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Lo que dicen los columnistas

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La inmaculada percepción

Morenistas, basta de corrupción e hipocresía

Vianey Esquinca

Excelsior

Se ha dicho que el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador está solo, que vive encerrado en Palacio Nacional sin darse cuenta de la realidad del país y por eso sus desatinadas declaraciones. La verdad, es que el mandatario no está solo, sino muy mal acompañado.

Está rodeado de personas que en lugar de aportar algo inteligente le dan cuerda y le dicen lo que quiere escuchar. La disparatada carta de respuesta que el mandatario y “Jesús y otros compañeros” redactaron al calor del enojo contra el Parlamento Europeo es una muestra de ello.

Aunque esa carta se ha convertido en una vergüenza mundial, seguramente esos “mismos compañeros” deben estar festejando el ruido generado: “logramos finalmente cambiar la conversación, Presidente, ya nadie habla de la Casa gris de su hijo José Ramón ni de los audios de Gertz”, “qué bueno que los puso en su lugar, así nadie se va a meter con el país”.

Esos mismos compinches son los que lo dejaron embarcarse con la columna de Amador Narcia, titulada El imbécil del Palacio, refiriéndose al jefe de Protección Civil de Palacio Nacional, pero que el mandatario se adjudicó.

Pero ése es el Presidente de todos los días, rodeado de malas (e ineptas) compañías. Sin embargo, si hay que sacar algo bueno de esta carta es que el Presidente condensó lo que muchos mexicanos piensan de los morenistas y del lamentable papel de comparsas que realizan todos los días.

A los integrantes de Morena:

Basta de corrupción, de mentiras y de hipocresías.

Es lamentable que se sumen como borregos a la estrategia reaccionaria y golpista del grupo corrupto que no quiere que el país avance. Millones de mexicanos quieren que se enfrente la monstruosa desigualdad y no que haya 2 millones de pobres más, y la violencia que el Presidente no ha podido contener.

Sepan, morenistas, que México ha dejado de ser tierra de conquista, así como quitó al PRI, al PAN, también puede hacerlo con su partido. Aquí hay cada vez más represión, se ataca a los periodistas. El Estado viola los derechos humanos tal y como sucedía en gobiernos anteriores, cuando ustedes, por cierto, guardaron silencio cómplice e, incluso, formaron parte de sus filas.

México es un país pacifista que ha optado por la no violencia y somos partidarios del diálogo, no de la guerra; hace mucho que no enviamos armas a ningún país bajo ninguna circunstancia, pero ya estamos hartos del “abrazos y no balazos”, que ha llevado al país a tener la cifra más alta de homicidios.

Si estuviésemos en la situación que ustedes describen en sus panfletos, en su propaganda, en sus tuits y pronunciamientos, el país no estaría como está y el Presidente no hubiera caído más de 20 puntos desde el 2019, como lo han publicado diversas encuestas. Dicho sea de paso, tiene más aprobación que los gobernantes de Cuba o Venezuela.

Para la próxima, infórmense y lean bien lo que desde Palacio Nacional les hacen decir, antes de emitir su voto o siquiera abrir la boca. Y no olviden que ya no somos colonia de nadie. México es un país libre, independiente y soberano, aunque ustedes hayan querido echarlo a perder.

Evolucionen, dejen atrás su manía por el hueso, disfrazada de buenas intenciones. Ustedes no son el gobierno nacional, no representan al 100% de los mexicanos y no olviden lo que decía ese gigante de las Américas, el presidente Benito Juárez: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

El Presidente dijo que la carta no era una falta de respeto, así que los morenistas no deben indignarse.

De naturaleza política

Irrisorio desliz encona a la 4T…

Enrique Aranda

Excelsior

“Otros” pusieron los espectaculares; ahora se quejan…

Convencidos que de no poner coto y revertir de inmediato la profunda crisis iniciada tras las revelaciones sobre la “trama” inmobiliaria y de tráfico de influencias con sede en Houston, la 4T seguirá avanzando hacia el fracaso, los más radicales del lopezobradorismo parecen retomar su añeja estrategia de alentar la conformación de un nuevo montaje capaz de desviar la atención de sociedad y medios, centrada hoy en los más recientes yerros del gobierno.

