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La entrevista que nunca logré

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ISIDRO AVILA, UN ESLABON
EN EL PERIODISMO

Por Manuel Triay Peniche


La entrevista más difícil de mi vida, la entrevista que no logré en mis 41 años en el Diario de Yucatán fue a don Isidro Avila Villacís, mi amigo y compañero de labor.
-Isi, me pidió Carlitos (aún no era propietario ni director) que te entreviste porque vamos a hacer un libro de tu paso por el periódico.
-No me gusta eso y lo sabes, me respondió.
-No fue pregunta Is, vamos a hacer el libro.
-No, escribe lo que quieras, tú sabes más de todo esto.
Nos sentamos a trabajar no dos ni tres veces, muchas más, y no le daba la gana. Me habló de sus cámaras sí, pero de ahí no lograba sacarlo. “Tu viviste eso conmigo, tú sabes cómo ocurrió, la verdad no me acuerdo” … así se iban desgranando las respuestas que, de no ser él, lo hubiera yo mandado de visita a un rancho a la entrada de Palenque.
Sí, no se dejó entrevistar así que puse a trabajar mi memoria para recopilar un poco de su historia, o mejor dicho de la historia que captó la lente de su cámara. Fuimos engranado sucesos, los más trascendentes, mientras su hijo Pepe y nuestro compañero Jorge Rivas Cantillo iban seleccionando fotografías de lo más trascendente en la vida laboral de aquel diminuto señorón, que deja una barda muy alta para éstas y las generaciones venideras.
Así, sin su colaboración para el trabajo editorial, pero con su enorme aportación a lo largo de su prolongada vida, se logró el libro “Isidro Avila, medio siglo de fotoperiodismo”, que comienza con esta semblanza del homenajeado:
“Es, sin lugar a dudas, un referente de la historia moderna de Yucatán. Testigo fiel, de primera mano, Isidro Avila Villacís deja constancia gráfica e indiscutible de los últimos 60 años de vida en Yucatán.
Las imágenes que consignamos en este breve homenaje a su trayectoria hablan por sí y hablan de él. Todas tienes una historia propia y, juntas, enlazan y entretejen la vida periodística de él, del Isidro entregado en cuerpo y alma al trabajo que lo honra y nos honra a quienes tuvimos la suerte de acompañarlo en parte de ese recorrido laboral, que a la vez es parte de su vida.
Por la cámara de Isidro ha desfilado la vida peninsular, dice la última entrevista que concedió a Diario de Yucatán en 2002: Desde los más encumbrados capitanes de empresa, los hombres y mujeres de más alcurnia y los funcionarios de todos los colores partidistas, hasta el más humilde campesino de algún pueblo en cualquier punto de la rosa de los vientos, sin soslayar a los más grandes deportistas, a los más famosos bandidos ni los más relevantes acontecimientos.
Reyes, primeros ministros, presidentes, artistas, dictadores, gobernantes de todos los signos y de todos los rincones del mundo han pasado también por la memoria gráfica de quien es hoy, sin duda, protagonista, vigía de primera línea de la vida yucateca en las últimas décadas. Acostumbrado a liderar con los imprevistos, y a base de imaginación y mucha voluntad, utilizó al máximo la poca tecnología de que disponía para cumplir con éxito su labor periodística.
Con la aparición de las nuevas cámaras digitales, con los pixeles y megapíxeles, pensamos que Isidro, al fin, se obligaría a jubilarse, pero no. Aún lo vemos luchar a brazo partido con su moderna computadora para bajar sus fotos que, a decir verdad, no le convencen mucho: lograba mejores imágenes cuando trabajaba manualmente cada exposición.
Convive, sí, con la tecnología moderna; no le queda más remedio, pero añora aquellas cámaras Zeiss, Ikon, Reflex o sus antigua Cannon, así como sus telefotos de cañón, pesados y parchados por el exceso de uso. Aunque su cámara nueva cabe literalmente en la bolsa de su camisa, Isidro suspira por aquel su pesado equipo de toda la vida que cargaba sobre sus hombros y el cuello, con decenas de rollos fotográficos que le daban tanta seguridad, como billetes en la caja fuerte del banquero.
Quienes conocen a Isidro Avila desde hace varias generaciones, no sólo lo recordarán por sus fotografías en el Diario, que cumplen con la mayor experiencia periodística, sino por el lugar y la forma como consiguió muchas de ellas: bien trepado en un poste de luz, en el techo de alguna casa o en la cornisa de la bóveda de un tempo.


Continuará

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