Columnas Escritas
Lo que dicen los columnistas
Juegos de poder
El Yunes de la Suprema Corte
Leo Zuckermann | Excelsior
La 4T tiene que conseguir el voto en contra de un ministro, de tal suerte que no haya la mayoría requerida de ocho. Necesitan un voto y, en política, esto se consigue con incentivos positivos o negativos.
Hoy comienza el debate en la Suprema Corte de Justicia en torno al proyecto del ministro González Alcántara para declarar la invalidez parcial de la reforma judicial. Como todo lo relacionado con este asunto, debido a las fallas jurídicas que el Legislativo cometió al aprobar esta reforma constitucional, no queda claro si se requiere una votación de ocho o de seis ministros para que la propuesta de González Alcántara se convierta en sentencia que el Ejecutivo y el Legislativo tendrían que acatar.
Vamos a suponer que se requieren los ocho votos. De los once ministros que todavía conforman el pleno, tres van a votar en contra: Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. En sus decisiones, este trío se ha caracterizado más por su militancia a favor de la 4T (no quiero dejar pasar que Esquivel es una ladrona que plagió sus tesis de licenciatura y, por tanto, ni siquiera debería estar ahí). Ellas están de acuerdo con la reforma judicial y ya anunciaron que se presentarán a la elección del 2025 para continuar en su puesto.
Quedan, entonces, ocho ministros. Siete ya presentaron su renuncia y van para afuera el año que entra. Son Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Juan Luis González Alcántara, Jorge Mario Pardo, Margarita Ríos Farjat, Javier Laynez, Alberto Pérez Dayán y Norma Piña. El ministro Luis María Aguilar termina su periodo en noviembre.
Ellos ya no tienen nada que ganar en la decisión de mañana más que dar una última pelea a favor del régimen de división de poderes. De votar a favor del proyecto de González Alcántara, estarían reafirmando que el Judicial sí tiene algo que decir en torno a la reforma que reestructura este poder desde su base. Y pondrían en un aprieto al Ejecutivo y al Legislativo de acatar o no esta resolución. De no acatarse, el precedente tendría un alto costo de imagen para el nuevo gobierno, al que le urge mandar señales de certidumbre jurídica a los inversionistas privados.
Para no llegar a esta situación, el lopezobradorismo tiene una solución: conseguir el voto en contra de un ministro, de tal suerte que no haya la mayoría requerida de ocho. Esto desarmaría la bomba de la crisis constitucional.
Necesitan un voto y, en política, esto se consigue con incentivos positivos o negativos.
Ya lo vimos en el Senado. Morena se quedó a tres senadores de lograr la mayoría calificada de dos terceras partes para reformar la Constitución. No es cierto que el pueblo les dio ese mandato. Tienen los votos gracias a que, primero, se llevaron a Morena a dos senadores del PRD que se quedaron huérfanos porque este partido desapareció. Les faltaban uno y, ¡oh, sorpresa!, el panista Miguel Ángel Yunes Márquez chaqueteó.
Por un lado, le quitaron todas las órdenes de aprehensión a él y a su familia y, por el otro, le dieron un par de comisiones en el Senado. Buen negocio para un bucanero como es este personaje; mejor para Morena, que aseguró la mayoría calificada.
Para tener un mayor margen de acción, ya también lograron que la senadora priista Cynthia López Castro se pasara con ellos. Quién sabe qué le ofrecieron a cambio.
El hecho es que, teniendo el poder, el gobierno puede ofertar muchas zanahorias y también aplicar garrotazos. De repente pueden salir o reactivarse carpetas de investigación para meter a la cárcel a los rejegos o a alguno de sus familiares.
Supongo que el gobierno está aplicando zanahorias y palos a algunos de los ocho ministros de la Corte para voltear a, por lo menos, uno.
El que se deje, será el Yunes del Poder Judicial.
Lo menos que le dijeron al senador veracruzano que chaqueteó es que era un traidor. Alguien que hizo campaña en contra de las reformas que proponía Morena y acabó votándolas a favor porque, de repente, se iluminó.
