Columnas Escritas

Lo que dicen los columnistas

Published

on

Nadando entre tiburones

Roma sigue ardiendo, aunque Nerón toque el arpa

Víctor Beltri | Excelsior

El tiempo se acaba, y el Presidente se pierde en su propia desmesura. Los problemas se agolpan en todos los frentes, y la realidad no entiende de “otros datos” aunque provengan de quien se asume por encima de la ley y presume ser el segundo presidente más popular del mundo. Roma arde en llamas, aunque Nerón toque el arpa todas las mañanas.

“Por encima de la ley está la autoridad moral y la autoridad política”, declaró hace unos días, confundiendo los límites de la investidura temporal que ejerce: el Presidente vive la hubris de los autócratas y, en su delirio, considera que nadie puede estar encima de su voluntad suprema. Por eso no quiere “que le salgan con que la ley es la ley”; por eso no admite que le modifiquen “ni una coma” a las ocurrencias cuyos efectos a largo plazo apenas comenzamos a atisbar. Por eso la destrucción de las instituciones, a las que mandó “al diablo” desde hace años; por eso la polarización deliberada, y el énfasis en las encuestas de popularidad que lo legitiman entre sus adeptos.

El futuro de nuestro país se escribe en estos momentos: el Presidente —a quien tanto preocupa su legado— pasará a la historia no sólo como el más autoritario, sino como el único que ha salido a defenderse, en el ejercicio de sus funciones, por sus presuntos vínculos con el crimen organizado. El mandatario de las remesas sospechosas: el que utilizó la migración como un arma política para presionar a nuestros vecinos. El que enturbió nuestra relación bilateral, y le abrió las puertas a lo peor del planeta; el que prefirió no pronunciarse cuando sus nuevos amigos decidieron invadir Ucrania.

El más popular, sin duda alguna, pero también el que carga más muertos en su espalda: el que designó a un cretino para atender la pandemia; el Presidente cuya fuerza era moral, que no de contagio. El que prodigó abrazos a la delincuencia, mientras se vivía la etapa más violenta de la historia contemporánea: el pacifista que olvidó sus promesas, y entregó el país a las Fuerzas Armadas. El que traicionó a las madres buscadoras, y que abandonó Acapulco a su suerte; el que jamás se preocupó por el medio ambiente; el que tuvo por ocurrencia las obras inútiles —y plagadas de corrupción— que destruyeron el manglar y perforaron los cenotes. El que envileció a la Suprema Corte, y a cuyo titular convirtió en un esbirro indecoroso: el que atacó a la prensa libre como jefe del Estado mexicano, cometiendo un delito del que incluso anticipó su reincidencia.

Roma arde en llamas, aunque Nerón siga tocando el arpa. Las sospechas se recrudecen; las investigaciones se profundizan, los ilícitos habrán, finalmente, de perseguirse. El Presidente se refugió en Sinaloa al día siguiente, desde donde trató de enmarcar los problemas que se le avecinan —y los que ya vislumbró para su familia, dados los cuestionamientos del New York Times— como si se tratara de un asunto de Estado, y no la mera consecuencia de su propia desmesura.

El Presidente no es el pueblo en sí mismo, sino una persona con un encargo específico: la ley es la ley para todos, pero en especial para quien asumió el mandato de guardarla. El Presidente es un ciudadano como cualquier otro, que tiene a su cargo una función determinada y —por naturaleza— temporal: su desempeño puede ser juzgado, como el de cualquier otro, sin que los cuestionamientos a su honradez comprometan nuestra soberanía. Muy al contrario: la rendición puntual de cuentas es un elemento necesario, e indispensable, en cualquier democracia moderna.

El tiempo se acaba, y el Presidente se pierde en su propia desmesura. El mandatario se ha extraviado en el laberinto que él mismo construyó, y cuyas salidas aparentes sólo anticipan una catástrofe que se anticipaba desde un principio. La realidad no es una asistente asidua a las conferencias mañaneras: la realidad, lamentablemente, no tomará en cuenta los otros datos. Aunque Nerón toque el arpa.

—————–

Razones

Un aprendiz de brujo en Palacio

Jorge Fernández Menéndez | Excelsior

En el El aprendiz de brujo, J. W. Goethe cuenta la historia de un hechicero que se dedicaba al estudio de las fórmulas mágicas. Un día el hechicero le encomendó a su ayudante limpiar algunas habitaciones, pero le prohíbe entrar a su estudio. Éste lo desobedece, entra al estudio e intenta hacer magia para que la escoba y el balde de agua limpien solos el lugar, pero su incapacidad y las fuerzas que liberó provocan un desastre.

