Columnas Escritas

El Postigo

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Ambrosio Gutiérrez Pérez

Del gobierno a la oposición

Es difícil, muy difícil en términos sociales, culturales, económicos y políticos transitar del gobierno a la oposición. Si bien en nuestro país, y en casi todos los municipios de Campeche, ha habido alternancia, tampoco ha significado un cambio profundo, de régimen.  En el país, en el 2000 ganó Fox con el respaldo de Acción Nacional, en un momento histórico en que el desgate del PRI, la corrupción de los gobiernos priistas, el hartazgo ciudadano se conjugaron para, por fin, echar al partido que había gobernado 70 años.

La alternancia en la Presidencia de la República no significó, sin embargo, el cambio de “usos y costumbres” instaurado por el régimen priista. De ahí que, en apenas seis años, la izquierda revitalizada con Andrés Manuel López Obrador (después de la lucha histórica de Cuauhtémoc Cárdenas), le haya ganado a la derecha que, a la más vieja usanza priista, recurrió a todas las malas prácticas, incluido el fraude electoral, para retener seis años más el poder con Felipe Calderón.

El PRI, reorganizado y encabezado por un hombre carismático como Enrique Peña Nieto, logró ganar la siguiente elección del 2012, entre otras causas también porque los dos gobernantes de Acción Nacional, lejos de empeñarse en cambiar el régimen, los “usos y costumbres” que hartaron al pueblo de México (corrupción, impunidad, tráfico de influencias, nepotismo, antidemocracia, fraudes electorales etc) simplemente lo reprodujeron.

Pero, el PRI no aprendió la lección. El carismático Peña Nieto presentó a una “nueva generación” de priistas, gobernadores jóvenes como él, que en términos políticos significarían una vuelta al viejo régimen priista corrupto de abusos. Como comprobamos todos los mexicanos, la “nueva generación” encabezada por Peña Nieto se hundió en los mismos vicios y muchos de ellos terminaron en la cárcel. El pueblo de México, desencantando de la derecha, escamado del priismo que no cambió, volteó masivamente al liderazgo de López Obrador y lo llevó a la Presidencia en una votación histórica, jamás alcanzada por nadie.

El triunfo de la izquierda, como ya hemos comprobado en estos tres años, no significó un cambio de fondo en automático. A final de cuentas, los panistas y los priistas con sus viejas prácticas corruptas y abusivas, pero sobre todo con mucho dinero que le robaron al pueblo, ahí continúan, actuantes y sonantes. No están mancos, dirían en el pueblo, y sobre todo, mantienen estructuras, relaciones y una enorme red de intereses a través de las que mueven todos los días los hilos.

No es poco lo que les quitó López Obrador: el gobierno, el poder, el dinero de la hacienda pública y, resumido, un conjunto de privilegios que permitía a unos pocos vivir en una élite lejos del pueblo, pero con el dinero del pueblo. Por ello todos los días, en todo momento, a través de sus propios medios de comunicación, golpean, insultan, difaman e inventan cosas a López Obrador. Han intentado bajarlo siempre, desde que se convirtió en un líder nacional, y no han podido. Es la razón por la que se van ahora contra su familia y buscan y rebuscan para inculparlo de todo.

Nadie quiere, no es fácil, ir del gobierno a la oposición. Perdidos todos los privilegios, usan todos los recursos que le robaron al pueblo para tratar de bajar al Presidente, de ponerlo contra el pueblo que le dio un voto masivo. Desde luego, no lo han logrado hasta hoy en que, en el colmo, inventaron eso de “Todos somos Loret”. Ni en los peores tiempos.

En Campeche no cantamos mal las rancheras

En cambiar el estado de cosas, en llevar el gobierno lo más cercano posible a definición de democracia, el gobierno del pueblo, se ha empeñado el presidente Andrés Manuel López Obrador en el país, y es lo que pretende en Campeche la gobernadora Layda Sansores San Román. No es fácil para el PRI la primera alternancia en la gubernatura después de 90 años y, todavía, se empeñan en jalarle los bigotes al jaguar.

Como en el país, en Campeche las huestes priistas bajo el mando aún de Alito Moreno Cárdenas, el ex gobernador que hizo todo y de todo para impedir el triunfo de Layda, a través de los varios medios que compró, de periodistas y comentócratas que aún sostiene, ha desatado una ofensiva diaria contra el gobierno laydista/morenista.  Aquí, según ellos, nada está bien, la Gobernadora no hace nada bien, porque la verdad absoluta mudó al mundillo de sus intereses y ambiciones.

No hay consideraciones de tiempo, no hay consideraciones de presupuesto, no hay consideraciones políticas, vaya, ni siquiera consideraciones personales de ética (convirtieron a Chiquini y sus cuatro seguidores, ¡válgame Dios!, el mismo tristemente célebre chantajista profesional que ya conocen, en el centro de su análisis y el Quijote que va derribar los molinos de viento que han creado con su grandiosa, eso sí, imaginación).

Layda Sansores San Román ganó la elección, la eligió la mayoría de los ciudadanos (así es la democracia, ¿se les olvidó?). Durante su campaña hizo compromisos públicos y ya presentó un Plan Estatal de Desarrollo que contiene sus principales líneas de acción para los próximos años. El sentido común indica que hay que esperar que el gobierno avance, que despliegue sus acciones, y en un tiempo prudente ¿Cuánto quieren, un año, dos?, empecemos a ver evaluar resultados y cumplimiento de compromisos.

