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Revocación y Alicia en el país de las maravillas

José Buendía Hegewisch

Excelsior

La primera revocación de mandato se parece a entrar por el espejo del mundo al revés de Alicia en el país de las maravillas: se convoca desde el poder para reafirmar el mandato de López Obrador. La oposición quisiera que se vaya, pero llama a no participar para dejarlo sin efecto, y otras autoridades y medios caen en el activismo con la defensa de la abstención activa para mostrar desacuerdo con la consulta, aunque asistir sea una obligación cívica.

Es un claro ejemplo de distorsión de la polarización. Los polos enfrentados en dos realidades distintas donde todo acaba por funcionar al revés y deja a cada cual fuera del guion que le toca. El gobierno llama a la consulta, pero para revocar su fachada con la mirada en la sucesión de 2024. La oposición, al boicot para dejar solo al Presidente, como parte de su crítica al poder como la única forma de hacer política sin proyecto. Es como si hubiese una consulta delante del espejo y otra atrás, en que la realidad se invierte como en el cuento de Carroll. Con cruzar el espejo, la rendición de cuentas para valorar la permanencia del Presidente se vuelve un acto de reafirmación y lealtad para que siga la 4T.

La extrañeza podría deberse a interpretar el papel por primera vez, aunque todos conocen el guion desde antes. La ley del revocatorio fue aprobada en el Congreso con amplios consensos de partidos, que antes la votaron como un derecho político y ahora quieren desechar porque no ir a votar en una consulta es el derecho a disentir de ella.  Desde las culturas más antiguas han encontrado en el espejo la forma de viajar a otra realidad. La oposición quiere encontrar la oportunidad de mostrar al rey desnudo en un momento en que se ve descolocado por los escándalos en torno a su gobierno y familia. Mientras que López Obrador quiere hallar una alta participación para mantener el liderazgo político hacia su propia sucesión.

Por eso llama a participar, aunque voten en contra, como condición para la legitimidad de la consulta. Y los opositores piden a la ciudadanía ceder el derecho a decidir para propinarle daño a su popularidad, que resiste como recubierta de teflón, a pesar del desgaste del mandato. Donde todos coinciden es en el cálculo político de que la consulta fracasará si se profundiza la sangría de 10 millones de votos de Morena en la última elección o se repite un irrelevante 8% de la consulta a expresidentes.

Ese escenario es como la caída libre de Alicia en el agujero que lleva hacia el interior del cuento. Pero cruzar al otro lado de espejo para devolver al mundo al derecho es una salida falsa para la democracia, como el intento de la reina de decapitar un gato que no tiene cuerpo. Ninguna democracia tiene cuerpo sin participación, haya o no un porcentaje para hacerla vinculante como en la consulta. La lucha política no puede combatirla sin dejar otro mal precedente de lo que puede ocurrir en 2024 por las condiciones de polarización, equidad e igualdad de la contienda.

En el mundo al revés de la polarización, el boicot abre riesgos para el 2024 por apelar a la desmovilización política como forma de exhibir a un gobierno, no para sancionarlo. La idea de jugar con los derechos políticos para poner en aprietos al Presidente ya deja precedentes negativos como la respuesta de Morena al boicot con el decretazo contra la veda electoral para que el gobierno pueda hacer campaña. Ante el riesgo de una consulta desairada, Morena y aliados en el Congreso cambiaron las reglas del juego en pleno proceso –no se puede– para liberar a la maquinaria gubernamental de restricciones de promover el revocatorio con una interpretación de dudosa constitucionalidad.

La dinámica de la polarización lleva a cruzar el espejo y agudiza los desencuentros, como el fuerte choque de Morena contra el INE. También en el mundo al revés, el poder trata de neutralizar al árbitro con ataques como servir al “viejo régimen de la oligarquía”, mientras el árbitro acusa “oscuras intenciones” por trampas y noticias falsas. Así, la apuesta por la polarización sólo configura escenarios preocupantes para una democracia que avanza un paso con consultas directas a la ciudadanía y luego retrocede dos en la lucha política entre facciones.

La inmaculada percepción

¿Y todo para qué?

