Columnas Escritas
Lo que dicen los columnistas

Número cero
México y EU, entre un “muro” de sorpresa y desconcierto
José Buendía Hegewisch | Excelsior
El dialogo de alto nivel México y EU resulto desconcertante por coincidir con el anuncio de seguir adelante con el “muro” de Trump. El intercambio de elogios naufragó en un mar de confusión y duda sobre qué hacer para resolver las crisis, como la migratoria o del fentanilo, ante la imposición de barreras de la política de “seguridad fronteriza”. Difícil momento para la luz verde de Biden a la valla en Texas, y además admitir que nada resolverá. Para López Obrador es “medida publicitaria”, pero la presión es real y aumenta. ¿Entonces, cuál es el modelo migratorio? Como justificó el secretario de Seguridad Nacional de EU, Alejandro Mayorkas, “no teníamos opción” porque es obligación legal utilizar recursos asignados en 2019 con Trump para el “muro”, a pesar de la decepción de sectores demócratas. Tampoco restó preocupación a México: “Preferimos edificar puentes y no muros”, dijo la canciller Alicia Bárcena.
Biden era el único que no había construido muro. Frente a su promesa rota, el diálogo se diluyó entre la sorpresa y la tentativa de negar un giro migratorio del demócrata. La política de tercer país seguro que de facto sigue el gobierno mexicano para contener la migración, no alcanzó para evitar que la agenda bilateral sea rehén de la disputa electoral en Washington. Tampoco las expresiones de satisfacción por la cooperación contra el fentanilo pudieron ocultar que la exigencia de mayores acciones de “seguridad” avancen en el consenso republicano. Los esfuerzos mexicanos por disuadir de los resultados de la cooperación llegan tarde a la campaña electoral estadunidense. El performance de la visita de la delegación de alto nivel, encabezada por el secretario de Estado, Antony Blinken, perdió brillo en la irresolución. ¿Cuáles riesgos se abren en la agenda bilateral? El primero, que la apuesta de los demócratas por la cooperación pierde rendimiento electoral y se extiende el pensamiento conservador que ve pocos resultados en la política de Biden. Y segundo, que las medidas unilaterales expresan el avance de la narrativa de los republicanos de atacar a los cárteles mexicanos y volver a las barreras fronterizas.
Pero, según López Obrador, la delegación de EU quedó “sorprendida y muy satisfecha” por la detención de capos, que son “símbolo poderoso” de colaboración, como destacó el fiscal Merrick Garland por la extradición de Ovidio. También por decomisos y cierre de laboratorios de fentanilo, aunque se siga negando que se produzca en México. No así el Cártel de Sinaloa, que parece recular ante la amenaza de recibir trato de terroristas. Días antes de la reunión aparecieron en Sinaloa mantas atribuidas a Los Chapitos con mensajes para prohibir la producción y venta de fentanilo, ¿quién se los pidió?
Entre los candidatos presidenciales republicanos avanza el consenso de poner en el centro de la agenda la seguridad fronteriza, por encima de soluciones a la migración e imponer mayores acciones para “ayudar” a México a desarticular a los cárteles. Eso no significan botas militares en el territorio, hay otro tipo de intervenciones que también vulneran la soberanía. A México no le conviene desestimar las presiones como “ridículas”, como calificó López Obrador a congresistas que votaron por retirar fondos de ayuda al país por no hacer lo suficiente contra el fentanilo. El Presidente también percibe la amenaza y prueba de ello es la moderación de su discurso contra el muro. Confía en que Biden no avanzará en su edificación y que tampoco duda del trabajo de México contra el fentanilo. Pero convendría no dejar de ver que en EU se impone la visión punitiva contra la migración y el regreso de la retórica de la “guerra contra las drogas”, ahora con el fentanilo.
Lo que más debe preocupar a México es la impotencia de Biden para oponerse a las exigencias republicanas en migración y narcotráfico. El vuelco político en Washington podría ser mayor con la candidatura de Trump a la presidencia, que obliga a los demócratas a retroceder en su postura de colaboración sin trasgredir la soberanía de su socio, aunque no haya hecho todo lo que quisieran para contrarrestar la ofensiva de sus rivales políticos.