¿Habrá un ministro o varios dispuestos a chaquetear?
En la política, si uno chaquetea tiene que hacerlo de manera completa. No hay medios chaqueteos. Yunes sigue en el Senado y, para efectos prácticos, ya es de Morena. En el caso de un posible ministro Yunes, la cosa es diferente. Los ocho ya se van de la Suprema Corte. Tienen un prestigio profesional que cuidar. Sería terrible terminar sus carreras como unos traidores que, a la hora más importante de defender al Poder Judicial, recularon.
Por dinero no se tendrían que preocupar. Recibirán sus pensiones y, en su papel de exministros, siempre podrán encontrar un buen trabajo en el sector privado.
La amenaza de meterlos a la cárcel por un delito real o inventado no resulta creíble. No veo al gobierno encarcelando a un ministro de la Suprema Corte por haber votado de una manera. La imagen sería todavía peor que la del desacato a la resolución del más alto tribunal del país.
Pero uno nunca sabe.
—
Razones
No es lo mismo: Trump es peor
Kamala Harris es una mujer que entiende el mundo y su circunstancia, que es consciente de que la relación con México es sumamente compleja y diversa.
Jorge Fernández Menéndez | Excelsior
Hoy se decidirá mucho de nuestro futuro en unas elecciones estadunidenses donde el destino no estará marcado por los votos ciudadanos. El mañana de Estados Unidos y de muchos países lo definirán los delegados electorales de Wisconsin, Michigan, Pennsylvania, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada, los estados en disputada para este martes. No pensemos que el Donald Trump que compite en este 2024 es el mismo que ganó en 2016 y que ejerció la presidencia hasta enero de 2021. Es mucho peor y está rodeado de personajes mucho más embriagados de un discurso de extrema derecha decadente.
Describió el fenómeno a la perfección el español Antonio Muñoz Molina este domingo en El País “Ocho años más tarde, somos menos capaces todavía de comprender la atracción que un personaje así sigue ejerciendo sobre tantos millones de personas: un oligarca que viaje en avión privado con grifos y retretes chapados en oro es visto como un héroe de la clase trabajadora por hombres y mujeres sometidos a la pobreza y despojados de cualquier forma de protección social; un depredador sexual que compra el silencio de actrices pornográficas y exesposas sucesivas inspira un fervor religioso cercano a la idolatría en cristianos evangélicos obsesionados por el pecado y el infierno; un machista grosero que celebra en público el tamaño de los genitales de un as del deporte y ha sido condenado por un delito de abusos sexuales, provoca gritos entusiastas de mujeres cuando aparece como una estrella del rock en una tribuna; un racista confeso que califica de asesinos y violadores a los ilegales atrae a un porcentaje sustantivo de votantes de origen asiático o latinoamericano que llevan menos de una generación en el país, pero ya recelan de los recién llegados, por esa inclinación que tienen a veces los explotados a rendir pleitesía a sus explotadores con la esperanza de dejar atrás a quienes están peor que ellos”.
Misógino, machista, antiinmigrante y, sobre todo, antimexicano. Este mismo fin de semana, Trump insistió en sus mentiras y sus amenazas de poner aranceles a todas las importaciones mexicanas. No nos engañemos, con la administración de Biden las cosas están francamente mal en el ámbito bilateral, pero la candidata demócrata, Kamala Harris, es una mujer que entiende el mundo y su circunstancia, que tiene mucho que reclamarle a la pasada y quizás a la actual administración mexicana, pero que es consciente de que la relación con México es sumamente compleja y diversa. Trump es un pandillero que sólo entiende el poder como un juego de fuerza, al que no le importa nada más allá de sus intereses personales.
Quienes dicen que gane Kamala o Trump no habrá muchas diferencias no entienden a lo que nos estamos enfrentando ni la dimensión que puede adquirir una nueva administración Trump con los personajes que actualmente lo rodean. Hay muchos temas en la agenda que serán mucho más graves con Trump en la Casa Blanca. Es verdad que algunos también están en la de Kamala, pero los grados, la magnitud, es diferente.
