Columnas Escritas
Lo que dicen los columnistas

Trump y México
La tarea más compleja para los ya nominados secretarios de Economía, Marcelo Ebrard, y Relaciones Exteriores, Juan Ramon de la Fuente, tiene en la relación con Trump, en caso de que gane, uno de sus mayores desafíos.
Olga Pellicer | Proceso
Las últimas semanas han sido de enorme turbulencia política en Estados Unidos. Después de haber sobrevivido a un intento de asesinato, Donald Trump fue ungido como candidato del Partido Republicano, el GOP como comúnmente se le conoce; designó a su compañero de fórmula, el joven senador por Ohio, J.D.Vance; dio a conocer la plataforma electoral del partido que inspirará las prioridades a perseguir por el gobierno que tome posesión en enero de 2025.
A su vez, los problemas del Partido Demócrata, donde al momento de escribir estas líneas aún es incierta la candidatura de Biden, auguran pocas posibilidades de ganar a quien hoy se ve como seguro triunfador de las elecciones de noviembre.
Los acontecimientos políticos de Estados Unidos interesan al mundo entero. Mucho podrá cambiar como resultado de las decisiones que tomen los dirigentes de la mayor potencia militar, tecnológica y cultural del mundo. México es uno de los países más vulnerables ante lo que ahí ocurra. La cercanía geográfica, la intensidad de las relaciones económicas entre los dos países y los 38 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, hacen de ese país el tema fundamental de las relaciones exteriores de México.
Ahora bien, no es la primera vez que México debe lidiar con la presidencia de Donald Trump. Imposible olvidar que el tema central de su campaña en 2016 giró en torno de la propuesta de construir un muro para separarse de México que, además, “lo pagarían los mexicanos”.
Tampoco se olvida su opinión tan negativa sobre el entonces TLCAN que, según sus palabras, era el peor tratado del mundo. Sin embargo, poco después de llegar al poder Andrés Manuel López Obrador (AMLO), la animosidad se había convertido en buena amistad.
Cabe recordar mítines en los que AMLO preguntaba a la audiencia si debíamos ser amigos de Trump para inducir un entusiasta si de sus seguidores. ¿volverá a darse un proceso similar?
La plataforma electoral que se dio a conocer mantiene, de manera más insistente que en 2016, un tono profundamente agresivo contra México. A las acusaciones contra el grado en que Biden propició la entrada de millones de migrantes se suma ahora la amenaza de deportaciones masivas, “como nunca se habían visto en la historia de Estados Unidos”. Otros problemas, como es el del envío de fentanilo desde México, las referencias a los cárteles mexicanos y a la intención de perseguirlos en territorio mexicano confirman tal agresividad.
Desde el punto de vista económico, la plataforma contiene puntos inquietantes para México dado el ánimo proteccionista que inspira la propuesta de devolver a Estados Unidos las actividades de la industria manufacturera que se han ido hacia otros países. Aunque sin nombrarlo, México se encontraría entre los países más notorios que serían destino de inversiones que el gobierno de Trump está decidido a mantener en territorio estadunidense.
¿Desaparecerán las esperanzas que había en México por el efecto positivo que tendrían en nuestro proceso de industrialización el nearshoring?
Aspecto llamativo de la plataforma es la voluntad de fortalecer la industria petrolera, dejando de lado cualquier compromiso con las energías alternativas. En la mirada trumpista el tema del cambio climático y sus terribles consecuencias no existe. Ningún punto de su plataforma toma en cuenta el problema de la emisión de gases de efecto invernadero y la necesidad de disminuirlos. El gobierno de Trump se propone perforar tantos nuevos pozos de petróleo como sea posible.
Los señalamientos anteriores nos llevan a ver con incertidumbre el rumbo que seguirá la relación México-Estados Unidos a partir de enero próximo. La posición de la futura presidenta Claudia Sheinbaum es menos favorable a la que encontró su antecesor cuando llegó al poder.
