa de la noble institución del acarreo, que propongo denominar acatrans es decir, acarreo transformador. Respecto al madruguete, suena a pleonasmo luego de constatar que las mañaneras son el instrumento estratégico con el que gobierna el Presidente. La llamada polarización se expresa en un sistemático y continuo ninguneo desde todos los bandos en disputa.

El dedazo. En cualquier régimen democrático el jefe del Poder Ejecutivo es el líder del partido en el gobierno.Más aún con un personaje carismático como AMLO. La clave es si las encuestas tendrán reglas claras y públicas con empresas encuestadoras solventes y, en consecuencia, con legitimidad reconocida por todos los potenciales contendientes. Si eso ocurre, como al parecer, en la selección del estado de México, el dedazo adquirirá otra forma de expresión. Sobre todo si no genera divisiones.

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