Vianey Esquinca

Excelsior

Las crisis sacan lo mejor y lo peor de las personas y ahora se sabe, de los partidos políticos. Éste es el caso de Morena y sus integrantes, léase políticos, legisladores, servidores públicos, funcionarios y, hasta el propio Presidente de la República.

La revocación de mandato debería ser un ejercicio ciudadano, pero debido al manejo desaseado que le ha dado Andrés Manuel López Obrador y su grey, se ha convertido en un peligro para las instituciones democráticas e, irónicamente, en un problema para Morena.

La principal crisis que hoy enfrentan los del partido guinda es que la consulta que se llevará a cabo el 10 de abril ha despertado el mismo entusiasmo que escuchar un discurso de 4 horas de algún socialista trasnochado. Y no es, como lo han querido hacer ver los morenistas y sus aliados, porque el INE no haga su trabajo, sino porque simplemente no levanta el más mínimo interés. El tabasqueño no se va a ir y la gente, aun la que no está de acuerdo con él, coincide en que debe terminar su mandato. Entonces, ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?

Ante esto, Morena entró en pánico —primera conducta desadaptada de una situación de crisis— y comenzó a actuar en consecuencia. Su histeria empezó por golpear al órgano electoral y cuando vio que era insuficiente e inútil determinó cambiar la ley.

Por increíble que parezca los personajes que durante décadas pidieron que los servidores públicos y los gobiernos sacaran las manos de los procesos electorales, no se metieran y no utilizaran recursos públicos para mover la balanza, aprobaron un decreto para permitir que tanto el mandatario, como los funcionarios públicos pudieran opinar y promover la revocación.

Saltarse las normas, ir contra la ley o, como este caso, la Constitución, es algo que sucede con frecuencia en momentos de crisis. Y los morenistas se han convertido en verdaderos expertos en protagonizar el “al diablo con las instituciones 2.0 recargado”. Por supuesto, esto con el visto bueno del Presidente, quien, seguramente, ve orgulloso y con lágrimas en los ojos cómo sus pupilos y seguidores han llevado a máximos históricos su desprecio por la ley.

A los legisladores de Morena y sus rémoras se les olvidó un pequeño, pequeñísimo detalle contemplado en la Constitución Política Mexicana: la retroactividad. Este decretazo no podría aplicarse en un proceso electoral en marcha y así se los hizo saber la Sala Especializada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Pero ante la desesperación y el agandalle, lo más probable es que el Presidente y los morenistas sigan violando impune y reiteradamente la veda marcada por la ley. Esto a pesar de que la Suprema Corte de Justicia también había señalado que los partidos políticos no, del verbo no, en serio, pero no podían promover la consulta.

En una crisis también se pierde el pensamiento crítico y se decide seguir a la masa. Las acciones comunitarias o de un grupo se convierten en la guía a pesar de su irracionalidad. Por eso es que en el campo de batalla han quedado esparcidas la voluntad, la mente y la autonomía de muchos políticos, pensantes en otros tiempos y hoy sumisos y abnegados.

Lo que queda para la historia es una muestra de hasta dónde pueden llegar los partidos por la desesperación de no cumplir un capricho y una orden presidencial, que están dispuestos a todo, lo que incluye pedir licencia para promover la consulta. Porque, en efecto, en los congresos locales las y los diputados hicieron a un lado su trabajo sin importar si fueron electos para legislar no para ser brigadistas.

Si a pesar de todo esto, la consulta fracasa y tiene una mínima participación, como dirían los clásicos, ¿y todo para qué?

Joe Biden, descalificado

Antonio Gershenson

La Jornada

Como si Joseph Biden fuese ejemplo de autoridad política, el presidente de Estados Unidos se ha deslindado de las matanzas que han ocasionado las guerras confeccionadas por los empresarios que han influido en los gobiernos de su nación. No importa si aquellos eventos trágicos ocurrieron durante otras administraciones, como jefe de Estado, Biden sí puede dar una explicación verídica de la política injerencista que han mantenido los gobiernos estadunidense anteriores y de las tragedias que han ocasionado en el mundo. No importa quién haya ocupado el salón Oval, todos han pertenecido a la misma ideología. Diferente partido, mismo pensamiento.