En primer lugar, el fenómeno de la migración ha adquirido proporciones más alarmantes. Se ha convertido en un fenómeno global en el que se han incorporado grupos de otras nacionalidades e incluso de otros continentes que buscan llegar por México a Estados Unidos.
El “quédate en México” que se impuso en 2018, aceptado por el entonces canciller, Marcelo Ebrard, significa en 2025 un problema más insoluble y destructivo para México.
Por otra parte, la revisión del T-MEC, prevista para 2026, representará una tarea más cuesta arriba que en los años del primer gobierno de Trump. En aquel entonces, la dupla formada por Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo logró mantener el TLCAN, convertirlo en T-MEC y presentarlo, casi totalmente resuelto, cuando AMLO llegó al poder.
Para entonces, teniendo como principal interlocutor por la parte estadunidense al yerno de Trump, Jared Kushner, se había actualizado el TLCAN incorporando, entre otros puntos, cláusulas laborales que interesaban a los sindicatos estadunidenses y resultaban convenientes para México. Un punto que incorporó el enviado de AMLO en el último tramo de las negociaciones fue el relativo a la independencia de México para conducir su política energética. Ello no impidió, sin embargo, que quedaran bien establecidos principios relacionados con el trato no discriminatorio a empresas privadas, nacionales o extranjeras, que participaran en la producción de energía.
La tarea más compleja para los ya nominados secretarios de Economía, Marcelo Ebrard, y Relaciones Exteriores, Juan Ramon de la Fuente, tiene en la relación con Trump, en caso de que gane, uno de sus mayores desafíos.
Los preparativos para dialogar con su equipo y encontrar las propuestas de convivencia y cooperación que sean posibles deberán comenzar a la brevedad.
Lo primero será identificar los problemas más difíciles, imaginar propuestas que puedan ser aceptables para ambas partes y convencer a las audiencias de ambos países que hay mucho que ganar en una convivencia pacífica y amistosa entre países vecinos.
La situación caótica y peligrosa que puede desencadenar Trump en el mundo y al interior de Estados Unidos son problemas en los que México tiene pocas posibilidades de intervenir.
– – –
La raíz cuadrada de la justicia
La relación entre democracia y justicia tiene muchas complicaciones. La democracia sirve para lograr lo que queremos. La justicia sirve para lograr lo que debemos. La democracia se finca en la voluntad. La justicia se finca en el deber. La democracia triunfa cuando el pueblo ha sido complacido. La justicia triunfa cuando el pueblo ha sido respetado
José Elías Romero Apis | Excelsior
En un importante evento celebrado en la Facultad de Derecho de la UNAM se dejó constancia de la voluntad de justicia que debe regir la vida de la abogacía. Allí se expresaron la directora, Sonia Venegas; la próxima consejera jurídica presidencial, Ernestina Godoy, y Juan Carlos Sánchez Magallán, quien presidió. Generosamente me invitaron a improvisar algunas palabras.
Allí pusimos en claro que la abogacía es ubicua y es eterna. Está en todas partes y está en todo tiempo. No hay instituciones buenas ni malas. Hay abogados de alteza y hay abogados de bajeza. La raíz cuadrada de la justicia es igual a la abogacía.
Son abogados los jueces de todos los tribunales y los fiscales de todas las procuradurías. Son abogados los consejeros jurídicos de la Presidencia de la República y del Congreso de la Unión. Son abogados los defensores y los asesores en los procesos. Son abogados los consultores del gobierno, de la empresa, de la banca, del sindicato y hasta del cártel. En fin, son abogados los maestros de los futuros abogados.
Si la justicia y la abogacía están sometidas al poder de la política, del dinero, de la ambición o del miedo, todos estarán en peligro en el futuro. Acaso, desde hoy en día. La justicia futura depende, en mucho, de una abogacía madura, sensata y valiosa, además de valerosa.
