Columnas Escritas
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Arsenal
Los sobornos de El Mayo y la casa en Tepoztlán de Fernández Noroña
Francisco Garfias
Excelsior
¿A quién le daba dinero El Mayo? Ésa es la gran pregunta. La hizo la Presidenta en la mañanera, nos la hacemos los ciudadanos. No basta que haya dicho que sobornaba policías, militares y políticos nada más así, en genérico. Eso no es novedad. Ya lo sabíamos.
Ocultar nombres no ayuda a un combate eficiente en contra de los cárteles de la droga. Al contrario, prolonga la impunidad.
Yo no me trago las declaraciones del abogado de Zambada, Frank Pérez, de que no hubo acuerdo y que su defendido no dio nombres.
¿A cambio de qué, el capo logró el acuerdo para que le conmutaran la pena de muerte por cadena perpetua? ¿De pura paja? Son preguntas.
El silencio ampara a esos narcopolicías, narcocomandantes militares, narcopolíticos de los que habló El Mayo.
Ya la Presidenta declaró que se necesita una denuncia para que su gobierno proceda. ¿Será que no piensa investigar la veracidad de lo declarado por el capo en Brooklyn?
A la Presidenta, por cierto, no le gustó que Stephen Miller, asesor de seguridad de Trump, dijera que algunas ciudades de Estados Unidos “son como la Ciudad de México, que está gobernada por el crimen organizado”.
La también exjefa de Gobierno reviró:
“Hoy mismo, en la reunión del Gabinete de Seguridad, le pedí a la Secretaría de Relaciones Exteriores y a la Secretaría de Seguridad que le hagan llegar a ese asesor de la Casa Blanca las cifras de la Ciudad de México, porque a lo mejor no las conoce. La reducción de homicidios en la Ciudad de México es casi del 60 por ciento”.
Nada más que allá no creen en “los otros datos”. Ni aquí tampoco.
* Lejos están los tiempos en que Gerardo Fernández Noroña, entonces de oposición, pedía “que no haya privilegios, que renuncies a tu seguro privado, que renuncies a tu sobresueldo, que no seas de doble moral, que no seas hipócrita.
“Eso es lo que proponemos, que haya austeridad republicana”, subrayaba.
Esa declaración está en un video que circula en X.
Pero al presidente de la Mesa Directiva del Senado ya se le olvidó vivir conforme a los principios de austeridad republicana que alguna vez pregonó. Como si el valor, la congruencia, fueran de cero. Ya hasta presume la casa de 12 millones de pesos y 1,200 metros cuadrados que compró en Tepoztlán.
En un video muestra el comedor, la escalera, una bonita pieza de arte popular, la cocina, la cantina, el jardín. “Allí estaba la hamaca donde estuve sufriendo y llorando”, dice en tono irónico.
Fernández Noroña espera que allí lleven sus cenizas “cuando me chupe la bruja. Espero que falte mucho para eso”.
Jura, además, que la compró a crédito.
* El escándalo que se armó lo obligó a convocar a una conferencia de prensa para defenderse.
Allí mostró supuestas copias de las declaraciones patrimoniales de Alito Moreno, Ricardo Anaya, Lilly Téllez, Marco Cortés, Federico Döring, Jorge Romero, Manuel Añorve.
Mal de muchos… Ninguno tiene bienes inmuebles, salvo Romero y Marko Cortés, según las copias que leyó Fernández Noroña. Tampoco tienen vehículos. Los demás “viven en un jacal y viajan en Didi y en Uber”, dijo el morenista en tono burlón.
Ya encarrerado, se fue contra Azucena Uresti: “Hoy, en la mañana, se atrevió a decir que es financiamiento del narco. ¡Qué audacia! Ella tiene un departamento aquí, en Reforma, que vale más que la casa que yo estoy pagando”, aseguró.
La respuesta de Uresti no tardó. “¡Miente!”, acusó la valiente conductora en un mensaje dirigido a Noroña en X. “No tengo ningún departamento en Reforma. Yo, muy feliz y dignamente, vivo de mi trabajo.
“¿Tiene pruebas? Preséntelas ahora…”, retó Azucena.
