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AMLO, el desconocimiento

Ernesto Villanueva

Proceso

La declaración presidencial de que Daniel Chávez es “supervisor honorífico” del Tren Maya es muy grave porque el conflicto de interés no reside en si se paga o es honorífica la relación empresa-gobierno. La OCDE ha hecho un atendible estudio donde separa el conflicto de interés en tres tipos.

El pez por su boca muere dice el adagio popular. El reportaje inicial de Mexicanos contra la Corrupción y Loret de Mola lo califiqué de falta de interés público cuando se publicó por cuanto a su contenido. Las cosas han cambiado en los días subsiguientes por nuevos elementos no invocados en esa primera entrega y que han ido surgiendo en buena medida por los hallazgos periodísticos posteriores, así como el deplorable manejo de crisis del presidente López Obrador y su hijo José Ramón López Beltrán. Veamos.

Primero. En redes José Ramón López Beltrán dice que tiene visa de trabajo como “asesor legal” de una empresa privada en los Estados Unidos de América. No hay que indagar mucho para saber que López Beltrán que no tiene estudios superiores a la licenciatura en México, que no cuenta con la aprobación del examen de la Barra de Abogados de Texas para ejercer como abogado. ¿Cuál sería el incentivo de una empresa para contratar un abogado no especializado y para tramitarle su visa de trabajo para trabajar en asuntos domésticos propios del quehacer jurídico en Texas y en los Estados Unidos? No es el caso, el propio hijo del presidente reconoció que desde el 2020 trabaja en la empresa KEI Partners cuyos intereses no están en el mercado norteamericano, sino en México.  No se trata, pues, de un despacho jurídico o de una empresa que única y exclusivamente se dedica a cuestiones domésticas en EUA, alejadas por entero de México.

¿Es posible pensar que haya sido contratado aprovechando sus relaciones, aunque no esté trabajando directamente en el gobierno mexicano, si no fuera hijo del presidente mexicano dadas sus pocas credenciales académicas y profesionales hasta donde se sabe? ¿O podría ser que la empresa que requirió sus servicios, con razón o sin ella, considere que es una buena estrategia de acercamiento con el gobierno mexicano o con algunos servidores públicos clave del mismo? Quizá lo mejor hubiera sido que su esposa como ciudadana norteamericana le hubiera conseguido la residencia sin meterse en un embrollo que, se advierte, tiene más problemas por venir. Qué necesidad.

Segundo. Resulta extraño que la empresa en la que presta sus servicios López Beltrán obtuviera su dominio en internet en el año 2019, habría que preguntarse ¿cuándo fue constituida la empresa en Estados Unidos? ¿Fue con motivo del triunfo electoral del presidente López Obrador? ¿Cuáles los clientes actuales y potenciales de esa empresa, son para negocios en EUA o principalmente en México? Si las declaraciones de López Beltrán son en sí mismas lamentables no menos se puede decir de las afirmaciones del presidente López Obrador que no tienen desperdicio: “En efecto, es una empresa de los hijos de Daniel Chávez que me ayuda como supervisor honorífico en el Tren Maya, pero no cobra absolutamente nada ni tenemos una relación de negocios, él no tiene negocios con el Gobierno federal, no hay ningún problema de interés, es de los empresarios que nos ayudan”.

Esta declaración es muy grave porque el conflicto de interés no reside en si se paga o es honorífica la relación de la empresa de referencia con el Tren Maya donde tiene intereses en ese sector. Esto hay que dejarlo claro. La OCDE, de la que México forma parte, ha hecho un atendible estudio donde separa el conflicto de interés en tres tipos, el real, el potencial y el aparente, el primero es un acto de corrupción y los segundos representan un riesgo para que eventualmente puedan ser contrarios a la ley. En cualquier caso, en las sociedades democráticas cualquier tipo de conflicto de interés es ajeno a la imparcialidad, a la integridad y a la transparencia. Es posible, pero improbable que las intenciones del señor Daniel Chávez, una de cuyas empresas relacionadas con él, haya contratado a López Beltrán, resulte ser un filántropo y un empresario desinteresado que no busca otro interés que el mejor interés de México, a pesar de que su giro de negocios esté vinculado con áreas relacionadas con el Tren Maya.

Tercero. Si los dos primeros aspectos pintan de cuerpo entero a los responsables de estos temas quienes le han mentido o han callado y dejado que el presidente de la República y su hijo se enreden y se auto inculpen en público, no menos grave es que el presidente, o sus asesores, no tenga  idea de qué hace el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Sólo de esta manera se puede entender que en la mañanera de hoy lunes 14 de enero del 2022 haya dicho: “Que sepan que yo no me voy a dejar. El que se aflige se afloja, tenemos que seguir defendiendo la Cuarta Transformación y voy a pedir al Instituto de la Transparencia, porque necesito que se investigue sobre los recibos y las facturas y ver si es cierto (se refiere a los ingresos de Loret de Mola)”. Ver para creer semejante declaración.