En la vida y, sobre todo, en la política, sobran los aprendices de brujo que detonan con sus acciones fuerzas que finalmente no pueden controlar y terminan de una u otra forma devorándolos. Es una forma de recordarnos que la vanidad, la falta de moderación, la ignorancia y la ambición suelen generar calamidades.

En este caso son tanto el hechicero como el aprendiz, el presidente López Obrador y su vocero, Jesús Ramírez, los que, con su poca sapiencia, mucha vanidad y nada de moderación, convirtieron un reportaje del New York Times, que no pasaba de ser la continuación de uno anterior, en una noticia de enorme repercusión nacional e internacional. Y cuando, en una acción insólita, el presidente López Obrador dio a conocer el teléfono privado de la corresponsal del NYT, en la que, cuestionado sobre la ilegalidad de hacerlo, dijo que por encima de la ley estaba su dignidad y, ante el riesgo, dijo que mejor los periodistas “le bajaran una rayita” y que si la corresponsal tenía problemas que cambiara su teléfono, lo que generó un desastre político.

Vamos por el principio. El NYT no violó norma periodística alguna, al contrario. Fuentes del gobierno estadunidense le dieron información sobre investigaciones de un tema que tiene preocupados a funcionarios del otro lado de la frontera desde hace tiempo: la relación del gobierno del presidente López Obrador con el crimen organizado. Esa sospecha se alimenta de hechos: la liberación de Ovidio, el saludo a la mamá de El Chapo, la estrategia de abrazos y no balazos, la forma desconcertantemente respetuosa con que el Presidente se refiere a los criminales, la falsa narrativa respecto a que la violencia y la inseguridad han disminuido y la inacción ante el creciente empoderamiento criminal.

El NYT con esa información hizo lo que se debe hacer: enviar una carta a la oficina de comunicación social de la Presidencia para pedirle su opinión sobre lo que se publicaría en los días siguientes. López Obrador, indignado, lo que decidió es divulgar la carta, presentándola como una agresión a su dignidad y a la soberanía. Horas después el NYT publicó el artículo y lo colocó en la primera plana con foto incluida. Un vocero del gobierno estadunidense se limitó a decir que no había investigación en curso contra el Presidente.

Ahí tendría que haber muerto el tema. Pero el propio Presidente insistió, se victimizó, dramatizó y no aceptó error alguno, al contrario, se divulgó la información personal de la corresponsal y desató el caos. La vocera de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, tuvo que tomar partido y lo hizo obviamente a favor de sus medios. Declaró que “es importante que la prensa pueda informar libremente de temas que son importantes para el pueblo estadunidense y de una manera en la que se sientan seguros y protegidos, no acosados o atacados. Esto es algo que obviamente rechazamos”. YouTube retiró esa mañanera de sus páginas porque “violaba leyes de protección de datos personales”.

El Inai inició una investigación y, horas después, comenzaron a difundirse teléfonos personales, comenzando por el de José Ramón, el hijo mayor del presidente López Obrador, que se quejó amargamente de que se había vulnerado su privacidad, lo mismo que había hecho su padre con la corresponsal y con muchos otros comunicadores a lo largo de estos años. Siguieron los teléfonos de Claudia Sheinbaum, de Jesús Ramírez, e incluso deXóchitl Gálvez.

Como siempre, hay alguien que quiere superar el ridículo y la lambisconería. El sábado y en medio de esa crisis, mientras un Presidente fuera de sí visitaba Sinaloa, el gobernador Rubén Rocha no tuvo mejor idea que pedirle que le encontrara “una curvita a la ley para reelegirse”. Es lo que necesitamos a tres meses de las elecciones: alentar una inconstitucional reelección presidencial. El gobernador Rocha podría haberse ahorrado la “curvita” y llamar mejor a un golpe de Estado.

Es un desastre propiciado por la ignorancia, pero también alentado por ella. En Palacio creen que todo lo que sea polarización les ayuda. Y no sólo en el ámbito interno, sino también en una incomprensible confrontación con EU. No sé si el presidente López Obrador siente débil a Joe Biden, si está apostando por Donald Trump (y por eso se recarga también en Vladimir Putin) o si simplemente, como en otros temas, cree que vivimos en 1960, apoyando abiertamente a Cuba y Venezuela, incluso demandando mejores relaciones de EU con esos dos regímenes como condición para mejorar la crisis migratoria.

El dato duro es que las exportaciones mexicanas a Estados Unidos rondan los 500 mil millones de dólares al año y las remesas los 67 mil millones, que tenemos un tratado de libre comercio fundamental para el presente y el futuro y que tendrá que ser revisado en 2025-26 y que, le guste o no al Presidente, somos parte de América del Norte.