Luego del ridículo internacional a que dio pie el desliz representado por la tipificación de integrantes del Parlamento Europeo como “borregos” y “corruptos” al servicio de intereses conservadores a causa de haber osado cuestionar su indolencia y cotidiano aliento de ataques contra la prensa opositora, en efecto, quienes en el entorno más cercano a Andrés Manuel López Obrador se autodefinen como los puros (re)tomaron el embate contra quien hoy por hoy parece el objetivo más endeble –“entre los (pocos) que figuran y son identificables del actual gabinete”–, el canciller Marcelo Ebrard Casaubon  que, en defensa de su personal imagen y prestigio, no dudó en deslindarse del irrisorio despropósito diplomático pergeñado por el tabasqueño y su impresentable “vocero” Jesús Ramírez, de triste paso por el periodismo.

Hace apenas una semana, en este mismo espacio, advertimos que la acelerada apertura de “frentes” de debate y directa confrontación con gobiernos extranjeros –Panamá, España, Perú, Estados Unidos y Austria, entre enero y marzo– a fin de desviar la atención sobre problemas de supuesta corrupción e impunidad en el interior del régimen o el incontenible agravamiento de la crisis en economía, salud y seguridad, entre otros, no tardaría en pasar factura al gobierno y su titular. Hoy, todos los augurios parecen cumplirse plenamente dando paso con ello, insistimos, a la radicalización de quienes se piensan “defensores” de  la revolución bolivariana (y de la rusa, en la actualidad) en México y ven en aquéllos a quienes identifican como advenedizos al movimiento, los directos responsables del fracaso del mismo.

Huelga decir que, al margen de consideraciones de otra índole, el caso que nos ocupa y presumiblemente el renovado embate que se “cocina” también en contra del eficiente operador en el Senado, el zacatecano Ricardo Monreal Ávila, no hace más que tipificar y hacer evidente la cada vez más profunda ruptura existente entre las hordas que dan forma en el interior del (des)gobierno de la 4T que no parece atinar a definir una política y estrategia de acción que consiga unificar intereses y compromisos de quienes en la actualidad no parecen apostar, sino por sus particulares intereses… y, claro, por quedar bien con Ya Sabemos Quién…

ASTERISCOS

* Tras de signar, como adelantamos, el acta constitutiva de la naciente Asociación de Ciudades Capitales de México (ACCM), el panista Renán Barrera Concha destacó la insuficiencia de las asignaciones presupuestales a (todos) los municipios que, dijo, impide garantizar servicios suficientes y de calidad en materia de seguridad, salud, educación y más a la población…

De política o políticas migratorias

Jorge Durand

La Jornada

Por lo general se habla de política migratoria en singular, cuando debería hablarse en plural y distinguir claramente de qué se está hablando: emigración, inmigración, retorno, tránsito o comunidades en el exterior. Incluso podríamos añadir las políticas sobre migración interna, refugio y desplazamiento.

Si bien todas estas políticas se rigen por principios básicos, entre ellos el respeto irrestricto a los derechos humanos y el derecho constitucional al libre tránsito, en la práctica cada modalidad migratoria tiene particularidades, condiciones, requisitos y limitaciones. Un ejemplo claro de estos condicionamientos es el derecho humano a emigrar, establecido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que se topa con el derecho de los estados nacionales receptores a determinar quién entra y quién no, o con qué condiciones y requisitos.

La política emigratoria de México se rige por la Constitución y el derecho al libre tránsito y por un reglamento que indica que se debe salir del país por determinados lugares establecidos. En la historia nacional y desde hace más de un siglo, la frontera norte, de más de 3 mil kilómetros, ha sido abierta, sin vigilancia y sin ningún control por México. Hasta la actualidad, los mexicanos que salen del país por esa línea divisoria no registran su salida, tampoco su entrada.

