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Efectos de las elecciones del Poder Judicial

Hay, por supuesto diferencias de percepción y de criterio en el denominado círculo rojo donde las más distintas posiciones se dan cita. Hay que partir, sin embargo, de los hechos, de la realidad para transformar.

Ernesto Villanueva

Proceso

Hay un debate vigoroso sobre el significado y los efectos del Poder Judicial. Hay, por supuesto diferencias de percepción y de criterio en el denominado círculo rojo donde las más distintas posiciones se dan cita. Hay que partir, sin embargo, de los hechos, de la realidad para transformar. Veamos. 

Primero. El 1 de junio de 2025 ocurrió un hecho concreto: la ciudadanía eligió, por voto directo, a quienes integrarán el nuevo Poder Judicial Federal. No fue un simulacro ni un símbolo. Fue legal, real y vinculante. Se puede cuestionar, matizar, debatir. Pero no negar. La reforma fue aprobada por mayoría calificada y reconocida por los órganos competentes previstos por el marco constitucional. La convocatoria se publicó. El proceso electoral se desarrolló razonablemente conforme a las reglas. Las urnas se instalaron, los votos se están contando. Todo está ocurriendo del marco legal. ¿Se puede cuestionar el diseño? Sí. ¿Hubo errores y omisiones? También. Pero hubo un giro innegable: del reparto cupular al veredicto popular. Del nombramiento cerrado a la elección abierta. Llamarlo “éxito democrático” sería prematuro. El modelo apenas comienza y no ha sido probado aún. Pero negar que hubo un cambio es desconocer la realidad. Y en democracia, el punto de partida son los hechos, no las suposiciones. La justicia ya fue sometida al voto popular. Con méritos y deficiencias. Con riesgos y posibilidades. No es un escenario ideal ni temido. Es el que existe. Y a partir de esa realidad, no de lo que debió pasar, hay que discutir y construir lo que sigue. 

Segundo. La participación fue baja. Ese es un dato. Nadie puede ignorarlo. Pero tampoco puede reducirse el proceso a ese solo elemento. La abstención no borra lo que ocurrió. Lo contextualiza. Lo tensiona. Pero no lo invalida. El Poder Judicial ha sido históricamente un poder lejano. Técnico, opaco, cerrado. Su lenguaje no es ciudadano. Sus decisiones rara vez son conocidas fuera del gremio jurídico. La ciudadanía no vota con entusiasmo por lo que no entiende, no siente propio o no percibe cercano. La baja participación no implica rechazo. Expresa distancia. Desconfianza acumulada. No descalificación. También influyó la fatiga democrática. La polarización política. Y la lentitud del aparato judicial. Muchos perciben una justicia lejana, ineficiente, sin impacto tangible. Pero incluso en ese contexto, el proceso ocurrió. Las reglas se están cumpliendo. No hay umbral mínimo de participación que invalide una elección constitucional. El nuevo Poder Judicial electo por voto directo ya es un hecho jurídico. Con efectos reales. Su legitimidad legal no depende de expectativas. Se deriva del procedimiento cumplido. No del entusiasmo colectivo. Eso no impide la crítica, pero sí exige responsabilidad en ella. Además, es importante reconocer lo que no ha ocurrido ni ocurrirá. No habrá ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos ni con los países democráticos del mundo. La cúpula empresarial, crítica pero pragmática, no ha apostado por la confrontación ni lo hará. Las fuerzas armadas se mantienen cohesionadas. Y quienes expresan descontento no cuentan con condiciones objetivas para desafiar fuera de las urnas al régimen actual. La institucionalidad resiste. Y eso también es parte del dato.

