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De naturaleza política

Alienta reforma desconfianza y crisis económica

Enrique Aranda | Excelsior

A lo Yunes: si traiciona una vez, traiciona siempre.

Más tarde que temprano si se quiere, pero nadie al más alto nivel del saliente gobierno ni de la administración que, encabezada por Claudia Sheinbaum Pardo asumirá el poder a partir del próximo 1 de octubre, ignora, al margen sus posicionamientos públicos, que la arbitraria imposición de la reforma orientada a desaparecer la existencia de un Poder Judicial autónomo y a forzar la elección por voto ciudadano de sus jueces y magistrados acabará pasando factura al país, a su economía de manera específica.

Tal es la situación a decir de sus operadores más cercanos que, igual el ratificado titular de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, como el designado secretario de Economía, Marcelo Ebrard, habrían iniciado ya gestiones ante sus contrapartes oficiales de las grandes potencias a fin de explicarles la naturaleza de la cuestionada reforma impuesta por Andrés Manuel López Obrador y quienes le rodean y obedecen de manera acrítica y, más importante, con los más poderosos consorcios empresariales que operan en México a fin de ofrecerles toda suerte de garantías a cambio de que mantengan e incrementen incluso sus inversiones –“y las de otros más…”– en nuestro territorio.

Y esto en razón de que, luego que la influyente calificadora trasnacional Moody’s diera a conocer el pasado miércoles un reporte en el que advertía sobre la afectación que sobre controles y equilibrio vigentes podría tener la aprobación de los citados cambios constitucionales en materia judicial, promovidos desde Palacio, las alertas que para entonces se mantenían en “un precautorio amarillo, elevaron su tonalidad a un rojo intenso” que, obvio, alertó sobre la señalada preocupación de los inversionistas por la incertidumbre jurídica que la reforma alienta, lo que, argumentó, “ha contribuido a la volatilidad financiera en el corto plazo”. De entonces a la fecha, la alerta se encuentra al máximo de su nivel…

A partir de ello y hasta ahora, refieren las mismas fuentes, analistas y funcionarios del actual y próximo gobiernos redoblaron esfuerzos para esclarecer los alcances reales de una reforma que, dígase lo que se diga, genera ya no escasas reacciones negativas entre el empresariado nacional y extranjero, que más tarde que temprano si se quiere, insistamos, pasará factura a manera de reducción-cancelación de inversiones, (in)estabilidad del tipo de cambio, retroceso en el perfil crediticio del país o, por sólo mencionar las más relevantes, en el desarrollo de actividades estratégicas, como son minería, electricidad o telecomunicaciones.

No deberá, pues, pasar mucho tiempo, a decir de especialistas, antes que los más diversos sectores de la economía nacional comiencen a experimentar consecuencias como las mencionadas que, prácticamente de manera inmediata, deberán reflejarse a nivel regional y en la economía de las familias. Lamentable…

Asteriscos

* Ante la creciente inseguridad generada por los enfrentamientos entre bandas del crimen organizado y la incapacidad e indolencia de las autoridades locales y estatales ante ello, miles de católicos de Tapachula, Tuxtla y San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, peregrinaron la pasada semana, en respuesta a sus respectivas diócesis, en demanda del restablecimiento de la paz en amplias zonas de la entidad. Y no son la excepción…

Número cero

Sheinbaum, por consolidar el poder de los militares

José Buendía Hegewisch | Excelsior

Los pronunciamientos de Claudia Sheinbaum sobre las Fuerzas Armadas apuntan a la voluntad de consolidar el poder que alcanzaron en el actual gobierno. La entrega de la Guardia Nacional a los militares podría ver la luz como la siguiente reforma que el Presidente quiere legar para dejar bien atado su proyecto de transformación en la proa del próximo gobierno, con anuencia de su sucesora.

Las designaciones para conducir el barco del Ejército y la Marina siempre son importantes, pero en esta sucesión cobran especial realce por su creciente rol en la seguridad pública, control de migración y aduanas, o en la construcción y gestión de las mayores obras de infraestructura. Las expectativas son proporcionales a la multiplicación de sus tareas en áreas del gobierno civil; junto con los riesgos que se señalan acerca de su mayor protagonismo dentro de las instituciones.

Pero también por el “tiempo de mujeres” que lidera la primera en ocupar la comandancia suprema de las Fuerzas Armadas cuando reciba la banda presidencial el 1 de octubre. Frente a este cambio histórico, la pregunta en los corrillos políticos y militares es qué implicaciones tendrá este hito en la forma en que Sheinbaum se relacionará con el Ejército. Por lo pronto, en el primer discurso que dirigió en el Colegio Militar a más de 20 mil efectivos, les prometió continuar la ruta de su predecesor de contar con ellos para las obras de su gobierno y seguir adelante con la controvertida reforma sobre la militarización de la Guardia Nacional.

