Columnas Escritas
Pinta Raya
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Francisco Javier Vázquez Burgos
El secuestro de Nicté-Ha tiene los chivos expiatorios
Han transcurrido poco más de 22 años del secuestro y, a la postre, asesinato de la hija del político campechano, Dolores Brito Pech, en Hecelchakán, municipio de esa entidad, la niña Nicté Ha Dolores, y para todos ya es un caso no sólo cerrado sino olvidado también. El supuesto autor intelectual, después de haber sido sentenciado a 40 años de prisión ya está libre, y digo supuesto porque los también supuestos autores materiales del crimen dicen que ellos nunca cometieron ni el secuestro y menos el asesinato, y que jamás mencionaron o inculparon a José Luis Ortegón Quintal, que todo el proceso ha sido amañado por temas políticos, desde altas esferas, y que a ellos no les permitieron presentar sus testigos, ni declarar a su favor, los jueces torcieron todo, la amenaza, los golpes, armaron el delito, manejaron el expediente, asentaban lo que quisieron, y culparon a quien se les ocurrió, por eso a 22 años de su reclusión Judith Tamay y Víctor Rocha, siguen clamando su inocencia y pidiendo su libertad, se consideran chivos expiatorios, cuyo único crimen es ser gente sin recursos, sin contactos para poderse defender de este abuso que, de ser cierto, es criminal.
Todo se da en un contexto político, Brito Dolores Pech era funcionario del municipio de Hecelchakán y realizaba protestas en contra de su alcalde, Juan Melken Díaz; se sospecha que Dolores Brito se iría a otro partido si el PRI no le daba la candidatura. Finalmente, en el 2000, fue candidato del PRI y ganó la elección, pero en ese inter de diferencias subidas de tono, se rumora que el secuestro de su hija no fue para exigirle los 8 millones de pesos de que se hablaba en su momento, sino para aquietarlo políticamente. Nunca se sabrá en realidad qué fue lo que pasó en el tema político, lo cierto es que coinciden las diferencias políticas con el secuestro y asesinato de la niña, ocurrido en la primera quincena de septiembre de 1998.
El juez de la causa penal213/98, Carlos Enrique Avilés Tun, encontró culpable José Luis Ortegón Quintal y lo condenó a 40 años de prisión, pero en el sexenio pasado obtuvo su libertad, no sabemos si se revocó la sentencia, se comprobó su inocencia, o de qué manera desecho los 40 años que le habían impuesto, lo que contrasta es que un par de indígenas, analfabetos, pobretones, inculpados de ser los autores materiales siguen en prisión, tienen 22 años y claman que nunca participaron en secuestro ni en el asesinato.
Manuel Rocha dice que el día que ocurrió el secuestro el consultó en el seguro social, cargó gasolina en una estación de servicio de ese municipio y también estuvo en un taller de reparación de llantas, todas esas pruebas, esos testigos no le fueron admitidos en su descargo para alegar su inocencia ya que, a los testigos, narra el recluso, fueron amenazados por las mismas autoridades para que no acudieran a sus audiencias.
Todo parece indicar que lo que se criminalizó fue la pobreza y la ignorancia, que agarraron las autoridades a un par de desprotegidos que no saben ni expresarse y los elevaron a rango de asesinos para así la policía y el gobierno principalmente tener contento al político Dolores Brito, al tener presos a los falsos responsables del asesinato de su hija, y entrar en acuerdos políticos.
la fecha.
Todos contentos, la policía fue eficaz, pero en su teatro, la familia afectada satisfecha con que se castigue a los responsables, el supuesto autor intelectual ya en libertad, pero un par de personajes, a 22 años de estar presos, siguen clamando su inocencia. Si las investigaciones se equivocaron en el caso del gringo, todo lo demás es falso, por lo que, en consecuencia, Judith y Víctor también deberían estar en libertad, aunque nadie les va a devolver 22 años de miseria en la prisión de San Francisco de Kobén. Nos dicen, que así está la cárcel de Kobén, llena de inocentes, de gente que no puede pagar una defensa, personas que estuvieron el día, el lugar y la hora equivocada y se les vincula con delitos, donde no tienen nada que ver.
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