 

Tercero. El debate ya no es si debió hacerse otra cosa. Es qué se hará ahora. El nuevo Poder Judicial pronto estará en funciones. El modelo ya está en marcha. Lo que sigue es el desempeño. La ciudadanía no evaluará el diseño del proceso. Evaluará sus consecuencias más temprano que tarde. ¿Habrá más justicia? ¿Más cercanía con la gente? ¿Independencia frente al poder político? ¿Resoluciones más ágiles y comprensibles? Ese será el verdadero juicio. No inmediato, pero sí inevitable. Cada sentencia poco a poco será leída con lupa. Cada omisión será crítica. El nuevo modelo no puede refugiarse en la legalidad. Necesita legitimidad por resultados. Y eso solo lo otorgan los hechos, no las urnas. El reto comienza ahora. Un sector esperaba otra ruta. Otro, ninguna. Lo que hay es esto. Negarlo debilita cualquier exigencia. Reconocerlo fortalece la vigilancia. Este Poder Judicial debe rendir cuentas desde su primer día. Ya no hay margen para excusas. La evaluación ya no puede basarse en hipótesis. Hay instituciones nuevas, personas con cargo, decisiones por venir. El diseño está activo. Y el escrutinio debe acompañarlo. No se trata de idealizar. Tampoco de descalificar desde la negación. Se trata de observar, exigir y corregir desde lo que existe. El nuevo modelo no garantiza justicia. Pero abre una posibilidad para ello. La legalidad ya se está cumpliendo. Lo que viene es demostrar que este cambio vale la pena en el día a día de las personas. Y eso no se proclama. Se prueba en los hechos. Así las cosas. 

Arsenal

Alerta amarilla para Morena y aliados

Francisco Garfias

Excelsior

Casi nueve de cada diez mexicanos desairaron la elección de jueces, magistrados y ministros.

El monumental embuste de que van a “democratizar” el Poder Judicial no fue imán suficiente para atraer votantes a las urnas. La gente no se lo tragó.

Casi nueve de cada diez mexicanos desairaron la elección de jueces, magistrados y ministros, pero el oficialismo habla de una participación “impresionante”. Optimismo que es una burla a los ciudadanos.

La gente tampoco se creyó que lo que vimos en las urnas fue “inédito”, “maravilloso”, “democrático”, “un éxito”, como sostuvo la presidenta Sheinbaum; “una hazaña”, según el senador Fernández Noroña; “participación histórica”, calificó Rosa Icela Rodríguez.

A los morenistas se les olvidó una de las frases favoritas de López Obrador: “Tonto es el que piensa que el pueblo es tonto”.

La cifra de participación que maneja el oficialismo, basada en las proyecciones que hizo Guadalupe Taddei, es de entre un 12.59% y un 13.32 por ciento.

Pero hacia las 19:15 PM de ayer, la participación era de 11.87%, con el 80.4% de las casillas computadas, según el corte del INE.

Muy poco para un gobierno que, basado en encuestas amigas, presume el respaldo del 85% de la población.

* El conteo de la elección de ministros es el que va más avanzado. Refleja lo que temíamos. Se configura una Suprema Corte de toga mayoritariamente guinda.

De entrada, repiten las tres ministras identificadas con la Cuatroté: Yasmín Esquivel, Lenia Batres y Loretta Ortiz. Se perfilan también María Estela Ríos, exconsejera jurídica de AMLO; y Sara Irene Herrerías, titular de la Fiscalía en Materia de Derechos Humanos.

La sorpresa la dio el abogado mixteco Hugo Aguilar Ortiz, coordinador de Derechos Indígenas del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas. Es el que más votos lleva y el que se perfila para la presidencia del máximo tribunal.

Aguilar lleva 4 millones 474 mil 535 votos. Supera a Lenia Batres, quien lleva 4 millones 246 mil 673. Hay más de 220 mil votos de diferencia.

Completan la lista de hombres Giovanni Azael Figueroa, una de las opciones con mayor preparación técnica, académica y con un discurso orientado a la apertura, inclusión y diálogo institucional.

Pero también Irving Espinosa Betanzo, magistrado anticorrupción del Tribunal de Justicia Administrativa de la CDMX, y Arístides Guerrero García, excomisionado presidente del Instituto de Transparencia de la CDMX.

* PRI y PAN anunciaron ayer que pedirán la nulidad de la elección. El senador azul Marko Cortés dijo que ya se presentó la demanda ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, porque no hubo piso parejo y por la presencia del crimen organizado.

El jefe nacional de ese partido, Jorge Romero, abundó en las razones por las cuales el PAN no reconoce esta elección como limpia.

