Columnas Escritas
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La relación Trump-León XIV, ¿choque de trenes a la vista?
Ojalá el mensaje de esperanza en el diálogo y la paz venzan el miedo de los gobiernos, de los pueblos y de cada uno de nosotros. Esperemos que Trump y el nuevo Papa construyan puentes de diálogo y de entendimiento.
Proceso
Si el actual papa León XIV mantiene la línea discursiva del cardenal Robert Francis Prevost respecto a la política migrante de Donald Trump, en muy pocas semanas seguramente habrá un choque de trenes entre la Casa Blanca y la Santa Sede.
El exprefecto del Dicasterio Vaticano para los Obispos, cardenal de Chicago y obispo de Chiclayo (Perú) ha sido un severo crítico del presidente Trump y del vicepresidente JD Vance; en los próximos meses vamos a ver qué tan león es el papa frente al presidente de Estados Unidos y qué tanto le frena la Curia Vaticana.
León XIV ha mantenido una postura firme en favor de los derechos de los migrantes, criticando abiertamente las políticas restrictivas de la administración de Donald Trump. En Chicago, su ciudad natal, ha sido reconocido por su cercanía con la comunidad latina y su compromiso con la acogida de los migrantes.
“El obispo no debe ser un principito sentado en su reino. Está llamado auténticamente a ser humilde, a estar cerca de la gente a la que sirve, a caminar con ellos, a sufrir con ellos”, expresó Prevost el año pasado.
Cuando fue obispo de Chiclayo emitió varias cartas pastorales enfocadas en la dignidad humana y la necesidad de una respuesta solidaria ante la crisis migratoria, enfatizó que la Iglesia debe estar al lado de los más vulnerables y promover políticas de acogida justas.
¿Qué hay detrás del nombre de León XIV? En los círculos católicos se cree que el papa Prevost tal vez quiera retomar la línea pastoral de su predecesor León XIII; quien es el gran promotor de la Doctrina Social de la Iglesia, cuyo contenido gira en torno la justicia social, la dignidad humana, la igualdad de todas las personas, los principios de solidaridad y de subsidiaridad.
El papa León XIII criticó los excesos del capitalismo y las ideologías socialistas. Dio a conocer la Encíclica Rerum Novarum, un paradigma en la doctrina social de la Iglesia y que tenía como centro a la persona. Habló de la justicia social, defendió los derechos del trabajador, el uso de la propiedad privada para el bien común y la colaboración entre las clases sociales.
No sabemos todavía hasta dónde será capaz de llegar el nuevo Papa en su estilo personal de dirigir a la Iglesia, sin embargo tenemos algunos datos que pueden ayudar.
Varios análisis de medios como CNN, Reuters y el New York Times indican que una cuenta en redes sociales a nombre de Robert Francis Prevost compartía críticas a ciertas posturas del gobierno de Trump en el tema de migrantes.
La cuenta en redes sociales expresó sus críticas a JD Vance. El vicepresidente dijo: la ultraizquierda parece “odiar” a los ciudadanos estadunidenses y priorizar el amor y el cuidado por los migrantes sobre su propia familia o vecinos.
La cuenta de Prevost compartió un escrito de Kat Armas del National Catholic Reporter, en el que se dice que la declaración de Vance “refleja un concepto medieval conocido como ordo amoris, el orden de la caridad” que “alimenta el mito de que algunas personas son más dignas de nuestro cuidado que otras”. El título dice: “J. D. Vance está equivocado: Jesús no nos pide que jerarquicemos nuestro amor por los demás”.
En abril, la cuenta con el nombre de Prevost compartió el comentario de un escritor católico que cuestionaba si el presidente Trump y el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, veían “el sufrimiento” causado por sus políticas de migración.
Casi todas las publicaciones de la cuenta, que data de 2011, compartían artículos, declaraciones y comentarios de otros dirigentes eclesiásticos, no del propio cardenal. Una cuenta de X listada bajo el nombre de Prevost no parece haber escrito personalmente ninguno de los posts críticos, pero compartió artículos y publicaciones de otras cuentas.
