Locales
Lo que dicen los columnistas
De naturaleza política
Costosa “pobreza” franciscana…
Enrique Aranda
Excelsior
La más reciente ocurrencia de Andrés Manuel López Obrador de “dar otra vuelta a la tuerca” (del gasto) con miras a abandonar la austeridad republicana impuesta desde el inicio de su fallido gobierno, como práctica de gestión administrativa para adoptar ahora la pobreza franciscana para (liberar recursos y) “darle más al pueblo” bueno y sabio mueve a risa, sí… y a una auténtica preocupación por el futuro de México que, huelga destacar, pasa ahora por uno de los peores y más exigidos momentos de su historia moderna.
A la vista, el grave deterioro que en los últimos tres años y ocho meses han registrado los servicios públicos en materia de salud, educación, seguridad y más, mucho más, así como el irresponsable despilfarro de miles de millones de pesos del erario en gasto improductivo o en el soporte de “caprichitos” –el reflote de la fracasada Comisión Federal de Electricidad (CFE) del impresentable Manuel Bartlett o Petróleos Mexicanos (Pemex) del “casi” agrónomo Octavio Romero son el mejor ejemplo de ello– o la caída en vertical de la inversión gubernamental en el sector productivo, en la generación de bienes y servicios, y de empleos, los augurios no son en forma alguna optimistas…
Recortar el gasto público sin contar con el apoyo de un programa serio y técnicamente sustentable con miras a optimizar el mismo, y potenciar áreas específicas del quehacer gubernamental carece de toda lógica y afecta sí a quienes hoy despilfarran el mismo de manera irresponsable, pero también a quienes menos tienen como, a manera de ejemplo, ocurre ahora en el sector salud, donde no sólo la escandalosa carencia de fármacos e insuficiencia de las unidades para atender a la población son el innegable resultado de políticas de austeridad impuestas al inicio del sexenio.
Insistamos, la pretensión de éste o cualquier otro régimen de gobernar con base en ocurrencias e improvisaciones, o consideraciones de tipo ideológico, carecen de sustento e irremisiblemente conducen al fracaso. La situación que se vive ahora en el país no es precisamente ajena a tal consideración, pues, carentes de un proyecto de nación integral, están a la vista las innumerables ocasiones en que, sin más sustento que la voluntad del gobernante, se han impulsado acciones, programas u obras, incluso que, más tarde que temprano, avanzan hacia su propio estancamiento o fracaso, y ello, más tarde que temprano, si se quiere, irremisiblemente tiene costos… ¡aun en el marco de una supuesta pobreza franciscana!
ASTERISCOS
* De llamar la atención que 13 años después del incendio que consumió la Guardería ABC de Hermosillo, el IMSS de Zoé Robledo y otras dependencias sigan prestando servicios de atención y reparación integral a las víctimas y a sus familiares que igual incluyen apoyo económico y en materia de salud, jurídico y de asesoría legal. Bien…
* En atención al reclamo de la Secretaría de la Función Pública de Roberto Salcedo, funcionarios de 200 de las instituciones públicas registradas en DeclaraNet cumplieron con la presentación de su declaración patrimonial y de intereses a 100%, en tanto que 82 lo hicieron arriba de 90%…
Número cero
Caso Duarte: todos los caminos llevan a Peña Nieto
José Buendía Hegewisch
Excelsior
La extradición de César Duarte es el último capítulo de la trama “negra” de desviaciones de recursos públicos en la que Peña Nieto fincó la gobernabilidad con los estados y financió campañas políticas de su “nuevo” PRI. La zaga de corrupción de su fórmula destruyó al pasado gobierno y dejó en prisión a varios gobernadores de su círculo cercano, pero el expresidente escapa de la justicia sin ninguna señal de que su sucesor quiera interrumpir su vida opulenta en las revistas del corazón.
