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Narco: el cuerno de oro

Se trata del cuerno de oro que, según Trump, puede ser cortado si se combate a los cárteles mexicanos. Una falacia si se toma en cuenta que el negocio es internacional y que los cárteles sólo son un engrane de esa inmensa maquinaria.

José Gil Olmos | Proceso

El combate a los narcotraficantes mexicanos es uno de los temas que Donald Trump ha elegido para fortalecer su narrativa imperialista e invasora. Sostiene que los puede borrar del mapa y así terminar el problema de la narcodependencia en su país.

Nada más falso que esa argumentación, pues el narcotráfico es el gran negocio mundial, que para enfrentarlo es necesario una estrategia igualmente mundial empezando de arriba hacia abajo; es decir, desde los más altos niveles del medio bursátil y de los grandes inversionistas bancarios hasta llegar a los campesinos y productores.

El investigador Marcos Kaplan escribió un artículo publicado en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM centrado en el lavado de dinero producto del narcotráfico. Ahí explica cómo se “ha inventado, perfeccionado y usado un conjunto de instrumentos y mecanismos que le permiten disponer de las enormes cantidades de dinero que encarnan las ganancias del tráfico” y la manera de insertarlo en el sistema financiero mundial.

Eso, expone el investigador, “posibilita la reinversión en la economía ilegal y en la legal, al tiempo que llevan a eludir los controles de los organismos estatales de seguridad sobre las transacciones de capitales de origen ilícito”.

Se trata, afirma Kaplan, de un dinero libre de impuestos, con un valor de 100 billones de dólares anuales y una buena parte de ese dinero corre por los barrios y calles de las ciudades de Estados Unidos hasta alcanzar los mercados financieros.

Es el cuerno de oro que, según Trump, puede ser cortado si se combate a los cárteles mexicanos. Una falacia, si se toma en cuenta que el negocio es internacional y que los cárteles mexicanos sólo son un engrane de la inmensa maquinaria que los grupos del crimen organizado han creado por todo el mundo.

“Este narcodinero es la sangre vital de los cárteles, necesario para la operación y el crecimiento de su vasto mercado negro (…)”, indica Kaplan en su investigación “Economía Criminal y Lavado de Dinero”.

Si Trump quisiera en realidad enfrentar a los narcotraficantes que surten el mercado más grande de consumo asentado en su país, habría de seguir el camino del dinero el cual termina en Wall Street.

Por cierto… los cárteles no tienen nacionalidad, son franquicias del gran negocio internacional cuyas ganancias no se quedan en las bolsas de personajes como el Chapo, el Mayo o Pablo Escobar, sino en los bancos internacionales.

Razones

Del caso Camarena al fentanilo

Se cumplen 40 años del peor momento de la relación México-EU en un tema de seguridad que deterioró toda la relación bilateral: el caso Camarena.

Jorge Fernández Menéndez | Excelsior

De los muchos temas conflictivos de la agenda bilateral entre México y Estados Unidos, el mayor desafío sigue estando en el tema de la seguridad y el tráfico de fentanilo. Como comentábamos aquí la semana pasada, el tema migratorio está bastante controlado, tanto en la frontera sur como norte, mientras que el gobierno de Trump ha descubierto que las deportaciones masivas que pretendía hacer serán más difíciles y costosas de lo que pensaba. El control de la frontera es, hoy, para la Casa Blanca, la mejor noticia sobre el tema.

El capítulo económico transitará por la renegociación del tratado y, en temas muy delicados como la agricultura y la energía, se han liberalizado las restricciones que mantenía México. Pero la seguridad, el tráfico de fentanilo y de armas es un capítulo complejo que desde hace años contamina la relación bilateral. Se cumplen 40 años del peor momento de la relación México-Estados Unidos en un tema de seguridad que deterioró toda la relación bilateral: el caso Camarena.

En enero de 1985 fue secuestrado, torturado y asesinado en Guadalajara el agente de la DEA Enrique Camarena, junto con el piloto mexicano Alfredo Zavala. Sus restos fueron arrojados en Michoacán, donde entonces gobernaba Cuauhtémoc Cárdenas, y fueron encontrados en febrero. Como nunca antes la frontera fue cerrada por Estados Unidos durante días exigiendo justicia por el caso Camarena. La relación de Miguel de la Madrid con Ronald Reagan no se pudo reponer hasta que llegaron al gobierno Carlos Salinas y George Bush.

