Columnas Escritas
Lo que dicen los columnistas
De naturaleza política
Falla “cobro” de facturas a la Iglesia…
Enrique Aranda
Excelsior
Crece la “trata” de batas cubanas.
No serán 500, sino 600…
De no ser tan estúpida y carente de todo sustento, aunque, en opinión de alguno, reveladora del modus operandi de su autor ante el gobierno en turno, la afirmación de que “la jerarquía católica está tratando de incendiar al país…” sonaría a mala broma y movería a risa aún a los más críticos y agrios detractores de ésta que, huelga destacar, más tardó en conocer lo dicho por Arturo Farela que en aclarar al impresentable “pastor” evangélico que no de ahora, sino de años atrás —los casi cuatro del lópezobradorismo incluidos, se entiende— “el país ya está incendiado por la violencia”…
Arropado bajo el manto del oficialismo, defensor y promotor (ahora) de la propuesta de abrazos no balazos que en El Universal —3/08/22— avaló porque “privilegia el amor al prójimo”, y de cuanto planteamiento o política surge de Palacio, el dirigente de la Confraternidad de Iglesias Cristianas y Evangélicas (Confraternice) fue aún más lejos en su intento por “quedar bien” con Andrés Manuel López Obrador, al tipificar como de “muy mal gusto y, francamente equivocadas” las críticas vertidas por sacerdotes y obispos de la Iglesia católica por la inseguridad prevaleciente y su reclamo de modificar la fallida estrategia oficial, tras que dos de sus miembros, jesuitas ambos, fueran arteramente asesinados en Cerocahui, en plena Sierra Tarahumara.
Nada sorpresivo viniendo de quien venían, plantearían analistas que conocen la realidad del personaje citado y menos, a fuerza de ser sinceros, luego de conocer la pobreza de su reflexión, según la cual existe un rechazo formal de la Iglesia mayoritaria del fracasado gobierno en turno y sugirió que “es por ello que el Presidente no los ha recibido —a los jerarcas católicos— como antes lo hacían los presidentes de sexenios pasados”.
Tocó al exrector de la Universidad Pontificia y actual director del Observatorio Nacional del Episcopado, Mario Ángel Flores Ramos responder las imputaciones vía el mismo diario capitalino, destacando que “desde hace tiempo el país ya está incendiado por la violencia, con toda la criminalidad sin control, por la falta de apego a las leyes y por la impunidad que es uno de los problemas que hemos tenido desde hace años, pero que se ha agudizado en el actual gobierno” y externó su convicción de que un gobierno tiene que trabajar para todo el país, y uno de los señalamientos que hacemos es que este gobierno trabaja con los suyos y para los suyos. “El 80% de los mexicanos queda fuera de su horizonte”…
Recordó entonces que, si bien la Iglesia llamó a la responsabilidad de las autoridades para revisar sus estrategias y asumir su compromiso, la respuesta a ello ha sido el silencio, cuando no el abierto rechazo “que incluyó insultos” y a los cuales no se ha respondido, sino con una campaña en favor de involucrar a la sociedad toda en la construcción de la paz…
Ahora sí que con esos “amigos”, como reza el popular (y atinado) refrán popular, ¡para qué (la fallida 4T) quiere enemigos! ¿No?…
Presidencialismo soberanista y ¿los tratados con EU?
Francisco Javier Acuña
Excelsior
Hace tan sólo un par de semanas se encendieron las alarmas por las reclamaciones estadunidenses respecto de actuaciones y discursos del gobierno mexicano en discrepancia con los objetivos comunes del T-MEC. Los seguidores del presidente López Obrador salieron a expresar que esos posicionamientos críticos eran muestra de la plena autonomía con la que se conduce la relación bilateral.
Analistas neutrales dijeron que las discrepancias referidas eran —hasta cierto punto— “normales” en el esquema de una relación comercial sujeta a un estatuto jurídico que impone cláusulas de comportamiento a los gobiernos de los países involucrados, en los que siempre hay tensiones que se deben administrar. Los opositores al gobierno señalaron que es una irresponsabilidad del Presidente de la República enviar señales encontradas, que no se ha cumplido el mes de la visita de López Obrador a Joe Biden, en la que presumieron gran entendimiento, y ahora se acude a frases que marcan distancia e incomprensión.
Lo anterior viene a cuento porque, para la agenda del presidente López Obrador, según su discurso, “la era neoliberal” comenzó durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari y abarcó cinco sexenios, según la voz del presidente López Obrador: “Hemos padecido 30 años de sometimiento comercial respecto del país del norte”.
