Columnas Escritas
Lo que dicen los columnistas
Tránsito migrante y tráfico de personas en México
Tonatiuh Guillén López
Proceso
México se ha convertido en un inmenso espacio de tránsito y tráfico de personas; esto último, paradójicamente estimulado por las crudas políticas migratorias, que al final resultan ineficaces y dañinas. En realidad, el resultado es un gran negocio para las organizaciones de traficantes…
Durante los últimos años la migración se convirtió en una problemática de primer nivel social y público en México. Se posicionó como asunto de gran relevancia para las relaciones de nuestro país con Estados Unidos y con los países del norte de Centroamérica. A pesar de los discursos sobre derechos humanos y políticas de desarrollo, en la práctica los gobiernos de la región han consolidado políticas migratorias caracterizadas por la contención y la exclusión. A partir de 2017 y hasta la fecha, esta inercia ha adquirido formas cada vez más severas, como es la militarización de las funciones de control migratorio.
No obstante, lejos de detenerse, los flujos de migrantes y refugiados no han cesado. Por el contrario, la cantidad de personas en tránsito es la más alta de la historia, procedente de países distintos al nuestro. Por consecuencia, México se ha convertido en un inmenso espacio de tránsito y tráfico de personas; esto último, paradójicamente estimulado por las crudas políticas migratorias, que al final resultan ineficaces y dañinas. En realidad, el resultado es un gran negocio para las organizaciones de traficantes y sus redes de complicidad, que operan con una facilidad extraordinaria.
La cantidad de personas que cotidianamente arriban a la frontera sur de Estados Unidos y que son captadas por la patrulla fronteriza nos revela la escala que tienen los flujos de tránsito por México. Su evolución mensual detalla las impresionantes dimensiones. Por ejemplo, durante octubre de 2017 fueron “encontradas” cerca de 35 mil personas, de todas las nacionalidades, intentando ingresar a Estados Unidos. Cuatro años después, en octubre de 2021, la cifra ascendió a más de 164 mil (durante julio habían sido 213 mil). Es impactante el contraste de números, que a su manera describen las muchas crisis del planeta –económicas, políticas, ambientales, sociales– que impulsan a miles de personas a buscar alternativas de vida en otras latitudes.
La parte mexicana de esta migración siempre ha sido proporcionalmente importante. Que no se nos olvide. Pero se había mantenido en números relativamente reducidos desde 2008, hasta que recientemente comenzaron a cambiar las cosas. En octubre de 2017 la Patrulla Fronteriza detuvo a más de 17 mil mexicanos; en contraste, para octubre de 2021 el número incrementó a cerca de 66 mil. Es decir, nuestras recientes crisis también se encuentran reflejadas en el incremento de la movilidad de mexicanos hacia el vecino del norte.
La imagen pública que predomina en México sobre la migración nos hace verla como asunto que no nos alude. Ya no es más así. Hemos vuelto a intensificar nuestra emigración, siguiendo una tendencia que seguramente perdurará en los próximos años debido a deterioros que se han agudizado: los económicos –que motivan la búsqueda de alternativas laborales en Estados Unidos– y los de seguridad pública, que generan oleadas de desplazamientos que finalmente se convierten en flujos de refugiados. Es decir, lo que ayer estaba mal hoy es peor.
Efectivamente, el imaginario público comprende a la migración como si fuera asunto de los países vecinos de Centroamérica… lo cual es cierto, pero se exagera (citando una frase de moda). Si bien son importantes los flujos centroamericanos, el principal crecimiento de la movilidad de tránsito no procede de esta región. Considerando la estadística de enero de 2022, los “encuentros” de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos muestran que de El Salvador procedieron 5 mil 783 personas; de Guatemala, 13 mil 793; y de Honduras, 11 mil 838. Estos números significan que el verdadero crecimiento de los flujos está en otro lado: en la parte mexicana, que en el mismo mes alcanzó la cifra de 59 mil 846 personas y, sobre todo, en lo clasificado como “otros países” que integró un total de 62 mil 681 personas.
