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GUERRA ISRAEL-IRÁN

¡Que la guerra no nos sea indiferente!

El mundo está de nuevo frente a una seria disyuntiva donde ya no se trata de guerra y paz, sino de quién tiene el control de las armas, la capacidad de apropiación y de dominio. Y, en efecto, se trata de la primera guerra que se libra por aire empleando misiles como única arma.

Carlos Martínez Assad

Proceso

Sobre el cielo volaron durante dos horas 200 aviones de Israel conducidos por jóvenes miembros del ejército del país “más democrático” del Medio Oriente, y abajo, en la tierra sólo había iraníes, ciudadanos de la República islámica, es decir musulmanes chiitas. 

Según la propaganda, los buenos luchan contra los malos. Por eso Benjamin Netanyahu ha explicado que los bombardeos que ha iniciado contra Irán son preventivos; es decir, se realizan para evitar que Irán alcance el objetivo de contar con entre nueve y 15 cabezas atómicas cuando Israel –según diversas fuentes– cuenta 900 ojivas nucleares. 

Esa fue la razón por la que los bombardeos iniciales fueron contra los centros de investigación destinados a la energía nuclear, en los que, por cierto, murieron algunos científicos que fueron definidos por Netanyahu como “iguales a los de Hitler”. No dijo cuál es la relación de los científicos israelíes con otros ni con J. Robert Oppenheimer, cabeza del Proyecto Manhattan que, financiado por Estados Unidos, desarrolló las armas atómicas y las bombas que cayeron sobre Hiroshima (16 de julio de 1945) y Nagasaki (9 de agosto de 1945) matando a cientos de miles de japoneses cuando la Segunda Guerra Mundial había llegado a su fin.

Es inaceptable que existan las armas atómicas, pero a saber cómo se decide qué países pueden contar con energía nuclear y cuáles no, porque es tan peligroso que dispongan de ella tanto Estados Unidos, Rusia, Israel, varios países europeos, así como Pakistán, India y Corea del Norte que, por cierto, representa una seria amenaza de la que se habla mucho, pero se hace poco. 

Está a la vista también el doble rasero, porque cuando se dio el ataque ruso contra la central nuclear de Zaporiyia en Ucrania –en poder de Rusia desde el inicio de la guerra en 2022–, se produjo un gran escándalo en Europa por el descontrol de las radiaciones. Sin embargo, Israel atacó ahora las instalaciones nucleares de Natanz, Isfahan y Fordo en Iran, sin que se muestre una preocupación por el descontrol que puede producirse por las radiaciones que, al fin y al cabo, afectarían principalmente a los países de esa región y a los musulmanes que allí habitan. 

Irán respondió con violencia alcanzando objetivos demasiado distantes como para creer que fuese posible, sus armas lograron evadir el impenetrable domo de hierro y sus bombas cayeron en Tel Aviv y Haifa afectando una gran reserva petrolera, y el Negev donde Israel tiene depósitos armamentísticos e instalaciones del Mosad. 

Las autoridades isralíes dijeron que Irán había cruzado la línea roja al alcanzar población civil, pero antes el fuego israelí ya había cobrado la vida de  decenas de personas en su ataque a Teherán. 

El mundo está de nuevo frente a una seria disyuntiva donde ya no se trata de guerra y paz, sino de quién tiene el control de las armas, la capacidad de apropiación y de dominio. Y, en efecto, se trata de la primera guerra que se libra por aire empleando misiles como única arma, otros conflictos más recientes han tenido acciones por tierra que, en este caso se descarta debido a la gran diferencia entre la población de Irán (90 millones) y la de Irael (cerca de 10 millones). 

Medio Oriente enfrenta una seria transformación que no se sabe cómo ni cuándo terminará. En ella Estados Unidos, con su enorme apoyo armamentísco y de capital, ha optado por un aliado estratégico para hacer frente a sus rivalidades con Rusia y China. 

Por eso se comprometió en esta guerra cruenta con el sufrimiento de israelíes que corren a los refugios ante cada andanada de misiles y los iraníes que están siendo obligados incluso a abandonar su capital Teherán. 