CNN dijo que se había comunicado con el Vaticano, X y amigos de Prevost, pero no ha podido confirmar de manera independiente que esa cuenta de X esté vinculada con el recién elegido papa León.
El 13 de febrero, la cuenta compartió una carta del papa Francisco en la que condenaba las deportaciones masivas del gobierno de Trump. Francisco criticó especialmente la deportación de aquellos que han huido de sus países debido a la pobreza, la explotación y la persecución, considerándolo dañino para la dignidad de hombres y mujeres.
Tras conocer la noticia de la designación del nuevo jefe de la Iglesia, el presidente Trump fue el primero en manifestarse y declaró: “Felicitaciones al cardenal Robert Francis Prevost, quien acaba de ser nombrado Papa. Es un gran honor saber que es el primer Papa estadunidense. ¡Qué emoción y qué gran honor para nuestro país! Espero con ansias reunirme con el papa León XIV. ¡Será un momento muy significativo!”.
El primer mensaje de León XIV fue muy fuerte: el ofrecimiento de la paz de Cristo y el amor incondicional de Dios. Es la paz del Resucitado, «desarmada, desarmante, humilde y perseverante». El nuevo Papa hace un llamado a la unidad, al diálogo a una Iglesia sinodal que camina junta; hay que avanzar «mano a mano, unidos, hay que «construir puentes con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un único pueblo siempre en paz». Reafirma la misión evangelizadora de la Iglesia y a Jesucristo como centro de este mensaje, de esta Iglesia misionera, en un mundo que necesita su luz.
Ojalá el mensaje de esperanza en el diálogo y la paz venzan el miedo de los gobiernos, de los pueblos y de cada uno de nosotros. Esperemos que Trump y el nuevo Papa construyan puentes de diálogo y de entendimiento.
La inmaculada percepción
El Vaticano sí tiene software
Vianey Esquinca
Excelsior
Cuando la chimenea de la Capilla Sixtina lanzó su típica bocanada de humo blanco, el mundo contuvo el aliento, aunque en México muchos pensaron que era otra vez la CFE reiniciando transformadores. La elección de León XIV como el Papa número 267 generó reacciones diversas, mientras en Roma sonaron las campanas, en Morena se preguntaron si había sido elección por tómbola. El INE, por su parte, trató de comunicarse de inmediato con el Vaticano para que compartiera su software de conteo rápido.
Desde el balcón vaticano, el sumo Pontífice habló de paz desarmada, amor incondicional y puentes de diálogo. En otras palabras, lo opuesto a cualquier foro del Senado mexicano. Lo hizo con serenidad, sin gritos ni acusaciones, sin hablar del “pasado neoliberal de Constantino” ni de la “inquisición de los medios”. Al contrario, dijo cosas peligrosamente sensatas como “Dios nos ama a todos” y “el mal no prevalecerá”, lo cual en ciertos círculos políticos nacionales podría ser considerado populismo divino.
En México, la presidenta Claudia Sheinbaum ofreció su interpretación teológica del nuevo Papa: “Va a estar atento a los pobres”. Es decir, perfil 4T check. Incluso, adelantó que se le invitará a visitar México, donde podrá constatar en vivo y a todo color que es un país muy creyente y tiene gran fe, porque si se guiara por los hechos, observaría que la refinería de Dos Bocas aún requiere un milagro para refinar algo más que expectativas o que el AIFA es tan funcional como una capilla sin feligreses.
Al país no le caería nada mal la visita del Papa, pues requiere una bendición apostólica urgente ante lo que se viene con la reforma judicial, cuyos redactores parecen haberla escrito en pleno ayuno espiritual. La promesa es una justicia más cercana al pueblo; la práctica, una tormenta legislativa donde la confianza divina es el único argumento que queda.