* En la UNAM se preparan para el cierre difícil de un año complicado. Pero, de cara al 2026, esperan un presupuesto universitario igual al de este año, más la inflación, “como ha sucedido en años recientes”.
El rector Leonardo Lomelí, nos dicen, mantiene un “firme compromiso” con la transparencia y el uso escrupuloso de recursos, así como el incremento de la matrícula.
Lomelí dio la bienvenida el viernes pasado a más de 84 mil estudiantes de nuevo ingreso en licenciatura y bachillerato.
A diferencia de lo que ocurría durante el mandato de AMLO, las relaciones de las autoridades de la UNAM con la presidenta Sheinbaum son buenas.
La Presidenta estuvo ayer en la ceremonia del Primer Ciclo Escolar del Bachillerato Nacional que ella impulsa. El rector reconoció la iniciativa de Sheinbaum, afirmó que la UNAM participará activamente en este esfuerzo al que ha convocado su gobierno para ampliar la matrícula en educación superior.
“Estamos conscientes de que, al hacerlo, sentamos las bases de un gobierno más próspero e incluyente, en el que la educación siga siendo un canal de movilidad social y de construcción comunitaria”, puntualizó.
Juegos de poder
El show del Mayo
Claro que Zambada merece estar de por vida en la cárcel, pero en una mexicana porque el mayor daño lo ha hecho aquí, en nuestro país, donde gozó de total impunidad por casi cinco décadas.
Leo Zuckermann
Excelsior
Ismael El Mayo Zambada le ha hecho un enorme daño a México.
Fundó y, durante décadas, lideró uno de los grupos del crimen organizado más poderosos de la historia mundial: el Cártel de Sinaloa. Gracias al insaciable apetito de los estadunidenses por las drogas, creció una empresa delictiva muy rentable, de miles de millones de dólares. Sobornó a policías, militares y políticos. A los que no se dejaban, los amedrentaba y hasta asesinaba. La ley de “plata o plomo”.
Hoy, por personajes como Zambada, tenemos un Estado ausente o débil, controlado por el crimen organizado en muchos territorios.
Son el poder fáctico más importante de México, con todo lo que eso implica.
Claro que Zambada merece estar de por vida en la cárcel, pero en una mexicana porque el mayor daño lo ha hecho aquí, en nuestro país, donde gozó de total impunidad por casi cinco décadas.
Tuvieron que venir los estadunidenses a secuestrarlo en territorio nacional, violando la soberanía, para llevárselo a ese país, juzgarlo en Nueva York y condenarlo a cadena perpetua. Como dijo Pam Bondi, fiscal general de Estados Unidos, morirá allá en una celda.
Los americanos armaron todo un show en torno a la declaración de culpabilidad del Mayo. Bondi se llevó a la plana mayor del establishment de las organizaciones de justicia federales a una conferencia de prensa donde celebraron el arreglo al que llegaron con Zambada para autodeclararse como culpable de dos de los 17 cargos que enfrentaba.
No era para menos. Había que presumir la fuerza y voluntad del Estado de allá con un criminal que los inundó de drogas durante años.
Es, sin duda, una victoria para el gobierno estadunidense. Porque, además de demostrar fuerza, le extraerán toda la información que puedan a Zambada. Información que les dará un poder enorme de negociación, incluso de extorsión, frente al gobierno mexicano.
México, en cambio, gana poco y pierde mucho por toda esta historia.
Sí, nos sacudimos a uno de los líderes del Cártel de Sinaloa. ¡Qué bueno!
Sin embargo, esto desató una guerra intestina entre las dos facciones del grupo delincuencial, que siguen matándose entre ellos, pero también a inocentes. Arde Sinaloa desde la extracción ilegal de Zambada del país. Miles de soldados no han podido pacificar ese estado.
Como ha demostrado Eduardo Guerrero, experto en seguridad, la decapitación de los cárteles en México no resuelve la captura del Estado por parte del crimen organizado, pero sí incrementa la violencia entre los grupos que se disputan el poder por el nuevo liderazgo.
