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De naturaleza política

Estados Unidos: “cobro de facturas” ¡ya!…

Enrique Aranda

Excelsior

Ni pleitos, sectarismos o politiquerías: Delgado. ¡Jajaja!

Ahora sí que sin otro propósito que intentar adivinar el previsto futuro de la relación con Estados Unidos, en el marco de la prevista “radicalización” de Andrés Manuel López Obrador y los suyos, nada parece más evidente ahora que el anunciado “cobro de facturas” que, al igual que otros muchos, advertimos seguiría al cúmulo de provocaciones y agravios proferidos contra su gobierno antes, en el marco y pasados incluso los fesrtejos por el inicio de la gesta independentista.

No acaban de acallarse aún las críticas y exigencias que en el marco de la fracasada VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) celebrada en Palacio, o la réplica que (¿por mandato?) hiciera de ellas Marcelo Ebrard Cassaubon en su comparecencia ante la ONU en defensa del sucesor de los asesinos hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz en Cuba, Miguel Díaz-Canel, y la Casa Blanca emitió ya una evidencia más que clara de su malestar y repudio a tales posicionamientos…

Al cierre de la semana, efectivamente, y luego que el día previo al tradicional Grito el tabasqueño anunciara que, si bien había invitado a Joe Biden al mismo y a la parada militar de un día después —¿intentaba reunirlo con su invitado “de honor”, el opresor cubano?—, su homólogo estadunidense habría declinado asistir, aunque garantizó entonces la presencia del poderoso titular de la Secretaría de Estado, Antony Blinken, en los festejos por el Bicentenario de la Independencia este lunes 27… lo que apenas el viernes, insistamos, éste dejó en claro que no se concretaría.

Ni uno ni otro; el desaire es más que evidente o, como dijera alguno de quienes mejor dicen entender de “señales diplomáticas” emitidas desde la Unión Americana, “más claro ni el agua…” o, diríamos nosotros, “a buen entendedor —y no parece ser éste el caso, desgraciadamente— pocas palabras”.

El “cobro de facturas”, pues, está en marcha y, huelga destacar, lo visto hasta ahora es apenas el inicio, un augurio apenas de que lo peor está por venir. Ahora sólo están marcando distancia; luego podría venir el clásico apretón de pernos, tuercas, perdón, en el ámbito comercial y económico, en lo que a interlocución frente a terceros se refiere, en el no mirar el fracaso de la ridícula política de los “abrazos, no balazos” o, inclusive, la constante solicitud de “obsequio” de vacunas anticovid que, a la fecha, suman por más de 13 millones de unidades, por sólo citar lo más relevante.

Al tiempo…

Asteriscos

* Luego de prácticamente doce horas de ser desarmados y esposados por agentes del servicio de Aduanas y Protección Fronteriza del Departamento de Seguridad Nacional, por cierto, siete elementos del Ejército que “por error” ingresaron a territorio nortemericano fueron liberados. ¿Otra?…

* Siete años después de los lamentables hechos que enlutaron a las familias de 43 normalistas de Ayotzinapa, perdón, debemos insistir que, más allá el montaje que para

mantener vivo el tema que avala la 4T, lo único históricamente cierto es que los jóvenes, todos, fueron sacrificados e incinerados esa noche.

Boomerang migratorio

Jorge Durand

La Jornada

En temas migratorios, casi siempre, las políticas que se implementan tienen consecuencias totalmente contrarias a lo que se podría esperar, y la historia lo demuestra una y otra vez.

El modelo aplicado en Tapachula de confinar a los migrantes que solicitan refugio en Chiapas, hasta que se solucione su caso, tenía como objetivo, controlar al flujo migratorio para que no se disperse por el territorio nacional y que no llegue a Estados Unidos. De hecho, un requisito para los que solicitan refugio es que esperen en la entidad estatal hasta que se les dé respuesta.

Pero no hubo una contestación a tiempo, más bien, en el periodo estipulado por la ley y la política implementada de confinamiento se convirtió en una bomba de tiempo. Todo esto era previsible desde hace meses, porque Chiapas es la puerta de ingreso y se sabía desde hace mucho tiempo que los migrantes estaban en camino y siguen llegando.

