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Las epístolas de Andrés

A 16 días de dejar la silla presidencial, AMLO lanzó un adiós que arrancó lamentos de resignación de sus seguidores. “Ya no puedo forzar más a mi pobre corazón, que me ha ayudado mucho”, dijo en Palenque, Chiapas.

José Gil Olmos | Proceso

Todo parecía miel sobre hojuelas. Tenía asegurado su legado político con una heredera hecha a su manera y a su hijo más avezado lo impuso en el partido que tiene un nombre providencial y que le hizo el milagro de alcanzar su sueño.

La última fiesta patria fue un culto a su personalidad reproducida en muñecos, máscaras, escapularios y estampas religiosas con su rostro estampado. Al replicar la campana de Dolores la noche del 15 el sonido del badajo en sus oídos la escuchó como la promesa de que los tiempos de la transformación seguirían avantes, sin cortapisas, sobre todo después de aprobadas sus reformas constitucionales por su rebaño legislativo.

Pero ni uno solo de los festejos logró ahuyentar los presagios de las epístolas que estaban llegando a su Palacio con mensajes recordando un pasado que siempre ha negado, salpicado de incumplimientos en seguridad, educación, salud y vínculos con personajes del narcotráfico; pasajes que con toda intención había arrumbado en la esquina más lejana de su historia oficial pero que ahora, al final de su sexenio, le recordaban la fragilidad de su mortalidad.

A 16 días de dejar la silla presidencial, AMLO lanzó un adiós que arrancó lamentos de resignación de sus seguidores. “Ya no puedo forzar más a mi pobre corazón, que me ha ayudado mucho”, dijo en Palenque, Chiapas, donde tiene su finca La Chingada, a donde piensa retirarse de manera monástica, pues asegura que no va a recibir a nadie y se dedicará a reflexionar.

 “La carrocería ya no anda bien, entonces ya cierro el ciclo; sobre todo, tengo un problema de una enfermedad cardiaca porque me dio un infarto y ya no puedo forzar más a mi pobre corazón, que me ha ayudado mucho”, dijo en compañía de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum.

Días después de esa revelación sentimental comenzaron a llegar los mensajes con malos augurios. 

El 16 de septiembre la calificadora HR Ratings previó una baja del crecimiento económico para 2024 y 2025 debido al ajuste en el gasto público y la incertidumbre generada por el cambio de administración y la aprobación de las reformas constitucionales, especialmente la reforma al Poder Judicial. El dinero que gastó en programas sociales (5 billones de pesos) ya no los tendrá disponibles el próximo gobierno, pero ésa ya no será su preocupación.

Ese mismo día, como un mensajero del pasado, el expresidente Ernesto Zedillo hizo un severo diagnóstico de su gobierno al participar en la Conferencia Anual de la Barra Internacional de Abogados.

En un mensaje ante abogados manifestó que la reforma al Poder Judicial, para elegir a juzgadores por voto popular, busca la destrucción de la democracia, las leyes y la independencia de ese poder para ponerlo al servicio de la fuerza política en el poder.

“Nuestro Congreso federal acaba de aprobar —y ha sido ratificado por una mayoría de Legislaturas estatales—, un conjunto de reformas constitucionales que destruirán el Poder Judicial y, con ello, enterrarán la democracia mexicana y lo que quede de su frágil Estado de derecho”, sentenció Zedillo, quien rompió la regla no escrita de los expresidentes de opinar sobre la administración en curso.

El 17 de septiembre Genaro García Luna, a través de su abogado, difundió una misiva acusando a López Obrador de complicidad con el narcotráfico. Un señalamiento que se suma a los ya hechos desde hace años. Uno de ellos fue que el 15 de junio del 2006 Sergio Villarreal Barragán, alias el Grande, le entregó 500 mil dólares por orden de Arturo Beltrán Leyva, que le encomendó la tarea de entregar dinero por parte de Joaquín Chapo Guzmán y de Ismael Mayo Zambada. El encuentro tuvo lugar en el hotel El Campestre, ubicado en el bulevard Miguel Alemán 251, Las Rosas, en el municipio de Gómez Palacio, Durango.