Días antes ya había adelantado el nombramiento como secretario de la Defensa del general Ricardo Trevilla, jefe del Estado Mayor con López Obrador, y en la Secretaría de Marina al almirante Raymundo Pérez Morales, director del Corredor Interoceánico. Se trata de dos militares con posiciones estratégicas de coordinación operativa y técnica del Ejército, así como de alta responsabilidad en proyectos icónicos de infraestructura. Al general Trevilla, conocido por salir en algunas “mañaneras”, se le atribuyen trabajos de modernización operativa y administrativa en el Ejército, así como experiencia en el combate al crimen organizado en Michoacán y Coahuila; pero a ambos los distingue su cercanía con el Presidente.

Sheinbaum explicó su decisión en la “afinidad al proyecto” de su gobierno, honestidad y carecer de antecedente de violaciones a derechos humanos; uno de los aspectos que más preocupan de militarizar la seguridad pública, junto con los escasos resultados de esta vía para pacificar el país. En víspera de la discusión de la reforma de la GN en el Congreso, advierte que nunca dará una orden contra el orden constitucional o los derechos humanos para tratar de atajar esos temores.

Las consecuencias de la reforma son trascendentales por cambiar el modelo civil de la seguridad pública y los límites de la intervención del Ejército en tareas policiacas e investigación del delito. El último intento de sacarla adelante fue con la Ley de Seguridad Nacional en 2023, pero quedó trunca al año siguiente cuando la Corte la invalidó. Ahora parece casi asegurada por la mayoría calificada de Morena y aliados en el Congreso. Y el voto del transfuguismo que enseñó el aquelarre de la reforma de Justicia en el Senado; a pesar de que la oposición la rechaza como la “militarización del país”, aunque más como discurso que por diferir con esa política contra el crimen.

El Presidente quería que la GN perteneciera a Sedena desde su creación en 2019, pero la oposición obligó a que mantuviera mando civil. En la defensa de su iniciativa desestima los riesgos del empoderamiento de los militares con el argumento de que provienen de una revolución social, a diferencia de otros ejércitos de las dictaduras latinoamericanas. Pero desde que están combatiendo al crimen hace tres sexenios han aumentado las acusaciones por abuso y violaciones a derechos humanos.

La futura Presidenta apoya la iniciativa con la idea de que el Ejército siempre ha obedecido al mando civil, al que incluso imputa el actuar incorrectamente en casos de violaciones a los derechos humanos, como la matanza de Tlatelolco, la guerra sucia y, más reciente, el crimen de Ayotzinapa. Su defensa de la reforma no tiene fisura con la exaltación de López Obrador sobre el apoyo de los militares a su gobierno, pero su relación todavía está por escribirse.

Disonancias

Les toca asumir las consecuencias

Los ciudadanos libres se los advertimos.

Ricardo Alexander Márquez | Excelsior

En este día en el cual se celebran los festejos patrios, hay poco qué celebrar. Por donde se vea, el panorama es desolador. México perdió no sólo el rumbo, sino el timón y nos acercamos peligrosamente al acantilado.

Nos guste o no, tenemos que aceptar que ya se aprobó la reforma al Poder Judicial, que marca un preocupante inicio para la presidenta Claudia Sheinbaum.

Sin escuchar las recomendaciones de los expertos nacionales e internaciones, se empecinaron en algo que no le conviene a nadie en el país. “Ganaron”, aunque todos perdimos.

Algo sí es claro. Le toca al gobierno de la mal llamada Cuarta Transformación hacerse responsable de sus acciones. Del desastre que se mostró a todo el mundo por las prácticas a las que tuvieron que recurrir para lograr que se aprobara la iniciativa del presidente López Obrador.

Ellos y nadie más son responsables de que la población y los empresarios confíen en esos jueces que serán los encargados de impartir justicia, incluso cuando no entiendan conceptos básicos de derecho.

Tienen que hacerse responsables de que se quiera seguir invirtiendo en el país y que no se vea a México como un Estado totalitario, que es lo que las voces más sensatas están vislumbrando.

Se sabe que los operadores políticos del presidente López Obrador ofrecieron mucho dinero a la oposición para que traicionara a sus votantes, y cuando esto no funcionó, se les amedrentó y amenazó. Algunos cedieron. Ya sabemos cómo terminó ese cuento y la historia juzgará a los Yunes y a los Barreda. También a la apatía de los mexicanos.

Irónicamente, se demostró que para hacer pasar una reforma que en teoría es para hacer más justicia, usaron a las fiscalías —aquellos organismos que son nidos de corrupción e injusticias y que justamente no se tocan en la reforma judicial— para salirse con la suya.