En el tema migratorio Trump no sólo amenaza con aranceles y en militarizar la frontera, sino también con realizar la mayor deportación masiva de la historia, habla de expulsar de Estados Unidos a cerca de 13 millones de personas. Todos saben que eso es materialmente imposible, pero sí habrá deportaciones masivas sin respetar los derechos de hombres, mujeres y niños que llevan, en muchos casos, años viviendo en ese país. Se podrá decir que también Barack Obama o Joe Biden deportaron a muchos migrantes y es verdad, pero lo hicieron, en general, respetando normas, leyes y con criterios humanos: no volvimos a ver a niños en jaulas o deportados sin sus familias o abandonados porque los expulsados fueron sus padres.
En el tema de la seguridad, sean Kamala o Trump los próximos ocupantes de la Casa Blanca, no cabe duda de que la relación será tensa. Lo estamos viendo desde el 25 de julio con la detención de El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López, una tensión acrecentada por una mala reacción del gobierno mexicano que parece empeñado en defender al viejo líder del cártel de Sinaloa, describiéndolo incluso como un factor de estabilidad (como si no tuviera responsabilidad alguna en los 200 mil muertos y 50 desparecidos del sexenio pasado).
Pero Trump está decidido, desde el final de su pasada administración, no sólo a tener acciones de inteligencia como la que aparentemente derivó en la detención del El Mayo, sino a intervenir en forma directa, con drones, o con lo que sea, en México. En los últimos meses de su gobierno no lo hizo porque su jefe del Estado Mayor Conjunto le dijo que desencadenaría un conflicto gravísimo y Trump estaba ya en el final de su gobierno. Con cuatro años por delante y sin posibilidad de reelección habrá que ver quién resiste sus órdenes.
En los temas económicos, Kamala ha dicho que ella no votó a favor del T-MEC cuando era senadora, pero no ha dicho que se opondrá a renegociar el tratado. Su caso es similar al de Clinton en 1992, que hizo campaña contra el TLC, pero luego lo ratificó y más tarde tuvo un papel protagónico salvando la economía nacional con un préstamo de 20 mil millones de dólares en plena crisis económica de 1995. Kamala exigirá que el tratado se cumpla, pero Trump lo usará, como dijo este domingo, para chantajear políticamente, en todos los sentidos, en cualquier tema. La diferencia es notable.
—
Astillero
En la Corte: ¡todo listo! // ¡Hagan sus apuestas! // Trump: más fintas fanfarronas // Parasitarios, en España y México
Julio Hernández López | La Jornada
Todo listo. Ocho ministros de la Corte, con Norma Lucía Piña a la cabeza, esperan que no deserte uno de ellos y provoque el fracaso de la asonada Carrancá. Tres ministros 4T prestos a corear que este puño judicial sí se ve. La presidenta Claudia Sheinbaum anuncia que sí hay plan (¿ D?), pero será revelado después de que la Suprema tome su decisión. Gerardo Fernández Noroña asoma para decir que siempre no se pedirá a la Corte que sobresea los procesos en curso contra la reforma judicial (RJ). El Instituto Nacional Electoral (INE) presupuesta 13 mil millones de pesos para organizar la elección de togados. Un juez de distrito impone multas de más de 50 mil pesos a cada uno de los consejeros del INE por no acatar la suspensión provisional de la mencionada erre jota. La facción 4T dominante del tribunal electoral rechaza la posibilidad de opinar sobre la RJ. Y la ministra Piña arenga a sus huestes antes de la batalla en defensa, dice, de la democracia constitucional que enfrenta amenazas sin precedente. Todo listo. Hagan sus apuestas. Cierren las puertas.