La reforma judicial fue aprobada en el Congreso por una mayoría calificada que el oficialismo no obtuvo en las urnas. Contó con la complicidad de los órganos electorales para alcanzar la mayoría calificada en San Lázaro y hubo intimidación para doblar a senadores de oposición en el Senado.

Sobre el desarrollo de la jornada electoral, Romero dijo:

“Esto fue un festival de acordeones, un festival de acarreo, fue una obvia inducción al voto y se atreven a decir que el pueblo manda”.

Alito Moreno, presidente nacional del PRI, adelantó que su partido va a presentar denuncias claras con argumentos para solicitar que se anule la elección judicial.

Al jefe del PRI le parece “cínico” y “sinvergüenza” que Morena quiera construir la narrativa de que hubo una enorme participación en la elección de jueces, magistrados y ministros.

Ya encarrerado, Alito retó al “patán” de Gerardo Fernández Noroña —así lo llamó— a pedir públicamente, como lo comenta en privado, la renuncia de Luisa María Alcalde y de Andy López Beltrán, después de los “malos resultados” que obtuvieron en las elecciones de alcaldes en Durango y en Veracruz.

“En Durango aplastamos a Morena”, presumió Alito. Dio cifras: el PRI obtuvo 150 mil votos; Morena llegó a 140 mil; PAN, 100 mil, y MC cerca de 100 mil. Ganamos 21 municipios —16 en coalición y cinco en solitario, de 39. Morena y rémoras ganaron 16. MC conquista tres por primera vez.

El PRI ganó en Durango capital, donde Morena se fue a tercero, y Lerdo. Morena arrebató Gómez Palacio.

En Veracruz, Morena pierde 60 municipios, de acuerdo a resultados preliminares, pero conserva Jalapa y el puerto de Veracruz. Eso llevó a la gobernadora Rocío Nahle a declarar que “a veces se aprende más de los tropezones, porque lo fortalecen a uno”.

Razones

Histórica, por abstención y votos nulos

La elección se olvidará, pero el control del Poder Judicial durará mucho

Jorge Fernández Menéndez

Excelsior

La de este domingo fue una elección sin duda histórica, pero lo fue por razones muy diferentes a las que festina el oficialismo. Fue histórica porque nunca, en una elección federal o incluso estatal, hubo un nivel tan alto de abstencionismo (se dijo que hubo una participación de 13 por ciento, pero los números están mostrando que giró en torno a 11 por ciento, sumando la ayuda que significó que se votara simultáneamente en las municipales de Veracruz y Durango): elegir un nuevo Poder Judicial con 90 millones de personas, 88 por ciento del patrón, absteniéndose de votar le quita legitimidad a todo el proceso y a los propios ministros, magistrados y jueces electos.

Pero, en realidad, el apoyo fue menor. Esta elección fue histórica porque jamás había habido tantos votos nulos, ni en aquella de 1976 cuando el candidato único fue José López Portillo. Fueron poco más de 22 por ciento de los votos los que fueron anulados (en la votación para la Corte, en los otros niveles presumiblemente fueron más) eso implica que quienes sí votaron por los candidatos apenas superaron nueve por ciento.

Fue una elección histórica porque el voto se basó en los acordeones que ilegalmente distribuyó el gobierno: los nueve que obtuvieron un asiento en la Suprema Corte fueron los nueve que estaban en los acordeones, sin excepción. La presidencia de la Corte se la disputan Lenia Batres y Hugo Aguilar. La ministra Batres es el fruto de la operación electoral de una corriente de Morena que en el apellido lleva el sello, pero para la sorpresa fue Hugo Aguilar, un abogado poco conocido, funcionario de segundo nivel en el Instituto Nacional Indigenista, que colaboró en la redacción del proyecto de constitución del EZLN, de quien fue un destacado asesor. Aguilar no es conocido, pero estaba primero entre los hombres en todos los acordeones de Morena y fue palomeado desde lo más alto de Palacio Nacional.