El principal responsable del secuestro de Camarena fue Rafael Caro Quintero, que no era el narcotraficante más importante de su época: lo era su verdadero jefe, Miguel Félix Gallardo, apodado entonces como El zar de la cocaína, detenido a principios de 1989 en Guadalajara. Pero mientras Félix Gallardo se dedicaba al golf y a codearse con los sectores tapatíos más pudientes, Caro Quintero era protagónico, escandaloso, público. Ninguna de esas características impidió que uno y otro (junto con Ernesto Fonseca,Don Neto) tuvieran enormes espacios de poder, prepotencia e impunidad. Buena parte de ese poder deviene de una de las historias más oscuras que ha habido en el narcotráfico en México, que contamos con detalle en los libros El otro poder (Aguilar, 2001) y La batalla por México (Taurus, 2012).

La historia del asesinato de Camarena se inscribe en el contexto del caso Irán-Contras, organizado por el gobierno estadunidense para aprovisionar de armas y hombres a la Contra nicaragüense. En 1979 había caído el gobierno de Anastasio Somoza y la administración de Reagan, que tomó el poder poco después, implementó un ambicioso programa para tratar de derrocar a los sandinistas. La Contra operaba básicamente desde la frontera con Honduras en una guerra abierta contra el régimen. Honduras se convirtió en un puente donde llegaban los hombres que eran entrenados en otros países centroamericanos, pero sobre todo en las fincas de los narcotraficantes colombianos y mexicanos, y allí llegaban las armas, pero también la cocaína de Colombia que era trasladada a su vez a México y, de allí, a EU.

La trama tenía componentes claros: los grupos colombianos, donde comenzaban a despuntar Pablo Escobar y, por otra parte, los hermanos Rodríguez Orejuela, que enviaban droga a Honduras. Allí era recibida por quien fue otro célebre narcotraficante, Juan Matta Ballesteros. De México llegaban los aviones con armas y gente que regresaba con la cocaína, que era recibida por la gente de Félix Gallardo, Don Neto y Caro Quintero. Y de México, la coca era enviada a Estados Unidos, donde estaba causando furor.

Todo funcionó bien hasta que esa trama fue descubierta por el Congreso estadunidense en una investigación de venta clandestina de armas a Irán (el dinero que pagaba Irán se usaba para comprar armas para la Contra) y tuvo que comenzar a ser desarticulada, entre otras razones porque quien sería el candidato republicano era el exdirector de la CIA (entonces vicepresidente) George Bush, y había sido bajo su mando en la Agencia que se articuló ese operativo. Pero el negocio era ya demasiado grande como para detenerlo. Lo más que se logró, con el tiempo, fue que todos los que estuvieron en su momento involucrados en él desde el terreno del narcotráfico murieran, fueran encarcelados o simplemente desaparecieran.

Enrique Camarena fue asesinado porque tuvo esa información (que compartió con una DEA que entonces tenía un margen de poder ínfimo ante otras agencias de seguridad como la CIA). También presuntamente por esa información fue asesinado el periodista Manuel Buendía, que la había obtenido de José Antonio Zorrilla, quien era entonces jefe de la Dirección Federal de Seguridad y que fue quien ordenó su asesinato. Tras la muerte de Camarena se impuso la certificación, se lanzó la guerra contra las drogas y se inició la etapa de violencia que, incrementándose en forma constante, todavía hoy vivimos.

Hay que ponerle atención a la historia para no repetirla, pero también mirar al futuro. No deja de llamar la atención que la nueva fiscal estadunidense Pam Bondi, en su primer orden ejecutiva haya ordenado “la aniquilación de los cárteles”, pero más aún que haya ordenado la coordinación de todas las agencias con ese fin y que haya puesto toda esa trama bajo la dirección del poderoso Homeland Security, que ya ha mantenido contactos, incluso en México, con autoridades de nuestro país, al tiempo que el jefe del comando Norte, el general Gregory Guillot, mantuvo una larga reunión esta semana con el secretario de la Defensa, el general Ricardo Trevilla, y el almirante Raymundo Morales, secretario de Marina.

Juegos de poder

A favor de la migración

Se me hace terrible e hipócrita que los descendientes de migrantes estén en contra de la migración.