El Cártel Jalisco Nueva Generación, el gran competidor del de Sinaloa, es, previsiblemente, el gran ganador de toda esta historia. Porque, como le dijo Zambada a Julio Scherer, siempre surgirá alguien nuevo que lidere los cárteles mientras el negocio de las drogas siga siendo tan rentable.
La declaración de culpabilidad de Zambada no resolverá el problema del consumo de drogas en Estados Unidos. La “guerra contra las drogas” está perdida. Mientras haya demanda, habrá oferta. Mientras sea ilegal consumir, la provisión la hará el crimen organizado. Con la prohibición de las drogas lo único que se consigue es transferir enormes cantidades de dinero a los delincuentes. Para darnos una idea de las dimensiones, el juez Cogan le impuso una multa de 15 mil millones de dólares al Mayo.
El gobierno de Trump está haciendo todo un espectáculo de fuerza y dureza en contra de los narcotraficantes para quedar bien con su electorado. Ya los considera terroristas. Malas noticias para ellos: así no resolverán el apetito que tiene su población por consumir drogas.
La solución es legalizarlas y regular su consumo. Utilizar el dinero que dejan para hacer programas educativos y sanitarios con el fin de combatir las adicciones. Seguir por la senda policiaca o, peor aún, combatirlas como si fueran una “guerra” o “terrorismo” sólo generará más violencia y mayores transferencias multimillonarias a los criminales.
Las consecuencias para México han sido terribles. Delincuentes como El Mayo acaban teniendo tanto dinero que sobornar o matar les resulta barato. Corroen, así, las estructuras del Estado, que queda debilitado frente a un poder fáctico. Los cárteles son los que acaban gobernando, de facto, en diversos territorios. Recuperarlos requiere mucho tiempo y esfuerzo.
Lo peor es que estos grupos delincuenciales se han diversificado en sus negocios. Ya no sólo controlan el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Están metidos en el robo y contrabando de combustibles, en extorsiones a negocios locales, en tráfico de personas, en la migración de indocumentados.
Es un cáncer que corroe a la sociedad mexicana.
Qué bueno que se funda El Mayo en una cárcel por el resto de su vida. Qué malo que no sea acá, donde ha hecho más daño.
Razones
Zambada: siguen con los otros datos
La Casa Blanca de Trump tiene a casi todos los actores principales del tráfico de fentanilo durante los últimos ocho años a su disposición. No lo desaprovechará.
Jorge Fernández Menéndez
Excelsior
Para mi querida hermana Silvia, muchas felicidades.
Hace un año, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador se quejaba amargamente de que la detención de El Mayo Zambada había disparado la violencia y le reclamaba a Estados Unidos por haber detenido al jefe del Cártel de Sinaloa. Para esa fecha, López Obrador había visto cómo durante su administración, y gracias a la política de abrazos, no balazos, fueron asesinadas 200 mil personas y otras 80 mil desaparecidas.
La detención, producto de una operación encubierta que marcó el punto más alto de la desconfianza de Estados Unidos hacia López Obrador se realizó sin que hasta hoy el gobierno federal sepa con certidumbre qué sucedió. Y todavía estaba Biden en la presidencia. Con la llegada de Donald Trump, ya con Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional, la presión alcanzó otros muy altos niveles.
La forma en que se ha reaccionado en México a la aceptación de culpabilidad de Zambada es desconcertante, por lo menos en el gobierno y en los epígonos de la 4T. Primero, se están felicitando porque el abogado de Zambada, Frank Pérez, ha dicho que El Mayo no dirá nombres, como si eso fuera posible en el contexto del acuerdo que tiene con la fiscalía estadunidense. No habrá, quizás, nombres en un juicio o en declaraciones públicas, pero no nos equivoquemos: El Mayo va a negociar con la fiscalía, ya lo ha hecho y de aquí a enero cuando se dicte su condena lo hará muchos más.