Se demostró, además, que el aparato electoral que manejó Andy López Beltrán fracasó en la elección judicial, pero también en Veracruz y más aún en Durango, donde el propio Andy manejó personalmente el aparato del partido oficial: logró que Morena quedará en tercer lugar en la capital y que en Veracruz perdieron numerosos municipios aunque, con la ayuda de los Yunes, ganaron el puerto, pero ni con sus novísimos aliados pudieron ganar Boca del Río. El resultado de Veracruz también es consecuencia de las profundas diferencias internas entre los morenistas del estado. El papel en ambos estados que jugó el crimen organizado ya lo analizaremos.

Pero, mientras estamos atentos a los resultados de la Corte, que era absolutamente previsible más allá de la abstención, donde habrá que poner mucha atención es en el Tribunal de Disciplina, en los magistrados, los tribunales especializados y los jueces. Allí es donde se decidirá la verdadera esencia judicial de cara al futuro y donde la influencia de los grupos de poder, incluyendo al crimen organizado, se verá en toda su dimensión. Porque, además, en unas 80 posiciones había candidatos únicos y, en muchos casos, con una participación tan baja, debe haber sido muy sencillo colocar a un candidato con una mínima operación.

La elección fue un fracaso, enorme y costoso, en términos de legitimidad democrática, pero el gobierno logró su objetivo: tendrá el control del Poder Judicial con gente suya en todos los niveles, desde la Corte hasta los jueces de distrito. Pero, con ello, se les acaba, también, la narrativa de que la justicia no funciona por herencias del pasado.

La elección judicial, deben pensar en Palacio Nacional, se olvidará mañana, pero el control del Poder Judicial durará muchos años. Se pagó un costo político, pero se obtuvo un beneficio de incalculable valor. El plan C era construir un nuevo sistema político y lo lograron con 54 por ciento de los votos (muy lejos de la mayoría calificada que se adjudicaron con ayuda del INE) hace exactamente un año. La legitimidad quedará para otra ocasión.

MEDIOS Y ABSTENCIONISMO

Los paleros de la 4T, y ese inenarrable personaje que es Fernández Noroña, han comenzado a decir que la causa del altísimo abstencionismo (¿no que la elección había sido un éxito?) es culpa de los medios. La elección estaba deslegitimada de origen: desde que Morena compró senadores del PRD, de MC y a los Yunes para tener mayoría, y para luego evitar que fuera declarada inconstitucional en la Suprema Corte. En el caso de la elección, ningún medio (ojalá así fuera) tiene el poder como para convencer a 90 por ciento del electorado de que no vote, mucho menos cuando los institutos electorales federal y locales tuvieron cientos de miles, millones sumados los de todo el país, de anuncios y horas de transmisión gratuitos para promocionar el proceso, o cuando el gobierno maneja, salvo alguna honrosa excepción, los medios públicos como una instancia de propaganda ramplona y cuando tiene miles de millones de pesos en presupuestos de publicidad que se pueden utilizar sin control alguno.

Pero en algo tienen razón: los medios, por lo menos algunos, se han convertido –ante el desmantelamiento institucional de los órganos autónomos o ciudadanos, del Poder Judicial, y de unos partidos de oposición que no dan color– en un espacio de reflexión democrática que no existe hoy en el Estado. Por eso crecen en los sectores radicales las tentaciones autoritarias para controlarlos o callarlos. Vienen tiempos difíciles.

Juegos de poder

Elección judicial: un exitazo

Sí, una victoria contundente, por nocaut, no para el país, sino para el proyecto político de la Cuarta Transformación. El éxito o el fracaso de una cosa se debe medir de acuerdo con las expectativas

Leo Zuckermann

Excelsior

Difiero radicalmente de los que han calificado la elección judicial del domingo como un fracaso. Yo lo veo diferente. De hecho, creo que ha sido un exitazo.

Sí, una victoria contundente, por nocaut, no para el país, sino para el proyecto político de la Cuarta Transformación.

El éxito o el fracaso de una cosa se debe medir de acuerdo con las expectativas. La reforma al Poder Judicial no se hizo para mejorar la justicia ni para democratizar a los juzgadores ni para que fuera a votar mucha gente. Estos objetivos los inventó la 4T con fines propagandísticos.

La reforma al Poder Judicial se realizó con dos propósitos fundamentales. Uno: defenestrar a todos los jueces del país, de todos los niveles, tanto federales como locales. Dos: poner en su lugar a juzgadores que le deben el puesto a aquellos que movilizaron el escaso voto popular y, de esta forma, controlar políticamente al Poder Judicial.