Fiel a su estilo escandaloso y su permanente aire pendenciero, Donald Trump aprovechó las últimas horas antes de la votación presidencial estadunidense, que se prevé cerrada, para lanzar la advertencia al gobierno de la presidenta Sheinbaum: de llegar al poder en el vecino país, impondría un arancel de 25 por ciento a productos de México si no se registran avances sustanciales en materia de combate al crimen organizado y de control migratorio.
El tóxico personaje naranja ha amagado en otras ocasiones con autorizar intervenciones armadas contra cárteles y capos en territorio mexicano, como si la ecuación de compraventa de estupefacientes se formara solamente con el factor de la producción y distribución y no de la proporcional participación de cárteles y capos asentados en el propio país consumidor. En el fondo, el manejo de la política gringa antidrogas ha sido una coartada en Washington para presionar, controlar y desestabilizar a países extranjeros productores. Ya se verá si Trump tendrá oportunidad de concretar sus intimidaciones o todo queda en el plano de las fintas fanfarronas, en caso de que no logre hacerse nuevamente del poder presidencial.
Los incidentes vividos por los reyes de España en Valencia, al ser rechazada su visita videográfica, incluso con arrojo de lodo y el calificativo de asesinos, han sido transformados por derechas y ultraderechas de aquella nación (vergonzosas algunas crónicas y notas periodísticas, no sólo en el monarquista diario ABC), pero también de México, en redes sociales y comentarios sueltos, en reverenciales defensas de la existencia de tales figuras parasitarias.
Y, en el contexto de la desesperación opositora mexicana por tratar de encontrar fórmulas de descalificación del proceso llamado 4T, saltaron voces que tratan de contrastar la accidentada visita de los monarcas a Paiporta, municipio de Valencia, con la decisión del anterior presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de no exponer la investidura a desdoros en Acapulco ante damnificados genuinos o provocadores. Lo malo, para esos comparadores, es que en España la monarquía tiene el rechazo de una parte importante de la sociedad (indefendibles excesos, corrupción e hipocresía de Juan Carlos, padre del actual rey Felipe), mientras en Guerrero la fórmula de continuidad 4T obtuvo 71.6 por ciento de votos (Claudia Sheinbaum), contra 18.7 de su principal contendiente (Xóchitl Gálvez).
Y, mientras en Guadalajara ayer se realizaba un acto de protesta en plaza pública por el asesinato del activista Alejandro Gobel, principal opositor de los programas de verificación vehicular del gobierno estatal, y en Durango el gobernador priísta Eduardo Villegas es acusado de maniobrar para que quede de rector de la Universidad Juárez del Estado de Durango su reciente ex subsecretario de Salud, Ramón García.
—
México, SA
La Suprema Corte, extralimitada // Ministro en falta // Sheinbaum: plan B
Carlos Fernández-Vega | La Jornada
Hoy, los ojos están puestos en Juan Luis González Alcántara Carrancá, por mucho que este ministro sólo es la cara visible de quienes están detrás de la banda de los ocho. A él lo seleccionaron con la pretensión de tumbar una reforma, la judicial, que ya forma parte de la Constitución, pues ni para eso es útil Norma Piña, oficialmente presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal.
Se supone –así lo pregonan–- que los ministros integrantes de la banda de los ocho son doctos en materia constitucional, a la que dicen conocer de ida y vuelta, y que si ocupan sus puestos en el denominado máximo tribunal del país es porque demostraron ser los mejores, algo que, por lo visto, hace dudar hasta al más lerdo. El fondo del asunto es que esa pandilla no actúa con criterios legales, sino políticos (de la mano de los económicos), lo que amerita su inmediata remoción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Pero ahí están, duro que dale con interpretaciones de artículos constitucionales que, dada su claridad y contundencia, no ameritan mínima exégesis, y por lo mismo los obligan a su exacta aplicación. Aun así, los ministros no cejan en su oscuro empeño de tumbar las recientes modificaciones a la Constitución para dejar intactos sus intereses y los de sus titiriteros. Se trata, pues, de una pandilla que avergüenza al país.