También demostraron que este gobierno no negocia. No le importa hacer las cosas bien, sino simplemente hacerlas a su manera, aunque sea chocar contra un muro o darse un balazo en un pie.

Los ciudadanos libres se los advertimos. Se los dijimos. No escucharon. Ahora que se responsabilicen de su tonta terquedad.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ya expresó fuertes preocupaciones por la reforma. Las calificadoras también advirtieron que estos cambios constitucionales podrían afectar los controles y equilibrios institucionales, debilitando la fortaleza económica y fiscal del país.

En el fondo, ningún inversionista con dos dedos de frente va a confiar en un gobierno que controla los tres Poderes de la Unión y desprecia cualquier signo de autonomía o pensamiento crítico. Que sería juez y parte en cualquier controversia.

Así que, ahora, que se hagan cargo de su insensata terquedad.

* Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor en la UniversidadPanamericana.

El último Grito

Antonio Gershenson | La Jornada

Ayer tuvimos un rencuentro con aquellos momentos compartidos años atrás. Estuvimos miles de personas, a lo largo de todo el país, presentes en un Grito de Independencia especial, no sólo por nostálgico, sino también por lo esperanzador.

Y, no obstante por ser el último que escuchamos del presidente Andrés Manuel López Obrador, el festejo patrio reavivó la motivación de esos primeros días de su sexenio. Las expectativas continúan, así como los deseos de seguir haciendo historia. Hemos tenido avances, quieran o no reconocerlos.

En 2018 comenzó una etapa transformadora en la cual participaron millones de ciudadanos. Y, pese al ambiente de agresión constante, alimentado por dinero malhabido y sostenido por aquellos personajes egoístas, líderes neoliberales y, francamente, antipatriotas, no pudieron detener los pasos hacia la Cuarta Transformación (4T).

Los grupos de oposición a la 4T tendrán que conformarse con lo que tienen. Ya no será posible continuar con su aspiración de grandezas millonarias. Ya se ha demostrado que el país es una fuente de riquezas para toda su población y no sólo para beneficio de unos cuantos.

Los grupos de oposición tendrán que sumarse al gran movimiento por la transformación económica, política, social y cultural del país porque el equilibrio que hemos experimentado en la política de izquierda del presente gobierno podemos continuarlo para el próximo y los que vendrán.

Un ejemplo de dicho avance es el regreso de los trenes. Es una gran satisfacción para quienes hemos insistido en que, como parte de un cambio verdadero para la calidad de vida y el mejoramiento ambiental, el sistema ferroviario es la mejor opción. En este sexenio comenzó su tan esperado rescate.

Lo que en otros países es una forma de viajar cotidianamente, en México empieza a ser una posibilidad tangible. Tenemos múltiples ejemplos alrededor del mundo sobre la importancia de este tipo de transporte. Entre los más espectaculares están, sin duda, los trenes de alta velocidad fabricados en China.

En el periodo neoliberal se detuvo irresponsablemente una de las industrias más importantes del país: la industria ferrocarrilera. De haber continuado hace décadas, tendríamos en la actualidad una red amplia que cubriría todo el territorio nacional.

El planteamiento de la presidente electa, Claudia Sheinbaum, es la construcción de más líneas de trenes. El beneficio para la movilidad de la población será enorme, ya que las expectativas comerciales y de otra índole se multiplican por la ventaja de recorrer mayores distancias en corto tiempo.

Sin embargo, no sólo la construcción de más rutas ferroviarias es una tarea factible para el próximo sexenio. Estamos buscando las mejores opciones para acceder a las fuentes de energía limpia que satisfagan en el menor tiempo posible las necesidades de un transporte libre de contaminantes que está esperando la población, incluidas las más lejanas. Pero que, además, nos permitirá cumplir con los compromisos ambientales que México ha firmado.

Confiamos en la política exterior que Claudia Sheinbaum implementará durante su gestión. Hasta el momento, el acercamiento con los futuros inversionistas industriales es positivo. Tenemos la seguridad de que los tratos con visión coercitiva por parte de países como Estados Unidos o Canadá no encontrarán cabida en el próximo gobierno.

Confiamos en que la tradicional diplomacia pacifista mexicana, reconocida en todo el mundo, continuará dando protección a la soberanía nacional. Ya hemos experimentado que la defensa de nuestra política interna es una garantía para hacer valer el respeto hacia nuestro país y que las amenazas comerciales, y aun las militares, no han prosperado ni lo harán en el futuro.

Muy importante para la siguiente administración es el blindaje que proporcionará un sistema judicial libre de corrupción y de abusos que durante los últimos 50 años han deteriorado la imagen de los profesionales del derecho en todas sus ramas.