Leo Zuckermann | Excelsior

No son buenas épocas para estar a favor de la migración. Por el contrario, hoy la corriente principal en Occidente es rechazarla, y con mucha fuerza. Lo estamos viendo en los países desarrollados: Estados Unidos, Canadá y Europa. Los electorados están votando por cerrar las fronteras para evitar que llegue más gente en búsqueda de mejores oportunidades.

Yo sigo estando a favor de la migración.

Primero, por razones personales.

Soy nieto e hijo de migrantes. La familia de mi madre migró de Turquía a México vía Italia y Cuba. Mi padre nació en Francia unas cuantas semanas antes de la invasión nazi. Después de toda una andanza, mis abuelos y mi padre consiguieron una visa para viajar a México del famoso cónsul mexicano en Marsella, Gilberto Bosques. La militancia comunista de mi abuelo los salvó.

Mi padre atesora esa visa. La tiene colgada en su casa. El periodista Guillermo López Portillo la puso como portada del libro biográfico Gilberto Bosques: el hombre que desafió a los nazis. En la visa aparecen la foto de mi abuela joven y un bebé sonriente. Es mi papá. Siempre me ha gustado pensar que reía porque sabía que se habían salvado del Holocausto e iban a un país lejano que los recibió generosamente como migrantes.

Se me hace terrible e hipócrita que los descendientes de migrantes estén en contra de la migración.

He visto, por desgracia, este fenómeno en la población hispana en Estados Unidos. De aquellos que llegaron a ese país, con papeles o sin ellos, y ahora sus sucesores, ya con la nacionalidad estadunidense, se convirtieron en férreos opositores de la migración. Ellos ya pasaron y, una vez adentro, demandan que se cierren las puertas.

Es la historia del vecino del norte adonde, primero, llegaron los anglosajones y mataron o confinaron en reservas a los indígenas. Luego comenzaron las migraciones de otros países europeos (irlandeses, alemanes, holandeses, italianos), a quienes los anglosajones maltrataron por considerarlos inferiores.

A los judíos que venían de diversas naciones los trataron de manera caprichosa: a veces los aceptaban, a veces no.

La generación migrante de mexicanos, centroamericanos y caribeños también sufrieron horrores de los que ya estaban instalados en el sueño americano. Ni hablar, desde luego, de los africanos a los que llevaron a la fuerza como esclavos o de los chinos que trataron como siervos para construir los ferrocarriles.

Ahora, muchos de estos grupos, que hoy conforman el crisol estadunidense, todos migrantes en algún momento de su historia, están por cerrar las puertas a la migración. Son unos hipócritas.

Entiendo la idea de discriminar la migración legal de aquellos que llegan sin papeles (utilizo la palabra “indocumentados” y no “ilegal” porque me parece grosero calificar a una persona así por su estatus migratorio). Un país tiene la obligación de aplicar las leyes. Pero si éstas son restrictivas y la gente está desesperada por entrar, pues no le dejan de otra más que migrar sin papeles.

Porque una cosa es cierta: la inmensa mayoría de la gente que migra lo hace por necesidad. Ya sea porque lo están persiguiendo políticamente en su país de origen o por la violencia insoportable en éste o por la falta de oportunidades económicas.

Cuando estudié en Nueva York me gustaba platicar con los paisanos indocumentados. Todos habían migrado porque en México no conseguían buenas chambas. Sabían que cruzar al norte significaba ganar mucho más dinero, tanto que hasta podían ayudar a sus familias que se quedaban en sus lugares de origen. Todos estaban contentos de ganar dólares y enviar algo de dinero a su parentela en México. Pero todos extrañaban su tierra.

También platicaba con sus empleadores. Estaban felices con “sus mexicanos”, como les decían. Eran, en sus palabras, de los mejores trabajadores que existían en el mercado laboral. Cómo no, si los mexicanos se partían el lomo a cambio de salarios bajos.

Escribo esto ahora que la migración, documentada o no, se convertirá en un tema en México.

Nuestro país tendrá que hacer la reflexión de qué quiere hacer con miles de migrantes indocumentados de otros países que nos regresará Estados Unidos. Corremos el peligro de que aquí llegue la corriente antimigrante ante la súbita afluencia de extranjeros en territorio nacional.

Por nuestra historia, creo que ningún mexicano tendría que rechazar la migración. Debemos ordenarla con una visión humanitaria. Tal y como quisiéramos que trataran a los nuestros, con papeles o sin ellos, en el extranjero.