En su reciente carta de renuncia adelantada (que presentó para garantizar sus haberes de retiro y su jugosa pensión, en los términos de la reforma judicial que tanto cuestiona y pretende invalidar), el lacrimoso González Alcántara Carrancá asegura: Me equivoqué al creer que prevalecería la razón sincera y libre por encima del clamor de las pasiones, y mi error, como el de muchos, nunca me permitió imaginar un escenario como el actual.
Sin embargo, en vísperas de que la SCJN analice y se pronuncie sobre su proyecto de invalidar la reforma judicial (la cual, hay que insistir, ya forma parte de la Constitución), el ministro seleccionado para dar la cara en nombre de la pandilla (y lo que está atrás de ella) se animó a pedir a la presidenta Sheinbaum que reflexione sobre las consecuencias y que busque un escenario alternativo, ergo, pide: Déjenos una parte del negocio.
Pues bien, ayer la mandataria fue nítida: Quien está cometiendo una falta es la Corte y es muy importante que lo conozca el pueblo de México. Ella recibe un amparo de partidos políticos que no tienen personalidad jurídica para presentar amparos; aquéllos se rigen por las leyes electorales, de tal suerte que, en todo caso, debería de ser ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Entonces, la SCJN no podría haberlo recibido, por lo que decía la Ley de Amparo, pero ahora que es constitucional el que el amparo no puede ser parte de la revisión de una reforma constitucional, pues deberían tomar esto en cuenta. Y ya fue publicada la reforma constitucional; entonces, están legislando sobre una reforma constitucional.
Algo más: ¿a quién le corresponden las reformas constitucionales? Al Legislativo, al Constituyente. ¿Quién es el Constituyente en México? Las dos terceras partes de la mayoría en la Cámara de Diputados, las dos terceras partes de la mayoría en la Cámara de Senadores y la mayoría de los Congresos locales; a ellos les corresponde cambiar la Constitución. Eso lo dice claramente la Constitución de la República. Lo que quiere hacer ahora la Corte es legislar, cambiar lo que ya es una resolución del Constituyente, es decir, la Corte se está sobrepasando sobre sus funciones.
Y se enfocó en el ministro de marras: “Todavía ayer Juan Luis González Alcántara dice: ‘queremos una negociación’. ¿Con quién? ¿Con la Presidenta? Si ya es parte de la Constitución, y ahora uno de los ministros siente que tiene la atribución para cambiar la Constitución. ¿Cómo? ¿Quién provoca un problema constitucional? La Corte. ¿Dónde quedaron sus principios?”
Y de pilón, la presidenta Sheinbaum informó que no me quiero adelantar (a lo que decida la SCJN), pero claro que tenemos un plan que no pone en riesgo nada, sea que decidan a favor o en contra.
Las rebanadas del pastel
Dada su soberbia, falta de empatía con los damnificados y su nulidad como jefe de Estado, lo que en realidad quieren millones de españoles no es que Felipe VI se quede en Madrid, como amenazó el arrogante personaje, sino que se vaya rapidito a otra parte… Hoy, show business electoral en Estados Unidos; da igual quién resulte vencedor, porque los candidatos prácticamente son gemelos.
—
El poder soberano actuando
José Blanco | La Jornada
¿Por qué son inatacables las decisiones del supremo poder reformador de la Constitución? De eso van las siguientes líneas. Hoy la SCJN tomará sus decisiones. Pueden ser arrogancia estéril o, acaso, aceptación final de la Constitución.
La 4T surgió avisando que se trataba de un cambio de régimen. Lo dijo mil veces AMLO. La presidenta Claudia Sheinbaum lo reiteró en los 100 puntos de su programa al inicio de la campaña política, y continuó proponiéndolo por toda la geografía nacional; en muchos lugares se hizo, además, una votación simbólica a mano alzada. En adelante la conformación de los tres poderes del Estado serán resultado de la decisión del pueblo soberano. La Constitución ha instituido un nuevo Poder Judicial. El cambio de régimen avanza; el neoliberalismo, mengua.