Otro señalamiento fue el hecho por Roberto López Nájera, un joven abogado de Acapulco que fue a trabajar para uno de los jefes de la droga más notorios en México, Édgar Valdez Villarreal, un traficante nacido en Texas y apodado la Barbie. López Nájera contó, dijeron funcionarios de la DEA, que en enero del 2006, en un hotel de Nuevo Vallarta, se entregaron dos millones de dólares a la campaña de López Obrador a cambio de protección oficial si ganaba.

Como si fueran los idus de marzo —ese ritual romano en el que se avizoraba el futuro en las entrañas de las aves— llegó otro anuncio allende las fronteras. Las principales calificadoras financieras estiman casi nulo crecimiento económico y una deuda pública que alcanza la mitad del PIB. Una estimación que el Banco de México ya previó de crecimiento económico para el 2024 de 1.5% y para 2025 de 1.2 por ciento.

Pero quizá el mensaje más explosivo que vendrá antes de que se vaya es el que le darán los normalistas de Ayotzinapa, que en vísperas de los 10 años de la desaparición de los 43 estudiantes, preparan marchas, manifestaciones y acciones como las que ya mostraron recientemente: el uso de explosivos a control remoto.

Por cierto… En vísperas del fin de su sexenio, AMLO profesó: “Nos fue muy bien, por virtud y por suerte. Además, eso de los errores que uno comete, para eso les pagan a muchos, para encontrar los errores que yo cometo. No les voy a hacer el trabajo, que se apliquen (…) Claro que nosotros no somos perfectos. La perfección tiene que ver con el Creador, con la naturaleza. Las mujeres y hombres cometemos errores, todos. Pero en el balance, yo tengo que dar gracias al Creador, a la naturaleza y, sobre todo, al pueblo de México, porque me voy con mi conciencia tranquila y muy contento”. Pero acostumbrado a decir falsedades seguramente no se irá y eso ya lo veremos.

De naturaleza política

Tensión por “lo que diga don Mayo…”

Enrique Aranda | Excelsior

Culiacán, Ciudad Juárez, Obregón… ¿qué sigue?

Luego de un sinnúmero de ocasiones en que Andrés Manuel López Obrador y  otros funcionarios, la exregenta Claudia Sheinbaum incluida, intentaron sin éxito obtener respuesta sobre las condiciones en que se habría concretado la captura en territorio nacional y entrega de Ismael El Mayo Zambada García a agentes del FBI que lo esperaban en un aeropuerto de Nuevo México y de reclamar en las últimas semanas su resistencia a coordinarse con el gobierno mexicano, nada parece más claro que tal “cerrazón” obedece a la innegada intención de la Unión Americana, de sus agencias de seguridad, de usar la información obtenida del otrora líder indiscutido del Cártel de Sinaloa en contra de México y su gobierno, y no pocas autoridades en ejercicio de sus funciones ahora…

Ello y no otra cosa es lo que aseguran quienes más cerca operan del poder y que, a la vista del cierre del fracasado sexenio del tabasqueño, no dudan en afirmar que la creciente tensión y mal humor que muestra ahora al inquilino de Palacio obedece al temor a ser víctima de campañas de desprestigio o acciones alentadas en su contra por autoridades de allende la frontera –agencias de seguridad, congresistas, grupos empresariales y más– por su supuesta o real vinculación y del régimen que encabeza con el grupo delictivo cuyas facciones, enfrentadas, mantienen hoy en vilo a Sinaloa, Chihuahua, Sonora y otras entidades donde un día sí y otro igualmente se difunden versiones sobre la vinculación de sus gobernantes con el crimen organizado, del (des)gobernador de la primera, Rubén Rocha Moya, quien incluso fue señalado por el mismo capo de haber participado en el operativo para entregarlo.

Tal es la situación prevaleciente en diversos y amplios sectores que la reedición del calificativo de narcoestado contra el país y su gobierno –particularmente en los pasillos del Capitolio washingtoniano– que en otro momento ganó espacios en medios nacionales y extranjeros, y luego declinó, renace ahora con tanta o mayor fuerza que en el pasado, como parte, se dice, de un nuevo embate contra quien prepara su (supuesto) retiro a su rancho La Chingada en Palenque, Chiapas, y, más aún, en preparación de las acciones que con la reiterada promesa de enfrentar a los cárteles mexicanos y detener el trasiego de drogas a su territorio pudiera emprender el ganador de los comicios del 5 de noviembre, sea el ¿amigou? republicano Donald Trump o la demócrata Kamala Harris.

