EL TORERO ORA ANTES DE TOREAR

Por: Rosendo Balán Caamal

Los toreros, novilleros, integrantes de la cuadrilla y hasta algunos aficionados a los toros, siempre se dan su tiempo para estar en la intimidad frente a una imagen en la capilla, minutos antes de llevarse a cabo el paseíllo, en la región del Camino Real, Chenes y en Seybaplaya a donde todavía se vienen celebrando las fiestas tradicionales con corridas, en la que está muy arraigada la fe católica, podemos constatar esta centenaria devoción marcada, entre los que se juegan la vida en el coso taurino y hasta por los integrantes del comité organizador de estos festejos que sigue muy vigente en varios municipios de la entidad Campechana.
Este encuentro entre los que parten plaza o tienen alguna función en el redondel a donde se viene celebrando la fiesta tradicional en honor a alguna imagen, es común observar a los toreros, novilleros y los que conforman la cuadrilla, visitar los templos católicos para buscar un momento íntimo, algunos llegan hasta a donde se encuentra el patrono que se festeja y otros tratan de estar ante la efigie de la virgen de Guadalupe, porque se sienten Guadalupanos, aunque muy pocos lo dicen, pero son confesos a la Morenita del Tepeyac.
Hay muchas historias al respecto, de toreros que les ha tocado un compromiso en las comunidades de la zona norte del Estado de Campeche, conocido como el camino real y se habla que en su oportunidad minimizaron esta región, como sucedió en la segunda mitad del siglo pasado con el diestro Rosendo Alvarez, que al llegar en Tepakán, en el municipio de Calkiní a cumplir el contrato convenido, para nada acudió a la capilla central y al momento de estar frente al astado de su lote, recibió una cornada que le causó minutos después su muerte, hasta nuestros días se recuerda al “torero vampiro” con la que fue bautizado este hecho.
La capilla es el lugar más secreto e íntimo en una fiesta tradicional como las que se celebran con las corridas de toros, allí la realidad encuentra acomodo entre lo divino y lo místico, se transforma en un espacio de culto para quienes, tras el último rezo se arman de valor y saltan al ruedo a jugarse la vida, esto acontece al llevarse a cabo el paseíllo entre las cuatro y media de la tarde o unos minutos más como sucede actualmente en estos tiempos en nuestra región.
Mario González “El pili” (qepd) decía que estar en capilla representa la imagen de quién se prepara de ánimo y de mente, muy concentrado y aislado de cuanto le rodea, antes de afrontar un reto o una prueba pendiente del destino. Esta frase proviene de una tradición de la antigua Universidad de Salamanca, en la que los doctorandos, un día ante de defender su tesis ante el tribunal, debían encerrarse durante un día entero en la capilla de Santa Bárbara. Allí debían de pedir iluminación al Espíritu Santo y prepararse en completa soledad al estilo de cómo los toreros buscan su último instante de intimidad y se encomiendan a sus creencias.
En nuestro país el torero y la Guadalupana son lo mismo, todos pasan a orar ante la imagen y hay muchas historias hasta de matadores de gran renombre y otros que se han retirado por su edad u otras razones, como el mismo Curro Rivera, los Silveti, Eulalio López “El Zotoluco” Joselito Adame, Sergio Flores, Luis David Adame, Uriel Moreno “El Zapata” y otros, así como las figuras de España y Francia, que llegan a nuestro México y veneran a sus santos, muchas veces llevándolo en sus trajes de luces como una manera de estar protegidos. En el mundo de los toros no hay noticias de crisis de devociones, y estar en capilla es algo más que una expresión: es la imagen de la tremenda incógnita de la vida y de la muerte.