Es obvio que el INAI está impedido constitucional y legalmente para cumplir la petición presidencial; al contrario, debe estar atento a que no se vulneren los derechos a la privacidad de los gobernados, así se trate de personas de trascendencia pública como es el caso de Loret. El INAI únicamente puede ordenar, en su caso, y después que el solicitante de información haya obtenido una negativa de los sujetos obligados, aquellos datos de contratos con sujetos obligados del sector público, salvo los que hayan sido clasificados que son una excepción. Lo más grave es que se pierdan las mínimas formas y la razón y el conocimiento básico del derecho sea sustituido por la pasión y el encono en perjuicio de todos.

Juegos de poder

Loret, el Presidente y la casa de su hijo José Ramón

Leo Zuckermann

Excelsior

El presidente López Obrador está desesperado. Ya no sabe qué responder sobre el escándalo relacionado con uno de sus hijos o cómo cambiar el tema de conversación pública.

El hecho es que, hoy, 18 días después que Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) publicaran el reportaje sobre José Ramón López Beltrán, todavía no sabemos la respuesta a la pregunta central de este asunto:

¿A cambio de qué un alto ejecutivo de la empresa Baker Hughes, contratista de Pemex, le prestó una lujosa casa al hijo del Presidente en Houston, Texas, entre agosto de 2019 y enero de 2020?

Partamos de la premisa que nadie le presta a otra persona una residencia a cambio de nada. Lo que procede es que López Beltrán, el dueño de la propiedad, Keith L. Schilling, o Baker Hughes aclare si la pareja López-Adams pagó la renta del inmueble y, si es así, cuánto para ver si es compatible con los precios del mercado. En su defecto, si no hubo renta, ¿por qué Schilling prestó la casa? ¿De dónde viene la relación entre las partes? Todo esto en aras de esclarecer si existió un posible conflicto de interés o, incluso, tráfico de influencias.

¿Cuál es la información que ha salido a partir del reportaje de Latinus y MCCI el 27 de enero pasado?

1. Schilling, quien ya no labora en Baker Hughes, reconoció que López Beltrán fue su inquilino. En declaraciones para Bloomberg, aseguró que no sabía que José Ramón era el hijo del Presidente de México y “no tenía ninguna relación previa, conexión personal o familiaridad con el arrendatario o la familia del arrendatario de ninguna forma o manera alguna”. Agregó que, como alto directivo de Baker Hughes, tampoco tuvo “responsabilidad por ninguna actividad comercial o contrato en, o relacionado con, México”.

2. En el periodo en que José Ramón y su esposa habitaron la casa de Schilling, Pemex le otorgó dos asignaciones directas a Baker Hughes, sin licitación de por medio ni la aprobación del Consejo de Administración, por 194 millones de dólares.

3. La periodista Peniley Ramírez reveló que la segunda asignación a Baker Hughes, por 109 millones de dólares, la firmó Ulises Hernández, entonces director de PMI, filial internacional de Pemex en Houston, ahora miembro del Consejo de Administración de la refinería Deer Park que Pemex le compró a Shell.

4. El director de Pemex negó que el gobierno mexicano haya beneficiado a Baker Hughes. Según Octavio Romero Oropeza, las asignaciones fueron “ampliaciones”, órdenes de servicio que están permitidas por la ley.

5. No obstante, con los propios número de Pemex, se observa que los pagos de la petrolera mexicana a Baker Hughes se triplicaron durante este sexenio. En 2018, Baker Hughes ocupó el sitio número 13 de proveedores de Pemex con más pagos. En 2021 subió al siete.

6. MCCI ha reportado que la renta que pagó López Beltrán y su esposa por la casa fue de seis mil 187 dólares por mes, información que no ha sido ni confirmada ni negada por el arrendador o el arrendatario.

Esto es lo que han salido a la luz pública después del reportaje del 27 de enero. El hecho indubitable es que, al día de hoy, con la información disponible, no sabemos si hubo conflicto de intereses o tráfico de influencias.

El Presidente, en cambio, ha dirigido sus baterías contra Carlos Loret. La vieja táctica de “matar al mensajero”. Desde su púlpito matutino, ha injuriado e insultado al periodista para socavar su credibilidad. El viernes, en el último capítulo, publicó los supuestos ingresos de Loret de una fuente muy “confiable”: alguien que se lo envió a Palacio Nacional; sí, alguien de los 50 millones que “le informan”. Muy confiable…

El Presidente, de esta forma, no sólo violó la ley al dar a conocer información privada de un ciudadano sino que demostró un nivel de indecencia impropio de un Presidente. Qué indigno ver a un mandatario comportándose como politiquillo de rancho. Qué grande le quedó la investidura presidencial.

Pero no nos hagamos bolas. Lo que quiere AMLO es enviar el mensaje que está dispuesto a utilizar todo el poder del Estado con el fin de descalificar a los periodistas que están tocando nervio, es decir, los que están revelando posibles casos de corrupción en este gobierno.