Una posible lectura de los datos anteriores, relacionada con la política de contención migratoria mexicana, sugeriría que esta política está dirigida especialmente contra el flujo centroamericano. El panorama es distinto frente a personas originarias de “otros países”. De alguna manera, la política migratoria es menos cruda e ineficaz para este grupo, si tomamos por referencia su espectacular crecimiento. Vale decir: ante la movilidad centroamericana la contención es más contundente, si bien con un grado amplio de ineficacia. Para la procedente de “otros países” –integrado por docenas de nacionalidades– las restricciones son mínimas o prácticamente inexistentes.
Durante octubre de 2017 la cantidad de personas procedentes de “otros países” detenidas por la Patrulla Fronteriza ascendió a solamente 2 mil 436. Cuatro años después, en octubre de 2021, la cifra se había multiplicado muchas veces: ascendió a 47 mil 640. En diciembre de 2021 fueron 79 mil 678 y en enero de 2022 se detuvo a 62 mil 681 personas. Cabe precisar que el crecimiento de este flujo migrante se intensificó a partir de julio de 2020 y no se ha reducido.
Así, es evidente que el rol de México como país de tránsito se ha acentuado y nos ha convertido en plataforma exitosa para el tránsito irregular “no tradicional”, es decir, no el centroamericano ni mexicano. Es verdad que una parte de los nuevos flujos es caribeña, procedente de Haití y de Cuba; pero no solamente.
La actual diversidad de orígenes se extiende hacia América del Sur: Ecuador, Brasil y Venezuela, particularmente. Integra además a Nicaragua como flujo emergente desde Centroamérica. Tiene un importante eje asiático con China, India y Bangladesh, principalmente. Desde África, los orígenes se extienden a la República Democrática del Congo, Angola y Ghana, entre los mayores. Y así, una diversidad adicional de nacionalidades que forman un abanico impresionante, que cruza por el territorio mexicano sin mayores dificultades a juzgar por la evolución expansiva de sus cantidades.
Hace pocos días, a la Ciudad de Mexicali arribó una docena de personas procedentes de Nepal y de Bangladesh, que son países a los cuales México les requiere visa para ingresar. Según el reporte de un medio local, portaban un “amparo federal”, fueron trasladados a un albergue por los agentes del INM y aparentemente no tuvieron mayor impedimento para hacer su solicitud de refugio ante las autoridades migratorias de Estados Unidos. Esta civilizada experiencia refleja elementos destacables. De entrada, es notoria la integración de un mismo grupo de personas con nacionalidades tan disímiles y alejadas. También fue especial su arribo conjunto a Mexicali y el trato deferente por las autoridades migratorias mexicanas; además, nada menor, tuvieron capacidad para acceder a un amparo federal. ¿Cómo puede hacerse todo esto? Evidentemente, la logística necesaria para que ocurriera la anterior experiencia es de la mayor complejidad y puede suponerse que fue económicamente costosa. Sin pretender generalizar, el caso de Mexicali apunta a posibles razones del éxito que tiene la migración procedente de “otros países” en su tránsito por México. Desde la perspectiva de las organizaciones de tráfico –que tienen una probabilidad alta de ser actor principal– se trata de migrantes que económicamente pueden significar recursos mayores (eventualmente, muy superiores) en comparación con los obtenidos del tradicional, y nada menor, flujo centroamericano o caribeño. La expansión de la movilidad procedente de “otros países”, todo parece sugerirlo, nada tiene de circunstancial y es probable que tenga una fuerte vinculación con redes de tráfico de personas.
*Profesor PUED/UNAM, excomisionado del INM.
Juegos de poder
Los tramposos
Leo Zuckermann
Excelsior
Llegó a mi casa un ejemplar de Regeneración, periódico oficial de Morena, junto con una serie de panfletos invitando a votar el 10 de abril en la consulta de revocación de mandato. En la propaganda se presentan los logros de esta administración y convocan a votar por la opción de que siga AMLO en la Presidencia.
Eso sería un acto perfectamente normal en toda democracia liberal: un partido apoyando a su Presidente. Pero en México es un delito. Y la culpa la tienen los que hoy hacen abiertamente campaña a favor de López Obrador.