Primero negó que supiera de las intenciones de Israel de dar un golpe sorpresivo, que ha ensayado ya previamente, luego debió reconocer que sabía y había advertido a Irán que debía firmar el acuerdo antiarmas nucleares antes de que fuese demasiado tarde. Reunión que debía realizarse días después del  primer ataque. Sin mucho sentido porque ya una numerosa escuadra de aviones estadunidenses transportaban combustible necesario para las aviación y los misiles israelíes.

Israel niega con sus acciones lo que reclama sobre el respeto a los civiles, como lo demostró desde su primer ataque el 13 de junio último y la destrucción de la televisora y radiodifusora estatal iraní en la que murieron varios reporteros, desmanteló la televisión al-Arabiya y clausuró a la misma CNN.

También recordó que aplicará el método Dahiya que significa la destrucción de la infraestructura (fuentes de agua, electricidad y gas), como la aplicó en Líbano, de donde tomó ese nombre en 2006, y en Gaza a lo largo de los años y en el aciago 2023; fueron así los ataques contra la central del suministro de gas, el yacimiento de gas más grande del mundo de South Pars, la refinería de gas natural Fajr Jam y el puerto de GNL de Kangan, en la costa del Golfo Pérsico, todos en la provincia de Bushehr, al sur de Irán. De esa manera frena el desarrollo de esos países y, como afirma alguno de sus líderes dijo de Líbano, se trata de volverlos a la edad de piedra.

El problema se aleja de los discursos por la gravedad que revisten los hechos y alarmante ha sido la retirada intempestiva del presidente Trump del G7, se dice que con la intención de atender la guerra que se ha declarado entre Israel e Irán. 

Ahora parece más difícil que busque mediar, pero si al contrario, pretende una intervención directa, peligra el mínimo equilibro que sostiene al mundo: porque si utiliza las bombas que Israel requiere, capaces de penetrar 60 metros en la tierra, con el pretexto de frenar el proyecto nuclear de Irán, no se pueden saber las reacciones de Rusia, China e incluso de Turquía.

Los afanes expasionistas de Israel, posicionado ahora en territorios de Gaza, Cisjordania, Líbano y Siria, generan un fuerte aversión como lo han demostrado las numerosas manifestaciones por todo el mundo y es inaceptable que puede llevar a la destrucción de los países involucrados. Quizás las sociedades puedan hacerles entrar en razón, poniéndoles límites a sus manejos autoritarios y personalistas incapaces de ver hacia un futuro compartido, con  un lenguaje que no sea el de las armas.

Reza Pahlavi, hijo del último Sah de Persia y activista por la libertad de Irán, llamó a los iraníes a rebelarse contra el régimen que, según él, está muy debilitado. Y es cierto que el cielo de Irán permite el libre tránsito por estar destruidas su aviación y sus lanzaderas de misiles, como paraimpulsar desde adentro la caída de un régimen con escasa popularidad por la corrupción y el maltrato a los civiles y en particular a las mujeres. 

Se podría pensar igualmente de los israelíes que podrán pasarle factura a Netanyahu por llevarles a la situación en la que se encuentran con un país que tiene la ventaja de una guerra, pero de la que se ignora cómo saldrán. 

La inmaculada percepción

Todo bien, excepto los datos

No es relevante cuánto se traiga en la cartera, sino cuántas afirmaciones positivas se puedan recitar frente al espejo.

Vianey Esquinca

Excelsior

El optimismo debería ser considerado un producto de primera necesidad y formar parte, de una vez por todas, de la canasta básica; que venga junto al papel higiénico, el frijol y la tortilla y que no falte en ninguna despensa mexicana ni en ninguna mañanera. En un país donde la realidad suele ser indigesta, hace falta ese toque de autoengaño para sobrevivir el desayuno con los datos del día.