La llamada operación Zafiro por la que se acusa el exgobernador de Chihuahua no fue un caso aislado de corrupción, sino el modus operandi de Peña Nieto para la gobernanza en los estados. Puede decirse que representa las transas de los gobiernos democráticos para mantener la estabilidad, a través de formas deshonestas y delictivas de operar las campañas en ese estado, Sonora, Colima, Durango, Edomex o Morelos. Su esquema expresa los vicios y defectos de federalismo fiscal, que convierte el presupuesto público en un hoyo negro para la negociación política y desvío de recursos.
A Duarte lo encumbró el “peñismo” como ejemplo de renovación del PRI, junto con otros gobernadores que acabaron en prisión como Javier Duarte de Veracruz y Roberto Borge de Quintana Roo. En la práctica, eran los más avezados del equipo para desfalcar al erario y negociar fondos públicos, por ejemplo, del ramo 23, conocido como el de los moches por los arreglos opacos con gobernadores y alcaldes a cambio de favores o el pago de sobornos. Desde su fuga del país en 2017, Duarte es acusado de peculado y desviar 6.5 millones de dólares a empresas fantasmas y otros 250 millones de pesos a la campaña del PRI en 2016.
La invención de la fórmula se le atribuye a Luis Videgaray, que la impulsó desde la Cámara de Diputados para sacar la negociación política con los estados de la esfera del presidente y llevarla al Congreso. La justificaban con la idea de crear un esquema de incentivos y premiar el “desarrollo regional” con partidas opacas y sin regla de operación, pero acabó por funcionar como “caja chica” o castigar a gobernadores –como revelaría Javier Corral, tras denunciar a Duarte– y el financiamiento de campañas. Las desviaciones se denunciaron desde 2017 por un presunto contubernio entre el entonces dirigente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, y el secretario de Hacienda, Videgaray, en la elección en Chihuahua un año antes.
El esquema que autorizaba Hacienda y el Congreso podría haber dado lugar a un “máximo proceso” al gobierno y la clase política como el caso Lava Jato, en Brasil, que llevó a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff y a Lula a prisión. Al llegar al poder, López Obrador desmanteló el fondo de los moches como parte de su promesa de combatir la corrupción y regresó al Ejecutivo la negociación con estados y empresas públicas. Hoy todo pasa por su oficina, desde la ampliación presupuestal para Dos Bocas hasta la “pobreza franciscana” con la que se encubre la desviación de recursos a la refinería, también de forma opaca y sin reglas de operación. Pero permite al Presidente recuperar el peso político de la negociación, reducir el de los gobernadores y las cuentas de cabilderos en el Congreso.
Sin embargo, esa promesa anticorrupción no se ha traducido en rendición de cuentas de todos los implicados en tramas como operación Zafiro, Odebrecht o la Estafa Maestra. Los encausados judicialmente –salvo Emilio Lozoya y Rosario Robles– cayeron con el gobierno pasado. López Obrador ni por asomo da una señal de querer interferir en el exilio dorado de Peña Nieto en España, a pesar de que, según El País, vive en una casa propiedad de un contratista con negocios en México.
El grave problema de pactos de impunidad es que persiste la negociación del presupuesto con fines políticos, aunque se cancelen fondos como el de los moches. Deja en cimientos muy débiles las finanzas del país y abre la puerta hasta para el ingreso de recursos del crimen, a través de arreglos opacos, ya sea desde el Ejecutivo o del Congreso como en la operación Zafiro. Ahora el proceso de Duarte puede ser una oportunidad para corregir el camino en que todas las direcciones apuntan a Peña Nieto y Videgaray.
Pemex sin virajes
Antonio Gershenson
La Jornada
Sin virajes económicos ni ideológicos, tampoco olvido voluntario, los compromisos con la reducción del dióxido de carbono (CO2) o con la disminución del calentamiento global siguen en pie. El rescate de Pemex sigue avanzando y necesitamos de los hidrocarburos para cumplir con los pendientes ambientales.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, desde el inicio de su carrera como líder progresista, ha expresado su apoyo a la industria petrolera, a las demandas por mejorar las condiciones de vida laboral del personal operativo, también se ha manifestado por el alto a la corrupción y el robo a una de las empresas más importantes de México –Pemex–. Como politólogo, López Obrador ha buscado la reivindicación de la ciencia política y su aplicación como instrumento pacifista para solucionar diversos problemas.