Yo no sé si Loret gana mucho o poco, ni me interesa. Lo que sé es que Carlos está haciendo bien su chamba sacando a la luz pública historias que ponen en predicamento a los poderosos de este gobierno y eso tiene un gran valor en una democracia liberal. Tan es así, que el Presidente se ve desesperado.

México SA

México, paraíso del capital español // Fox, Calderón y Peña, coimeros // Según quién, ¿todos somos Loret?

Carlos Fernández-Vega

La Jornada

Siempre creativo –dadas las abundantes cuan permanentes estupideces que dice y hace–, como inquilino de Los Pinos Vicente Fox presumía y teorizaba que en México la democracia es de, para y por los empresarios, aunque sólo los cupulares, los de mayores fortunas y, de pasadita, los que inyectaban jugosas cantidades (que les regresaba copeteadas vía contratos, concesiones, evasión fiscal y demás) a Martita Sahagún por medio de su oscura Fundación Vamos México (ahora asociada al Centro Fox, que también ella maneja; negocio redondo, pues).

Con ese concepto inició su sexenio, pero su visita a España (donde, charoleadas botas de por medio, saludo a Juan Carlos I con un amistoso qué pasó mi rey) le permitió añadir elementos a su teoría, pues ya no sólo serían los empresarios cupulares mexicanos quienes usufructuarían la democracia foxista, sino los grandes capitales españoles (de los sectores financiero y energético en primera línea), para lo cual contó con varios lobistas gachupines (el ex presidente socialista Felipe González a la cabeza) prestos a concretar descomunales negocios en tierra azteca y gozar de todo tipo de privilegios, con lo que de nueva cuenta funcionó la diplomacia de oro por espejitos.

Así, durante su estancia en Los Pinos la llegada de capital español se incrementó en más de 400 por ciento (respecto al monto captado en el sexenio zedillista) y rápido puso a su disposición una amplia gama de bienes nacionales, en continuidad con la venta de garaje iniciada por Miguel de la Madrid y acelerada por Carlos Salina de Gortari. Con el mariguanero en la residencia oficial, la inversión española ocupó el segundo peldaño, sólo superada por la estadunidense.

Con Felipe Calderón, a todo vapor continuó la industria del oro por espejitos, y el gran capital español se metió hasta la cocina, siempre, claro está, en sectores de altísimas utilidades, como los de la electricidad, el gas, el turístico y de infraestructura, por sólo mencionar esos. En el sexenio del Borolas la inversión española directa (la especulativa se cocina aparte) subió en 20 mil millones de dólares y la presencia gachupina en la economía mexicana se expandió como la humedad, siempre en connivencia con el gobierno federal, quien apuraba los permisos y desdeñaba la tramitología. Peña Nieto hizo lo mismo, y convirtió a la española OHL en su trasnacional de cabecera, como antes Calderón con Iberdrola y Fox con Repsol. Pero no sólo ellos, porque en la tienda de enfrente alegremente participaron cuatro presidentes monárquicos (dos de ellos socialistas): José María A(s)znar (testigo de la boda Vicente-Martita, entre otras gracias), José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y, hoy en funciones, Pedro Sánchez, siempre al servicio del gran capital.

Como bien lo apunta el reportaje de Armando G. Tejeda, nuestro corresponsal en España, publicado ayer por La Jornada (https://www.jornada.com.mx/2022/02/ 13/economia/013n1eco/): “antes de la llegada al poder del panista Vicente Fox, la inversión española en México era casi testimonial. España estaba preocupada por superar la crisis económica de finales del siglo XX, la cual tenía al país europeo sumido en una profunda depresión laboral y financiera. Sus grandes empresas estaban enfocadas al mercado europeo y en América Latina primero les interesaba Brasil, que concentraba alrededor de 48 por ciento de la inversión ibérica en la región; Argentina, con 24 por ciento y Chile, con 11 por ciento.

“Con la llegada a la presidencia de Fox, pero sobre todo de Calderón, se abrieron de par en par las puertas del mercado mexicano, público y privado, a las empresas españolas. Fue un periodo histórico que coincidió con la gran expansión de las trasnacionales ibéricas (…). En 20 años, las grandes corporaciones españolas han pasado a controlar algunos de los sectores estratégicos de la economía mexicana”.

Las rebanadas del pastel

Dicen algunos que todos somos Loret, lo que implicaría que quienes eso afirman también arman montajes, son mercenarios de la información, mienten como respiran, fabrican y facturan noticias a modo, carecen de ética y rigor periodístico, son financiados por oscuros personajes de la política y demás cualidades que caracterizan al sicario mediático yucateco. Cierto es que si uno ubica a ciertos periodistas –totalmente desprestigiados– promotores de ese despropósito, entonces no cabe duda: ellos sí son como Loret, pero de ninguna manera todos.

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