En torno a esto habrá que explicarse muchas interrogantes de orden esencial que surgen cuando se habla de un gremio cuya conducta afecta, positiva o negativamente, a la sociedad entera; cuyo prestigio está urgido de una necesaria y legítima restauración; y cuya reordenación sólo podrá lograrse a base de unión, de comunidad y de voluntad.
Hace algunos años, la UNAM realizó un importante ciclo de conferencias sobre la difícil relación existente entre la política y la justicia, entre el proceso y la democracia, entre el poder y la ley.
Piero Calamandrei expresó que, en ciertos periodos de transformación social, el juzgador ejerce una función declaradamente política y elige la solución que le parece más útil para su causa. Agregó que la politización de la justicia hace que el juez se sienta autorizado a castigar no sólo lo que la ley señala, sino lo que estima contrario a una causa política. A esto lo intituló el ilustre florentino, con muy acertada ironía, con el dardo denominador de “derecho libre”.
La relación entre democracia y justicia tiene muchas complicaciones. La democracia sirve para lograr lo que queremos. La justicia sirve para lograr lo que debemos. La democracia se finca en la voluntad. La justicia se finca en el deber. La democracia triunfa cuando el pueblo ha sido complacido. La justicia triunfa cuando el pueblo ha sido respetado.
La abogacía sólo nos lleva a la justicia cuando cumple con sus tres cometidos esenciales. Uno es frenar a los poderosos para evitar el mal. Otro es defender a los débiles para evitar el daño. Pero el tercero es impulsar a unos y a otros para lograr el bien.
Es muy poderoso el abogado del poderoso, pero también es muy poderoso el abogado del indefenso. La diferencia es que el abogado del poderoso no sólo es muy poderoso, sino que también puede ser muy peligroso si a su poderoso no le explica o si no lo obliga. ¡Vamos!, si no lo orienta o si no lo enfrenta.
Hace tiempo le dije a un presidente de México que los abogados podemos ser muy molestos, pero que también podemos ser muy benéficos. Que éramos como los dentistas porque nosotros ponemos los frenos, pero nosotros también ponemos los dientes. Se rio, me tomó del antebrazo y me dijo que de esos le pusiera ambos. Le prometí que él tendría los frenos más fuertes y los dientes más potentes. Y le cumplí. Ese presidente hizo todo lo que quiso hacer, pero nunca violó la ley. La historia no me desmiente.
Confiemos en que no habremos de caer en el grave error de hacer de la justicia la solución de la política, ni en el grave pecado de hacer de la política la solución de la justicia.
– – –
Nudo gordiano
Hasta Obama lo pide
Yuriria Sierra | Excelsior
La candidatura del presidente Joe Biden para las elecciones de 2024 ha entrado en una etapa crítica. A pesar de haber logrado hitos importantes durante su administración, las preocupaciones sobre su capacidad para enfrentar una campaña dura contra un revitalizado Donald Trump están creciendo dentro del Partido Demócrata. Figuras prominentes, desde la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, hasta el expresidente Barack Obama, así como influyentes simpatizantes como George Clooney, han sugerido que Biden debería considerar dar un paso al costado para dar espacio a una carta más competitiva.
Las voces dentro del partido que piden un relevo no son simplemente una cuestión de preferencias personales, sino una preocupación estratégica. El atentado del pasado 13 de julio, que ha consolidado la candidatura de Trump al proporcionar un punto de cohesión y rally para sus seguidores, ha resaltado la necesidad de un contrincante demócrata que pueda confrontar eficazmente el magnetismo populista de Trump.
Nancy Pelosi, una de las líderes más veteranas y respetadas del partido, ha expresado en privado su inquietud sobre la capacidad de Biden para energizar la base demócrata y atraer a los votantes independientes cruciales. Barack Obama, cuya influencia y experiencia política son incuestionables, ha mantenido conversaciones con altos mandos del partido sobre la necesidad de una figura más joven y dinámica que pueda enfrentar los desafíos de una campaña contra Trump.
