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Los monólogos de la Martina

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COLOSIO, 30 AÑOS

Sin siquiera mirarlo a los ojos, la bala asesina, del odio, de la cobardía, de la ruindad política, terminó con la vida, hoy 23 de marzo, ya 30 años atrás, de Luis Donaldo Colosio.

La bala cobarde escondida en un arma de fuego accionada por un cobarde, un infeliz, un pobre diablo de apellido Aburto, que tras 30 años de prisión hoy pide ser liberado.

La bala asesina de la renuncia a la esperanza de millones de mexicanos que creían en Luis Donaldo, el hombre que de súbito se encontró con la muerte en un suburbio de miseria, Lomas Taurinas, allá en Baja California.

«Yo veo a un México con hambre y sed de justicia» repetía una y otra vez Colosio.

La frase retumbó en un acto de multitudes en el emblemático monumento a la revolución. Muchos políticos forjados en la política de entonces se preguntaban si Colosio no estaba yendo demasiado lejos en su discurso. No. Ese discurso había sido revisado la noche anterior por el presidente Salinas.

No fueron pocos políticos que encontraron connotaciones, similitudes incluso, con el discurso de Colosio y el de Martin Luther King, el gran líder de los derechos civiles afroamericanos. Luther King pregonaba «I have the dream», (yo tengo un sueño), que suponía la igualdad entre blancos y negros en Estados Unidos, en tiempos dramáticamente discriminatorios.

NO LO SÉ, VOLVIENDO A COLOSIO.

No sé si Colosio hubiera podido cambiar para bien las cosas en éste País, atrapado como estaba en la entraña misma de la nomenklatura del poder. La tarea era un reto fenomenal.

Pero creo que al menos lo hubiera intentado.

No le permitieron asumir el reto.Todos aquellos dueños de ese poder que no querían cambios para bien en México. Ese fue el gran pecado mortal. El que no se perdona. El que nadie debería perdonar. El haberle negado esa oportunidad a Colosio

Nunca he compartido la creencia idiota de que Carlos Salinas de Gortari mandó al asesino Aburto a terminar con la vida del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio.

Siempre he creído que, como mucho se ha dicho entre la clase política mexicana, la bala que mató a Colosio, también mató a Salinas. A éste políticamente: a aquél físicamente.

Colosio era la obra de Salinas; él lo inventó y lo llevó de la mano por las aguas procelosas de la política hasta hacerlo candidato del P.R.I. a la presidencia de México.

Era su obra política. Nadie perdió políticamente tanto con el asesinato de Colosio como Salinas.

No había manera de que se beneficiara Salinas con ese asesinato.Todo lo contrario. Ya vendría el candidato emergente Ernesto Zedillo con la persecución a Salinas y a su familia, a comprobarlo.

Salinas no mandó matar a Colosio.

Pero Salinas de alguna o de muchas formas fue el autor intelectual del asesinato de Colosio, sin tener que dar la órden de matarlo.

Salinas creó todas las condiciones posibles, todos los escenarios políticos adversos para que Colosio fuera asesinado.

En ese su afán de manipulación a su candidato y, de ser posible, a su sucesor, Salinas, con la complicidad del resentido que no fue electo por el gran dedo de entonces, Manuel Camacho Solís, creó el caldo de cultivo para oscurecer, para ensombrecer la campaña de Colosio.

Y le funcionó tan bien a ambos que atrajo la incertidumbre y hasta la desconfianza en las élites políticas de entonces contra la campaña de Colosio.El ambiente político adverso contra Colosio estaba ahí, se advertía, se respiraba.

Y así permanecieron esos escenarios de nubarrones negros hasta que hizo su aparición en escena un sociópata llamado Mario Aburto y accionó el arma asesina por órdenes de cuyo nombre, o nombres, se desconocen hasta la fecha, 30 años después.

A 30 años de su muerte, 23 de marzo de 1994, la gran interrogante que choca de frente con la esperanza colectiva aún vigente, y al márgen de un priísmo prostituido y decadente, es si en verdad Luis Donaldo Colosio Murrieta, el sacrificado candidato priísta a la presidencia de México, de verdad hubiera podido cambiar para bien éste país, del que pregonaba en sus actos multitudinarios:

«México tiene hambre y sed de justicia «

Como hasta la fecha.

P.d. Hoy, fecha trágica del asesinato de Luis Donaldo Colosio, su amigo el tal Nico tuvo la discutible ocurrencia de nacer. Quiero dar las gracias a todos mis bienamados amigos y lectores, por sus felicitaciones y buenos deseos ante un año menos. En verdad se los agradezco de todo corazón a todos. Mil gracias.

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