Son versiones y percepciones, es verdad, pero ahí están y ocupan la atención de la clase política…

ASTERISCOS

* Al grito de “dictador, dictador” y con ataques directos contra su persona –el lanzamiento de una botella de agua que no lo alcanzó–, trabajadores del Poder Judicial federal dieron una singular bienvenida a Veracruz a Andrés Manuel López Obrador y mostraron, otra vez, el repudio a su reforma, impulsada para “recrear” el presidencialismo autoritario que en otro momento alentó el viejo-viejo PRI en cuyas filas abrevó el tabasqueño…

* Sin desperdicio, por decir lo menos, la carta pública que la Coparmex, que preside José Medina Mora, circuló ayer para advertir del grave riesgo que la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional –que esta semana deberá votar el Senado– implica “para el (mantenimiento) del orden constitucional y para el Estado de derecho, al vulnerar el principio de control civil sobre las fuerzas de seguridad”…

Razones

Morena se definirá desde Palacio

La presidenta Sheinbaum no se puede dar el lujo de llegar a 2025, cuando en realidad comenzará la revisión del T-MEC, con la amenaza de la cancelación de ese acuerdo comercial.

Jorge Fernández Menéndez | Excelsior

¿Qué papel jugará Andrés Manuel López Beltrán en el proceso político que se abrirá el próximo 1 de octubre? Ayer, el hijo del presidente López Obrador fue designado secretario de Organización de Morena, al tiempo que su cercanísima amiga María Luisa Alcalde, ocupará la presidencia del partido en lugar de Mario Delgado.

Leía, como siempre, la semana pasada a Jorge Zepeda Patterson que decía que Andy podría ser más un apoyo que un adversario para Claudia Sheinbaum. Puede ser, es posible, pero no lo sé, porque el hijo del presidente López Obrador no ha hecho política pública, lo ha hecho tras bastidores, y mucha, durante este sexenio. Y no ha tenido que batirse políticamente con nadie, fue una suerte de poder tras su padre en donde se le facilitó la operación de los temas que abordó, desde la política hasta los negocios. Será ahora, con mayor exhibición pública (tampoco tanta, porque la Secretaría de Organización del partido permite operar sin mostrarse demasiado) cuando tendrá que comenzar a demostrar de qué está hecho y quién es sin el cobijo directo de su padre, aunque lo tenga desde el rancho de Palenque.

Es un hecho que en la Ciudad de México, el partido y otros espacios de poder se han convertido en refugio de los duros de Morena, los que intentarán que no haya, como les gusta decir, desviaciones en el camino de la 4T. En realidad, hasta que se demuestre lo contrario, lo que son es una suma de intransigentes sin representatividad personal, que suelen estar peleados con la realidad. Claudia Sheinbaum, que asumirá el poder en apenas ocho días, no romperá con los principios de su movimiento, pero todo apunta a que tendrá una visión más realista, más sensata del ejercicio del poder.

No puedo imaginar a Sheinbaum, luego de dos semanas de enfrentamientos cada vez más violentos en Sinaloa, diciendo que Estados Unidos es el responsable de esa batalla entre Los Chapitos y Los Mayos, una lucha que está reconfigurando el mapa del crimen organizado en el país (y que por eso se está extendiendo a otros estados, como ayer a Sonora). No me imagino ni a Omar García Harfuch ni al general Ricardo Trevilla ni al almirante Raymundo Morales suscribiendo esa declaración, ni mucho menos al canciller Juan Ramón de la Fuente.

Lo que menos quiere la próxima Presidenta es comenzar su administración confrontada con Estados Unidos, además que sostener que la seguridad interna depende de actores externos es una confesión de debilidad incompresible en un mandatario que presume que sabe todo lo que sucede en el país, pero que no tiene idea, aún, de qué ocurrió con el 25 de julio pasado con la caída de El Mayo Zambada y de Joaquín Guzmán López, lo que ha sacado de foco todo su discurso sobre la seguridad.