Basta con ver cómo se habla del crecimiento económico. El Banco de México recortó la previsión de crecimiento para este año a un famélico 0.1%, en un rango que podría incluso ir de -0.5% a 0.7 por ciento. La OCDE no canta mejor las cifras y le apuesta a un 0.4%, mientras que el Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) del Inegi retrocedió 0.3% anual en mayo, su peor desempeño en el año. Sin embargo, en Palacio Nacional todo es entusiasmo: la Presidenta asegura que el país va bien, que el crecimiento está entre 1.5% y 2%, y que lo importante no es el PIB, sino el bienestar. Es decir, no es relevante cuánto se traiga en la cartera, sino cuántas afirmaciones positivas se puedan recitar frente al espejo.

Sostener esa narrativa requiere un suministro constante de optimismo, preferentemente en cápsulas de alta concentración. No importa si los indicadores tiemblan, si las inversiones no llegan o si los analistas nacionales e internacionales ya hablan en pasado cuando se refieren al dinamismo mexicano, el país sigue adelante, con fe ciega y mirada fija al horizonte, porque si se mirara hacia los reportes se toparía con detalles incómodos como que México logró el último lugar en el Índice de Confianza de Inversión Extranjera 2025 de la firma Kearney.

Además, las empresas estadunidenses redujeron su inversión en el país en 40.1% en el primer trimestre del año; el menor monto desde 2021, cuando el mundo entero se debatía entre el encierro y la ansiedad pandémica. A pesar de ello, aquí se celebra la soberanía, aunque venga acompañada de silencio en las ventanillas de inversión extranjera.

Ni hablar del empleo formal, que en mayo decidió tomarse unas vacaciones con una caída de 45,624 plazas laborales. La creación de empleo en lo que va del año 2025 es de 58.8% por debajo de lo que se generó en el mismo periodo de 2024. Si eso no fuera suficiente, en abril las remesas que llegan a México experimentaron una caída de 12.1% en comparación con el mismo mes del año anterior.

En ese contexto, es comprensible que la seguridad se venda como el nuevo milagro mexicano. El gobierno presume menos homicidios, más decomisos, detenciones espectaculares y un aparente control territorial. El problema es que 93% de los delitos no se denuncia, que las cifras están maquilladas con filtros más potentes que los de Instagram, y que organizaciones civiles han demostrado que se están comparando peras con manzanas. La estrategia de seguridad es perfecta, siempre que los datos se analicen con la luz apagada y el ánimo prendido.

A pesar de todo esto hay quienes logran mantenerse serenos. ¡Qué envidia y qué ganas de ser ese político que tiene como mayor preocupación que no le digan Andy, sino Andrés Manuel! ¡Qué gusto debe dar vivir en esa burbuja donde todo está bien mientras nadie pronuncie mal tu nombre!

Por eso urge que el optimismo se reparta con la canasta básica, para que alcance a todos, incluso a quienes ya no tienen estómago para más cifras alegres. Así el pesimista podrá aprender que si el vaso está medio vacío debe comprar otro que acomode más; que, si las cifras no cuadran, se redondean y si la realidad incomoda, se cancela.

Número cero

Ley de la Guardia Nacional, ¿quién gana?

José Buendía Hegewisch

Excelsior

La democracia está cruzada por un creciente protagonismo de militarismo, pese a contraponerse. También en México, la Defensa se dispone a asumir ahora sí a la Guardia Nacional con una nueva ley que refuerza su influencia en áreas civiles de la seguridad pública y mayores atribuciones de vigilancia por parte del Ejército contra el crimen en todo el país.

El Congreso discutirá esta semana en periodo extraordinario la nueva regulación tras un lustro de discusión sobre la erosión de la supremacía civil frente a las FA con salvaguardas de privilegios y protecciones castrenses. La iniciativa, enviada por Sheinbaum, concreta una política de Estado seguida por los últimos tres gobiernos para crear una organización militar fuerte y centralizar bajo su comandancia general a la diversidad de policías caracterizadas por la fragmentación.

El empuje militarista tomó fuerza desde que Calderón sacó al ejército a las calles sin papeles en su “guerra contra el narco”, que trató de enmendar con una Ley de Seguridad Nacional de 2009; luego Peña Nieto buscó darles cobijo legal con la de la Ley de Seguridad Interior, pero nadie lo concretaría hasta López Obrador con la reforma de la GN en 2019.