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La inmaculada percepción
Si Xóchitl fuera morenista
Vianey Esquinca | Excelsior
Desde hace varias semanas han comenzado a circular encuestas realizadas por empresas demoscópicas o medios de comunicación en las que ponen a Claudia Sheinbaum Pardo muy por encima de Xóchitl Gálvez Ruiz.
Se ha demostrado en infinitas ocasiones lo falibles que pueden ser las encuestas. Sin embargo, la utilidad que se les da en las contiendas electorales es generar la percepción de victoria o de derrota. Las guerras de números y preferencias empiezan prácticamente al mismo tiempo que salen los nombres de los primeros candidatos. No ostante, ¿debe el Frente Amplio y su candidata preocuparse ante estos números?
Haciendo un comparativo entre las potenciales candidatas de Morena y el Frente Amplio por México, queda claro que la exjefa de Gobierno de la CDMX tiene un bagaje académico más robusto que la exjefa delegacional de Miguel Hidalgo. Sin embargo, el conocimiento de la morenista no le ha servido para crearse una imagen propia. Decidió dogmatizarse y dejar a un lado la evidencia científica para apoyar con los ojos cerrados los proyectos y decisiones de Andrés Manuel López Obrador. Por su parte, a Gálvez Ruiz su licenciatura en Ingeniería en Computación por la UNAM no le impide que tenga un muy florido lenguaje y que en muchas ocasiones no construya discursos articulados y organizados, sino espontáneos y dispersos. Eso sí, de acuerdo con el académico Guillermo Sheridan ambas plagiaron parte de sus trabajos finales para graduarse. Ahí quedan empatadas.
En cuestión de carisma, la exsenadora por el PAN se lleva de calle a Sheinbaum. Si Gálvez Ruiz fuera la candidata de Morena, Sheinbaum Pardo no tendría ninguna posibilidad. La hidalguense tiene una personalidad definida, paradójicamente se parece más a López Obrador en cercanía y en saber cómo hablarle al pueblo, sólo le faltaría apropiarse del discurso de continuidad y se cerraría el círculo.
En Morena cualquiera de los que hubieran ganado el proceso interno llevaría ventaja, incluso si hubiera sido Manuel Velasco, porque tienen como coordinador de campaña a López Obrador, como coordinadores de Logística y de Estructura a los gobernadores y a las dependencias de gobiernos, y como “voluntarios” a miles de servidores de la nación que van de puerta en puerta señalando que el mundo se va a acabar si gana la oposición.
Pero Gálvez no es morenista. Por ello, es momento de que el Frente Amplio por México deje los ja, ja y los ji, ji a un lado, y se pongan serios para armar una estructura partidista que acompañe en serio a su candidata y no le hagan lo que a Alejandra del Moral en el Estado de México, donde la dejaron morir sola frente a Delfina Gómez. Es momento en que Xóchitl Gálvez y un equipo cercano confiable y experto decidan cuál será el discurso, la narrativa y el posicionamiento que tendrá en los próximos meses; que determinen cuáles deben de ser los programas del presente gobierno que continuarán y que le darán certeza a la gente que piensa que, si no votan por Morena, los perderán. Deben hacer la estrategia para saber cómo aprovechar el mal desempeño de varios gobiernos morenistas y pensar en cómo van a mover las estructuras partidistas. En otras palabras, tomar las riendas.
El reto de Gálvez Ruiz no es fácil, porque todo ello lo debe hacer en un campo minado que significan las pugnas internas de los partidos y tener a los líderes del PRI, PAN y PRD encima, a veces más estorbando que ayudando.
La hidalguense debe ser la líder que, si no llega a ganar la Presidencia, sí debe garantizar que Morena no tenga en ninguna circunstancia mayoría en el Congreso. Por eso, sí urge que se ponga las pilas.
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Lo político y lo social: lo crucial del acuerdo
Rolando Cordera Campos | La Jornada
En medio de la abundancia de gritos y alborotos de nuestros rituales electorales, hay que insistir en la necesidad de que, como comunidad, tenemos que buscar un acuerdo en lo fundamental. De aquellos que ansiaba el prócer Otero y que se tornan vitales cuando, como solía decirse, la patria está en peligro. En esas estamos, a pesar del festival de triunfalismo con que se ha querido animar el arranque todavía informal de las contiendas constitucionales de la temporada.