Si el santo padre llegara a pisar suelo mexicano, encontraría un país en plena batalla espiritual por las telecomunicaciones, donde se piensa que borrar un artículo de ley demuestra que no hay censura, aunque se sigan mandando señales que lo que no les gusta a los gobernantes es cualquier ápice de crítica. Notaría que, dentro del propio oficialismo, algunos apóstoles empiezan a dudar del dogma, y que la fe institucional se predica más de lo que se practica. Seguramente si el santo Pontífice viene a México repetirá su mensaje de construir puentes, aunque más de uno le recordará que los puentes y cualquier otra obra suelen costar el triple, tardan el doble y los detalles son resguardados por seguridad nacional.
Mientras en México se afinan invitaciones diplomáticas, otro que se apuntó a tener un encuentro fue Donald Trump, quizá con la esperanza de convencer al sucesor de Pedro de que los muros también pueden tener un propósito “espiritual”. Lo curioso es que León XIV, con su historial misionero en Perú y su cercanía con comunidades migrantes, parece más dispuesto a abrir puertas que a reforzar fronteras. Malas noticias para su compatriota.
Al final del día, la llegada del nuevo jefazo del Estado Vaticano recuerda que, incluso en tiempos de polarización y fake news, aún hay instituciones que logran procesos de sucesión sin escándalos, sin encuestas cuchareadas y sin conferencias matutinas. También, que todavía hay líderes que no necesitan insultar para conectar, que predican sin gritar y que no convierten cada mensaje en una guerra cultural.
Quizá lo más esperanzador del pontificado de León XIV no sea su origen ni su discurso, sino el simple recordatorio de que aún se puede ejercer el poder sin atropello y la fe sin fanatismo. Eso, en estos tiempos, ya es toda una revolución.
¿Por qué ir a votar?
Hace algunos años, conocí a una mujer en Oaxaca que caminó más de dos horas para llegar a su casilla. Cuando le pregunté por qué hacía tanto esfuerzo, me respondió con firmeza: “Porque si no vengo yo, otros deciden por mi familia”. Su convicción, sencilla pero poderosa, me marcó.
Luis Wertman Zaslav
Excelsior
Hay momentos en la vida en los que no basta con observar o comentar lo que sucede. Momentos en los que la participación no es opcional, sino necesaria. La jornada que se avecina en México es uno de esos momentos. Es una oportunidad única para que cada uno de nosotros ejerza su derecho, su responsabilidad y su voz.
Votar no es sólo marcar una boleta: es ejercer uno de los pocos actos verdaderamente igualitarios que existen. Da lo mismo si eres joven o mayor, si tienes mucho o poco, si vives en una gran ciudad o en una comunidad rural. Tu voto cuenta igual que el de todos. Es, en esencia, un recordatorio de que, al menos en ese instante, todos tenemos el mismo poder.
Pero también entiendo —porque lo he escuchado muchas veces— que hay quien dice que votar “no sirve”, que “todos son iguales” o que “nada cambia”. Sin embargo, dejar de votar sí cambia algo: fortalece al que sí quiere aprovechar ese vacío. En política, el espacio que tú abandonas, alguien más lo ocupa. Y muchas veces, no con las mejores intenciones. La inacción no es neutral, es una forma de decisión.
Hace algunos años, conocí a una mujer en Oaxaca que caminó más de dos horas para llegar a su casilla. Cuando le pregunté por qué hacía tanto esfuerzo, me respondió con firmeza: “Porque si no vengo yo, otros deciden por mi familia”. Su convicción, sencilla pero poderosa, me marcó. Me recordó que la democracia vive gracias a personas como ella, que no se rinden, que sí creen, que hacen lo que les toca. Personas que entienden que la voluntad colectiva se construye con la participación individual.
Debemos ir a votar por nuestras familias, por nuestras comunidades, por quienes vendrán después de nosotros. Porque, aunque no todos los problemas se resuelvan, ¡sí todos los cambios posibles comienzan con expresarnos en una urna! Es una oportunidad para corregir el rumbo o reforzar lo que se ha hecho bien.
Votar, es decir: estoy presente, me importa, quiero decidir. Es un acto cívico, sí, pero también profundamente personal. Nos conecta con nuestra responsabilidad como ciudadanos, con la historia que heredamos y la que queremos dejar. Es reafirmar que no somos espectadores, sino protagonistas del destino común.