No se pudo dar respuesta a las solicitudes de refugio, porque la política implementada de austeridad ha sido reducirle el presupuesto a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), que, obvio, está desbordada desde hace varios años. Por otra parte, se consideraba como una medida disuasiva para los solicitantes de refugio el embotellamiento y las trabas burocráticas.

El resultado fue todo lo contrario, los migrantes se desesperaron e iniciaron por su cuenta la huida de la cárcel chiapaneca y para ello se movilizaron en caravanas, una modalidad que recibe gran atención mediática. Otros muchos simplemente se fueron por su cuenta.

El costo político y monetario ha sido mucho mayor que haberle incrementado el presupuesto a la Comar. Pero no todo queda ahí. Los haitianos que arriban a nuestro país vienen de Brasil y de Chile en un periplo migratorio que lleva más de 10 años. Propiamente no son sujetos de refugio, porque no han sufrido persecución.

Cuando llegó a México el primer contingente masivo de migrantes haitianos, en 2016, que fueron, aproximadamente unos 20 mil, el Instituto Nacional de Migración (INM) les dio, casi de manera automática, un permiso de salida, lo que significaba que tenían que dejar el país por alguna de las fronteras. Obviamente, la frontera norte.

Esta medida, estipulada en la ley, servía también para los cubanos que tenían acceso ilimitado al refugio en Estados Unidos, pero no servía para el caso de los haitianos que se concentraron en la frontera y no los dejaban pasar. El resultado fue otra imposición de Estados Unidos, el llamado metering, que obliga al INM a ordenar el flujo con un sistema de listas o cuotas diarias de los solicitantes que pueden pasar. Y la métrica la definen en Washington.

Esta medida, del permiso de salida, que pretendía pasarle la bolita a Estados Unidos para que se encargaran de los haitianos, repercutió en México de tal modo, que ahora tenemos una numerosa comunidad de haitianos viviendo y trabajando en Tijuana y otras ciudades de la nación.

Otra consecuencia, no anticipada, es la problemática actual que tenemos en Tapachula, los haitianos saben que, finalmente, México tendrá que ceder y darles un permiso de circulación, una visa humanitaria, un documento temporal o un tipo de amnistía, porque, se suponía, que no los pueden deportar a Haití. La situación de este país es insostenible.

Pero la situación es tan desesperada que, a los que acaban de llegar y cruzaron de manera irregular la frontera sur, los están deportando a Guatemala, por pasos fronterizos alejados. Esta medida contraviene cualquier acuerdo internacional. Y están haciendo lo mismo que los estadunidenses con el llamado título 42 que permite la deportación en caliente y sin miramientos. Las consecuencias, previsibles, las veremos próximamente con el empeoramiento de las relaciones entre México y Guatemala. También las veremos las próximas semanas con otros intentos de cruce subrepticio.

La política migratoria es muy compleja, en primer lugar, porque se trata de controlar un flujo de personas, de seres humanos con derechos, que ingresaron por la vía irregular, pero que sólo cometieron una falta administrativa, no un delito. Lo mismo que hacen los mexicanos todos los días y, desde hace más de un siglo, al cruzar subrepticiamente la frontera hacia Estados Unidos.

En segundo término, porque se trata de un proceso dinámico y cambiante, las leyes migratorias y, sobre todo, los reglamentos quedan obsoletos el mismo día en que se publican en el Diario Oficial de la Federación. Se debe partir de principios básicos inamovibles, como el respeto irrestricto a los derechos humanos de las personas migrantes, para lo cual se requiere de protocolos establecidos, conocidos y practicados por el personal a cargo.

Pero la casuística del día a día y del mes a mes se debe ajustar a las circunstancias cambiantes y a la previsión de posibles consecuencias. La política migratoria debe ser tan cuidadosa en su formulación como en la previsión de sus posibles y presumibles consecuencias.

Mientras mirábamos a Chiapas, la bomba explotó en Ciudad Acuña, a donde habían llegado 10 mil haitianos que esperaban organizados para cruzar la frontera justo el mismo día, donde era fácil cruzar el río Bravo, donde no había muro y donde no los esperaban.