La intervención de figuras del espectáculo y la cultura, como George Clooney, resalta la dimensión pública de estas preocupaciones. Clooney, conocido por su activismo político y apoyo a causas progresistas, ha utilizado su plataforma para sugerir que es momento de una nueva dirección en la candidatura demócrata. Su postura refleja un sentimiento creciente entre los votantes y donantes demócratas que temen que la edad y el estilo de campaña de Biden no sean suficientes para contrarrestar la maquinaria política de Trump.
Ante estas crecientes presiones, Biden ha mantenido una postura firme, destacando sus logros en la recuperación económica pospandemia, la gestión de la crisis climática y la restauración de alianzas internacionales. Su equipo de campaña subraya que estos logros son la base de una narrativa de éxito que puede convencer a los votantes de darle un segundo mandato.
Sin embargo, la pregunta persiste: ¿es suficiente? La política estadunidense ha demostrado ser impredecible y los desafíos que enfrenta Biden son significativos. Las preocupaciones sobre su edad, vitalidad y salud cognitiva son difíciles de ignorar en un entorno de campaña que exige energía y constante presencia en la escena pública.
Si Biden decidiera dar un paso al costado, los demócratas tendrían que actuar rápidamente para presentar un candidato o candidata alternativo que pueda unificar al partido y presentar una competencia viable a Trump. Entre los nombres que suenan están Kamala Harris, quien como vicepresidenta ha tenido una visibilidad significativa; Pete Buttigieg, cuyo carisma y capacidad para conectar con los votantes jóvenes son bien valorados; y Gavin Newsom, el gobernador de California, que ha ganado notoriedad por sus políticas progresistas y su manejo de la pandemia. Y claro, el eterno suspiro por Michelle Obama, que revive en cada elección interna de los demócratas. Y hasta el nombre de Oprah generaría más de una sonrisa…
En conclusión: la candidatura de Joe Biden está en una encrucijada. Mientras enfrenta presiones internas y externas para reconsiderar su posición, el Partido Demócrata debe evaluar cuidadosamente sus opciones para asegurar que puedan enfrentar el desafío de una elección que promete ser una de las más polarizadas y determinantes en la historia reciente de Estados Unidos. La decisión de Biden, cualquiera que sea, tendrá profundas implicaciones no sólo para su legado, sino para el futuro del país y la dirección del Partido Demócrata en los años venideros. Y, por supuesto, para el mundo entero.
– – –
México SA
UNAM repite la historia // Fuera, 90% de aspirantes // Urge ampliar su capacidad
Carlos Fernández-Vega | La Jornada
La historia se repite hasta el cansancio, sin que autoridad alguna ofrezca alternativas para resolver un problema que afecta no sólo a los aspirantes a ingresar a la educación universitaria, sino al país y a la sociedad en su conjunto, que de forma creciente requieren de más médicos, ingenieros, abogados, biólogos, químicos, matemáticos, físicos y demás profesionistas que contribuyan al desarrollo nacional.
México no puede seguir dándose el lujo de solo incluir a 10 por ciento y excluir al 90 por ciento restante, que es rechazado sin mayor alternativa. Es la pedagogía del no permanente: no hay espacio, no hay presupuesto, no hay cupo, no hay alternativa, no hay voluntad política para resolver este gravísimo problema, no, no, no. Y ha sido tal el resultado de esa práctica que a estas alturas, de forma por demás perversa, se pretende tomar como algo normal.
Cientos de miles de aspirantes a ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) son rechazados año tras año; sólo ingresa uno de cada 10 y quienes no son admitidos deben arreglárselas como puedan, dejando a un lado la obligación del Estado en materia de educación superior.
Cierto es que el gobierno de la 4T ha hecho un gran esfuerzo por incrementar la oferta y el circuito de universidades públicas, pero parece haber dejado en el olvido, junto con las autoridades de la máxima casa de estudios, la posibilidad de fortalecer la capacidad presupuestal, de infraestructura y el acceso de los aspirantes a ingresar a la UNAM. Resulta espeluznante que año tras año miles y miles de estudiantes sean rechazados, como si el país no requiriera de más y más profesionistas.