También debemos ir a votar para defender nuestros principios y valores. Para exigir lo que falta. Para apoyar lo que merece continuar. Para que las decisiones sobre el rumbo del país no las tomen unos cuantos, sino todos. Porque si no participamos, otros decidirán sin nosotros y quizá contra nosotros.
La democracia es una construcción diaria, imperfecta, pero valiosa. Y el día de la elección es la piedra angular de ese edificio. Si renunciamos a ella, nos quejamos desde la orilla. Si participamos, al menos sabemos que hicimos lo que nos tocaba. Que no dejamos que la indiferencia nos definiera.
Porque en un entorno de polarización y desconfianza, elegir, expresarte es un acto de coraje. Pero también de esperanza. Porque aún creemos que sí se puede mejorar. Porque sí hay opciones. Porque sí importa. Porque las instituciones se fortalecen con la participación, no con la ausencia. Porque votar es una forma de reclamar nuestro lugar en la conversación nacional.
Por eso, no lo dejes pasar. No le entregues tu poder a la apatía ni al enojo. Tómalo en tus manos. Sal, decide y vota. Hazlo por ti, por los tuyos, por quienes aún no pueden votar, pero vivirán las consecuencias de esta elección.
Porque debemos ir a votar. ¡Y vota como quieras, pero vota! ¡Exprésate! Porque México lo vale, hoy y siempre, no dejes de expresarte.
Por la reconstrucción del magisterio mexicano
Mauro Jarquín Ramírez*
La Jornada
Durante mucho tiempo, el magisterio democrático mexicano no se había encontrado frente a una coyuntura política tan favorable para su fortalecimiento y expansión como ahora. El sistema educativo nacional es escenario de una triple crisis que se desarrolla simultáneamente: el desgaste del corporativismo en el sindicato docente, la insostenibilidad social de las políticas laborales neoliberales y las contradicciones internas del proyecto educativo obradorista. Es un escenario en el cual se disputan, de forma integral, el porvenir del sindicalismo mexicano, de la organización de la clase trabajadora y del proyecto educativo que regirá la educación nacional de las próximas generaciones.
Después de años de neoliberalismo punitivo en el sector durante los gobiernos de PRI y PAN, y tras siete años de contención progresista, la voluntad de cambio y democratización docente se ha cristalizado en el llamado de la CNTE a la huelga nacional, programada para estallar el 15 de mayo. Si bien en la discusión pública se ha dado prioridad a las exigencias relativas al sistema pensionario, de fondo, la nueva primavera magisterial conlleva implicaciones en tres niveles.
1) El charrismo sindical se encuentra, abiertamente, en un momento de desgaste. A lo largo de todo el país, tanto la CNTE como distintos colectivos docentes y profesores a título individual han planteado críticas profundas no sólo al liderazgo personalista de Alfonso Cepeda en el SNTE, sino a la propia función política y social del sindicalismo corporativo. El sindicalismo oficialista ofrece muy poco a las y los trabajadores de la educación en términos de defensa de los derechos laborales y mejora de sus condiciones de vida. Por ello, pese a los intentos del liderazgo del SNTE por desestimar públicamente la voluntad de cambio magisterial, la exigencia histórica de democratizar las instancias de organización del trabajo resuena cada vez más fuerte, desde cada vez más lugares.
2) La ley del Issste de 2007, producto de la gestión neoliberal del mundo del trabajo, ha sido criticada y combatida por el magisterio democrático a lo largo de casi dos décadas, debido a sus efectos negativos para las y los trabajadores del Estado. La contundente exigencia actual de su abrogación no es una novedad, sino producto de mucho tiempo de organización. Con el fin de mejorar las condiciones de vida del magisterio, la Coordinadora ha propuesto volver al régimen solidario de pensiones, quitar la tabla de edad ascendente para jubilación y tasar y definir las jubilaciones con base en salarios mínimos y no en la UMA. Una exigencia que ha sido compartida y ha movilizado a otros colectivos y organizaciones de trabajadores en todo el país.
