Una negligencia médica desde recién nacida dejó a Reyna sin poder ver, por desprendimiento de retina; desde ese momento su vida cambió, para ella y su madre, a quien le agradece haberla educado bajo mucho esfuerzo y dedicación, para hacerla la mujer independiente que es hoy día.
A sus 40 años, Reyna explica que su camino no ha sido fácil, al ser una persona con discapacidad visual, pero por su hijo es que a diario lucha para cuidarlo, protegerlo y hacerlo un hombre de bien, pero sobre todo, consciente de las necesidades y demandas de una persona con discapacidad.
Con un mensaje de no dejarse abatir ante las adversidades y tener coraje para lidiar con una sociedad aún discriminatoria, Reyna se pronunció por un llamado a la concientización de ciudadanos y de autoridades para continuar haciendo una ciudad inclusiva, con más espacios, en los cuales puedan caminar sin ser dependientes de otra persona