Así, se da por hecho que el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá (TLC), anunciado en 1990 y renegociado después de la derrota del presidente George Bush en las urnas rumbo a su reelección en 1992, fue una suerte de sumisión comercial fruto del “embrujo neoliberal”.
Curiosamente, el presidente Clinton desconoció cláusulas que su antecesor había autorizado y que se consideraban desfavorables para los intereses de Estados Unidos. En otras palabras, acusó a George Bush padre de haber sido laxo y condescendiente con Carlos Salinas de Gortari, entonces presidente mexicano.
Finalmente, hubo TLC (NAFTA, en inglés) a partir de 1994.
Después de 20 años fue necesario reformular el tratado trilateral, que fue una empresa que administró el gobierno de Enrique Peña Nieto y que dejó firmado en 2018, pero que inició su vigencia en 2020.
Al actual gobierno le tocó el inicio de la vigencia del T-MEC y estamos a dos años de aquel momento, por lo que la actual administración convalidó los términos de lo suscrito en 2018.
Al margen del discurso político, siempre impregnado de toxinas ideológicas, no basta con señalar con dedo flamígero que los tratados de libre comercio, firmados hace más tres décadas con los países vecinos del norte de América, eran muestra indiscutible del “neoliberalismo”, pero que el que está en curso —firmado en 2018 y que inició vigencia en 2020— convalidado por esta administración, no lo sea.
Si la nueva forma de hacer gobierno fuera absolutamente ajena a estas sujeciones con los países capitalistas por excelencia, podríamos reconocer que existe un verdadero alejamiento del “neoliberalismo”.
En tanto, mientras perdure la sujeción al Fondo Monetario Internacional, subsista la deuda externa y se siga cumpliendo, se mantengan los vínculos con el Banco Mundial, se prolongue el TLCAN (bajo el nombre de T-MEC) con los correspondientes ajustes y modificaciones (simbólicas). Con todo respeto, las afirmaciones pueden parecer efectistas, pero no realistas.
Bastones de mando en México y Colombia
Estefanía Ciro*
La Jornada
Hoy toma posesión de la Presidencia de la República de Colombia Gustavo Petro Urrego, un ex guerrillero del M-19, firmante de la paz en 1991 y político de larga trayectoria que logró dirigir un pacto histórico de alianzas políticas variopintas que gravitan sobre una plataforma progresista para la toma del Estado por las urnas. En una de sus últimas declaraciones, advirtió dos retos urgentes con el objetivo de disminuir la violencia en el país, cuyo incremento empieza a perfilar nuevos vientos de guerra: el control de las armas y el mercado de la cocaína. En ambos, un diálogo con México es, más que inmediato, obligatorio.
Por un lado, no es un descubrimiento decir que el flujo de cocaína que surte a Estados Unidos se transforma en una corriente de armas que vía México transita hacia Colombia. Uno de los escándalos más mediáticos fue la operación Rápido y furioso, de la cual se supo gracias a la organización WikiLeaks, de Julian Assange, y que consistió en un plan encubierto entre la DEA, la FBI y la AFT de Estados Unidos con funcionarios de la Secretaría de Seguridad Pública y la Policía Federal de México para usar el flujo de armas a México como estrategia de inteligencia de 2009 hasta 2011, cuando se filtró la información.
Con estas armas habría sido asesinado un policía fronterizo de Estados Unidos y se habrían armado ejércitos de traficantes de cocaína en México y hasta de la Oficina de Envigado en Colombia. Frente a estos hechos y después del silencio cómplice de dos gobiernos, una primera reacción contra este río de metal en México fue la demanda judicial que entabló la administración de López Obrador contra las empresas fabricantes de armas en Estados Unidos, con el fin de que éstas se hicieran más responsables a la hora de vender armas y disminuir los daños potenciales que este mercado estaba provocando en México.
Mientras tanto en Colombia, el principal productor de cocaína del mundo, la reconfiguración del mercado de esta droga tras la desestructuración de los órdenes territoriales de las FARC-EP trajo nuevos retos para la regulación de las redes de producción y tráfico de este negocio. El cambio de reglas, actores, precios, costos y redes de insumos, así como la llegada de nuevos paracaidistas o la expansión de los de siempre, la remergencia de actores armados en Colombia y la necesidad de asegurar el flujo de cocaína hacia Estados Unidos por los traficantes mexicanos –quienes también traen las armas–, se concreta en violencias contra la población, que van desde la división invisible de ríos, carreteras y caminos en forma de pagos de impuestos o peajes a diferentes actores, hasta el involucramiento directo de actores estatales en la disputa por el control de estas rentas.