En los hechos, es muy cómodo proceder así (no caben, no hay dinero), pero la consecuencia inmediata es que la UNAM y el Estado, quiéralo o no, promueven una política excluyente. Y no se trata, como pregona un cretino que está por dar clases en la Facultad de Ciencias, de que cada aula tenga 500 alumnos, sino de que se amplíe el número de ellas.
Contra viento y marea se ha defendido la gratuidad de la educación pública superior en México (no hay que olvidar la intentona panista, con Vicente Fox en Los Pinos y Francisco Barnés de Castro en la rectoría de la UNAM, de cobrar para acceder a la máxima casa de estudios, y el recorte presupuestal ordenado por Felipe Calderón, que provocó el beneplácito de los medievales diputados blanquiazules, con fines privatizadores), pero lo cierto es que año tras año los dineros que se canalizan a la casa del puma, por llamarle así, resultan totalmente insuficientes no sólo para ampliar la oferta educativa y lograr un mayor ingreso de estudiantes, sino siquiera para mejorar el salario del personal académico.
La virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, se reconoce como hija de la educación pública. Logró su licenciatura (en física), maestría (en ingeniería de la energía) y doctorado (en ingeniería ambiental) en la UNAM, pero en su programa de gobierno no se conoce referencia alguna sobre la urgencia de incrementar sustancialmente el presupuesto universitario y ampliar la oferta para los aspirantes.
A tiempo está, ya en ejercicio de la Presidencia de la República, de poner en marcha un programa para ampliar de forma decidida y permanente la capacidad de la UNAM, en todos los sentidos. Sin violentar la autonomía, Claudia debe intervenir, porque todo indica que en las últimas dos décadas, cuando menos, los diferentes rectores de la máxima casa de estudios del país no parecieron muy interesados en hacer lo que les corresponde. Simplemente se acostumbraron a la estrechez presupuestal y, en consecuencia, se limitaron a reducir, a grado extremo, las posibilidades de desarrollo académico de cientos de miles de estudiantes.
La Jornada (Víctor Ballinas) lo informó así: la UNAM informó que para el ciclo2024-2025, sólo fueron aceptados 14 mil 151 estudiantes, menos de 10 por ciento de los que se presentaron; fueron rechazados 129 mil 276, más de 90 por ciento. Como ejemplo, la carrera de mayor demanda fue la de médico cirujano, con 12 mil 466 solicitudes, pero sólo fueron aceptadas 184. Y año tras año es lo mismo. Inaceptable.
Las rebanadas del pastel
Finalizó la huelga en Lázaro Cárdenas, pero algunos dirigentes de la sección 271 quisieron jugar al aprendiz de brujo, con lo que prolongaron el conflicto casi dos meses. Sólo hasta que intervino quien tiene el liderazgo, el colmillo y la capacidad de negociar se arregló el problema con grandes beneficios para los mineros de ArcerolMittal. Entonces, que aquellos no jueguen al sabiondo.
– – –
Las pensiones y BlackRock-México
Gustavo Leal F. * | La Jornada
En el largo arco neoliberal 1982-2018, difícilmente puede encontrarse una decisión de política más desafortunada que la reforma de Zedillo al IMSS (1995) y la de Calderón-Beltrones al Issste (2007). Sin embargo, a pesar de la contundente evidencia sobre su fenomenal fracaso, hay voces que dictan una convenenciera realidad exclusivamente ajustada a sus intereses. Es el caso de Sergio Méndez, ahora director general de BlackRock-México y antes alto directivo de la Afore XX1-Banorte para quien, desde su origen, el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) ha estado en continua evolución, obteniendo reconocimiento internacional por solidez y transparencia, constituyéndose en pilar importante del mercado financiero local (El Heraldo de México, 27/10/23).
Este sistema moderno, según Méndez, hizo dos cambios fundamentales: primero se transformó de sistema de Beneficio Definido manejado por el IMSS a de Contribución Definida basado en cuentas individuales administradas por afores.