En esta travesía histórica, la redefinición del papel del Ejército parece resultado de una capitulación del gobierno civil ante el fracaso de reformas a la seguridad y la inoperancia de sus policías. Esas reformas nunca plantearon esquemas democráticos, como llevar a un civil a la Defensa o un comando conjunto que mantuviera mayores equilibrios. Aunque todos desgañitaran contra la militarización y criticaran su presencia en la calle, en los hechos, la han pretendido y apoyado.

Pero esa percepción sirve a las FA para defender que su protagonismo se debe a la decisión del poder político y rechazar el término “militarismo”; a pesar de la innegable proyección del estatus castrense en el Estado desde seguridad pública, aduanas y las mayores obras públicas del anterior y actual sexenio. También su mayor exposición a la corrupción y privilegios que socavan a policías estatales y municipales. Su presencia avanza sobre una cuchilla de doble filo ante la actividad del crimen y la violencia de cárteles trasnacionales en todo el país, que, además EU persigue como terroristas; y a la vez, sus nuevas responsabilidades que los obligan a asumir los fracasos de los gobiernos civiles, aunque cuenten con su apoyo, beneficios y exenciones en la rendición de cuentas. Junto con la mirada preocupada y crítica de activistas y organizaciones civiles que desconfían de sus implicaciones para los derechos humanos y la erosión de la democracia.

Las dos mayores inquietudes de la iniciativa son que por primera vez permite a la GN investigar delitos del fuero común y refuerza las facultades de inteligencia de la Defensa contra el crimen. Aunque ello también signifique legalizar la vigilancia sobre la ciudadanía sin claros controles democráticos; junto con otras leyes de inteligencia y seguridad o Telecomunicaciones enlistas en el extraordinario, que implican riesgos para la privacidad y datos personales. Todos sabemos que la inteligencia ha servido aquí también para el espionaje político, incluido el ejército en el escándalo de Pegasus.

En cuanto a la primera, los artículos más polémicos son el 19, que autoriza a Defensa a procesar y usar información de inteligencia por “seguridad nacional”; y el noveno, para acceder a datos de empresas de telecomunicaciones o de georreferenciación de equipos en tiempo real, sin tampoco precisar la exigencia de autorización previa de un juez.

Y respecto a la segunda, el temor de que su intervención en delitos locales abra la puerta a la GN para sustituir a las policías estatales y municipales con el reconocimiento implícito de su fracaso, dado que exigirá participar mediante carta compromiso que capaciten a sus elementos; algo difícil de cumplir por la disminución de fondos para seguridad y la desaparición de programas como el Fortaseg, que afecta la capacidad de los municipios para invertir en su seguridad.

Su empuje dibuja la perspectiva de supremacía militar en la seguridad sobre los civiles por décadas. De ser así consumaría antiguos planes del Ejército de extender la capacidad operativa de sus fuerzas a los estados y municipios, aunque por otro lado digan que no fueron ellos quienes se autollamaron a hacerse cargo de desastres de la seguridad.

Amigos simulados enemigos reales

Antonio Gershenson

La Jornada

Es difícil explicar una historia de amor y desamor tan complicada como lo ha sido el devenir de un Estado ilegal como lo es la invención de un país en territorio ajeno. Los conflictos no podían resolverse sobre la base de una acción ilegal. Quisieron darle un carácter de derecho humano a una ostensible invasión. El sionismo invadió Palestina y creó lo que sería una base de operaciones permanentemente bélicas contra el mundo de Oriente Medio.

Sin embargo, ya es muy claro que Israel es la versión asiática de Estados Unidos. Eso es lo que ha estado esperando el país de Donald Trump. Ayer se reveló la verdadera intención del republicano: mostrar su poderío militar a todo el mundo.

Lo increíble es que el Congreso de Estados Unidos ha sido rebasado por el violador de su propia constitución política, el presidente de este país no tiene nada de pacifista. Ya lo demostró desde siempre y lo confirmó hace unas cuantas horas.