No sólo la administración de Sheinbaum no puede comenzar su gobierno enfrentada con EU, debe hacerlo buscando espacios claros de colaboración, de un nuevo modelo integrador que solucione el cúmulo de divergencias que se han acumulado en múltiples temas en los últimos tres años. La presidenta Sheinbaum no se puede dar el lujo de llegar a 2025, cuando en realidad comenzará la revisión del T-MEC, con la amenaza de la cancelación de ese acuerdo comercial. Y si no hay cambios importantes, gane Kamala Harris o Donald Trump el próximo 5 de noviembre ésa es, hoy, una posibilidad real.

Una de las demandas que presentará EU en esa renegociación será la de configurar espacios comunes de seguridad e información, una exigencia coherente con el propio proceso de integración. ¿Se podrá avanzar en ello manteniendo la actual política? Por supuesto que no, y todavía falta por ver la andanada que se viene con los juicios de El Mayo y Los Chapitos.

La iniciativa de reforma al Poder Judicial fue diseñada por la nueva presidenta de Morena, la todavía secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, que, en sus meses al frente de esa dependencia, no realizó gesto alguno de colaborar en la gobernabilidad del país, de buscar acercamientos con sus adversarios, de tratar de establecer relaciones que impidieran mayores márgenes de confrontación. Al contrario, Luisa María, cuya familia es una suerte, como otras, del nepotismo del nuevo sistema político, lo que hizo fue confrontar y hacer un uso militante de la Secretaría de Gobernación.

Por lo que se ve, su sucesora, Rosa Ícela Rodríguez, está comenzando a intentar lo contrario. La presidenta Sheinbaum y su equipo saben, son conscientes, del daño que esa iniciativa les ha provocado desde el mismo momento en que fue aprobada y de la imposibilidad de su aplicación tal y como ha sido aprobada. Dependerá de las numerosas leyes secundarias matizar los términos de una reforma que, como se ha dicho, no reformó la Constitución, la transformó en otra, lo que la gente, en términos estrictos, no votó.

En estos días el próximo secretario de Economía, Marcelo Ebrard, se reunirá con líderes empresariales tratando de convencerlos de que esas reformas no quitarán seguridad jurídica a las inversiones. No veo cómo podrá hacerlo: la reforma judicial no sólo resta seguridad jurídica a los inversionistas, sino también a todos los ciudadanos, desde el momento en que deja en un limbo y en un ámbito partidizado la justicia en el país, una justicia que, además, durante todo el próximo año quedará en un espacio de nadie, en una transición donde lo más notable serán los vacíos y la posibilidad de cuestionar cualquier decisión, por transitoria, que se tome en los tribunales.

No sé qué rol jugará Andrés López Beltrán en el próximo gobierno desde su nueva posición en Morena. Lo que me queda claro es que eso dependerá, al final, de la decisión política que asuma la nueva Presidenta.

Astillero

Ayotzinapa, 10 años sin verdad ni justicia // Militares: Guardia Nacional // Partido Obradorista // Andy acapara atención

Julio Hernández López | La Jornada

Ayotzinapa, sus 43 estudiantes desaparecidos, está al final del recorrido obradorista, en el último tramo de la entrega de un poder que el relevante político tabasqueño comenzó a ejercer desde el martes 3 de julio de 2018, apenas pasada la elección, pues Enrique Peña Nieto decidió dejarle todo el escenario y un amplísimo rango de operación cuando aún ni siquiera era presidente electo, y que ha extendido ese mismo poder hasta sus últimos minutos, ocupando centralmente el espacio político, mediático y legislativo junto con una presidenta electa, Claudia Sheinbaum, colocada en segundo plano y con una abierta y continua propensión a elogiar al mandatario saliente y a comprometerse a mantener su legado.

Muy poco se avanzó en el esclarecimiento y la búsqueda de justicia del caso de los normalistas rurales guerrerenses. Aun cuando en algunos puntos procesales hubiera ciertos logros, en lo esencial ha habido cuando menos un estancamiento y, lo peor, se rompió de manera estrepitosa la esperanza que la nueva Presidencia de la República había generado.