El gobierno de Layda lleva cinco meses, ¡cinco!, de los cuales tres y medio fueron del año pasado, prácticamente sin presupuesto, y ya la acusan de no hacer obras. Bueno, tal vez quieran que haga como su patrón, que presente maquetas aunque nunca se concreten en obras. Es claro también, nadie se llama a engaño, que la enorme guerra sucia desatada contra ella tiene que ver con los ánimos vengativos de Alito (aquí fue su Waterloo electoral, parte del ridículo que hizo al anunciar que había ganado Campeche y casi todos los estados en que hubo elección el año pasado) y con la desesperada sobrevivencia de algunos medios, periodistas y comentócratas.

El suelo está parejo y los brincos no causan temblores, Layda Sansores San Román está firme en su decisión de gobernar Campeche de la mejor manera, poniendo por delante su compromiso con los pobres, con los que menos tienen; hacer justicia social, como está empeñado en  hacer el presidente López Obrador. No es fácil, desde luego, porque como hizo el Presidente hace tres años en el país, aquí Layda les arrebató de la mano de una mayoría de campechanos el poder político y económico, los privilegios de que gozaron 90 años, con todo lo que significa.

El enojo convertido en rencor contra Layda, y sus aliados, lo derraman todos los días en notas y columnas periodísticas, en comentarios a través de medios de comunicación y redes sociales. Sí es un vómito de la descomposición personal y política que sufren; su pequeñez no les alcanza para serenarse y entender que Layda y los suyos fueron oposición más de dos décadas y que la firmeza de ideología, la perseverancia y determinación en el objetivo les permitió llegar. En lo que intentan destruir tienen su ejemplo.

Rendijas

–Por cierto, los mismos medios y comentócratas han insistido en que Chiquini y sus “resistencia civil pacífica” es un “problema político” al que nadie del gobierno de Layda Sansores le ha hecho caso e, incluso, acusan al secretario de Gobierno, Aníbal Ostoa Ortega, de no actuar. Se equivocan por completo. Primero, porque Chiquini no es un “problema político”, sólo es, como ya dijimos, un vulgar chantajista conocido y reconocido en estas tierras. Si los priistas se dejaban chantajear con sus “huelgas” y publicaciones difamatorias, allá ellos. ¿O es que acaso han visto crecer la supuesta “resistencia civil pacífica? No convoca a nadie, lo alientan los mismos medios y comentócratas que lo han convertido en “líder” de cuatro, bueno, ahora de dos porque la señora que estaba ahí ya se disculpó con todos los que insultó y ofendió; ya agradeció al líder del Congreso, Alejandro Gómez Cazarín, y a la Gobernadora, y anunció que se va para su casa, y se lleva a su marido. A Chiquini lo usan para su fines y él usa para sus fines. Es decir, no son muy diferentes, los conocemos desde endenantes, diría El Campe.

Los mismos que alientan a Chiquini, tal vez esperaban que, como en los viejos tiempos, el Secretario de Gobierno bajara con una maleta de dinero a repartir. A eso le llamaban “resolver” los problemas políticos, y ellos mismos se encargaron de acuñar la frase de que cualquier problema que se resuelva con dinero es barato. Los tiempos cambiaron “chitos”. Política es, como dice una de sus definiciones, el arte de la negociación, pero se negocia con ciudadanos, con líderes verdaderos, con políticos, con empresarios y con todos los que signifiquen un bien para el estado y la cosa pública, no con chantajistas. Eso lo tiene claro el profe Aníbal y lo deben tener claro todos. Y si se atreven a pensarle un poquitín más, sin excesos no les vaya a dar derrame cerebral, concluirían que el profe Aníbal y la gobernadora Layda actúan en conjunto.

–El diputado Alejandro Gómez Cazarín, tan criticado por su forma de expresarse, por sus formas “pueblerinas”, camina con habilidad política resolviendo, negociando, temas de interés para los campechanos. Resulta, sin embargo, que ahora los comentócratas favoritos de Alito y los de “Elito” también, se “extrañan” y hasta critican las negociaciones en el entorno legislativo, que es el entorno de negociación política por excelencia. ¡Pos sí que cambian los tiempos!

–El diputado y dirigente estatal del PRI, Ramón Santini Cobos, admite que los priistas se están yendo de su partido porque, en efecto, el principal empleador y dispersador de recursos en Campeche es el gobierno estatal, y muchos buscan su sobrevivencia ahora en Morena. Tal vez ya se le olvidó que esa misma circunstancia es la que usaban, la que usaron hasta hace poquito, en la elección del año pasado, para tratar de sumarle votos al sobrino del tío: compraron a todo el que pudieron, con recursos públicos; amenazaron a todo el que pudieron, con quitarle sus ingresos si no votaban por el sobrino del tío.

Eso de comparar la permanencia de la profesora Margarita Duarte, actual directora del Cecytec, en administraciones priistas como símbolo de tolerancia, de respeto a su militancia en otro partido que no era el PRI, etcétera, no es más que una ociosidad, y pueda que hasta una ingenuidad.

Y sí, los priistas no aprenden, y en la derrota ni siquiera muestran dignidad. No sólo son malos perdederos, sino que ahí están de nuevo, con el sobrino del tío al frente, como si representara algún liderazgo.

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