El juez Brian Cogan le demandó a El Mayo que comprobara que él realmente es el culpable de los delitos de los que se lo acusa, y tendrá que hacerlo, no sólo como parte del convenio de colaboración que tiene que haber hecho con la fiscalía, sino también con declaraciones sobre su liderazgo en el cártel, sobre cómo ingresó un millón y medio de kilos de cocaína y otras drogas a Estados Unidos, y explicando su declaración de que sobornó durante 30 años a policías, militares y políticos.
También se insistió en el agradecimiento que hicieron las autoridades de Estados Unidos a las de nuestro país. Si lo hubo, pero fueron dos frases aisladas en un contexto donde Estados Unidos se llevó absolutamente todo el crédito de la detención y el enjuiciamiento. Y tenían razón. Toda la operación fue de ellos, desde la detención de Zambada hasta su declaratoria de culpabilidad. En muchos otros hechos puede haber colaborado México, pero no en la detención y el proceso contra el líder del Cártel de Sinaloa. Que El Mayo no era perseguido en México lo demuestra un hecho simple: la casa en la que vivía en Sinaloa, cuando fue entrevistado por María Scherer y Jorge Carrasco, pocos días antes de que fuera detenido, era la misma que cuando había sido entrevistado por don Julio Scherer García hace diez años. Nadie molestó en una década a El Mayo.
Para Estados Unidos, la caída de El Mayo no fue un hecho circunstancial, fue una captura organizada por ellos, así lo dieron a entender tanto el jefe de la DEA como el director de operaciones del FBI, una operación encubierta que ha tenido, además, un éxito enorme: efectivamente han descabezado al cártel.
La presidenta Sheinbaum dijo ayer en la mañanera que Estados Unidos puso a El Mayo Zambada al mismo nivel que García Luna. No fue ni remotamente así: se habló de García Luna y de El Chapo en la conferencia de prensa, pero, como debe ser, Zambada fue reconocido como lo que era: el líder absoluto que había manejado durante tres décadas el principal cártel de América, con presencia en 40 países del mundo. En todo caso, García Luna fue un funcionario que habría sido corrompido por los criminales, El Mayo fue el líder del narcotráfico más importante durante 30 años: uno quizás se corrompió, el otro es el gran corruptor.
La atención de Estados Unidos no está puesta tanto en la cocaína, como en el fentanilo que acabó con la vida por sobredosis de cientos de miles de estadunidenses en los últimos ocho años, o sea durante la pasada administración. El fentanilo es la preocupación y el objetivo de los dos últimos gobiernos estadunidenses. Y ahora la Casa Blanca de Trump tiene a casi todos los actores principales de ese tráfico durante los últimos ocho años a su disposición. No lo desaprovechará.
Pensar que ya se acabó, que ni El Mayo ni Ovidio ni los demás detenidos no hablarán y que aquí no pasará nada es ingenuo. Las opciones ante lo que viene es cerrarse con la bandera de la soberanía con un costo altísimo para el país y la sociedad o establecer una verdadera cooperación que vaya mucho más allá de lo actual y limpie el escenario de complicidades, por lo menos de las más manifiestas, lo que debería ser una exigencia interna, más allá de lo que quiera hacer o no Estados Unidos.
Dicen en el gobierno que si quitan un ladrillo se puede caer toda la pared. Eso pensaban cuando se quejaron de la detención de El Mayo hace un año. Pero lo cierto es que la pared ya está llena de grietas, y se debe decidir si se la derriba en forma organizada, ladrillo a ladrillo o, si simplemente, vemos cómo es derrumbada con un bulldozer, con estrépito, daños colaterales, y con escombros cayendo sobre todo el gobierno.
Astillero
Ya viene Marco Rubio // Luego del Zambadazo// Contexto: Informe y poder // Zavala: superar “análisis” Netflix
Julio Hernández López
La Jornada
El jefe actual del intervencionismo estadunidense, Marco Rubio, había regateado cuanto pudo el visitar México, es decir, reunirse formalmente con la presidenta Claudia Sheinbaum y los miembros del gabinete que sean necesarios para cerrar acuerdos binacionales, sobre todo en materia de combate al crimen organizado y seguridad.