Segundo, introdujo cuentas individuales, lo que permitió a los afiliados contar con información importante como quién la administra, cuánto cobra, cuál es su valor y, a partir de cálculos actuariales y el ritmo de la acumulación del ahorro, el monto estimado de su pensión. Esto abrió camino a un concepto de gran valor: el individuo como responsable de su retiro, no el gobierno, no su familia. El retiro se tornó una decisión personal.
Además, según Méndez, inicialmente existía sólo un fondo, lo cual limitaba la inversión a fondos de renta fija gubernamental, pero se fue transformando al introducir el valor al riesgo que corren las afores y los fondos de ciclos de vida. El SAR ha sido ancla para desarrollar un mercado de renta fija de largo plazo líquido y profundo, reconocido a nivel mundial.
Como cualquier tecnócrata, Méndez olvida que la ecuación del SAR está invertida: ofrece ahorrar para el retiro, no para anclar mercados financieros muy reconocidos, pero que pagan pensiones miserables. No sorprende tampoco que, desde esta perspectiva, Méndez aplauda el tibio ajuste que aplicó AMLO (diciembre 2020) a las pensiones de los trabajadores del IMSS (apartado A) que sólo patea el bote a 2030 y que, en su opinión, ataca la crisis silenciosa del retiro, desde la raíz.
Para Méndez, el nivel de ahorro interno generado por el SAR crea un impacto positivo en la economía: cada peso invertido en empresas o proyectos de largo plazo fomenta la creación de empleos formales remunerados con prestaciones, consumo y ahorro, aunque, claro, evite agregar que ese impacto positivo sólo paga pensiones miserables.
No es casual que, frente a este cuadro de modernización y adaptación de un SAR que reúne 6 billones de pesos que publicita BlackRock-México para un retiro digno y seguro, la iniciativa de AMLO del 59.2.24 que adiciona párrafos al artículo 123 constitucional para lograr un verdadero cambio de panorama, sostenga que el esquema neoliberal que padeció México hasta 2018 condenó a las generaciones futuras a una escasez de derechos, entre ellos el de una pensión justa.
Es innegable que el sector financiero, las administradoras privadas de fondos de pensiones y las compañías de seguros de vida se han beneficiado tras la privatización de las pensiones ya que, con datos de la Consar, las promesas aducidas en la implantación del sistema de capitalización no se cumplieron, pues sólo 750 trabajadores (uno por ciento) de la denominada generación afore alcanzaría una pensión justa. Con la entrada en vigor (1997) de la reforma Zedillo al IMSS, se llevó a cabo uno de los mayores atropellos a la seguridad social de los mexicanos.
De ahí que el Decreto AMLO que establece la creación del Fondo de Pensiones para el Bienestar (Diario Oficial de la Federación, 30/4/24) se proponga brindar a los institutos de seguridad social los recursos necesarios para procurar que los trabajadores reciban un complemento a las obligaciones del gobierno federal en relación con la pensión que se obtenga conforme a las disposiciones aplicables. Es decir: entrar al rescate del fallido SAR y sus pensiones autofinanciadas.
Sin embargo, para Larry Fink, fundador, presidente y consejero delegado de BlackRock, los mercados de capitales pueden ser parte de la solución a la crisis de pensiones por el envejecimiento de la población mundial. Ante este panorama, Fink insiste, generar ahorros para la jubilación, nunca ha sido más urgente. Es decir la misma receta ya fracasada (La Jornada, 27/3/24).
No sorprende que la reciente Comisión Independiente para la Igualdad con Justicia Fiscal del señor Gerardo Esquivel se preocupe ahora de garantizar la sostenibilidad de las pensiones y asuma alegremente la misma fracasada receta cuando recomienda fomentar el ahorro individual voluntario diseñando asesorías para que los trabajadores puedan acceder a información clara para su toma de decisiones. Exactamente, la misma fracasada receta neoliberal.