Si Morena ya dominaba al Ejecutivo y al Legislativo, ahora se le suma el Judicial. El control absoluto de todos los poderes constitucionales. Un sistema de gobierno sin pesos ni contrapesos. Un régimen político más autoritario que democrático.

Esos eran los objetivos que se han cumplido a cabalidad. Ergo el éxito de lo que diseñó el entonces presidente López Obrador e implementó la presidenta Sheinbaum.

Al momento de escribir estas líneas se han computado 66 mil 444 casillas de un total de 84 mil 266, 79% en la elección de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Con toda seguridad, los nueve puestos serán ocupados por las tres únicas ministras de la Corte actual que decidieron participar en el proceso electoral por una sola razón: tenían el apoyo del gobierno de Morena.

Ellas son Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. En cuarto lugar, como mujer, entrará María Estela Ríos, quien fue la consejera jurídica del presidente López Obrador entre 2021 y 2024. Finalmente, ingresará Sara Irene Herrerías, quien se desempeñaba como fiscal Especializada en Derechos Humanos de la Fiscalía General de la República.

Los cuatro hombres que ocuparán un escaño en la Suprema Corte son Hugo Aguilar, Giovanni Figueroa, Irving Espinosa y Arístides Rodrigo Guerrero.

Ninguna sorpresa: estos nueve candidatos aparecían en los llamados “acordeones” que repartió Morena a sus militantes para votar por ellos. Son los que quería la 4T.

¿Para qué?

Pues para controlar la Suprema Corte.

En los próximos días, conforme continue el conteo de votos, seguramente veremos lo mismo para las otras posiciones judiciales, es decir, los ganadores serán aquellos que estaban en los acordeones de Morena.

Para el tema del control político del Judicial será importante los que queden en el Tribunal de Disciplina Judicial, que podrá castigar a todos los jueces que no sigan la línea de la 4T, y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que ya controla el gobierno con una endeble mayoría de tres de cinco magistrados que ahora se ampliará.

Para que veamos el impacto que tuvo el voto clientelista y corporativo en la elección, de cómo Morena logró meter a los candidatos que ellos querían, tan sólo hay que hacer la comparación de los que quedaron en la Suprema Corte y aquellos que mi compañera Viridiana Ríos recomendó votar después de un largo y sofisticado proceso de evaluación de los 62 candidatos que aparecieron en las boletas.

Para Viri, las mejores opciones eran Selene Cruz, Natalia Téllez, Olivia Aguirre, Marisol Castañeda, Alma Delia González, Isaac de Paz, Edgar Corzo, Sergio Molina y Carlos Odriozola.

Bueno, pues ni uno solo de éstos quedó. Ni uno.

No se eligió a los mejores, de acuerdo con Ríos, quien nos invitó a votar para que quedaran ellos.

Yo, como soy más escéptico del cinismo que campea en la 4T, nunca me creí el cuento de la democratización del Poder Judicial y, por tanto, de la obligación ciudadana de salir a votar por los mejores candidatos. Siempre vi en esta elección una simulación política del grupo gobernante para, como dije arriba, defenestrar a los juzgadores existentes y sustituirlos por cuadros leales que actúen por consigna.

Y, pues sí, eso sucedió.

Enhorabuena, entonces, para la 4T y su exitazo. Por eso andan tan contentos. Dieron un paso importante para desmantelar el régimen de democracia liberal con pesos y contrapesos. Hoy el poder se encuentra más concentrado en el país. Ahora que den buenos resultados de gobierno, porque en eso no van muy bien que digamos.

Astillero

Maquinaria y acordeones bajo batuta // Corte: inclusiones y exclusiones // Bárcena irá a Bahía de Ohuira // Comunidades son una prioridad

Julio Hernández López

La Jornada

La maquinaria de Morena(a medio gas, respetuosa de la línea federal acordeonista a cambio de privilegios a poderes en los estados) impulsó notablemente la elección de la mayoría de los próximos ocupantes de los asientos de la Corte, que van en consonancia conceptual y operativa (en diversos grados) de la llamada Cuarta Transformación.