Ahora, la presidenta ha anunciado que el esperado asomo del secretario de Estado se realizará en la primera semana de septiembre. Ese gesto del viajero imperial se producirá luego del primer Informe anual de actividades de Sheinbaum, que será este lunes primero, y del inicio de labores de una parte innovadora del Poder Judicial Federal.
No deja de implicar un mensaje que la visita del disruptor institucional gringo se produzca luego de dos actos institucionales mexicanos cargados de simbolismo: la rendición de cuentas de la primera Presidenta de la República, que llega a esta cita con una alta popularidad, un poder metaconstitucional como ningún otro ocupante de ese cargo y una notable capacidad para procesar los exabruptos y provocaciones de su alterada contraparte arancelaria e injerencista.
El otro acto relevante se refiere a la consumación, en primera de dos partes, de una reforma judicial que algunos opositores al proceso AMLO-claudista juraban no sería permitida por poderes como el de Trump. La integración de la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, con integrantes apegados a la línea 4T, y de otros órganos judiciales federales, implica el enorme reto de entregar indicios aceptables del cambio que en las urnas les fue mandatado de manera categórica. Contra este giro del Poder Judicial desde el voto popular hubo versiones de molestia en Washington y similares, con amagos de retiro de inversiones porque ya no tendrían “seguridad jurídica”.
A fin de cuentas, Rubio llegará ante hechos consumados y continuados: Sheinbaum mantiene la básica resistencia posible ante la realidad geopolítica y la desmesura del ocupante en turno de la Casa Blanca; no está la científica gobernante en las mejores condiciones ante el embate de Donald, pero tampoco está rendida ni desgastada. Y el Poder Judicial tiene nuevos perfiles y orientación, que no abren flancos para promociones de golpismo judicial ni decisiones contrarias al sentido electoral ampliamente mayoritario.
Pero Rubio llega con un antecedente inmediato sumamente presionante, chantajista si fuera necesario: el posicionamiento de El Mayo Zambada y la eventualidad de acusaciones contra personajes de la 4T; además del plazo de 90 días, de los cuales está por cumplirse el primer tercio, para que Trump determine si nos castiga o no con más aranceles en función de los resultados mexicanos en combate al crimen organizado. A ver con cuántas ganancias y cesiones regresa Rubio a Washington.
Desatado el bullicio por la aceptación de culpabilidad que de sí mismo hizo Ismael Zambada, El Mayo, y por las presuntas derivaciones hasta judiciales de su confeso historial corruptor de décadas a diversos personajes públicos (políticos, mandos militares y policías, dijo el emblemático narcotraficante sinaloense), el escritor y académico Oswaldo Zavala (autor, entre otros textos, del libro Los cárteles no existen) llama a no dejarse arrastrar por una ligereza analítica influenciada o condicionada por la narrativa Netflix y a sostener una visión más amplia y profunda.
“La guerra contra las drogas, como política pública, es siempre un arma intervencionista del Estado estadunidense”, por lo que nunca debemos pensarla “separada de su contexto político trasnacional”, señaló el profesor del College of Staten Island y del Graduate Center de la City University of New York. “Cuando, en los 80, el presidente Reagan la incorpora a la agenda de seguridad nacional, desde ese momento la guerra contra las drogas tiene que ver con la presión diplomática, el chantaje, la extorsión entre Washington y los países productores o de tráfico“, añadió (videoentrevista: https://goo.su/RlUR46B).
México SA
El Mayo Zambada: “nada importa…”// ¿“Victoria crucial” contra las drogas? // Trump pretende colgarse la medallita
Carlos Fernández-Vega
La Jornada
Muy seguros de sus dichos, pero hechos bolas con el calendario, la fiscal general de Estados Unidos, Pamela Bondi, y el jefe de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), Terrance Cole, calificaron de “un triunfo sin precedente” y “una victoria crucial del presidente Trump” que Ismael El Mayo Zambada reconociera su culpabilidad, de tal suerte que ambos funcionarios se animaron a subrayar que “nadie está fuera del alcance de la justicia estadunidense”.