En cuanto a la industria eléctrica, de la misma forma que con la petrolera, son dos de los motivos que lo han llevado a proponer soluciones para rescatarlas y restablecer la soberanía energética. Ambos rubros han ocupado uno de los principales puntos de su agenda como titular del Poder Ejecutivo.
Opiniones diversas en periódicos, revistas especializadas, redes sociales y mesas de análisis de las televisoras neoliberales con gente experta en producción petrolera afirman que la compra de la refinería, recientemente nombrada Pemex-Deer Park, fue un gasto inútil. No obstante, las críticas contra los avances planificados de los proyectos del gobierno federal quedan sin valor porque los resultados de esta adquisición han sido positivos.
Ya contamos en México con gasolina proveniente de la sucursal de Pemex en Houston, Texas, además, con las cifras modestas de combustibles generadas por las seis refinerías ya existentes en territorio nacional, el gasto por la compra de combustible extranjero es menor. Sabemos que todavía no es suficiente, pero tenemos los recursos y las vías para lograr el procesamiento de hidrocarburos y sus derivados, con las cuales no se cubre, aún, la demanda a nivel nacional.
Todavía no se satisface al 100 por ciento todas las demandas, pero se cubrirán en el corto plazo. Ya se ha señalado que la Olmeca multiplicará el procesamiento de crudo para obtener los derivados más necesarios para el consumo interno y posteriormente para la venta a clientes extranjeros.
No existe viraje en la política pública energética oficial, se busca la vía rápida para cubrir las demandas de la población y de la industria general nacional. Y, como ya se ha mencionado, para asegurar ese modesto, pero al fin un triunfo, la meta es rebasar ampliamente 185 mil 600 barriles diarios de crudo procesado. El autoabasto, que es prioritario en esta nueva etapa productiva de Pemex, no se lograría de continuar comprando gasolina a quien le vendemos el petróleo.
Después de la catástrofe sufrida a lo largo de 38 años, ocasionado por el plan priísta de destrucción de la industria energética, nos atrevemos a afirmar que el plan del Presidente para rescatar Pemex está dando buenos resultados. Incluso se ha demostrado la estabilidad productiva de la paraestatal, pese a conflictos externos como la guerra entre Rusia y Ucrania.
La disminución de compras al extranjero de productos derivados del petróleo permitirá un ahorro importante. La economía se fortalecerá ya que, al producir gasolinas y otros derivados de hidrocarburos, el valor agregado nos proporcionará un margen más amplio para la reinversión y el sostenimiento de los programas sociales. Las ganancias estarán muy por arriba de 275 mil 849 millones de pesos anuales, por lo que también fue acertado el subsidio a Pemex por parte del gobierno federal actual. Agregamos que, al no aumentar de precio la gasolina nacional, nos mantendremos sin o con una mínima inflación.
Un ejemplo de esta misma soberanía lo estamos observando con el oportuno auxilio que, en estos momentos, una región costera del estado de Oaxaca está recibiendo por parte del personal técnico de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Es importante observar que el servicio de la empresa, no obstante los ataques y saqueos durante el gobierno de Felipe Calderón, la experiencia y profesionalismo de su personal es relevante.
El paso del huracán Aghata ha dejado innumerables víctimas humanas, además del destrozo de viviendas y zonas urbanas que, sin el oportuno y organizado apoyo profesional de los electricistas de la CFE, la situación de la población afectada estaría en mayor riesgo.
Los argumentos aquí expuestos justifican –así lo deseamos– el seguimiento gubernamental de la política pública en materia energética del gobierno actual. No se ha olvidado el compromiso ambiental. Al respecto, Alejandro Armenta Mier, senador de la República, informó lo siguiente: México logrará potenciar la producción de gasolina y diésel a nivel nacional, se estima la generación de 340 mil barriles de crudo al día.