3) El proyecto educativo de la 4T se encuentra empantanado debido a una compleja pugna entre dos tendencias al interior de la SEP: a) la liderada por la Dirección de Materiales Educativos y el grupo de funcionarios que impulsaron tanto el nuevo marco curricular como la nueva generación de libros de texto gratuitos, quienes han promovido con docentes una narrativa de cambio radical en educación y b) la apuesta por la plena restauración neoliberal en la educación, llevada a cabo por Mario Delgado, quien ha incorporado a la gobernanza del sector educativo a representantes del mundo del filantrocapitalismo, la ciudadanía corporativa y empresas, así como discursos gerenciales y solucionistas que provienen de distintos lugares de la industria educativa global.
En este escenario, la convocatoria de la CNTE a la huelga nacional resulta fundamental porque abre la posibilidad de articular la diversidad de fuerzas y expresiones del magisterio indignado y movilizado a lo largo y ancho del país, con el fin de construir mejores condiciones de vida y trabajo.
La potencialidad de la nueva primavera magisterial permite llevar a cabo un doble movimiento al interior del sistema educativo nacional: desbordar y reconstruir. Desbordar los límites impuestos por el corporativismo sindical, las redes de control de los gobiernos estatales, y también las coordenadas políticas del progresismo, que paulatinamente ha comprado, en distintas áreas, el marco ideológico del neoliberalismo e incluso de la extrema derecha. Esto puede permitir ampliar el horizonte de hacia dónde caminar para lograr un mejor sistema educativo que beneficie a estudiantes, docentes y comunidades, y en este aspecto la reconstrucción del magisterio nacional resulta un punto fundamental.
La tarea de reconstrucción debe desarrollarse ya no a partir de estructuras políticas de control corporativo, sino desde las bases, y en esto el magisterio democrático, que se ha nutrido de una gran experiencia al trabajar en condiciones adversas, conformar acuerdos, organizar movimientos, construir proyectos pedagógicos alternativos y consolidado redes de colaboración, es el actor fundamental. El sistema educativo nacional requiere un profesorado que goce de libertad sindical, de condiciones de vida y salariales dignas y con un nuevo protagonismo respecto a la conformación de la política educativa y su práctica.
La convocatoria a huelga nacional por la CNTE resulta fundamental en este punto, porque no interpela únicamente a sus contingentes, sino también a la diversidad de colectivos del mundo del trabajo que tienen claro que lo que no se logra mediante elecciones, debe alcanzarse en las calles.
Dada la importancia de la coyuntura actual, es necesario recordar que ante las tendencias de control, desprestigio y contención, es momento de avanzar colectivamente. Tal como ha planteado el profesor Lev Velázquez: es ahora o nunca.
* Politólogo.
Feminismo
Elena Poniatowska
La Jornada
La feminista Marta Lamas reúne a un grupo de activistas que configuran la historia del feminismo en México. Muchas mujeres marchan a su lado y la escuchan en mítines y en conferencias no sólo en la UNAM sino en universidades de nuestro continente y de Europa. A lo largo de su vida, Lamas como la llamamos, ha logrado convencer a auditorios muy distintos y a hacerse en plazas públicas o frente al Monumento a la Madre asegurándonos que el 10 de mayo no puede cubrir todas las necesidades de las mujeres que vivimos en México.
Marta Lamas es probablemente el símbolo de la lucha de muchas mujeres por hacerse oír. La he visto lograr un doctorado en la UNAM así como dictar cátedra en el ITAM y me consta haberla oído en discusiones memorables. En la plaza pública destaca por su elocuencia y por su rebeldía. Su figura delgada, de cabello rebelde, se ha vuelto entrañable. Sus palabras de universitaria y feminista comprometida la distinguen. He visto a jovencitas salir entusiasmadas de alguna conferencia y son muchos los estudiosos como el yucateco Jenaro Villamil, quienes alaban su amplia y muy notable trayectoria.