Derivada en parte de tales acordes motrices se produjo la súbita colocación en las marquesinas de Hugo Aguilar Ortiz, quien de la Coordinación General de Derechos Indígenas del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (desde 2018 hasta que se postuló para la elección de este domingo, propuesto por el Poder Ejecutivo Federal) pasó a ser el aspirante más votado (al menos, hasta las 7 de la noche de ayer) y, por tanto, probable ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (https://goo.su/1iWAW ).La candidatura inmediatamente más cercana, en esa carrera por la citada presidencia, era anoche la de Lenia Batres Guadarrama, nombrada en diciembre de 2023 por el entonces presidente López Obrador como ministra de la misma Corte.

Además de Batres, según la votación computada, a partir de 80 por ciento de las actas, estarían en la Corte tres piezas totalmente 4T: Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz (ambas, también ministras en busca de continuidad) y María Estela Ríos, ex consejera jurídica con AMLO. Sara Irene Herrerías, con historial distante al pretendido con la reforma, sería la quinta ministra. Notable es que no avanzaron Marisela Morales, Paula María García-Villegas Sánchez-Cordero y Zulema Mosri.

Con Aguilar Ortiz quedarían, de confirmarse las tendencias, otros tres propuestos por el Poder Ejecutivo Federal: Giovanni Azael Figueroa Mejía (académico de la Universidad Iberoamericana), Irving Espinosa Betanzo (magistrado anticorrupción en CDMX) y Arístides Rodrigo Guerrero García (más preparado que un chicharrón). Quedarían fuera: Isaac de Paz, César Mario Gutiérrez Priego y Federico Anaya.

Alicia Bárcena, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, anunció que visitará la Bahía de Ohuira (Ahome, Sinaloa) para escuchar a las cuatro comunidades de indígenas, pescadores y pobladores afectados directamente por una planta productora de amoniaco (meta: 2 mil 200 toneladas diarias de ese gas, sumamente tóxico y peligroso, para producir fertilizantes), la cual rechazan activamente. Este fin de semana envió personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente para inspeccionar y evaluar, y en unas cuantas semanas estará en la citada bahía.

La secretaria señaló que es de su preocupación cuidar el humedal (declarado bajo protección por convenio internacional) donde se desarrollan ya construcciones como parte de siete proyectos industriales en el contexto de los polos de desarrollo que ha anunciado la presidenta Sheinbaum. Bárcena considera que los polos de desarrollo no pueden ir más allá de la normativa ambiental y, en cuanto a Ohuira, asegura que si se viola la normativa, clausuramos o sancionamos, pues las comunidades son una prioridad (https://goo.su/4DfWHD).

La planta productora de amoniaco en la bahía de Ohuira es un proyecto impulsado desde 2014 por el entonces gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez, y su sombrío secretario de Gobierno, Gerardo Vargas Landeros, en alianza con Francisco Labastida Ochoa, que fue gobernador y candidato presidencial priísta. Vargas Landeros, principal pieza del negocio, fue presidente municipal de Ahome, a donde pertenece la bahía, y el pasado 2 de mayo el Congreso le retiró el fuero, acusado de corrupción por 171 millones de pesos por renta de patrullas, fue detenido y luego liberado en espera de que este miércoles un juez defina su situación legal.

La empresa del caso es Gas y Petroquímica de Occidente de México, filial de la compañía suizo-alemana Proman AG, que cuenta con financiamiento del Banco de Crédito para la Reconstrucción en Alemania, aun en contra de sus directrices (recolección de firmas contra el proyecto: https://goo.su/5AVjb).

México SA

Derecha: fracaso tras fracaso // No más justicia comprada // Regresa AMLO a su guarida

Carlos Fernández-Vega

La Jornada

No hay trago cantinero que medianamente alcance a mitigar la tremenda cruda (política y ética, si es que en realidad sabe de qué se trata esto último) de la autodenominada oposición, el grupúsculo mafioso y saqueador que no ata ni desata y sólo se dedica a hacer ruido desde sus trincheras mediáticas. Es tanto el amargor, la frustración y el fracaso acumulado que ya no siente lo duro sino lo tupido. Y lo que le falta.