¿Ahora contra la ciencia?

Rolando Cordera Campos

La Jornada

Nuestra preocupación y ocupación política principal debería ser entender y atender la pérdida histórica del dinamismo económico que, junto con el extravío del bienestar, conforma el eje de la imagen del México actual. Pero no lo es. Los grupos dirigentes del Estado están en otros asuntos y las carencias de la sociedad quedan fuera del radio de quienes encabezan el gobierno federal.

El embate inaudito del gobierno y el Presidente contra científicos reconocidos y respetados por su comunidad y más allá de ella, revela que el extravío no es sólo material o de subsistencia, sino cultural. En lugar de enaltecer el trabajo sostenido en investigación, en ciencia y tecnología, el Presidente decide acompañar a la Fiscalía en su delirio persecutorio y hace a un lado lo que desde sus propios flancos le recomiendan. En vez de prudencia y cautela hay cargos e insidias, y en lugar de respeto por el compromiso científico, la base del desarrollo económico, técnico y cultural de las naciones, tenemos comentarios calumniosos vertidos desde el púlpito mayor de la República.

La conducta gubernamental y de parte de su coalición es nugatoria del trato republicano y del todo opuesta a cualquier idea sensata o ilustrada sobre el progreso de las naciones. Recuerda, maldita sea, las cargadas estalinistas contra médicos, intelectuales y científicos que, en muchos casos, resultaron en acciones criminales por parte del propio Estado de los soviets. Una negación histórica que empezó por el desprecio del poder por la cultura,

hasta llevar a su país al deterioro intelectual, pero también económico y social, hasta la decadencia de un Estado que presumía de legitimidad histórica.

Poner contra la pared o en la picota a una parte de la comunidad académica y científica nacional, a partir de un desvarío y una acusación inconcebible, como los calificara el rector Enrique Graue, no sólo agrede alevosamente a esas comunidades, sino a quienes ven en esas profesiones y empeños una esperanza, débil si se quiere verla así, en una evolución política del pueblo mexicano pacífica y civilizada, basada y comprometida con la razón y el respeto a los demás. Empezando por quienes no comparten nuestras ideas y visiones.

Muchos años han sido necesarios para que la actividad científica sea respetada y, sobre todo valorada y tomada en cuenta por sus hallazgos y potencialidades de mejoras humanas.

Para nuestra fortuna, la falta de respeto y el pobre entendimiento social de sus promesas, debido a sistemas educativos y comunicativos poco eficaces, se corrigió y habíamos llegado a un sistema de trabajo y comunicación promisorio y capaz de hacerse presente en la deliberación nacional. Pero el menosprecio que parecía superado o en vías de hacerlo, ha aterrizado en un muro lamentable, construido desde los núcleos de mando y dirección del gobierno que amenaza contaminar los espacios del Estado donde se forja la representatividad nacional, como en el Congreso de la Unión, o donde se vela el respeto a las leyes y se protege a la Constitución, que es la Suprema Corte.

Poner en movimiento todo este vasto y complejo edificio institucional se presenta hoy vital para la salud democrática del país y del propio Estado. Los fiscales tienen que hacerse cargo de su responsabilidad y detener, con razonamientos contundentes y asentados en la ley, las denuncias persecutorias, en tanto que el gobierno debe convocar a las comunidades epistémicas de la nación a una reflexión deliberativa sobre el futuro de sus quehaceres y las responsabilidades mutuas a las que se deben.

Hacer honor a la tradición fundada por Justo Sierra, José Vanconcelos, Gabino Barreda y muchos más en los albores del siglo XX, es misión obligada para los estudiosos de toda convicción, pero también compete al Estado y sus gobernantes que juraron respetar y proteger la Constitución Política.

El desatino ha llegado a tal punto de gravedad y vergüenza que no podemos sino hablar de bochorno e invocar por una reconciliación pronta. Hagámoslo ya.

Este artículo fue escrito bajo el dolor que me causa el deceso de mi querido amigo Julio Labastida. Hombre comprometido con la democracia, el estudio, el saber y otras causas fundamentales de nuestro país. Mi solidaridad y cariño con Patricia y los suyos.

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