No existe ningún pretexto para atacar a Irán. La mentira prevalece, la fabricación de armas nucleares por parte de Irán es una falacia utilizada como una fórmula para acusar y tener pretexto para cercar, invadir y someter a cualquier país.

Hoy es Irán, por cierto, hace algunos años fue apoyado por el propio Israel, que le envió equipo y material bélico, además de asesorar militarmente a su ejército cuando surgió el conflicto con Irak. Es así como actúan los gobiernos de Estados Unidos cuando se deciden a hostigar a los países poseedores de uranio para, según ellos, evitar la fabricación de bombas atómicas.

En cuanto a la situación actual, el objetivo es dañar las instalaciones nucleares de Irán y, asimismo, destruir su programa de desarrollo nuclear. Como ya dijimos, éste es el principal objetivo de los empresarios fabricantes de armamento bélico y su vocero el presidente Trump.

Pero no será fácil para Estados Unidos seguir interviniendo en esta guerra inventada. La República Islámica de Irán ha logrado formar redes de países aliados. Hasta cierto punto, ha funcionado, dicho eje de la resistencia se ha formado con la finalidad de oponerse a los intereses estadunidenses e israelíes en la zona.

Y ¿cuáles son estos intereses estadunidenses e israelíes? Desde nuestro punto de vista son los de siempre: usurpar, invadir, instalar bases militares para controlar la zona y robar los recursos naturales de la región asediada o país objetivo.

Es por eso que, desde hace años, la idea de Irán, específicamente, es mantener una fuerte resistencia que enfrente la política guerrerista de Estados Unidos contra los países de Oriente Medio. Ya que, si en algún momento cualquier gobierno republicano o demócrata manifiesta simpatía con algún país árabe, no habrá duda de que más adelante le declare la guerra por cualquier pretexto.

Por lo pronto, con el apoyo del republicano, Israel ha manifestado que su principal enemigo, en este momento, además de todo el pueblo árabe palestino, es Irán. De hecho, lo considera un enemigo potencialmente mortal para el pueblo israelí.

Recordemos que el gobierno islámico de Teherán ha proporcionado apoyo para la defensa del pueblo palestino. A ese apoyo legítimo, los gobiernos israelíes desde que se fundó, le ha caracterizado como soporte para formar grupos terroristas que agreden al Estado sionista.

En su momento, la acusación contra Irán se centró en la caracterización que los gobiernos estadunidense, sionistas y otros más de Europa y América hicieron del Estado islámico. Según la crítica internacional, Irán está formado por gobernantes déspotas, atrasados, fundamentalistas y violadores de los derechos humanos de su propio pueblo.

La resistencia popular en contra del gobierno islámico es un movimiento revolucionario local al que el pueblo iraní ha tenido que enfrentarse por su propia decisión. En todo caso, es un conflicto interno, al que no tienen ningún derecho de intervenir ni Estados Unidos ni el gobierno sionista israelí.

En todo caso, repetimos, es un conflicto interno que el pueblo y gobierno iraníes tendrán que resolver.

Hace años, algunos funcionarios de inteligencia estadunidenses determinaron que uno de los objetivos principales de los ayatollahs en turno es la destrucción de Estados Unidos y su principal aliado, Israel. Declaración que ha sido rechazada constantemente por Irán.

La permanente acusación de Estados Unidos es que, con fines terroristas, Irán ha sido el principal proveedor de armamento para acabar con los asentamientos legales israelíes. Sin embargo, los gobiernos estadunidenses han sido los principales patrocinadores militares a un amplio número de grupos terroristas en África, Asia y América Latina. Y, por supuesto, ha sido el principal abastecedor de armamento a Israel para atacar a la población civil.

Estados Unidos e Israel no tienen ninguna justificación, tampoco el derecho de arriesgar a la Humanidad a severas consecuencias ocasionadas por guerras ilegales, totalmente absurdas.

Para Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz, la justicia llegará

Colaboró Ruxi Mendieta.

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