Luego de un promisorio primer tramo en el que se crearon instancias institucionales para tratar de llegar a la verdad y la justicia, el mismo gobierno de la llamada Cuarta Transformación fue abatiendo sistemáticamente lo construido y, para tratar de diluir el fracaso y el retroceso, ha intentado de manera infame habilitar como responsables del naufragio retórico, institucional e histórico a los propios familiares de los 43, sus abogados de siempre, los centros de derechos humanos que han sido acompañantes y al activismo social solidario.

A 10 años de la desaparición de los jóvenes, luego de transitar entre las maquinaciones criminales de Peña Nieto, el general secretario Salvador Cienfuegos, el procurador Jesús Murillo Karam y el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, y entre las promesas luego gravemente incumplidas del obradorismo, la protesta de los normalistas de Ayotzinapa ha subido de tono (un tono que nunca ha sido bajo) y este jueves, durante una marcha en la Ciudad de México, se expresará la solidaridad de una parte consciente de la sociedad mexicana, entre crecientes signos de una ira acumulada.

En el contexto del expediente Ayotzinapa, específicamente frenado y enconado por el verde olivo, es decir, por la barrera militar que no pudo superar el poder civil, por más retórica oficial que se utilice para pretender implantar lo contrario, se ha confirmado el plan original del actual Presidente de la República de constituir una Guardia Nacional militar, no civil, por más que en dos episodios legislativos anteriores se arguyó, para conseguir el voto de las cámaras a favor, que sólo se buscaban plazos de unos cuantos años para fortalecer lo civil y prescindir de lo castrense: Guardia Nacional militar, sin más disfraz, es lo que ha aprobado San Lázaro y pasará ahora al Senado.

Este domingo, en tanto, se confirmó el diseño partidista que acompañará y vigilará el ejercicio presidencial de Claudia Sheinbaum. Tal como se había perfilado, la actual secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, pasará a la presidencia nacional del partido gobernante, electa sin contrincante interno. En la segunda posición, la secretaría general, quedó Carolina Rangel Gracida, una joven economista michoacana que ocupó dos secretarías en el gobierno estatal de Alfredo Ramírez Bedolla, cargos en la estructura federal y una candidatura a diputada federal que no triunfó.

En una tercera posición, Andrés Manuel López Beltrán como secretario de organización, aunque la atención mediática desplazó a Rangel Gracida y equiparó a la dirigente Alcalde con la presencia y fuerza política del hijo del actual Presidente de la República. En discursos, se precisó que el partido obradorista se aplicará a vigilar que se cumpla con el legado del fundador de la organización y principal figura guinda.

México SA

Zedillo: rescatista // Carreteras, bancos… // Todo, a costillas del país

Carlos Fernández-Vega | La Jornada

Los seis gerentes neoliberales (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) depredaron el país para entregarlo al gran capital. Lo propio hicieron gobiernos anteriores, disfrazados de herederos de la Revolución, aunque ni lejanamente como lo hizo ese sexteto. Sólo para dar una idea, antes del primer sexenio neoliberal (1982-1988) el Estado participaba, de una u otra medida, en 86 por ciento de las ramas de actividad económica nacional.

A partir de Miguel de la Madrid, pero con énfasis desde el salinato, el Estado fue violentamente apartado, por decirlo suave, de prácticamente toda la actividad económica y los inquilinos de Los Pinos se convirtieron en meros hacedores –no gratuitos, desde luego– de negocios privados a costillas de la nación. Y la saquearon, junto a los mexicanos.

Por decirlo de alguna manera, De la Madrid fue el ingeniero encargado de la obra negra, al dar un giro de 180 grados y comenzar a modificar la Constitución; Salinas de Gortari fue el arquitecto dedicado a los acabados, a la obra final del proyecto, y sus sucesores sólo aceleraron a fondo, todo en beneficio de la oligarquía autóctona y foránea, y siempre a costillas de la nación.