UAM-X. *
– – –
Todo lo sólido se desvanece
Gustavo Gordillo | La Jornada
Donald Trump representa una amenaza existencial para México, para los mexicanos y para los migrantes –cualesquiera que sea su estatus legal– en Estados Unidos. Creer ingenuamente que se puede domar a ese esperpento enloquecido ha sido refutado por la realidad. No sé qué sea peor: la maldad congénita de Trump, o la ingenuidad piadosa de quienes creen que pueden torearlo.
La falsa epifanía. En un ambiente cargado de religiosidad y radical evangelismo es claro que después del atentado, Trump llegó investido de santidad. San Donaldo esperaba convencer en los primeros 30 minutos de su plegaria, que lucharía por todos los estadunidenses. Una victoria con 50 por ciento de los electores, no es victoria dijo sabiamente. Pero acto seguido ese mentiroso serial se dedicó a asestarle a los oyentes una hora de la más rascuache versión del sheriff Wyatt en contra de los 50 por ciento restantes y muchos más.
La expulsión de mexicanos. Desde luego, el tema migrante es su piñata favorita, remembrando la expulsión de más de un millón de mexicanos con la operación Espaldas Mojadas en 1952. Regresaré a este tema en otra entrega porque nos proporciona importantes lecciones.
Elecciones en el mundo. En lo que va del año ha habido elecciones significativas. Ya comenté sobre las francesas, quiero ahora comentar sobre las elecciones en Gran Bretaña y en mi próxima entrega sobre las de India y Sudáfrica, y un poco sobre las elecciones al parlamento europeo.
Elecciones británicas. El dato relevante no es el triunfo laborista y el hundimiento de los conservadores después de 14 años de gobiernos fallidos. Lo decisivo es que con 33.8 por ciento de los votos, los laboristas se quedan con 63 por ciento de las 650 curules. El sistema electoral británico consiste en curules uninominales y en estos sistemas siempre se favorece al partido mayoritario. Pero la victoria es, a pesar de las cifras, tremendamente endeble. Habrían bastado 83 mil votos menos y bien repartidos en todo el territorio para que el resultado electoral se pareciera más a las elecciones francesas: un congreso sin mayorías claras, como señala la revista El Gran Continente del Grupo de Estudios Geopolíticos, un centro de investigación independiente cuya sede es la Escuela Normal Superior de París.
Los conservadores británicos. En cinco años el partido conservador pasó de 356 curules a 121, y de 14 millones de votantes a 6.7 millones. Fueron atenazados por la extrema derecha y por los diversos progresismos. Sólo 52 por ciento de los votantes de 2019 se mantuvieron fieles conservadores, en tanto que 23 por ciento se fueron con el partido del Brexit, comandado por Farage, mientras 20 por ciento se definió con laboristas o liberaldemócratas.
La extrema derecha. Aunque no tan poderosa como en Europa, es significativo que el partido de Farage haya entrado por primera vez al parlamento con 5 curules, incluso habiendo obtenido 14 por ciento de los votos. Podría ocurrir lo que ha pasado en partes de Europa y algunos países como Chile, donde la extrema derecha fagocita y captura a las derechas tradicionales.
Fin del bipartidismo. En general los sistemas bipartidistas han sido sustituidos, por congresos desarticulados sin mayorías. Se percibe, además, el ascenso de una extrema derecha autoritaria, golpeadora y antipluralista. En simultáneo, crece la desconfianza a las instituciones de la democracia liberal, sobre todo congresos y Poder Judicial. El hecho central es la volatilidad de los electores y la ausencia de identidades sociales. ¿Qué quieren decir hoy trabajadores, clase media,empresarios? Nuevos apelativos: crimen organizado, superricos, nómadas digitales o en tiempo real.
Las viejas identidades se desvanecieron, como lo predijeron hace siglos unos barbones y lo reiteraron en este siglo pensadores como Rosavallon, Rancière y Negri.