Por otro lado, sin que ningún tribunal les haya pedido cuentas, utilizan los horrores que causan los enfrentamientos bélicos para amenazar a media humanidad con la destrucción atómica. Una de sus metas, entre muchas absurdas, es seguir dominando y acaparando las riquezas de la colectividad, donde quiera que éstas se encuentren.

El gran daño ya está hecho. La industria bélica ha generado repudio por los elementos utilizados en la elaboración de la bomba atómica. Nos referimos al elemento uranio. Sin embargo, éste es una fuente de energía de gran valor, pues también es utilizado como materia prima en diversos rubros de la industria.

Con las amenazas periódicas de los gobiernos dominados por sus oligarquías han provocado temor colectivo a las guerras, especialmente y con sobrada razón a las de exterminio masivo, como la nuclear. ¿Con qué derecho nos someten a un tipo de estrés de ese calibre? ¿No aprendimos la lección de Hiroshima y Nagasaki? ejemplo de la aberración humana en contra de la población civil.

De tal forma, las palabras uranio y derivadas están condenadas al repudio general. La inseguridad y las crisis económicas, si bien son una realidad, también son distractores utilizados por estos expertos en el simulacro, para ocultar el avance de la industria bélica nuclear.

Sin mayores datos, a través de redes sociales, compartieron un video corto donde un ciudadano estadunidense reclama de frente al presidente Joe Biden su parte en la provocación a Rusia, a través de Ucrania, país al que apoyó para que el presidente Volodimyr Zelensky tomara el poder.

Le recordó al mandatario acerca de los miles de civiles que fallecieron en Irak y en Afganistán, donde sus amigos, entre muchos estadunidenses más, perdieron la vida. El también, ex militar, lo señaló como descalificado para el cargo de presidente. Pese a que Biden le da la espalda y se aleja, el ciudadano le espetó varias veces en voz alta: ¡usted está descalificado señor!.

No es cualquier cosa una guerra nuclear, sin embargo, los gobiernos estadunidenses han utilizado esta desgraciada idea como negociación diplomática. Y, al mismo tiempo, influyen más allá de la guerra. Es decir, desinforman acerca de la utilización pacífica del uranio. Se pierde así una oportunidad de avanzar más rápido hacia la transición energética debido al prejuicio en contra de las centrales nucleares.

Con esta evidencia destructiva del uranio se complica su aceptación para su utilización como energía limpia no renovable. No obstante, comparada con otras fuentes de energía, la nuclear no despide gases que provoquen el efecto invernadero.

El combustible utilizado en las centrales nucleares por supuesto que es altamente radioactivo. Sin embargo, para evitar la contaminación, existe la regulación y todas las medidas que se indican en los protocolos de seguridad y manejo. Se ha avanzado en las técnicas para su destino final, sin que implique contaminación ambiental

Como ya se sabe, la energía nuclear es la principal fuente para generar electricidad. Otras aplicaciones de esta tecnología, es la de servir como auxiliar en no pocas acciones para la automatización en las líneas de producción que requieren alta velocidad.

En el área de la medicina nuclear, ha sido de suma importancia en los procesos de diagnóstico. El avance en la investigación permitirá el tratamiento de enfermedades complicadas y, sobre todo, alcanzará con un costo más bajo la utilización más accesible para la población que lo requiera. Por eso es importante que el uranio disminuya su utilización en material bélico.

La energía nuclear resulta indispensable para el desarrollo de la ciencia, la medicina y otras áreas donde se necesiten artículos de plásticos diversos, además de su potencial para la esterilización de varios productos desechables. Sin olvidarnos de la energía calorífica para la propulsión de turbinas, tanto de las centrales nucleares, como para algunos vehículos de grandes dimensiones.

No necesitamos más amenazas nucleares. Requerimos que se cumplan todos aquellos acuerdos y tratados que nos previenen y nos alejan de una hecatombe definitiva.

Esperemos que propuestas como las del Tratado de Tlatelolco y leyes más objetivas, se multipliquen y sean asimiladas por todos aquellos gobiernos que fabrican material bélico nuclear. Lo necesitamos para un futuro inmediato, donde la guerra nuclear sólo sea una desafortunada característica de la fase destructiva del desarrollo humano.

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