Obvio es que Zedillo hizo lo suyo, pero no sólo rescató ilegalmente a la banca privada, sino que fue más allá con todo tipo de salvamentos que al erario le costaron, le cuestan y le costarán miles de millones de pesos. Por ejemplo, en 1997 el carretero (las concesiones las otorgó Salinas a sus amigos, y Neto los sacó del hoyo con recursos públicos, sin mediar autorización legal alguna. Originalmente anunció una inyección de 58 mil millones de pesos, pero 27 años después, al cierre de junio de 2024, el saldo se acerca a los 300 mil millones de pesos, ello, sin dejar de pagar los intereses correspondientes. Igual que el Fobaproa-IPAB.

Pero a Zedillo se le recuerda, también, por otra costosísima joya: la privatización de los Ferrocarriles Nacionales de México (FNM). Sobre este punto, la investigadora Carmen Silvia Zepeda Bustos ( Privatizaciones realizadas durante el gobierno de Ernesto Zedillo; UAM-Azcapotzalco, marzo-abril de 2012) documenta lo siguiente: en mayo de 1992, en pleno apogeo del gobierno salinista, un equipo de especialistas del Banco Mundial recomendó dicha privatización. Aunque ya se había concesionado la primera compañía férrea privada en 1994 (TFM, que en 2005 se convirtió en Kansas City Southern, la cual concesionó las líneas del noreste y parte del centro), fue en 1995 cuando el Senado de la República (sin chistar) aprobó la iniciativa de Zedillo para iniciar el proceso de privatización, mismo que concluyó a finales de 1997.

Las concesiones fueron otorgadas por 50 años a cada una de las empresas privadas, detalla Zepeda Bustos, cerrando FNM operaciones definitivamente en 1999; hasta ese año operaban servicios de pasajeros en los alrededores del Distrito Federal. En 1998, el tóxico Germán Larrea, propietario de Grupo México, Union Pacific Railroad adquirieron el Ferrocarril Pacífico-Norte, y crearon Ferromex, la red ferroviaria más extensa del país, con casi 500 locomotoras y 8 mil 500 kilómetros de vía, y conecta cinco grandes conurbaciones mexicanas, cinco ciudades a lo largo de la frontera con Estados Unidos, cuatro puertos en el Pacífico y otro en el Golfo de México.

Por su parte, TFM, después Kansas City Southern de México, fue constituida en noviembre de 1996. Es el más importante corredor comercial del sistema ferroviario mexicano; da servicio al noreste y centro de México, así como a los puertos de Lázaro Cárdenas y Tampico, teniendo conexión directa con Estados Unidos.

También se creó Ferrocarril del Sureste (Ferrosur) que el gobierno concesionó a la empresa Tribasa. Su propietario (salinista de hueso colorado, también beneficiado con el rescate carretero) huyó del país acusado de fraude a Nacional Financiera, pero en 1999 la siempre larga mano de Carlos Slim adquirió los derechos, sólo para que en 2005 vendiera 75 por ciento de las acciones al tóxico Germán Larrea, con lo que Ferromex obtuvo 2 mil kilómetros adicionales y se expandió a Veracruz y Oaxaca con el Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, y hacia la península de Yucatán y Chiapas.

En 1999, otra trasnacional estadunidense (Genesee & Wyoming) se apropió del ferrocarril Chiapas-Mayab, conocido como el Tren de la muerte, aunque, sin más y rescate público de por medio, apenas ocho años después renunció a su concesión.

Las rebanadas del pastel

Entonces, los ferrocarriles propiedad de la nación quedaron en manos de dos magnates. ¿Así o más democrático?

El PAN y la democracia

Bernardo Bátiz V. | La Jornada

Un sistema democrático requiere la competencia de partidos. No puede haber democracia en un régimen de partido único. Si en México se logró derrotar al llamado partido oficial fue porque, aun cuando el PRI controlaba todo y era experto en hacer fraudes electorales, nunca dejó de convocar a elecciones. Hoy hemos dado un paso toral en la democratización de México y tenemos que cuidar que el partido Morena no repita los viejos esquemas; por tanto, debe haber una oposición real, organizada, con una propuesta propia. Entre los partidos actuales el PRD desapareció, el PRI ha quedado muy desprestigiado y, en mi opinión, sólo el PAN podría llenar el papel de oposición.

