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De sangre azul

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Por Roberto Iris Balán

No es verdad que la historia la escriben los ganadores, porque unos olvidan y otros la reescriben. Y si me lo permites, mi relato te aclarará el por qué de la conducta de algunos “clasemedieros” que se sienten parte de la “nobleza global”; este comportamiento, lo más probable es que, efectivamente, sean de sangre de color azul, no roja.

Mi relato comienza en Versalles, Francia, alrededor del año 1780 y tanto. El Conde de Versalles, había hecho un pacto de sangre junto con otros siete condes frente al Rey de Francia; este les dijo que alcanzarían la inmortalidad si ofrendaban sus vidas para después renacer convertidos en semidioses.

La invitación fue aceptada después de escuchar: “El que comiere mi carne y bebiere de mi sangre, ciertamente no morirá”. Comieron y bebieron carne y sangre de la serpiente antigua, aquella que persuadió a Eva a comer del fruto prohibido.

Algunos grupos denominados conspiracionistas, creen que la serpiente es un reptiliano, reconocido en las actuales religiones como el príncipe de este mundo, el que controla el nuevo orden mundial.

Volviendo al relato, los condes se alimentaban de la carne fresca de las doncellas de sus respectivos condados. Sucedió que era tan evidente la criminalidad de la nobleza y tomando en cuenta que la riqueza de Francia se concentraba en el uno por ciento de la población, mientras que el otro 99 %, moría de hambre o como alimento de sus monarcas, el pueblo se revela y prende la chispa revolucionaria.

Como diría AMLO, “el pueblo es sabio”, pronto descubriría que la única manera de acabar con estos monstruos de sangre azur, era arrancándoles la cabeza. Cabe señalar que durante el año de 1789, el médico Josep Ignace Gillotín, aporta la famosa guillotina; mientras tanto caían los monstruosos nobles, perdiendo la cabeza a golpe de machete y espada.

Le toca el turno a Napoleón Bonaparte, se apropia del poder e invade territorios más allá de la noble Francia; desgraciadamente, parte de los ejércitos franceses ya estaban contaminados con la pandemia; primero España, después México, sí, el virus de la sangre azul en México hasta nuestros días.

Ciertamente, la sangre contaminada por mordedura de un reptiliano, no se torna azul, permanece de color roja, sin embargo, cambia la conducta del individuo; tendrías que pactar para conseguir más vidas que un gato, como se rumora de Alejandro Moreno, que se ha salvado de la guillotina política y de que le quiten su riqueza mal habida.

Digo que los que reciben mordida, cochupos, sobornos, cambian sus comportamientos; se les inflaman los egos, sintiéndose de la alta sociedad, cuando en realidad no cuentan con un clavo en la bolsa, porque todo lo mal gastan en aparentar lo que no son.

Supe que Alito, el reptiliano, convocó a un seleccionado grupo de periodistas a quienes dijo: “de sus respectivos teclados, lo único importante es que me entreguen el asterisco”. Aquellos que entregaron el asterisco… de sus teclados, también entregaron la voluntad, dignidad, sin darse cuenta que perdieron lo principal, la nobleza humana.

En cuanto a la desaparición de doncellas, es un flagelo que continúa hasta nuestros días, le llaman las autoridades, feminicidio; crímenes causados por seres de sangre azul y uno que otro infectado por mordida, chayo, cochupo. La pandemia sigue viva, nótese en el mal llamado cuarto poder, en el poder judicial y algunos líderes de partidos políticos. Dios nos guarde de pena y nos lleve a descansar.

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