Astillero

Trump, el arancelario insaciable // Sedena: recursos modestos // General Cienfuegos, en el podio // Slim, siempre ganador

Julio Hernández López | La Jornada

Donald Trump anunció ayer, mientras volaba hacia Nueva Orleans para asistir al Supertazón, que a partir de hoy impondrá aranceles de 25 por ciento a las importaciones de acero y aluminio, incluyendo en el paquete a México y Canadá.

La recurrencia a ese factor, apenas re-montada hace días una tensión similar a la que se dio una tregua de 30 días, confirma que para el multimillonario que habita la Casa Blanca hay dos tipos de aranceles: los de castigo, o punitivos, como los anunciados contra México y Canadá en términos generales y ahora en pausa, relacionados con temas como el fentanilo y la migración (es decir, aranceles que pueden suspenderse, atenuarse o desaparecer si los países castigados se pliegan a las exigencias de Washington), y los estructurales o sistémicos, que supuestamente serían de largo alcance, no sujetos a negociaciones telefónicas o personales, y decididos en términos muy centrados en lo económico.

En el terreno punitivo, el del castigo a ciertos países para que asuman ciertas conductas, Trump está confirmando su condición de insaciable. Llega a acuerdos en algunos temas, pero más adelante pone sobre la mesa nuevos puntos de litigio, en un remedo de las metas en el futbol americano: primero y 10 y vuelta a empujar. ¿Así durante cuatro años?

En entrevista grabada con Fox News (es decir, en su ambiente mediático más favorable), Trump reveló ayer que México y Canadá deben hacer más para que luego de 30 días de paréntesis realmente se suspenda el amago de aranceles: No, no es suficiente, dijo cuando se le mencionó que había movimientos de tropas y mucha actividad en los países vecinos. Y soltó, en términos de valoraciones que sólo habrán de suceder a su criterio: Algo tiene que pasar. No es sostenible. Y lo estoy cambiando.

La presidenta Sheinbaum, por su parte, inició en la Ciudad de México una serie de actos militares correspondientes al mes de febrero; ayer, el de la Marcha de la Lealtad. Ahí, el secretario de la Defensa Nacional, general Ricardo Trevilla Trejo, reiteró la fidelidad de las fuerzas armadas al supremo mando civil y, en el contexto de las amenazas provenientes del norte trumpista, se unió a anteriores proclamas de la comandanta Sheinbaum en el sentido de que nuestra soberanía no es negociable.

Aseguró el general Trevilla que las tareas efectuadas por las fuerzas armadas se realizan con humanismo (…) pensando siempre en el bienestar del pueblo, ese mismo que nos brinda su confianza y respaldo, principales fortalezas del instituto armado que nos permiten, aun con recursos modestos, tener el temple y la certeza para encarar cualquier amenaza que atente contra el país.

En segunda fila, pero en el mero podio del poder, estuvo el general Salvador Cienfuegos, en su calidad de ex secretario de la Defensa Nacional. El 15 de octubre de 2020 fue detenido en Estados Unidos bajo acusaciones de colusión con el crimen organizado y lavado de dinero. El entonces presidente López Obrador dio un giro a su inicial postura de respaldo a acciones contra servidores públicos corruptos de ese nivel y logró, por intermediación del entonces canciller, Marcelo Ebrard, que se devolviera a México al militar de altísimo rango.

Tal devolución no se produjo porque se hubiera establecido en aquellos tribunales la inocencia del acusado, sino por importantes consideraciones de política exterior. La usualmente lentísima Fiscalía General de la República dictaminó en unas cuantas semanas que el general Cienfuegos estaba exento de proceso judicial alguno, sin causa penal a seguir, inocente.

Y, mientras hoy el supermillonario Carlos Slim ofrece una conferencia de prensa, como lo ha hecho en otras primeras semanas del año, para ofrecer sus puntos de vista sobre temas nacionales e internacionales, de economía pero también de política, gran ganador como ha sido y sigue siendo, más allá de cambios de siglas partidistas o apellidos en el poder presidencial.

México SA

Alonso Ancira, hampón prófugo// AHMSA: desempleo y hambre // FGR: ¿y el acuerdo reparatorio?

Carlos Fernández-Vega | La Jornada

Más de tres años después de firmar (2021) un acuerdo reparatorio y, por lo mismo, comprometerse a pagar 216.6 millones de dólares para resarcir el fraude por él cometido –en connivencia con Emilio Lozoya Austin, director peñanietista de Pemex– en la compraventa de Agronitrogenados, tres son los logros concretos del hampón Alonso Ancira Elizondo (el modelo empresarial a seguir, según Carlos Salinas de Gortari): evadir el pago total del acuerdo, quebrar Altos Hornos de México y cómodamente huir a Estados Unidos, en donde goza de libertad absoluta.