Escuchar, seguir y querer a Marta Lamas es adquirir la certeza de un aprendizaje. Maestra, conferencistas y comunicadora, Marta ha dividido su vida en dos: ser madre de Diego, su hijo, el pintor, y dos, comprometerse en un feminismo en el que la siguen algo así como 10 mil admiradores que la siguen también como cantante ya que Marta interpreta acompañándose con su guitarra en múltiples foros.
La conocí hace años en El Hábito, de Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe, cuando decidió lanzarse cual trapecista colgada de una cuerda que nos hizo temer por su vida. La quise desde entonces porque pude comparar sus dos facetas, la de feminista y la de trapecista dispuesta a volar por el espacio pasara lo que pasara. Lanzarse es un verbo que Marta Lamas conjuga desde que nació en 1947.
–Elena, yo tuve una mamá feminista.
–Sí, la recuerdo en la avenida Juárez con un saco de tweed. ¿Quién será esa señora tan elegante?–pensé sorprendida.
–Mi mamá me dio a leer tantos libros que cuando Susan Sontag vino a México, en 1971, salí de mi aula en la UNAM para escucharla e interrogarla en su conferencia en la Facultad de Ciencias Sociales.
–Me acuerdo muy bien de ti. Susan Sontag se quejó de que nadie le preguntara nada.
–Entonces, me levanté y le pregunté. A la salida, Martha Acevedo me pasó una libreta para apuntar mi nombre e invitarme: Si quieres asistir a una reunión feminista, pon tus datos. Me llamó por teléfono y de entonces a la fecha han pasado casi 54 años. Mi proceso en el feminismo empezó así y un poco más tarde di un giro hacia la academia universitaria. Yo fui durante muchos años fósil de la Escuela de Antropología. La dejé en el 68 y no la terminé, tenía 21 años. Me agarró el Movimiento del 68. Me había casado muy joven, me separé y comencé otra relación. En la escuela, hice mucho activismo. Hice la revista Debate Feminista, GIRE y el Instituto de Liderazgo Formación Simone de Beauvoir, una escuela de formación de cuadros feminista con Patricia Mercado.
No es un partido político, una organización que cuenta con operadores y activistas. En 1989 abrimos un instituto para formar defensores del feminismo. Suspendí mi carrera para dedicarme al activismo, pero después la terminé en la UNAM. Por el activismo en el 68 y porque nació Diego, mi hijo, ya no regresé a Antropología e Historia, pero después sí terminé y empecé a dar clases en el ITAM en 1998. Para ello era indispensable pagar materias y terminar mi carrera. Empecé a publicar artículos y libros sobre el tema de Género en Nexos y en la Revista Mexicana de Ciencia Política. Me volví como una experta en Género y en Ciencia Política de la UNAM y me invitaron a que diera ese curso y doy clases desde hace 20 años en el ITAM, así como las di mientras terminaba mi doctorado. En la UNAM hice el Programa Universitario de Estudios de Género que luego se convirtió en el Centro de Investigaciones y Estudios de Género en el que ahora soy investigadora.
–Ya está en circulación tu libro Ideología de Género, lo que te convierte en especialista en género… ¿Qué significan los temas de género?
–Este concepto de género existe en español de toda la vida. Se refiere a clase, tipo y especie. Tú dices qué género de música te gusta, qué género de literatura lees, de qué género es esta blusa que traes puesta. Género es un concepto taxonómico clasificatorio que va a cambiar en el mundo de la sicología médica y le va a dar un significado a la identidad de las personas. Género es lo que hace que tú te sientas mujer u hombre, no tiene que ver con la diferencia sexual. Con base en este concepto de género, se han hecho políticas públicas de género, investigación y, en paralelo, nació un movimiento muy conservador que pretende regresar al llamado orden natural y cristiano, femenino y masculino. Que los hombres sean hombres masculinos, las mujeres, mujeres femeninas, nada de cosas raras, la heterosexualidad es la única forma decente de vivir.
–¿El homosexualismo todavía es condenable?