El control por barril de los desechos evitará en el país, como en otros no se hace, la destructiva contaminación diaria del ambiente. La adaptación y rehabilitación de la maquinaria que captura los desechos petrolíferos, que se está empleando en México, permite la reutilización de dicho material surgido por la refinación. Este reciclaje, al mismo tiempo, genera productos útiles en la industria y, también, para uso doméstico. La meta de recuperación de los desechos se espera que llegue al 100 por ciento y rebase en corto tiempo el 80 por ciento actual. La nueva etapa de la industria de los hidrocarburos ya comenzó.
La austeridad que enferma
Rolando Cordera Campos
La Jornada
La austeridad, como la han entendido y aplicado los dirigentes financieros del mundo, mata. Asfixia ánimos y alientos, también puede llegar a afectar decisivamente la vida de muchos ciudadanos que dependen vitalmente de las transferencias y otras actividades del Estado. Deteriora progresivamente todos los ámbitos de la vida en comunidad, desde renglones fundamentales como lo son los sanitarios y educativos, hasta la cohesión política y social.
Así ha sido a lo largo de la historia y no tiene por qué ser diferente, aunque el Presidente y su gobierno eleven alabanzas a la fortaleza del pueblo y decidan transitar de la austeridad republicana a la pobreza franciscana. La sentencia ha sido dictada.
Hace unos días fuimos informados de la triste realidad de nuestra pobreza salarial, corresponda o no a las categorías en uso por el Coneval y los estudiosos de la pobreza y sus extremos. Somos una sociedad de ingresos bajos y muy bajos, pero no por ello la desigualdad que nos ha acompañado a lo largo de nuestra evolución se ha podido abatir. Todavía sin poder recuperar del todo el paso al que nos obligó la crisis sanitaria, vuelta económica, estamos ahora en el peor de los mundos posibles, o casi.
Desde ningún mirador esta triste realidad puede ser motivo de celebración. Hasta hace poco muchos pensábamos que reducir en serio, con rigor y con políticas y estrategias integrales esas lacras de nuestro desarrollo extraviado era el objetivo principal de un gobierno que postulaba la necesidad de una cuarta transformación de la vida nacional. De su régimen político y de los mecanismos económicos básicos que gobiernan la distribución del ingreso y en general de los frutos del progreso. Nada de eso ha ocurrido, salvo para quedarse atorado sin cambiar un ápice y debido a ello para empeorar la circunstancia de injusticia y desprotección social que nos ha marcado.
Sin ser una excepción, la desastrosa cuestión social de nuestro país no se corresponde con el tamaño de la economía, mucho menos puede justificarse aludiendo a requerimientos primarios de acumulación de capital. La combinación de altas y medias tecnologías con pobreza y desprotección salarial sólo habla de debilidades políticas del Estado, de las organizaciones gremiales y de una opinión pública un tanto omisa, aunque la viva cotidianamente.
Es difícil saber si esta circunstancia derivará en una crisis social y política, pero es necesario seguir insistiendo en que esa perspectiva no es un invento de cabezas calientes y arcanas, y que al no asumirla, la política democrática produce y reproduce pequeñas y grandes fallas que merman legitimidad al sistema político democrático apenas estrenado. El tamaño y la edad media de nuestra comunidad permiten imaginar una sociedad madura, pero los datos y cifras que la retratan nos dicen lo contrario. Y esto representa un serio desafío político y de comunicación social para todos quienes buscan dirigir o modular los rumbos del Estado.
No hay democracia sin inclusión social y generación de valores de igualdad que van más allá del verbo democrático primario referido al valor de las urnas y las elecciones; tampoco sin valorar la importancia de aquel principio de simpatía del que Adam Smith hablaba, que permite que los otros dejen de sernos ajenos, principio que actúa como cemento que cohesiona a una sociedad.
En todo caso, no se vale faltarle el respeto amenazándola olímpica y festivamente con nuevos recortes al gasto público. Del que dependen en mucho las sobrevivencias de millones.