Celebro que el lopezobradorismo nos esté dando la razón a los liberales, quienes siempre hemos criticado las leyes que limitan la libertad de expresión durante los procesos electorales. Esto comenzó, hay que recordarlo, en 2007, después de los comicios tan competidos de 2006, donde perdió AMLO por un escaso margen argumentando, después, que le hicieron fraude. El Tribunal Electoral le dio la victoria a Calderón, aunque argumentó que la intervención del presidente Fox, en ese momento legal, puso en peligro la elección. Un año después, el lopezobradorismo presionó para que se reformara la ley y se limitara la propaganda de gobernantes y grupos ciudadanos durante las elecciones.
Como lo advertimos, ahí comenzó la pendiente resbaladiza. Desde entonces se han legislado cada vez más restricciones a la libertad de expresión. Llegamos, ahora, a la ridícula situación de que ni el Presidente (cuyo nombre va a estar en la boleta) ni los partidos pueden hablar de la revocación del mandato. Una aberración.
Los políticos, sabemos, son muy hipócritas. Piensan una cosa cuando están en la oposición y otra diferente ya en el gobierno. Es lo que le está pasando a AMLO y a Morena. Se sienten frustrados por no poder hacer campaña a favor de la permanencia del Presidente. Y, por tanto, se encuentran en un aprieto.
El riesgo no es que AMLO vaya a perder, sino que salga poca gente a votar el 10 de abril. Algo parecido a lo que ocurrió en agosto del año pasado con la consulta popular para dizque enjuiciar a los expresidentes, donde sólo sufragó el 7% del padrón. Un mal resultado. Tan fue así que AMLO lo trató un par de días en su mañanera y luego enterró el tema.
Lo que veremos el 10 de abril es la capacidad de movilización de Morena. Difícil que baje del 7% del año pasado. La pregunta es cuánto lograrán aumentarla. No está fácil, primero, porque no hay campañas, salvo la institucional del INE y, segundo, por la fecha: Domingo de Ramos, en las vacaciones de Semana Santa.
Ante esta situación apremiante, tanto el gobierno como Morena han decidido hacer trampa. Abiertamente están en campaña. Cientos de anuncios espectaculares han aparecido en varias ciudades del país invitando a votar para que siga AMLO. Brigadistas del partido reparten panfletos y realizan cambaceo electoral, sobre todo en colonias donde se reparten programas sociales.
Además, la Cámara de Diputados se sacó de la manga una facultad poco utilizada por el Congreso para interpretar leyes. En una operación exprés, saltándose todas las etapas del derecho parlamentario, legislaron para permitir que el gobierno pueda hacer propaganda durante la campaña de revocación del mandato.
De acuerdo al exministro de la Suprema Corte de Justicia, José Ramón Cossío, el máximo tribunal ya había determinado en el pasado “que la interpretación auténtica de las normas legales no es una facultad de modificación o derogación, pues se trata de establecer su sentido acorde con la intención de su creador. La naturaleza del proceso interpretativo exige que el resultado sea la elección de una de las alternativas interpretativas jurídicamente viables, pues, de otra manera, se estaría frente al desbordamiento y negación del texto original”.
La “interpretación” de la Ley de Revocación de Mandato todavía falta por aprobarse en el Senado. Es previsible que esto suceda rápido y, por los tiempos del Poder Judicial, no habrá posibilidad de desafiarlo en los tribunales. Así, por la puerta trasera, de manera tramposa, van a cambiar la ley electoral cuando la Constitución prohíbe hacerlo una vez que el proceso está en marcha.
Todo lo cual pone en un brete al INE y al Tribunal Electoral. Ellos están para aplicar la ley. En consecuencia, tienen que castigar a Morena por la abierta campaña y al gobierno por no respetar la veda electoral, es decir, por tramposos. Habrá, por tanto, un choque del lopezobradorismo con las autoridades electorales autónomas que el Presidente tanto aborrece. Y eso, también, es uno de los objetivos de la revocación de mandato: debilitar al INE y al Tribunal Electoral rumbo a la elección de 2024.
México SA
Petróleo, combustibles y ataque de nervios // Precios estables, garantiza López Obrador // ¿Bloque latinoamericano o americano?