–El homosexualismo, la identidad de género, las personas queers, los trans que existen hace unos años conforman un dispositivo político, es decir, un conjunto de ideas que transmiten que el género es algo malo; Jair Bolsonaro, ex presidente de Brasil, declaró que el género es cosa del diablo. Por ejemplo, la derecha como Putin, como Trump, como Milei, como Bukele está en contra del género. A principios de este año, tanto Milei como Bukele, el de El Salvador, declararon que van a quitar la perspectiva de género en su gobierno. En mi libro ¿Ideología de Genero? empiezo por preguntar ¿Por qué estos señores quieren quitar el tema de género? Al ganar Trump las elecciones en Estados Unidos, en noviembre, hizo una declaración en contra del género. Me pareció muy importante escribir toda una explicación histórica de cómo el género se vuelve un concepto nuevo a mediados del siglo XX en el campo de la Sicología Médica y cómo se vuelve un concepto político para las feministas y para la política pública, y sobre todo para los gobiernos que hacen políticas públicas con perspectiva de género. Por eso escribí Ideología de género. Disputas públicas sobre la diferencia sexual.
–Marta ¿por qué políticos como Trump tendrían que intervenir en políticas de género?
–Los políticos como Trump son muy conservadores. Son cristianos y están alineados a la iglesia más retrógrada. Forman una alianza política para restaurar el orden que ellos consideran natural, el orden cristiano. Lo primero que hizo Trump como presidente, el 20 de enero de 2025, fue anunciar que borraría el concepto gender de todos los documentos del gobierno y dejar la palabra sex porque los seres humanos somos seres sexuados y nada más, como si no existiera la subjetividad del inconsciente. El tema de fondo, Elena, es cómo se construye la identidad en los seres humanos a partir de la cultura y la familia en la que naces. No sólo eres niño o niña sino eres tu inconsciente. El inconsciente hace combinaciones inesperadas y de repente tú puedes haber nacido en una familia muy tradicional y en tu inconsciente tú te has empezado a sentir niño y no puedes pedir: mamá, no me pongas vestido, ponme pantalones, córtame el pelo. Yo me siento niño. Y lo mismo le sucede a un niño que puede empezar a sentirse niña.
Los seres humanos no entendemos que la identidad no sólo es la etiqueta que te ponen, sino lo que tú elaboras en tu inconsciente y es muy difícil contrariarlo, crece una disputa que es la que vivimos en este momento en el mundo y se parece, digamos, a la disputa entre liberales y conservadores. Los conservadores dicen que el género no es conocimiento, sino que es ideología, como si la religión no fuera también ideología. La ideología son las creencias. Mi libro pretende aclarar el proceso histórico de cómo surge el concepto género para entender la condición humana de una forma no esencialista. No porque hayas nacido con cromosomas XY eres una hembra humana, te vas a sentir mujer a lo mejor te vas a sentir hombre y vas a luchar por vivir con esa identidad. El dogma dice que Dios te hace de una determinada manera y no hay que moverle a los designios de Dios; a los conservadores no les gusta esta nueva perspectiva que abre el género: protección a los homosexuales, las lesbianas, a las personas trans… México tiene una buena ley que ya reconoció las identidades trans desde hace tiempo.
–¿Cómo se logró?
–Lo logró el movimiento de izquierda. Es una ley que permite que las personas puedan cambiar sus papeles en el Registro Civil y en vez de que diga Juan que diga Johanna; si se arreglan de una cierta manera, pueden vivir en el mundo como Johanna.
“Cuando Ratzinger era obispo en Alemania, fue el prefecto de la Congregación para la Defensa de la Fe, que antes era la Inquisición, y quisieron imponer el dogma y por eso están en contra del aborto, del uso de los anticonceptivos, están en contra de la comunidad LGBT+. Con el papa Francisco se abrió una posibilidad de modificación, logró frenar a todos los conservadores y ahora es una pena porque no sabemos si León XIV vaya a hacerlo. Coinciden Putin, Trump, Milei, Bukele, todos ellos están en una alianza para restaurar el orden natural y en contra del género. Dicen que el género es una ideología y es diabólico y hace daño. Mi libro muestra este debate político.