Nada vulnera más la dignidad y la soberanía que la soberbia, la indulgencia con el crimen organizado, la no preservación de nuestras fronteras, el apoyo a dictadores que violan los más elementales derechos humanos e internacionales. Se siembra, insistimos, lo que se cosecha. Y hoy, sea verdad o no, la desmesura de Palacio ha colocado el tema de la relación con el narcotráfico en la agenda mediática internacional.

—————–

Astillero

Mucho más que una guerra de celulares// 4T: reacción de combate // AMLO contra YouTube// Oposición busca descarrilar

Julio Hernández López | La Jornada

Cuatro medios internacionales en concertada difusión de presuntas filtraciones de la DEA y de funcionarios estadunidenses, más una inusitada revelación de números telefónicos de diversos políticos y periodistas, han precipitado la agudización de una batalla electoral que en realidad conlleva la definición, tal vez a largo plazo, del modelo de país al que aspiran las mayorías nacionales.

El presidente López Obrador tomó de bote pronto la más reciente fabricación periodística, a cargo de The New York Times, y la convirtió en bandera de defensa de la soberanía nacional, con evidente implicación electoral inmediata. Si el diario neoyorquino, o alguno de sus tres antecesores en el uso de filtraciones fofas, también en clave electoral (mexicana y estadunidense), logran probar las acusaciones que han hecho, se habrán anotado un éxito periodístico que favorecerá a la oposición a la 4T.

Pero, si no es así, si todo queda en lo que hasta ahora de manera tan deficitaria han presentado esos medios, habrán regalado a López Obrador la extraordinaria oportunidad de inflamar el espíritu nacionalista y desatar una retórica de combate que suele dársele bien al tabasqueño en momentos críticos.

El tema de fondo, que no debería perderse de vista, se refiere a la instrumentación de cuatro medios internacionales que sin la calidad profesional básica han publicado versiones de presuntas entregas de dinero del crimen organizado a campañas presidenciales de López Obrador, lo cual dio sincronizado pie a que Xóchitl Gálvez solicitara en Estados Unidos ayuda intervencionista para no dejar caer a la supuesta joven democracia mexicana y al desarrollo de una campaña supermillonaria en redes sociales para ligar al narco al Presidente y a la candidata oficialista a la sucesión.

Dicho tema de fondo, sin embargo, ha sido desplazado de manera relampagueante por la difusión de números telefónicos personales que inició en la conferencia presidencial matutina y luego se extendió a las candidatas presidenciales y a personajes con presencia partidista y mediática de diverso signo.

Las develaciones fueron enfrentadas también de distinta manera por los afectados. Varios en la 4T aseguraron que provenían de ánimos vengativos de la oposición por el manejo presidencial respecto a los datos de Natalie Kitroeff, corresponsal de The New York Times en México; algunos opositores, como Xóchitl Gálvez, aseguraron que Claudia Sheinbaum y otras figuras de la 4T buscan victimizarse.

El propio Presidente protestó ayer por la supresión en YouTube de la mañanera en que difundió el número telefónico de la corresponsal Kitroeff (ya editado, sin esa parte, el video fue subido de nuevo a tal plataforma). Es una actitud prepotente y autoritaria. Están en plena decadencia, dijo.

En ese contexto, el entorno político y electoral se ha enrarecido con rapidez, como adelanto del rudo intento de los opositores por descarrilar el proceso electoral en el que lleva delantera sostenida Claudia Sheinbaum. Con la llegada del calderonista Max Cortázar a la coordinación de comunicación social de Xóchitl Gálvez, se desató la campaña de propaganda sucia que en 2006 se usó contra López Obrador, no sólo en busca de etiquetarlo como peligro para México en función del presunto nexo con el narcotráfico: también circulan ampliamente en redes sociales trabajos audiovisuales de confección profesional que pretenden reinstalar el ambiente de odio y miedo, como en 2006.

Vale insistir en la apuesta xochitleca en busca de intervencionismo extranjero para objetar los resultados electorales de junio. La oposición sabe que será muy difícil remontar los resultados negativos que la demoscopía les atribuye una y otra vez y, por ello, ha decidido enfangar el proceso electoral y buscar su anulación. Estrategia muy peligrosa en la que están dispuestos a crear las condiciones para tal invalidación, en los términos que consideren necesarios.