Necio y convencido firme de la urgencia que tenemos de aceitar humores y mejorar los vínculos, algunos rotos, entre política, democracia y cuestión social, es que insisto en la necesidad de procesar, por medio de la palabra y el acuerdo, un conjunto de aspiraciones comunes que hagan las veces de sólidas plataformas de exigencias que, desde la sociedad se planteen a los partidos, los políticos y los aspirantes a gobernar.
Acuerdos fundamentales pensados como genuina suma de voluntades plurales capaces de atender y entender el bien común, sabiendo que ningún nicho o movimiento por sí mismo pueden generar el esfuerzo social necesario para que la República alcance metas de equidad y bienestar. Porque sólo así daremos sustento y sentido a la política plural y democrática que, todavía, presumimos.
Los acuerdos pueden ser instrumentos útiles, necesarios para que sociedades como la nuestra, compleja, desigual, heterogénea, sean capaces de procesar sus preocupaciones y aspiraciones, dentro del marco constitucional tan abusado desde el poder en estos años.
Para avanzar, hay que asumir y detectar que en el curso de nuestros cambios políticos y económicos se ha incurrido en omisiones y excesos para, así, evitar seguir confundiendo medios con fines, pero también no posponer tareas que requieren obligadamente de un clima de cooperación económica y social.
El país necesita aumentar su ritmo de crecimiento y sostenerlo, buscar y bien aprovechar las oportunidades que abre ahora el llamado nearshoring, actualizando nuestras capacidades y estructuras. El desafío es, sigue siendo, que la oportunidad externa trabaje en nuestro favor lo que tiene que ver, necesariamente, con lo que internamente hagamos en términos de integración productiva, regional, demográfica.
Contar con finanzas públicas sanas es tener un Estado fiscal activo, promotor y capaz de redistribuir los frutos del esfuerzo colectivo, y de darle efectivos empujones a la economía de mercado.
Quizá, como parte de las primeras acciones, esté proponer, discutir y acordar una reforma de la política macroeconómica. Sin duda, como parte de esta reforma, contemplar la formulación de una estrategia nacional de inversiones es indispensable para ofrecer cauce y razón a nuestras encontradas preferencias, así como poner en el centro la inversión productiva, el empleo y fomentar procesos regionales que integren el mercado interno al externo. Difícil será imaginar algún avance si la inversión nacional, privada y pública, mantiene su bajo perfil.
Actualizar nuestros mecanismos de mediación es necesario, porque cada día es más claro que los cauces por los que transitaba el pluralismo político han dejado de ser suficientes para procesar, con cierto éxito, las múltiples contradicciones sociales. Es indispensable airear nuestra ágora pública, reconstruirla y darle robustez para propiciar renovadas formas de diálogo y acuerdo, respetadas por todos.
Si ayer el desafío consistía en que el juego político no fuera patrimonio de un solo grupo, lo que se logró con la llegada de la pluralidad a todos los ámbitos del poder formal hoy, paradójicamente, se trata de que deje de ser patrimonio de los partidos formales.
El que las élites partidistas hayan renunciado a sus acuerdos, programas o principios no significa –conviene tenerlo presente– que los intereses o las necesidades sociales que les daban sentido se hayan cumplido. Hay grupos que no están ni se sienten representados y pueden tomar el camino del desencanto o la ira contra la política en general. Por ello insistamos: el discurso político debe ser capaz de discutir y acordar nuevos criterios, renovadas visiones que hagan posible retomar un sendero diferente, una verdadera reforma social y política, democrática del Estado. Discutir y discurrir como los hacían los buenos y viejos políticos.
Industria nuclear para el pueblo
Antonio Gershenson | La Jornada
Ayer, personal del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear (Sutin), de la Sociedad Nuclear Mexicana (SNM) y de la Red Mexicana de Educación, Capacitación e Investigación Nuclear (Remecin) participaron en el foro Soberanía energética, cambio climático y energía nuclear, organizado por el Instituto de Educación Política.