La elección del Poder Judicial se suma a las derrotas (la más reciente, no la última) de esa derecha rancia e inoperante que acumula décadas utilizando la misma táctica política y mediática que sólo la hunde cada día, si es que en realidad le queda algún margen de caer aún más. Este proceso, culminado el pasado domingo (lo demás es conteo y toma de posesión de los ganadores), la descobija en una de las áreas que más le duele: la descarada connivencia con uno de los poderes del Estado, a cuyo amparo (no gratuito, desde luego) ha cometido todo tipo de latrocinios, siempre a costillas de la nación y con impunidad garantizada.

Se acabaron la ilegal protección a los pudientes, los amparos a defraudadores y evasores fiscales; no más exoneraciones ni liberaciones al crimen organizado (con los delincuentes de cuello blanco en lugar privilegiado); no más tráfico de influencias ni conflicto de intereses. No más cártel de la toga, no más carpetas en el cajón; no más impunidad a la familia política (por ejemplo, a la Calderón-Zavala en el incendio de la guardería ABC de Hermosillo, en el que murieron 49 niños); no más Piñas, Aguilar Morales, Gutiérrez Ortiz Mena, Pardo Rebolledo, Pérez Dayán, Laynez Potisek, González Alcántara Carrancá ni Ríos Farjat (por citar sólo a los más recientes), quienes, entre tantos otros, se ganaron a pulso el desprecio ciudadano. Y si alguno de los ganadores de la elección del Poder Judicial se deja seducir por el canto de las $irenas de la derecha, pues existen los mecanismos constitucionales para defenestrar a quien se anime (más les vale que no lo hagan).

No es gratuito el desprecio ciudadano para los impartidores de justicia: de vez en vez, el Inegi divulga su encuesta sobre percepción sobre la corrupción en las autoridades y en la más reciente los integrantes del Poder Judicial que se van ocupan la segunda posición (negativa, obvio es, con cerca de 70 por ciento de rechazo), sólo por debajo de los mordelones de esquina. A ese despreciable nivel llegó el cártel de la toga (el siguiente paso obligado es la limpia del aparato que procura justicia, con la Fiscalía general de la República en primer lugar).

Tampoco es gratuita la histérica reacción de la derecha putrefacta, que en su amargor pretende limitar el proceso electoral a un simple berrinche del agente chipilín. Pero, como dice el clásico, los togados que se van (las Piñas, conexos y toda la parentela) son unos hijos de puta, y esa derecha frustrada los reivindica: pero son mis hijos de puta, y ahora los llora porque sus negocios sucios, sus maniobras turbias, sus latrocinios y su impunidad están en vilo (por ejemplo, sólo uno, se escucha muy fuerte el toc-toc en la puerta de Ricardo Salinas Pliego).

Y la derecha putrefacta llora y se retuerce por todo esto: se le acabó el juguete alquilado, la impunidad pagada, y sólo atina a decir votaron pocos, sí, pero fueron infinitamente más que los tres pedorros, los de siempre, que el pasado domingo sin pena ni gloria se congregaron en el Monumento a la Revolución y muchísimos más que los jilgueros mediáticos que alquilan.

¿Fue perfecta la elección del Poder Judicial? No, pero es mejorable para que en cada ocasión participe un mayor número de mexicanos. Por ejemplo, mayor difusión y promoción, simplificación del proceso para hacerlo más comprensible, candidaturas más transparentes (en esta se colaron varios impresentables) y rigurosa aplicación de la ley ante el canto de las $irenas.

Bien lo resumió la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez: México ganó y ganó la democracia. Por primera vez, el pueblo ejerció su derecho a elegir de manera directa sus jueces, magistrados, ministras y ministros. Nunca en la historia de nuestro país la ciudadanía había expresado su voluntad sobre el Poder Judicial.

Las rebanadas del pastel

Fuentes de inteligencia revelaron que Andrés Manuel López Obrador regresó a su escondite militar en Pyongyang, capital de la República Popular de Corea, donde lo vieron degustar varios platillos tradicionales: kimchi, naeng-myon y samgyetang, aderezados con una copita de soju. Todo acompañado con una buena dotación de chipilines. Provecho.

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