Si bien en la frontera se aplica una política emigratoria de laissez faire laissez passer, no pasa lo mismo con los migrantes radicados en el extranjero. México ha implementado una importante política con respecto a la comunidad mexicana radicada en Estados Unidos, con una destacada actividad consular. A lo largo de décadas los gobiernos mexicanos han sido conscientes de que 10 por ciento de su población nacida aquí, radica y trabaja en aquel país, muchas veces en condiciones precarias y difíciles, y han diseñado una importante política de apoyo y protección consular a los connacionales.

Con 50 consulados a lo largo y ancho de Estados Unidos y varias unidades móviles, se brindan múltiples servicios a la comunidad. Muchas de las actividades han sido negociadas en niveles superiores por la embajada, pero también a nivel local con los consulados y los gobiernos de estados, alcaldías, policías, sistema de justicia y diversas instituciones públicas, privadas y de la sociedad civil. En este caso sí puede hablarse de una política de Estado, que se adecua a las circunstancias cambiantes y las necesidades de la población radicada en el extranjero.

En cuanto a la migración de retorno, se podría decir que en la primera parte del siglo XX hubo varios proyectos de repatriación de familias migrantes, para lo que se organizaba un retorno seguro y se les proveía de tierras en diferentes partes de la República, entre ellos en Pinotepa Nacional, El Coloso y otros centros de colonización. Pero desde mediados del siglo pasado, los migrantes resuelven el retorno con sus propios recursos y sólo en algunos casos se les ayuda con el pasaje para regresar a sus lugares de origen y se les apoya con algunos recursos o acceso a crédito. En los estados, los retornados pueden acceder a ciertos programas que los benefician, pero en la práctica los migrantes son propiamente deportados o retornados, no repatriados, lo que pudiera indicar cierto interés de los gobiernos en turno.

Se podría concluir que no hay una política de Estado sobre el retorno, pero en algunas entidades, como Michoacán y Guanajuato, hay secretarías del migrante o dependencias que se encargan de apoyar a quienes retornan y establecer lazos con la comunidad en la diáspora.

La migración de tránsito es un fenómeno añejo en México. Al ser vecinos de Estados Unidos, siempre ha sido un lugar de tránsito por donde han fluido migrantes extranjeros. A comienzos del siglo XX existían coyotes de distintas nacionalidades en Ciudad Juárez, a donde llegaban las conexiones ferroviarias. Chinos, japoneses y de otros rumbos se dirigían a esa ciudad fronteriza para intentar el cruce subrepticio con modalidades muy parecidas a las de hoy día.

La política migratoria en cuanto al tránsito depende de la intensidad de los flujos y de las presiones de Estados Unidos. Es una política reactiva que simplemente se puede calificar de contención, deportación y tránsito autorizado para salir del país, por alguna de sus fronteras, léase la del norte. Por lo general, el tránsito es fluido, dado que los detenidos no llegan a 10 por ciento del flujo estimado. No obstante, la ruta es peligrosa por el control que ejercen las mafias, delincuentes, policías y funcionarios de inmigración que extorsionan a los migrantes, entre otras fechorías.

Propiamente, México es el último país de tránsito, porque la inmensa mayoría de los migrantes quieren llegar a Estados Unidos. A nivel geopolítico, esta localización resulta complicada y comprometida, sobre todo en comparación con otros países del continente que simplemente dejan pasar a los emigrantes.

Finalmente, habría que considerar la política inmigratoria nacional. Si bien en tiempos ya remotos México trató de incentivar la llegada de inmigrantes europeos, dígase blancos, hace tiempo que tiene una política que podríamos considerar restrictiva. México propicia la llegada de turistas, pero entorpece los trámites a los posibles migrantes que optan por la residencia y la naturalización. Y en la práctica, esta política se refleja en los números: los extranjeros sólo representan 0.6 por ciento de la población total. Estadísticamente, significa nada.

Paradójicamente, somos un país de emigrantes y a la vez un país cerrado a la inmigración.

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