—————–

México SA

Empresa de Sal, nacionalizada // Se salvó de los neoliberales// Privatización=corrupción

Carlos Fernández-Vega | La Jornada

A partir de ya, una de las tantas empresas del Estado privatizadas por el régimen tecnócrata se incorpora de pleno al universo público, luego de que el presidente López Obrador anunciara y concretara ayer la nacionalización de Exportadora de Sal, un consorcio ubicado en Guerrero Negro, Baja California Sur que se salvó en la época neoliberal o neoporfirista de que fuese (totalmente) privatizada de milagro. Y ahora, como estamos cambiando esa política, regresamos al pueblo lo que es del pueblo.

La secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, explicó que Exportadora de Sal (ESSA) hasta hoy era una empresa con participación estatal mayoritaria, con 51 por ciento, y el resto pertenecía a la empresa Mitsubishi. Dada su importancia en la industria salinera nacional e internacional y para consolidar una política social enfocada en el desarrollo económico y sostenible, el empleo justo y debidamente remunerado, así como una mejor distribución del ingreso y la riqueza, se tomó la decisión de adquirir 100 por ciento de sus acciones.

Con la nacionalización, subrayó la funcionaria, se cumple el precepto del Presidente de que los beneficios generados con nuestros recursos naturales se queden en nuestro país y se aprovechen para el bienestar del pueblo de México, como parte de proyecto de transformación para el México del siglo XXI. ESSA cuenta con la salina más grande del mundo, con una producción superior a 8 millones de toneladas anuales y una alta calidad de sal, capaz de abastecer a la industria de la región Asia Pacífico y costa este de América del Norte, además de la capacidad para recibir y cargar barcos de hasta 180 mil toneladas.

En el detalle, Buenrostro explicó que ESSA representa 84 por ciento de la producción de sal en México, orientada principalmente a la exportación. Nuestro país se encuentra en el séptimo lugar a nivel mundial con la producción de sal de 8.7 toneladas métricas y, junto con Chile, somos los principales productores de América Latina. No hay que olvidar que las sales son un insumo importante en industrias como la farmacéutica, textil, química, construcción y petroquímica, por lo que es un recurso muy importante en la nueva política industrial de México.

Para nacionalizar Exportadora de Sal, es decir la adquisición de 49 por ciento de las acciones hasta ayer propiedad de la trasnacional japonesa Mitsubishi, se invirtieron mil 500 millones de pesos, para finalmente quedar con una participación de 25 por ciento del Servicio Geológico Mexicano y 75 por ciento del fideicomiso de fomento minero, es decir, ciento por ciento entidad paraestatal.

Buenrostro subrayó que ESSA no sólo es una empresa, es también una comunidad, y con un manejo honesto y responsable de ella hemos impulsado la economía local para el bienestar de la población de Guerrero Negro y municipios aledaños, con un crecimiento económico sostenible y equitativo. Está conformada por trabajadoras y trabajadores mexicanos, con conocimiento especializado y experiencia. Por ello, les aseguramos que están garantizados sus derechos y puestos laborales, y que seguiremos trabajando de la mano, juntas y juntos, por el futuro de México. La nacionalización de Exportadora de Sal marcará una nueva era para la región y para nuestro país, siempre en beneficio del pueblo mexicano. Excelente noticia.

Por su parte, el presidente López Obrador expresó que la nacionalización de ESSA es un buen propósito, que la tengamos ya en poder de la nación, que sea pública. Durante 36 años de política neoliberal o de pillaje, ponían por delante el interés personal, el interés de las empresas, el interés por el lucro, y no debe de ser así; por delante debe de estar siempre el interés público, el interés colectivo, el interés del pueblo, el interés de la nación. Y se salvó de milagro, a lo mejor por el aislamiento, pero ahora queremos dejar a salvo este patrimonio de todos los mexicanos, para que no se corra ningún riesgo, porque la privatización no ha ayudado a México. Privatizar es sinónimo de corrupción, eso es lo que significó la política neoliberal por mucho tiempo. Por eso, queremos regresar al espíritu de la Constitución de 1917, poner por delante el interés público, el interés de los mexicanos.

Las rebanadas del pastel

Si de nacionalización se trata hoy se concretará la operación de compraventa de 13 plantas de generación eléctrica entre la trasnacional española Iberdrola y el gobierno mexicano. Entonces, Ignacio Sánchez Galán, presidente de ese consorcio foráneo, ya puede irse a robar a otra parte.