La reciente reforma judicial aprobada el pasado miércoles le dará a la ciudadanía un carácter cualitativo de democracia efectiva y será una muestra de la capacidad de responsabilidad y madurez, tanto de las nuevas instituciones restructuradas como de su personal y autoridades. Pero, sobre todo, la elección popular de jueces, magistrados y ministros será una muestra de civilidad por parte de toda la ciudadanía de la que formamos parte.

* Colaboró Ruxi Mendieta.

México: la política de la ocurrencia

Rolando Cordera Campos | La Jornada

No es exagerado proponer que nuestro intercambio político perdió el tono. Ni que esto haya sido orquestado con curioso optimismo por el Presidente y sus aliados, dentro y fuera del Congreso de la Unión, donde se dieron cita los partidos y sus legisladores para protagonizar una grotesca escena hasta alcanzar, desde una mayoría miope y sorda, la más pírrica decisión sobre una reforma al Poder Judicial que poco o nada promete en lo primordial: contar con una justicia honesta, pronta y expedita.

Más allá de lo que se ha hablado en estos días, poco venturosos de nuestra vida política, de la parodia protagonizada por un buen número de legisladores de la recién instalada legislatura, se impone reiterar la necesidad de ajustar la mirada y el ánimo, recuperar la dignidad de la política y el respeto a las reglas y procedimientos que nos hemos dado para nuestros intercambios públicos. De otra forma, habremos abierto la puerta a la peor de las antipolíticas, basada en el abuso del poder y el uso de la fuerza.

Una lección cruel de estos días, aplastados por la estolidez, es que confundir la política con la ocurrencia fanfarrona nos lleva al barranco. Que la exaltación de la majadería, dizque sustentada en la mayoría de los votos, aplasta lo que nos queda de respeto por los demás y por las leyes que, después de todo, nos hemos dado en paz y conforme al derecho tal y como lo hemos entendido.

Por qué el presidente López Obrador se empeña en dejar su gestión prácticamente a la deriva, acosada por la desfachatez criminal y rodeada de rencores, puede ser materia de airadas discusiones, hundidas en un mar de especulación, pero no aguza nuestros sentidos y reflejos políticos, más bien los estrella contra el piso. Evitar desbarrancarnos en la violencia física y retórica tendrá que ser tarea primaria de una política de la reivindicación cívica y ciudadana en la que tendrán que embarcarse quienes hayan podido poner a salvo sus reflejos de supervivencia y decidan volver a empezar en la más que dura misión de reconstrucción democrática de México.

Someter la política a la ocurrencia del poderoso y hacerla práctica cotidiana del entendimiento ciudadano puede ser el principio del fin de una democracia frágil y con cimientos endebles. Es la negación de la pluralidad como valor miliar de la convivencia y del pluralismo como entorno y mirada lejana de una política que, para serlo, requiere ser plural. Pretender reducir la pluralidad al mandato irracional de la venganza y otros lamentables subterfugios con que se inventan mayorías contraviene la regla democrática y, al final, termina por afirmar, o confirmar dirán algunos, las visiones más autoritarias, siempre con nosotros.

El intento de aplastar toda divergencia u oposición, como ocurrió en el Congreso, revive las costumbres presidencialistas autoritarias, responde a la pretensión nefasta, ésta sí restauradora, de darle al Presidente-pueblo un poder que impide la división de poderes, cuya afirmación, lejos de ser una traba, ha sido una de las conquistas de nuestra accidentada transición.

Se necesita, qué duda cabe, hacer más eficiente y transparente la relación entre los poderes de la Unión, aceitar los canales democráticos, pero no darle más poder al Presidente. Urge entender y hacerlos entender que los partidos no pueden ser elementales correas de transmisión de grupos de poder, siempre opacos, que son los que han definido las agendas principales de la política formal; con ello, la vida pública se ha empobrecido y la ciudadanía se ha degradado.

Reconocer que no estamos en el mejor momento es obligado: además de nuestras carencias y rezagos, el avance implacable del crimen organizado, los vuelcos globales y los temores de los grandes capitales marcan los días, y si bien éstos y otros desafíos no irrumpieron hace seis años, varios de ellos sí se han agravado. La gran cuestión, ante todos nosotros, es saber si debajo de estos reprobables y desagradables días de farsa y regodeo majadero del poder, de gloriosas victorias, hay alguna idea fuerza para renovar el quehacer nacional, estrechamente vinculada con los problemas fundamentales del país o si, como se han empeñado el gobierno que se va y el que llega, la clave de la política seguirá siendo la negación de la realidad y la exaltación del poder y los poderosos.

El desafío inmediato no es menor: poner de nuevo a la política democrática en pie no será resultado de un proverbial acto burocrático; mucho menos de groseras aplanadoras. Necesitamos reivindicar una política, que muchos insistimos en calificar de democrática, y no negarla como ha ocurrido en estos días.

Por una vida larga, plural, venturosa de La Jornada.

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