Carlos Fernández-Vega
La Jornada
El errático comportamiento de los precios internacionales del petróleo hace sufrir a la comunidad de naciones (sólo algunas se benefician) debido a los vaivenes, en el entendido de que de inmediato tienen impacto negativo en toda la cadena de producción, distribución y comercialización, y al fin de cuentas el de por sí golpeado consumidor resulta ser el peor librado. Pero esta situación no es resultado de cambios en los fundamentos del mercado, sino de desarrollos geopolíticos, de acuerdo con la lectura de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Las temerarias y, en no pocos casos, ridículas sanciones del mundo libre contra Rusia han impulsado los precios del crudo y de los combustibles a niveles impagables por buena parte de la comunidad de naciones. Sin embargo, en el caso mexicano, esos desarrollos geopolíticos resultan benéficos, pues en cuestión de días el precio de nuestro barril de exportación llegó a tener un incremento hasta de 40 por ciento (hasta ahora, el máximo alcanzado fue de 119.62 dólares, una semana atrás). Poco a poco ese aumento ha ido descendiendo, aunque el margen de ganancia se mantiene por demás atractivo para las finanzas nacionales.
Ayer, el barril mexicano de exportación se cotizó a 99.48 dólares, frente a 104.96 del viernes anterior. De cualquier forma se mantiene en alrededor de 15 dólares por arriba respecto del precio imperante antes del inicio de las hostilidades en Ucrania. El Brent se vendió en 105.77 dólares (6.9 menos que el viernes) y West Texas Intermediate a 102.86 (-7.27).
En México, los ingresos extraordinarios han permitido al gobierno federal mantener estables los precios de los combustibles, contrario a lo que sucede en otras latitudes donde se han disparado. Y no sólo se trata de cumplir con un compromiso presidencial, sino de una herramienta de política económica que contribuya a desinflar la inflación, por decirlo así.
Ayer, el procurador federal del Consumidor, Ricardo Sheffield, informó que en una situación histórica en esta semana, por primera vez, se aplicará 100 por ciento de incentivo fiscal del impuesto especial sobre producción y servicio (IEPS) a las gasolinas Premium, regular y diésel. Hemos tenido momentos en que algunas de ellas habían tenido este incentivo, por instrucciones del Presidente, por esta dinámica en la cual se está buscando que sea (se mantenga) el precio de noviembre de 2018 aplicando solamente la inflación; se está logrando y claramente nos beneficia de manera directa e indirecta a todo el pueblo de México.
El mismo funcionario detalló que la semana previa el precio promedio del litro en todo México fue de 21.44 pesos para la gasolina regular; 23.30 para la Premium y 22.55 pesos para el diésel. Esta política del gobierno con relación al precio de los combustibles es un factor importante para mantener una inflación baja y regular el mercado en México en condiciones muy adversas por la pandemia y la guerra en Ucrania. El nuestro es uno de los países que a la fecha tiene el combustible más económico.
Para sustentar su dicho, el procurador detalló que en Alemania el precio por litro de gasolina regular es de 45.60 pesos; Francia, 43.82; España, 39.74, y sigue subiendo; está en una situación muy complicada; Estados Unidos, 32.62 pesos; todas las ciudades fronterizas lo constatan cada día; ya había un incentivo especial a la zona fronteriza, ahora es mucho más marcado con este 100 por ciento de subsidio al IEPS; China, 28.61, y México, promedio, 22.42, cierre de la semana pasada y estamos hablando de la gasolina de bajo octanaje (en Rusia, 7.96 pesos por litro).
En eso de mantener a raya los precios internos de gasolinas y diésel también influye la cada vez menor importación de esos combustibles, resultado de la rehabilitación del sistema nacional de refinación y la adquisición de Deer Park. Según información de la Secretaría de Energía y de Petróleos Mexicanos, en lo que va del sexenio (hasta enero) la compra de gasolinas en el exterior se redujo en alrededor de 45 por ciento y la de diésel en 66 por ciento, lo que no sólo implica menor gasto, sino, sobre todo, mayor soberanía energética.
Las rebanadas del pastel
¿Bloque latinoamericano o bloque americano? El primero integraría, coordinaría y fortalecería a la patria grande; el segundo solo huele a sumisión, al más puro estilo gringo.