—————–

Señales del cambio

Bernardo Bátiz V. | La Jornada

Las noticias de todos los días y desde hace algún tiempo nos demuestran que las cosas en economía y política han cambiado. Se trata de una transformación profunda, la cuarta. Unos ejemplos: hace poco escuchamos al Presidente decir con la franqueza que lo caracteriza, que, en algunos casos graves, trascedentes, envió avisos a los jueces, que les advirtieran: tengan cuidado. Cuando importa, para la comunidad y la justicia, que los jueces además de sus expedientes, sus leyes, su jurisprudencia, tengan clara idea donde están parados, deben conocer las circunstancias socioeconómicas en que van a resolver los casos a su cuidado.

Los mal pensados sin entender al Presidente o maliciosamente, interpretan el incidente de la mañanera como si se tratara de consignas o amenazas. No es así. En mi cargo me ha tocado proponerlo, los jueces deben estar bien ubicados y entender el medio social y las circunstancias económicas y políticas en las que van a resolver. En mi carácter de consejero he propuesto en la Escuela de Derecho del Poder Judicial que se incorpore al final de cada curso un seminario de al menos un día para que quienes se preparan como juristas, futuros juzgadores, recuerden o se enfrenten a la realidad socioeconómica en que van a trabajar. La jurisprudencia no es una ciencia exacta, es una ciencia humana, que además de la norma y sus interpretaciones tiene que tomar en cuenta la realidad; antes del positivismo jurídico, del formalismo, en las raíces antiguas de nuestra profesión se hablaba de que un juez debe resolver a verdad sabida y buena fe guardada. La intención y la franqueza del Presidente nos debe hacer pensar en que ante y sobre una interpretación letrista y kelseniana están la justicia y la ética; por tanto, la necesidad apremiante de conocer el contexto en que una sentencia se va a dictar y a cumplir.

La otra noticia señal de los tiempos: los curas del estado de Guerrero, tan emblemático por su historia y hoy convulsionado por la delincuencia organizada; nuestro estado del sur del que salió la Bandera Nacional y desde el cual se abrió camino la consumación de la Independencia, el estado en que se persiguió a Genaro Vázquez y a Lucio Cabañas, ve cómo hoy sacerdotes católicos, hablan con los bandidos y les predican, les piden que respeten las vidas humanas. Y algo más del mismo tema, las fotos de hace algunos días en la impecable y profesional portada de La Jornada: el papa Francisco, el primer latinoamericano en ese cargo, otro Papa bueno, jesuita, inteligente, agudo, santo, sencillo y ágil de mente, aparece con las dos candidatas a la Presidencia de la República; nuestra Claudia, de la 4T, y Xóchitl, la de los desconcertados opositores que no encuentran otra forma de hacer política que no sea criticar al Presidente.

Todo eso, esas noticias, no las imagino en otro tiempo. Son de ahora, señales del cambio. Confirman que estamos en un proceso de transformación profunda; en muchas cosas, si lo hacemos de buena fe, sin el velo de la rivalidad y la politiquería encontramos novedades; en la información hay un pueblo que aprecia la política, distingue y participa, se entera a diario de lo que pasa y lo que se discute.

También cambió el uso público del dinero, hay austeridad y honradez; alcanza para todos, obra pública, vacunas, programas sociales, respeto internacional y todo eso y más a la vista de todos en lo material, asunto de recursos e inversiones eficaces y gastos. Pero está algo muy importante, cambio profundo; nadie mostró desconfianza anticlerical con la valiente participación del clero en el problema de la seguridad y la pacificación del país, tampoco nadie se rasgó las vestiduras al ver las estupendas fotos del papa Francisco tan significativas y congruentes con la fe popular, en ellas aparece el Papa al lado de las dos candidatas que van más adelante en las encuestas.

El cambio está presente, se palpa en la vida política, en la franqueza del Presidente, en la solidez de la moneda mexicana, en que vivimos en una economía sólida y solidaria; aumenta la inversión, aumentan los salarios mínimos y hay confianza.

También vemos procesos democráticos sin represión, a nadie se le persigue por motivos políticos o por exigencias sindicales o vecinales. Dos veces el Zócalo lleno de manifestantes multitudes de uno y otro extremo del espectro político.

Mi conclusión en esta aportación a La Jornada es muy sencilla: no ven el cambio sólo aquellos que voluntariamente cierran los ojos; los que no lo quieren ver, porque añoran otros tiempos en los que los poderes económico y político se confundían y crecía la ­injusticia social.

De lo que estoy seguro, es de que, si el cambio se logró democráticamente, sin un vidrio roto, su consolidación también seguirá caminos de libertad y democracia; las señales del cambio son irrebatibles lo que sigue necesariamente deberá sustentarse en movilizaciones pacíficas y en sufragio efectivo.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Lo más Visto

Salir de la versión móvil