Lo digo por su historia, ahora es minoritario, olvidó su doctrina, marginal, pero es la segunda fuerza política del país. Representa 14.2 por ciento de legisladores en la Cámara de Diputados y 17.1 en la de Senadores. Gobierna cinco estados de la República y cinco alcaldías en la capital. No hace mucho fue la alternativa que ganó la Presidencia primero con Vicente Fox (2000) y luego con Felipe Calderón (2006), aunque ya para entonces había renunciado a su primogenitura política por un plato de lentejas. Fox, con las siglas del PAN y con el apoyo de los empresarios reunidos en una organización paralela denominada Amigos de Fox, para ganar aceptó que los principios fueran abandonados en el cajón del escritorio y basó su campaña no en propuestas, sino en la imagen de él mismo creada por los genios de la publicidad. Nada de doctrina y mucha mercadotecnia.

Ahora está lejos de ser el partido de ciudadanos que se enfrentaron, sin muchas posibilidades, al partido oficial antiguo rival, con el que a la larga terminó aliado y con el cual fue derrotado en la reciente contienda ganada ampliamente por la primera mujer que presidirá al país, ambos fueron derrotados por Morena, partido de reciente fundación y movimiento con aliento histórico.

En una nota publicada por La Jornada el pasado martes 17, se da cuenta de que ese partido, considerado de derecha, cumple 85 años de haber sido fundado y así es; en 1939, el día 17 de septiembre, en las instalaciones del Frontón México tuvo lugar esa fundación y la aprobación de sus estatutos y sus principios de doctrina.

Era el año en que culmina el polémico gobierno de Lázaro Cárdenas; había cambiado el artículo tercero de la Constitución para declarar que, en México, la educación sería socialista; se había expropiado el petróleo y se repartían por todo el país latifundios de las antiguas haciendas para entregarles a los pueblos convertidas en ejidos y tierras comunales, rompiendo con ello el esquema liberal de la propiedad privada.

El PAN recién fundado, en 1940, tomó su primera gran decisión; tenía que optar entre participar con un candidato propio o hacerlo sumándose a una campaña muy popular y bien organizada del antiguo revolucionario zapatista y luego huertista Juan Andreu Almazán, candidato de oposición que compitió con Manuel Ávila Camacho, el sucesor oficial de Cárdenas. El nuevo partido, titubeante, acordó en su asamblea dejar en libertad a sus militantes de apoyar o no al candidato de oposición a sabiendas de que no era fácil derrotar al oficialismo y sería un mal comienzo iniciar su vida política con una derrota.

En esa fundación, cuya efeméride pasa desapercibida, se aprobaron documentos que abrieron una opción electoral democrática, en lo político, y liberal, en lo económico, e independiente del gobierno, formada por ciudadanos deseosos de participar en política sabedores de que era poco menos que imposible derrotar a la aplanadora ­oficialista.

Durante años, el PAN no obtenía triunfos electorales, sin embargo, aportó una mística partidista y una férrea voluntad de ejercer los derechos democráticos estable­cidos en la Constitución. Durante décadas sus bancadas fueron minoritarias, cinco o seis diputados de mayoría, pero que dieron inicio a una incipiente vida parlamentaria en la que se dieron testimonios heroicos en los debates aun a sabiendas de las derrotas seguras en las votaciones.

Digno de recordar es su lema: Por una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos, así como a algunos de sus fundadores reclutados principalmente en el mundo de la cultura y de la acción católica. Menciono a Manuel Gómez Morín su fundador, uno de los siete sabios, funcionario público en los gobiernos de Obregón y Calles y rector de la Universidad de México; otros dignos de ser recordados son el jalisciense Efraín González Luna; el poeta tabasqueño José María Gurría Urgell; el maestro universitario Roberto Cossío y Cosío; el filósofo del derecho Rafael Preciado Hernández, y el escritor e historiador Luis Calderón Vega.

Se requiere una oposición propositiva y creo que el PAN podría aprovechar la oportunidad de reivindicarse; volver a sus épocas de partido formador de ciudadanos y sacudirse a los dirigentes convertidos en mafia inmobiliaria.

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