Al borde del orgasmo, la señora Bondi dijo: “estamos desmantelando a estos narcoterroristas y eso es exactamente lo que son”, en referencia a El Mayo y a Joaquín El Chapo Guzmán, cofundadores del cártel de Sinaloa, quienes “asesinaron a múltiples gentes e inundaron a nuestro país con drogas”. Pero, aseguró, “su reino de terror ha terminado”, mientras el consumo interno de drogas alcanza niveles históricos.
Pero la fiscal general estaba tan contenta que dejó de “olvidó” dos elementos fundamentales en todo esto; el primero, por aquello de que su “reino de terror se ha terminado”, la recurrente advertencia de El Mayo, es decir, “nada importa si caen los capos, porque sus remplazos ya están ahí”, y la historia le da la razón; y el segundo, que la captura de Ismael Zambada no fue una “victoria crucial” de Trump, que se quiere colgar la medallita, sino, en todo caso, de su antecesor Joe Biden, mediante un operativo ilegal (léase secuestro en julio de 2024) del que el gobierno estadunidense sistemáticamente se ha negado a informar al mexicano.
Lo mismo con Joaquín El Chapo Guzmán: capturado por primera vez en 1993, tras el asesinato del cardenal Posadas; se fugó en 2001, con Vicente Fox en Los Pinos; por obvias razones, en el sexenio de Felipe Calderón el sinaloense se mantuvo libre y a sus anchas; lo recapturaron en 2014, en el gobierno de Peña Nieto, y se fugó en 2015, solo para regresarlo a la cárcel en 2016 y extraditarlo en 2017 (un día antes de la primera toma de posesión de Trump). Y obvio es que estos movimientos ni lejanamente son atribuibles al hombre naranja y menos a su “victoria crucial”.
Lo que sí es documentable es que en ese periodo el trasiego de drogas y el consumo de ellas en Estados Unidos creció como la espuma y ninguna autoridad movió un dedo para evitarlo o cuando menos atenuarlo. Al mismo tiempo, ni un solo capo gringo fue capturado y encarcelado. Si bien va, sólo narcomenudistas. De ese tamaño es la verdadera “victoria crucial” de Trump, en particular, y del gobierno estadunidense, en general, en poco más de cinco décadas de “guerra” (Nixon dixit) contra los enervantes, ergo, la euforia de la señora Bondi (“su reino de terror ha terminado”) es una tomadura de pelo, mientras los consumidores gringos se fuman hasta las cortinas y se incrementa el número de muertes por sobredosis.
Ahora bien, si la señora Bondi está decidida a derrumbar el “reino de terror” y acabar con el narcotráfico, bien haría en comenzar por casa. Por ejemplo, con la Administración de Control de Drogas (DEA) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que de esto saben un buen rato, y pruebas sobran. Solo así la fiscal general podría presumir que en realidad “nadie está fuera del alcance de la justicia estadunidense” y que “vamos por todos los narcoterroristas”. Lo demás es discurso barato y pretexto para meter la mano en terceras naciones.
El Mayo, que nunca pisó siquiera un Ministerio Público, ha reconocido que a lo largo de medio siglo se dedicó al narcotráfico a gran escala, y en esos 50 años nunca fue molestado por las autoridades gringas o mexicanas (y si hubo alguna “contrariedad” para él o los suyos, pues para estaban los “procuradores” e “impartidores” de justicia). Es decir, dadas las características del negocio, nadie sobrevive, y menos cinco décadas, sin la complicidad del poder político, económico y judicial en ambos lados de la frontera.
Ayer la presidenta Sheinbaum se refirió a uno de los pasajes de la conferencia conjunta Bondi-Cole: “lo que más me llamó la atención es que el director de la DEA dijo ‘hemos derribado a tres grandes narcotraficantes: el primero, García Luna; el segundo, El Chapo, y el tercero, El Mayo’. O sea, pone al mismo nivel a dos conocidos capos de la droga y al que fue secretario de Seguridad de Calderón, así lo dijo. ¿No les parece interesante eso?”
Las rebanadas del pastel
Para efectos prácticos, más “interesante” es conocer quiénes recibieron coimas de El Mayo en sus cinco décadas de narcotraficante impune y saber cómo se lo llevaron ilegalmente a Estados Unidos. ¿O no?