Transitar de una regulación armada a una menos violenta de este negocio no sólo se resuelve con un proyecto de ley, sino con una negociación, diálogo, sometimiento o acogimiento –y todas las palabras que han surgido en este escenario– con los grupos armados estatales y no estatales que ejercen o disputan poder territorial en el país. Las armas y la cocaína son los ejes centrales de la discusión en Colombia, donde en 2017 se calculó que había casi 5 millones de armas en posesión de civiles, según la Small Arms Survey, de las cuales poco más de 4 millones están sin registrar. No sabemos cuántas armas tienen estos grupos.
Ojalá en América Latina se abran las discusiones, de forma responsable y soberana, acerca de un mercado legal –el de las armas– y otro ilegal –el de la cocaína– que deben dejar de ser letales. Días antes, Gustavo Petro compartió una foto en la que está rodeado de miembros del ejército fuertemente armados, mientras él sostenía dos bastones de mando entregados en su posesión ancestral del pueblo arhuaco en la Sierra Nevada de Santa Marta. No es un detalle menor que el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, haya recibido dos bastones de mando hace pocos días y que lleva para Francia Márquez y Gustavo Petro de parte de las autoridades indígenas oaxaqueñas. Esta columna se iba a llamar Posesiones, pero no, tal vez es necesario hacer notar que el camino para transitar hacia una regulación pacífica de los mercados de coca y de armas, hacia la disminución de la violencia y la justicia soberana en América Latina, está en el encuentro y diálogo de la Sierra Nevada de Santa Marta y de Oaxaca en esos bastones de mando.
* Doctora en sociología, investigadora del Centro de Pensamiento desde la Amazonia colombiana A la Orilla del Río. Su último libro es Levantados de la selva.
Tiempos nublados y rejegos
Rolando Cordera Campos
La Jornada
Según la métrica que el gobierno y el Presidente han elegido para evaluar la realidad que circunda sus quehaceres como gobernantes, no es posible afirmar que los problemas nacionales se han tornado de extrema gravedad. Desde su óptica, la realidad no es problemática, los asuntos se abordan en tiempo y forma; los resultados suelen ser positivos e incluso motivo de festejo.
Desde los miradores del Presidente no es exagerado imaginar una campaña electoral presidencial articulada, del lado moreniano, por la celebración, y del lado de la oposición, por un discurso entre cansino y lúgubre que combinaría el mal o mediocre desempeño económico con la inseguridad y la violencia imperantes, sin espacio para establecer algún diálogo político.
Más allá de las encuestas y los cantos victoriosos, nos acercamos a un momento decisivo que inspira temor y mucha incertidumbre; no sólo para los contendientes formales, sino para muchos mexicanos. Lo que está frente a todos nosotros es recuperar visiones de largo plazo, que ha sido empeño de muchos técnicos y expertos, como ocurría con el Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES) del Partido Revolucionario Institucional histórico y lo fue también, aunque rápidamente haya sido una tarea despreciada, en los partidos que emergieron con la transición democrática, en particular el Partido de la Revolución Democrática y algunos de sus asociados o prójimos.
Crucial dimensión de la política, partidaria y no, es una tarea política que debe ser recuperada de inmediato. En este sentido, la convocatoria hecha en repetidas ocasiones por Cuauhtémoc Cárdenas para acometer esta misión programática adquiere particular urgencia y relevancia; además debe ser recibida con generosidad por las mejores mentes de México.
El futuro está cargado de escollos y dificultades; de escepticismos en muchos jóvenes ciudadanos y de fragores bélicos en no pocos contingentes. Ánimos y humores que no contribuyen a esclarecer los horizontes: el tiempo nublado, como lo dijo el poeta Paz, y los tiempos mexicanos, que diría Carlos Fuentes, sólo anuncian adversidades.
Para empezar a construir unos escenarios de esperanza, robustos y enraizados en el ánimo nacional, ya deben ponerse en juego convicciones y talentos; circular ideas, propuestas, hipótesis de trabajo, visiones. La política no es misión imposible. Es tarea obligada, ineludible, que es necesario entender como compromiso republicano.
La política debe recuperar su hálito creativo y propiciar planteamientos y entendimientos capaces de aunar fuerzas, sumar a todos los interlocutores, sean lejanos y rejegos, sean cercanos y convencidos de que otro camino y otra forma de entender y hacer política son posibles porque son vitales. En la perspectiva de un genuino proyecto nacional compartido, de un cambio que sea creíble.