En este culebrón queda claro que alguien metió la pata –por decirlo suave– en la Fiscalía General de la República (FGR) al confiar y llegar a un acuerdo con este mafioso que la privatización salinista elevó a rango de barón tras quedarse –a precio de regalo y sólo por la gracia del innombrable– con la mayor acerera del país, Altos Hornos de México (AHMSA), la cual exprimió sólo para quebrarla, dejando en la calle a miles de trabajadores.

Dicho acuerdo estipulaba que Ancira Elizondo abandonaría el Reclusorio Norte (en donde fue enchiquerado tras su extradición de España) siempre y cuando pagara los 216 millones de dólares citados como parte de su compromiso reparatorio. Caso contrario, regresaría a ese penal de inmediato y su proceso penal continuaría hasta las últimas consecuencias. Nada de eso sucedió, porque incumplió el pago (además de no saldar los adeudos de AHMSA con Pemex, el IMSS, el Infonavit y al SAT, entre 3 mil y 5 mil millones de pesos), nunca regresó a su celda y huyó a Estados Unidos (también tiene esa nacionalidad) en donde vive libre y sin problema alguno.

Todo indica que en la FGR no hicieron caso de la advertencia de tiempo atrás hecha pública por el líder del sindicato minero, Napoleón Gómez Urrutia, quien en su libro El colapso de la dignidad (coeditado por La Jornada) subraya: “Alonso Ancira Elizondo es un oportunista que no tiene amistades ni lealtades, sólo intereses. Es profundamente narcisista; hombre robusto, enfrascado en una perpetua lucha por perder peso, que a medida que envejece se ha sometido a varias cirugías para verse más joven y delgado. Donde quiera que va, siempre está rodeado por asistentes muy atractivas, generalmente jóvenes de aproximadamente 20 años… Siempre está tratando de fingir como si fuera un conocedor o un experto en leyes, aunque lo único que consigue la mayor parte del tiempo es exponer su propia ignorancia y falta de conocimientos”.

Meses atrás, el Sindicato Minero, por medio del propio Gómez Urrutia, propuso a la presidenta Sheinbaum analizar la creación de una cooperativa con participación de esa organización obrera, empresarios con visión social y gobierno federal, con el fin de volver a poner en operación a AHMSA, recuperar las plazas laborales, reactivar la economía de Monclova (sede de esa empresa) y pagar a los acreedores. Hasta ahora no se conoce respuesta oficial, mientras Alonso Ancira Elizondo goza de cabal impunidad.

Eso, por lo que toca al mafioso Ancira Elizondo. Por la de los trabajadores, La Jornada (Jared Laureles) lo documenta así, desde Monclova, Coahuila: “han transcurrido poco más de dos años desde que AHMSA produjo el último gramo de acero. Desde entonces 8 mil obreros quedaron en el desempleo, con proyectos de vida truncados y muchos de ellos están en la miseria. Pero la afectación del cierre no sólo se quedó ahí, se extendió a familias de la región, quebraron ‘cientos de empresas’ y se transformó la dinámica citadina.

“En estos duros años, los trabajadores y sus familias han tenido que enfrentar hambre, falta de trabajo, estigmatización, represión y en literal desamparo las extremas condiciones climáticas en este municipio considerado antaño La capital del acero… Pese a ello se mantienen en lucha. Mientras demandan el pago de sus salarios atrasados –más de 90 semanas– y finiquitos, las 24 horas del día realizan guardias en grupos de tres turnos en los accesos de la planta para evitar que chatarreros o ladrones sigan desmantelando el cableado de la empresa o dañen los equipos que son de gran valor, los cuales son su única esperanza para recibir los recursos que por derecho les corresponde después de años, incluso décadas en algunos casos, de trabajo”.

¿Y Alonso Ancira? ¿Y la FGR?

Las rebanadas del pastel

Trump pretende robar el territorio de Gaza para entregárselo al genocida Netanyahu, pero ya que anda de ofrecido ¿por qué no mejor cede parte del territorio estadunidense para que en él se reubique el Estado de Israel? Éste cabría, sobrado, en Vermont.

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