El tema de dicho evento debió propagarse desde hace muchos años, ya que es de interés público y la población pudo tener claro, desde entonces, la importancia del uranio, del torio, de las llamadas tierras raras y, en general, entender el significado y el valor de la soberanía energética.
Como lo señalamos en el artículo pasado en este mismo espacio de La Jornada, la mentira perjudica el proceso de información y valoración respecto de los recursos naturales con los que cuenta el país. No sabemos desde temprana edad cuáles son los recursos naturales y por qué nos pertenecen, de acuerdo con nuestra Carta Magna.
No informar es también una forma de ocultar la verdad, tal vez estamos frente a una actitud de mentir clandestinamente. No proporcionar la información que nos interesa y que nos proporciona, además de un tipo de identidad, una parte de la soberanía nacional, es contrario a la verdad.
La participación de Rafael Barajas El Fisgón, compañero de La Jornada, es otra señal más de la seriedad con la que se está tomando la nueva educación mexicana. Si bien los datos proporcionados en ese evento son técnicos y especializados, lo importante es hacer hincapié en que estamos hablando del país, probablemente de un aspecto de la nación al que no teníamos acceso.
En el Instituto Nacional de Formación Política (INFP) de la Cuarta Transformación, se reorientará este tipo de información y de participación de especialistas, compañeros y compañeras de diversas instancias científicas que tienen mucho que aportar, no sólo a la información y a la educación de la población militante y público en general, sino también a la defensa de la independencia técnica de la investigación nacional.
De los debates que se reproducen en los medios de información masiva, además de los especialmente certeros grupos en YouTube, es decir, en las redes sociales, se observa que, en aquellos que se identifican como progresistas, representantes del periodismo y de la participación ciudadana tratan de que los datos ahí proporcionados se apeguen a la verdad. Hoy contamos con esta posibilidad para difundir la ciencia.
Es así como se retomará la verdad científica sobre la manipulación de los tergiversadores de la realidad. Por interés económico, político, social, o simplemente por la animadversión a una nueva expresión de gobernar, quienes mantienen un estado de falsa democracia y libertad de expresión tendrán que modificar sus principios (si es que los tienen) a favor de una nueva etapa de la vida política y social en nuestro país.
Por supuesto que debemos hacer el esfuerzo por manejar un lenguaje más sencillo para explicar el funcionamiento de la riqueza en recursos naturales que tenemos. Los descubrimientos han sido universales, pero, y sin falsa modestia, contamos con los programas y el historial de las actividades científicas de alto nivel.
En el área de la física, la ingeniería nuclear, la químico-física, geología y otras disciplinas más, el personal que ha mantenido viva la ciencia en el país debería ser reconocido a nivel nacional como se hace con los deportistas, artistas, etcétera, por sus éxitos y cuyas hazañas ocupan, a veces, las ocho columnas de los principales medios informativos.
En el caso de algún personaje que no pertenece al área deportiva, pero sí, por ejemplo, a las matemáticas, el diseño robótico, hallazgos científicos, innovación o propuestas novedosas reconocidas mundialmente, no nos damos cuenta de sus triunfos o de su existencia hasta que se publica un pequeño texto y una foto con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Actualmente contamos con gestiones y movimientos nuevos a favor de la inclusión de la energía nuclear como integrante del grupo de las fuentes limpias para generar electricidad, además de otros rubros, entre ellos, la medicina nuclear.
Quienes nos hemos dedicado a la investigación de la industria nuclear, hemos subsistido milagrosamente y a pesar de la política contraria a la soberanía energética por parte de los gobiernos pasados.
Entre los compañeros que han insistido en no dejar morir la industria del uranio, por mencionar sólo algunos, se encuentran Manuel García Barajas, Antonio Méndez Jaramillo, J. Luis François Lacouture, Gastón González Sepúlveda, Armando M. Gómez Torres, Carlos Cisneros Zamora y muchos más profesionales de la física, ingeniería, geología, química, etcétera.
De tal forma que sufrimos un sometimiento que, por primera vez en varias décadas, se diluye, y la postura de la revolución de las conciencias está a la orden del desarrollo científico.r