La tercera gran transformación, la Revolución Mexicana, fue una revolución política que eclipsó al régimen oligárquico porfirista. Lo derrotó militarmente y produjo un nuevo régimen político, mediante la aprobación de una nueva Constitución Política, liberal como la de 1857, pero que innovaba con la inclusión de derechos sociales, con una nueva definición de la propiedad de la tierra (no es un derecho natural), con la creación de un Poder Ejecutivo con la jurisdicción para satisfacer la demanda principal del movimiento revolucionario: la distribución de la tierra entre los campesinos. Se conformó así un Estado y una República diferente a la que resulta de otras Constituciones liberales del mundo. Todo ello se lo cargó el neoliberalismo, pero el pueblo ahora le enmienda la plana. La legitimidad de la Constitución de 1917 procedía de las mayorías: del pueblo armado y la posterior conformación de su representación política en el Congreso de Querétaro de 1917.
El poder soberano del pueblo mexicano volvió a expresarse en las elecciones de junio pasado. Vivimos una revolución de las conciencias que impulsa una nueva revolución política, con 36 millones de ciudadanos. El poder soberano del pueblo conformó una representación con la mayoría necesaria para constituir el supremo poder reformador de la Constitución. La Carta Magna dice en su artículo 135 que sólo el poder reformador (dos tercios del Congreso + la mitad más uno de los Congresos locales) puede reformarla. Fue lo que ocurrió.
El consenso del pueblo respecto a un conjunto de decisiones políticas que organizan de modo distinto el Estado conforma el actual contrato social de los mexicanos. Contrato social lo llamó J. J. Rousseau desde 1762; también ha sido llamado pacto político o constitución política del Estado. Es claro: la Constitución Política no es una ley jurídica, aun cuando la costumbre la llame ley suprema. No es una ley, sino el pacto político de los mexicanos para la conformación de su Estado; así es su nombre: Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Como escribiera Arnaldo Córdova, la Constitución no es una ley, sino un pacto político… Las leyes, que son jurídicas porque expresan un mandato de obligaciones correlativas de derechos, no pueden ser más que reguladoras u organizadoras. Es así que las llamamos en su totalidad reglamentarias y orgánicas. O regulan u organizan entes jurídicos. Las leyes no se ocupan de otra cosa. La Constitución no regula ni organiza, la Constitución instituye… ¿Qué quiere decir instituir? Quiere decir fundar. Las leyes no fundan, sino que regulan u organizan. La Constitución funda (https://www.jornada.com.mx/2007/07/08/).
Cae por su propio peso que nadie puede modificar el pacto político de los mexicanos, creado por el pueblo mismo a través de los representantes constituidos en poder reformador. La SCJN, desde luego, no puede reformar las leyes de la República, ni la Constitución. Su pretensión de enmendarle la plana al poder reformador es apenas catastrófica jactancia. Nadie puede mediante amparos, ni a través de ningún otro recurso, cambiar la Constitución. La SCJN sólo puede señalar qué mandatos de las leyes son o no son congruentes con lo dispuesto por la Constitución; pero la reforma de las leyes sólo puede hacerla el Congreso de la Unión, y la reforma de la Constitución Política, sólo el supremo poder reformador. La reforma del régimen político por la 4T tendrá lugar porque nadie puede impedirlo. Es la soberanía del pueblo actuando; nada menos.
El titular del Poder Ejecutivo está bajo control ciudadano porque ahora México cuenta con la revocación de mandato y no existe la relección; los miembros del Poder Legislativo están bajo control ciudadano porque sus miembros son elegidos periódicamente. El cuadro se completa con la reforma constitucional del Poder Judicial. México ha vuelto a innovar en materia constitucional porque será el primer país del mundo con una democracia liberal que integre el Poder Judicial mediante un proceso de elección democrática. El control fundamental de los miembros del Poder Judicial en adelante estará en manos de los ciudadanos que, con su voto, los elegirán en las urnas. Así será.